
✦╭ᵒ❧ Capítulo XXXI: Amor amargo ✦╭ᵒ❧
—¿Cómo ha estado?
Yibo casi se rió. ¿Qué pregunta tan estúpida era esa? Lo que se veía no se juzgaba, y él justamente ahora no la pasaba muy bien.
—No es evidente —comentó con el entrecejo fuertemente fruncido y los labios apretados en una tensa línea.
Yang Mi cruzó las piernas y lo miró con una nota de dureza, sin embargo, incluso ella no era inmune a los sentimientos humanos y comprendía a la perfección la situación por la que atravesaba Yibo.
—Tampoco tiene que ser tan sarcástico, sabe, joven Wang —tomó cuidadosamente un sorbo de su taza de té y luego sus ojos se centraron en la taza intacta de su curioso visitante—. Bebe un poco de agua, no es tan efectiva como el té pero te calmará un poco.
Con la sorpresiva noticia de su nuevo embarazo, Yang Mi no podía ser tan frívola y despectiva con él, así que lo único que por ahora podía hacer era escucharlo aunque no tuvieran nada mas que hablar excepto de Xiao Zhan.
—Y bien, ¿ha sabido algo de él? —preguntó Yibo fingiendo desinterés, pero sintió las lágrimas humedecer sus ojos y parpadeó nervioso, desviando su atención hacia la taza en el escritorio. Sin un ápice de calma, y con el corazón tartamudeando por saber algo de su Alfa, lo que sea, siguió su consejo y de un solo trago se bebió toda el agua, refrescando su garganta y haciéndolo sentir mas revitalizado para afrontar las cosas—. Si no es así, creo que estoy perdiendo mi tiempo aquí.
Se puso de pie con la intención de abandonar la mansión Yang pero la suave voz de Yang Mi le impidió dar un paso más.
—¿Alguna vez te tomaste el tiempo de pensar en qué, quizá, ambos hicieron las cosas mal desde un inicio?
Se volvió hacia ella, confundido, pero con una sensación amarga en la boca del estómago.
—¿A qué se refiere? —quiso saber, devolviéndose a su lugar inicial.
Yang Mi suspiró, y se dedicó a analizarlo durante lo que parecieron ser horas, poniéndolo incómodo.
—Cuando él te rechazó, ambos tenían sentimientos encontrados después de eso. No fuiste el único que sufrió allí, Xiao Zhan también lo hizo, a su manera. Después, cuando tomaste la decisión de irte y desapareciste de repente de su vida, ¿no crees qué debió ser un golpe muy duro para él saberte perdido tal vez para siempre?
—Él tomó su propia decisión, y aunque el corazón se me estuviera desgarrando no solo por su rechazo, si por la crueldad en sus palabras, era mi derecho retroceder y hacer lo que me viniera en gana —escupió con un venenoso resentimiento que creyó extinto cuando dejó que entrara nuevamente en su vida.
Conmocionado con aquel penoso descubrimiento, se mordió el labio inferior y se limitó a esconder el temblor de sus manos en su regazo, pero Yang Mi había visto ese cambio abrupto en él, por lo que solo negó, decepcionada.
Resulta que es eso, pensó. Lo cierto es que se sentía muy agradecida por que no solo había sido Xiao Zhan quién le contó esa parte de su historia con Yibo, éste también lo hizo unos días antes cuando acudió a ella en medio de un ataque nervioso.
—Yibo, no es bueno guardar resentimiento ni odio por nadie, y aunque a veces esa persona se lo merezca, no vale la pena —dijo con madurez.
—No es quién para decirme nada cuando no ha pasado por algo así —le echó en cara.
Ella no tenía idea de todo lo que sentía tras la separación con su Alfa, o al menos eso pensó.
—¿Eso es lo que crees? —Yibo asintió y ella negó con la cabeza, azorada—. La verdadera razón por la que decidí divorciarme no fue solo porque Yang Yang me fue infiel, si no con quién.
—No entiendo.
—Yibo, mi propia hermana traicionó mi confianza cuando se convirtió en la amante de mi esposo, y aunque al principio quería matarla con mis propias manos, entendí que esa no era la mejor solución. Al final, si hacía eso, pasaría el resto de mi vida tras las reglas mientras ellos estaban libres, burlándose de mi y celebrando mi sufrimiento —comentó con una sonrisa totalmente quebrada, sus ojos dejaron de brillar y se llenaron de dolor.
—¿Cómo hizo eso?
—¿Hacer qué?
—Perdonar. Si ahora mismo soy incapaz de perdonar a Zhan, una infidelidad de su parte arrebasaría completamente el límite y mi escaza paciencia también —decretó con la mandíbula tensa y los puños apretados.
Yang Mi se permitió secar una lágrima traicionera de su mejilla y actuar con la misma fortaleza que llegó a envidiar.
—Dime, ¿qué hubieras echo si estuvieses en mi lugar? —inquirió, y Yibo no dudó un segundo.
—Los mataría a ambos con mis propias manos —respondió, embefrecido de odio ante aquella posibilidad.
—¿Y tu hijos? ¿Qué sería de ellos contigo en la cárcel por haber asesinado a su propio padre?
Yibo abrió la boca pero luego la cerró, sus cuerdas vocales no parecían querer cooperar con él, sentía un hueco profundo perforando su pecho, cortándole la respiración.
—Yo...
—Ahora comprendes. No podemos solo cegarmos por el dolor y cometer actos de los que mas tarde nos vamos a arrepentir el resto de nuestras vidas. Lo mejor que podemos hacer es transformar el dolor en fortaleza, y pese a que no te garantizo que es una tarea fácil, el tiempo curará las heridas siempre y cuando pongamos de nuestra parte. Los responsables tendrán su propia cruz tarde o temprano, no es necesario que nosotros intervengamos.
—¿Porqué me confesó algo tan íntimo? Usted y yo no somos ni siquiera amigos.
Gran verdad.
—Estoy dispuesta a ser una amiga para ti, Yibo, siempre y cuando dejes de gastar energía innecesaria en buscarlo. Nunca te arrastres por nadie, mucho menos le ruegues. Lo que será indudablemente vendrá a ti por su propia cuenta. Piensa positivamente, esto que te ha pasado es una prueba del destino para ti y para Xiao Zhan, ustedes deciden si la pasan o no.
Viéndolo de esa manera, Yibo finalmente pudo serenarse.
—Tiene razón. No puedo seguir descuidando a mis hijos por él —concluyó.
—Parece que lo hasta comprendido —se maravilló Yang Mi—. Ahora, por favor, quiero que salgas por esa puerta y seas una nueva persona. Busca ayuda psicológica, trabaja en ti, en sanar todas y cada una de tus heridas, te prometo que en menos de lo que crees, podrás ser capaz de avansar sin depender de absolutamente nadie. Ni siquiera de Xiao Zhan.
—Señora Yang, muchas gracias —se tomó el atrevimiento de tomar sus manos y apretarlas con el mas puro de los agradecimientos. Yang Mi le sonrió—. De verdad, gracias.
—Lámame Mi-Jie y estaremos a mano —pidió a modo de juego, no esperaba que Yibo se lo tomara tan literal.
—De acuerdo, Mi-Jie.
—Mucho mejor —dijo mas que conmocionada—. Oh, por cierto, quería darte algo.
—¿Qué es?
Soltó sus manos y abrió un pequeño cajón, sacando un grueso amarillo que hizo parpadear incrédulo a Yibo.
—Lamento mucho haberme comportado tan mezquinamente contigo en el pasado. Abusé de tu esfuerzo hasta el cansancio y me aproveché siempre de ti, así que, ten esto —colocó el sobre pesado en su palma abierta y luego la cerró—. No recompensara nunca mi actitud hacia ti pero, al menos, te servirá de mucha ayuda ahora que has vuelto a ser madre soltera.
—Mi-Jie yo... No puedo aceptarlo, es mucho dinero —hizo el amago de regresarlo pero Yang Mi lo empujó hacia él con un semblante duro.
—Por supuesto que lo vas a aceptar. Y antes de que lo digas, no es ninguna limosna de mi parte, ese dinero te lo ganaste con esfuerzo y sudor cuando trabajaste para mi. Míralo como un aguinaldo retrasado de mi parte.
Conmovido hasta las lágrimas, Yibo se pudo en pie y no pudo resistir a abrazarla con fuerza.
—Gracias, gracias. Muchísimas gracias.
Las semanas pasaron y aunque Yibo seguía sin tener noticias de Xiao Zhan, dejó de insistir y en marcarle constantemente a Xiao Lu, su cuñada para saber su paradero. Durante este tiempo, había formado una amistad extraña con Yang Mi, o al menos, es lo que Lu En Jie no ha parado de comentar. Si alguien le hubiera dicho en el pasado que se encariñaría con su ex jefa a tal punto de que la querría como una hermana mayor, se burlaría.
El dinero que ésta le entregó dos semanas atrás estaba por acabársele, y sinceramente, no podía conseguir un empleo de medio tiempo y con un horario fijo para poder cuidar adecuadamente de sus hijos sin caegarle la mano a Fan Xing. Pero ese empleo no llegaba por mas que se la ha pasado caminando de local en local en busca de una oportunidad.
Su naturaleza parecía ser una de las razones por la que le negaban el empleo, otra su embarazo, y por último su inexperiencia laboral.
—¿Porqué tan pensativo, Bo? —preguntó el hombre sentado elegantemente a su lado tras haberlo llamado constantemente sin obtener respuestas.
—Lo siento. ¿Que me decías? —se volvió hacia el, sonrojado por no prestarle atención desde que llegó de visita a la mansión Yang, dispuesto a pedirle un puesto laboral a Yang Mi pero ella había salido.
Wang Zhuo Cheng, el abogado de Yang Mi que llevaba su divorcio, y quién resultó siendo un viejo y muy querido amigo para él, se preocupó y se acercó a él. Tomando sus manos y apretándolas ligeramente.
—Haz estado muy pensativo ultimamente, ¿pasó algo? —volvió a preguntar, Yibo únicamente suspiró hondo y se acurrucó en su pecho con la misma confianza que existía en el pasado.
—Zhan, eso pasa.
Zhuo Cheng asintió despacio y frotó dulcemente su espalda, conocía a detalle el tema y estaba decidido a ayudar a su amigo en todo lo que necesitara.
—¿Regresó?
Como si todavía le doliera su abandono, Yibo hipó y dijo con la voz gangoza—: No.
—¿Entonces?
—Hace tres días me transfirió una cantidad exagerada de dinero a la tarjeta que él mismo me dio hace un par de meses. Y la verdad, es que no quiero tocar ese dinero aunque lo necesite —se sincero, reticente a aceptar la ayuda de alguien que no le importó herirlo de nuevo e ira cual cobarde en vez de dialogar y tomar terapia de pareja.
Xiao Zhan se había ido por la puerta fácil dejándole con el corazón aun mas roto que la primera vez, pero derrumbarse no era una opción; debía mantenerse aflote no solo por los mellizos, si no por Fan Xing y el bebé en su vientre.
—Me quieres contar porque.
—Siento que si toco ese dinero, estaré dependiendo de él. Y no, Cheng-ge, no soy esa clase de persona que necesita de alguien mas para mantenerse, soy capaz de ganar mi propio dinero por mi cuenta, aunque no sea fácil —las hormonas de embarazo empezaban a jugar con sus emociones, ahora mismo, lloraba como un bebé en los brazos del Delta.
—Pero Bo, ni siquiera has encontrado un trabajo.
—Sé.
—Si quieres, yo puedo...
—Está bien —asombrosamente, Yibo cedió esta vez tras haberle propuesto lo mismo por días.
Debía encontrarse al borde de la desesperación.
—¿De acuerdo? —Zhuo Cheng se rió, aligerando el ambiente—. Te doy un consejo.
—Adelante.
—Acepta el dinero.
—No —su respuesta fue seca y la tristeza se esfumó, dando paso a una ira hacia Xiao Zhan.
—Hazlo, él también es el padre de los niños, por ley, está obligado a pasarte una pensión mensual, así que si la aceptas, no estarás haciendo nada malo —aclaró.
—Voy a pensarlo. Por lo pronto, ya me tengo que ir, está oscureciendo —se apartó de él y se puso en pie—. Nos vemos luego.
—Deja los llevo.
—No tienes porque —se negó, calculando cuando le tomaría llegar a casa.
—Insisto —atrapó su mano y acarició su rostro con una dulzura que oprimió su corazón.
Nervioso, retrocedió y asintió tímido, soltándose de su agarre.
—De acuerdo.
El camino en auto fue ameno, aunque silencioso. La presencia de Zhuo Cheng a su lado, apoyándolo y no dejándolo caer provocaba que su pecho inexplicablemente se calentara. Al llegar, ambos bajaron y solo entonces se atrevió a preguntar.
—Cheng-ge, sobre el trabajo.
—Te parece si entro y te explicó sobre eso —sugirió, y aunque Yibo dentro de él sabía que tal vez no era correcto, Xiao Zhan se había ido y, por lo tanto, no le debía respeto alguno.
—Muy bien.
Zhuo Cheng le explicó pacientemente sobre las opciones que tenía para él; le ofrecía ser su empleado doméstico por una jornada muy corta, además, podía llevar a los niños consigo sin problema alguno, lo que emocionó Yibo, el otro puesto, aunque la paga era mucho mayor, también ameritaba una gran responsabilidad, ser su asistente le tentaba pero, no podía ir de aquí para allá con los niños ensima, y aunque a Zhuo Cheng no le molestaba en lo absoluto, acabó yéndose por la primera opción.
Una hora y media después, tras invitarlo que se quedara a cenar, Yibo salió para despedirlo con una sonrisa que podía malinterpretarse por cualquiera que presenciara la escena.
—Nos vemos mañana Bo, descansa y aceptale el dinero —dijo con seriedad.
Yibo asintió.
—De acuerdo. Me convenciste, nos vemos mañana. ¿Te parece si me presento a las ocho, o es muy tarde?
—¿Tarde? —incrédulo, Zhuo Cheng soltó una carcajada—. Muy temprano querrás decir, te veo a las diez, sin peros —apuntó.
—Lo que digas. Conduce con cuidado, Cheng-ge.
—Lo haré.
Se despidieron con un abrazo y Zhuo Cheng se tomó el atrevimiento de dejar un beso en su frente, dejándolo mudo y sin saber que pensar. Cuando logró reaccionar, el coche se alejaba a gran velocidad.
—¿Qué tramas, gēge? Espero no sea lo que estoy imaginando, te mereces algo mucho mejor que yo —murmuró por lo bajo mientras se giraba con intenciones de entrar a su casa pero un aroma conocido y un brazo demasiado fuerte lo hizo que se volteara.
Los hueso de su espalda dolieron y fue empotrado en la pared con una furia amena. Parpadeó, algo ido, topándose con los ojos fúricos y heridos del Alfa.
—Así que ya me remplazaste —la voz dolida de Xiao Zhan le estremeció y hundió su pecho.
—No es así, Zhan.
—¿Quién me lo garantiza? Después de lo que acabo de presenciar, ya no se ni que pensar.
Enfurecido con su desconfianza lo empujó con tanta fuerza que Xiao Zhan casi se cae.
—Te fuiste. Así que no tienes derecho alguno sobre mi, puedo salir con quien me de la puta gana. Soy libre —decretó, estremeciéndose de dolor y furia hacia quién lo dejó sin mirar atrás hace casi tres semanas.
—No, Yibo. No lo eres.
—¿Quién lo dice?
—Lo digo yo, porque tú, mi querido Wang Yibo, eres mío —delineó el contorno de sus labios, añorando besarlo, tocarlo y hacerle el amor. Yibo se aferró al cuello de su camisa y se tragó un jadeo—. Mi bebé esta en tu vientre —cubrió la zona con una posesiva mano, dejando perplejo a Yibo.
Acaso él... ¿lo había aceptado?
—Eso no significa nada —volteó la cara, las lágrimas ya caían por sus mejillas y su corazón brincaba de felicidad al igual que su lobo.
—Y esto, si, Yibo —cogió su barbilla con determinación.
—¿Qué?
—Esto.
Y Xiao Zhan lo besó con fuerza, ahí, en el mismo lugar donde hace poco le dijo adiós sin tentarse el corazón. No era justo, pero él lo necesitaba, necesitaba de sus besos y caricias para sentirse en paz, así que le pasó las manos por el cuello y le devolvió el beso con una hambre voraz que impresionó al Alfa.
Esa noche, volvieron a ser uno, sin embargo, si Xiao Zhan creía que Yibo lo perdonaría tan fácilmente se toparía con una pared de indiferencia al amanecer.
Y así lo hizo.
Cuando abrió los ojos, se encontró solo y desnudo en la cama revuelta. No había rastro alguno de Yibo.
•
•
•
Me disculpo por los errores que puedan haber encontrado, no edité el capítulo.
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
🌙Yessie.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro