
✦╭ᵒ❧ Capítulo XXX: Enemigo al acecho✦╭ᵒ❧
—El paciente no tiene ninguna enfermedad mortal, señor Xiao. Tranquilízese, por favor.
—Dígame entonces, ¿qué tiene mi pareja?, ¿porqué se desmayó de repente? —la exigencia y angustia en su tono de voz hicieron sonreír al médico frente suyo. Un joven Beta que realmente parecía estar muy divertido con la situación.
Su ceño se frunció, pero antes que inclusive le exigiese un poco mas de profesionalismo, éste abrió la boca al mismo tiempo que le palmeaba la espalda.
—Señor Xiao, felicidades, usted va a ser papá.
La noticia, lejos de ponerlo eufórico y feliz, únicamente lo hizo asentir con una expresión inflexible en el rostro, descolocando al médico. La mayoría de los futuros padres se ponía a llorar delante suyo cuando les daba la buena nueva pero, también, existía una parte considerable de ellos que se rehusaba a siquiera digerirlo.
Llendo desde la negación absoluta a una ira violenta.
—Entiendo —asintió con la mandíbula demasiado apretada para poder decir algo más.
Xiao Zhan observó a su pareja con la mandíbula en tensión y una mirada fría como un tempano de hielo, sin querer al menos acercarse un poco y arreglar las cosas. Lo cierto era que la situación entre ambos había estado muy tensa la última semana, desde que, por repentino desmayo de Yibo, entró rápidamente en pánico y se montó con él en una ambulancia sin pensárselo dos veces, únicamente para descubrir su pronta —y desconocida — paternidad.
Quizás, de no haber sido por ese incidente, Yibo continuaría ocultándoselo por quien sabe cuanto tiempo mas, sin embargo. La razón detrás de su furia no se debía al niño en camino, por supuesto que no, si no a su misterioso silencio en si.
¿Qué acaso Yibo no confiaba en él? ¿que razón existía para ocultarle su embarazo cuando lo amaba con desmedida locura y estaba dispuesto a todo con él?
Nada tenía un gramo de lógica, pero, quizá, Yibo se asustó. Él estaba desempleado y traer otro niño en estas complicadas instancias sencillamente era ridículo e infame.
—¿Qué sucede contigo, ZhanZhan? Has estado mas de una hora ahí sentado, ¿qué no piensas disfrutar de la noche? ¡Es año nuevo! —el reproché de Yang Mi le hizo apretar los labios y beberse de golpe el vaso de Coca Cola que había estado bailando por más tiempo del debido entre sus dedos.
—No estoy de humor, Mi-Jie.
—Aburrido —deletreó la Delta, enfundada en un hermoso vestido descotado color rojo pasión y unos altos tacones de aguja plateados.
Se veía radiante esa noche, mas de lo que conmúnmente lo hacía a diario. Tal vez, su pronta soltería le empezaba a acentar excelente.
—Sí, soy un aburrido, ¿¡y qué!? —la fulminó con la mirada, insolente, poniéndose en pie de golpe con el propósito de intimidarla y que lo dejase en paz de una buena vez.
Yang Mi quedó impresionada por lo golpeadas que sonaron sus palabras, la sonrisa de felicidad que mantuvo desde que sus invitados llegaron a hacerle compañía y alegrarle un poco la noche, se esfumó gracias a él.
—No se lo que pasa contigo, Xiao Zhan, pero no intentes desquitar tu frustración conmigo porque no te lo voy a permitir —advirtió con una seriedad que le asustó y lo devolvió al presente.
—Mi-Jie, yo... —intentó disculparse con ella, pero lucía tan decepcionada con su actitud cuando se dio la vuelta y se alejó sin mirar atrás—. Demonios.
Cayó sobre el sillón de nuevo, abatido y avergonzado de si mismo, de su propia control. Sus manos fueron a parar a su rostro, sabiendo de antemano que la había jodido, como todo lo que últimamente ha echo. Pero Yang Mi estaba en lo correcto, él no tenía derecho alguno sobre ella, por lo tanto, emplear sus feromonas para dominarla significaba solo una cosa; estaba descontrolándose mentalmente.
—Zhan, ¿quieres irte a casa? —Yibo se acercó a él, visiblemente afectado con su doloroso distanciamiento, a veces sentía que vivía con un extraño y con su pareja, pero no podía juzgarlo y trataba de entenderlo aun que le costara hacerlo. Había presenciado sin querer la reciente escena, y no podía estar mas preocupado por él—. Zhan —volvió a llamarlo, pero éste, aunque lo escuchó, prefirió continuar ignorándolo como se había vuelto su costumbre—. Zhan —no hubo respuesta alguna. Suspiró afligido pero no desistiría—. Entiendo que estás enojado conmigo, pero esa no es una razón válida para que me quites la palabra. Soy tu pareja, di a luz a nuestros hijos.
—¿Embarazarte a propósito no es una razón válida para ignorarte? —Asombrosamente, se limitó a responderle solo con una acusación impresa en veneno.
Demasiado risible pero al mismo tiempo demasiado esperada. El pecho se le oprimió de dolor al recibir una respuesta de su parte después de su helado indiferencia en el hospital... una indiferencia que le congeló los huesos y lo dejó con un frío devastador que nadie mas que él puede liberarlo, sin embargo.
No está lo suficientemente bien, emocionalmente, para enfrentarse a él, pero es terco y no se irá sin al menos ganar una pequeña mejoría suya.
—Xiao Zhan, cállate. No sabes lo que dices —pidió, estremeciéndose de horror por la imagen errónea que poseía de él.
Se le hizo un nudo en la garganta, pero no flaqueó, debía mantenerse fuerte, por ambos o definitivamente todo se estropearía.
—¿Sabes qué? No. Estoy harto de esta mierda —dejó el vaso sobre la mesa de centro, haciéndolo resonar con desalmada furia, inevitablemente el vaso se quebró pero él siquiera lo noto. Yibo si, pero no se acercó demasiado a comprobar si estaba herido, el Alfa se hayaba en un nivel que nisiquiera él siendo su pareja podía ser capaz de mitigar o incluso enfrear.
Sería su muerte segura.
Pero Xiao Zhan no lo dejaría ir tan fácil después que llegó a perturbarlo al límite de lo insano y jodió su cabeza en pedazos. Así que asió bruscamente de la muñeca y lo atrajo hacia su cuerpo de un solo golpe, asustándolo en el proceso.
—Zhan, me lastimas —se quejó, pero le ignoró.
—Mi vida nunca fue perfecta, Yibo, pero desde el día en que apareciste de nuevo, me arruinaste miserablemente la existencia con tus malditas mentiras —escupió sobre su rostro, llenándolo de una espesa culpa, pero Xiao Zhan no podía solo arrojar la piedra sobre él y luego esconder la mano como el inocente que no era.
Los dos compartían esa culpa, y los dos debían afrontar sus propios errores como los adultos que eran.
Ninguno de ellos se enorgullecía de ser un cobarde, pero estaban actuando como uno sin darse patéticamente cuenta.
—Te recuerdo que no fui yo quién te buscó —le reprochó de inmediato, con la mirada afilada pero el estómago hundido.
¿Qué estaban haciendo? Esto definitivamente iba a acabar mal.
—Sí, lo acepto, ¡fui yo! —gritó a todo pulmón, sin medir las consecuencias. La suave música de ambientación siguió sonando pero la atención de todos recaía sobre la pareja discutiendo acaloradamente a mitad del living. Fan Xing compartió una rápida mirada con Cheng y se llevaron a los niños a la cocina, cualquier sitio era mejor que ver a sus padres gritándose—. Pero no imaginé encontrarte tan rápido y con dos niños que, además, ¡eran míos y me los ocultaste siendo yo su padre! ¡No tenias ningún puto derecho, Wang Yibo!
—¿Me culpas ahora también por eso? —Se rió con amargura—. No tienes derecho. Lo perdiste el día en que me rechazaste y me alejaste.
Quizo ponerse a llorar ahí mismo, pero se vería muy lamentable.
Así que todo este tiempo juntos él no dejó de culparle ni por un segundo por esa decisión que si, lo acepta, egoísta pero valientemente tomó en esa época. Él pudo haber terminado con el problema en menos de una hora, ¡pero no lo hizo!, eligió afrontar solo con el que creyó era un problema, luego entendió que era una bendición del cielo y dejó de renegar el destino y a Dios mismo por su situación.
—¡Por supuesto que lo tengo! Soy padre de dos niños de los cuales no sabía siquiera que existían, y de no ser por mi hermana, jamás los hubiera conocido ¡Y todo por ti, maldito insensible! —echó airadamente en cara.
Cerró los ojos por unos segundos y lo miró con severidad.
—Zhan, creo que ese es un tema que nos concierne únicamente a ti y a mi, y el cual, debemos arreglar en casa, a puerta cerrada —gesticuló con el ceño fruncido, cogiendo su brazo con la intención de sacarlo de ahí, la nariz le picaba debido a sus feromonas ácidas—. Vamos a casa, es tarde y los niños necesitan descansar adecuadamente.
—No, Yibo —se soltó con brusquedad, dejándole mudo por tal desplante. Xiao Zhan nunca fue así de grosero con él, únicamente la vez que lo rechazó. Los ojos de Yibo, inevitablemente, picaron, el recuerdo insuperable de su rechazo iluminó de un latigazo su mente, acongojándolo—. Por primera vez en mis treinta años de vida quiero ser completamente libre de decir y hacer lo que me venga en gana.
—Hazlo entonces. Nadie te detiene —concedió con desánimo.
Dentro suyo, sabía, que era una pésima idea, pero quería escuchar lo que Xiao Zhan opinaba verdaderamente de él. Sin sonrisas falsas de por medio.
Reclutaba que nadie ahí se había perdonado completamente, tan solo hicieron el intento de, pero nada más, no lucharon contra la magnitud de recuerdos, errores y decisiones y se estancaron. Se habían enfrascado únicamente a seguir como si nada hubiera pasado, y el resultado claro estaba explotándoles en la cara.
Tan lamentable.
Dos personas que se amaban, pero no habían aprendido a cerrar sus propias heridas, mucho menos iban a ser capaces de sanar las de alguien más. Ese era el pecio de someterse a una felicidad construida sobre una montaña de miedos y secretos.
—En primer lugar, que seas el amor de mi maldita vida no quiere decir que tolere tus estupideces. Tu celos enfermizos me tienen harto, ¿o es qué apoco crees que soy tan tonto para no saber que me mandaste a vigilar como si fuese yo un niño?
—Zhan, eso no es... —trató de defenderse, completamente pálido al ser descubierto pero Xiao Zhan lo cortó, empleando más fuerza en su agarre.
Se mordió los labios para no sollozar de dolor.
—No intentes negármelo, Yibo, porque no va a funcionar. Como tampoco creo que esto siga funcionando —dictaminó con un atisbo de decepción en sus ojos.
El terror se apoderó de Yibo, esto no podía ser cierto, de ninguna jodida manera. Con las lágrimas ya cayendo por sus mejillas, rompió la escaza distancia que los separaba y se aferró a su cuerpo como si fuese él algún tipo de salvavidas que, si lo abandonaba, moriría desdichadamente, ahogado en un pozo de tristeza.
—No, Zhan, tú no puedes hacerme esto. Tenemos una familia, ¿lo recuerdas? Se que te sientes engañado y muy defraudado, pero créeme que las cosas no son como tú crees, éste bebé—con manos trémulas, guió una de las tensas manos del Alfa a una zona en particular de su cuerpo—, creciendo dentro de mi vientre, llegó en el momento mas oportuno de nuestras vidas.
—Deja de decir incoherencias, Wang Yibo —aseveró Xiao Zhan, retirando su mano de ahí porque sentía que le quemaba y que se rompería ahí mismo por la frustración que le embargaba—. La llegada de un bebé siempre es una bendición para la familia, siempre y cuando haya sido planeado por ambos padres, y no solo traído al mundo por un deseo egoísta de pertenencia de uno solo con tal de amarrar a alguien mas a nuestro lado sin importar si destruye sus sueños en el proceso y arranca sus alas.
—No, Zhan. Te juró que yo no lo busqué, fue solo un accidente —a estas alturas, Yibo no sabía ni lo que decía, la sola idea de perderlo de nuevo ponía a su propio animal interior a querer salir.
—¿Llamas ahora a nuestro hijo un accidente? Te desconozco, Yibo —profirió, apartándolo de él, pero no por mucho tiempo—, este no es el Gamma del que me enamoré, ni mucho menos, por el que desafíe a mi propia familia. Así que ya suéltame y déjame ir. Estamos haciéndonos daño.
—No, ¡nunca! Tú eres mío, Zhan, ¿acaso no recuerdas que me prometiste quedarte a mi lado y con nuestros hijos por el resto de nuestras vidas?
Los ojos de Xiao Zhan se cerraron por un breve segundo, acorralado por sus propias palabras.
—A veces, hay promesas que no se pueden cumplir, y no es porque uno no quiera, si no porque los errores cometidos hicieron que se rompiera —dijo, sonriéndole con pesar.
—Zhan, yo te amo —Yibo sujetó su cabeza e hizo que le mirase a los ojos con palpable desesperación.
Él lo hizo, y lo que vio dentro de ellos, le apuñaló el corazón.
¿Cómo llegaron a esto?, ¿en verdad estaba dispuesto a separarse de su familia? Lo cierto es que no tenía consigo la respuesta, pero muy dentro suyo sabía, ambos necesitaban pensar con la cabeza fría, uno alejado del otro.
—También te amo, y perdón por haberte dicho todo esto aquí —se disculpó, secando sus lágrimas con dulzura—, pero la situación me está absorbiendo y volviéndome loco, y estoy arrastrándote entre las patas a ti también.
—Podemos enfrentarlo juntos, como siempre —sugirió pero él negó, destruyendo las esperanzas de Yibo.
—No, Yibo. Necesito pensar.
—Por supuesto, pero ¿cuánto te tomará? Debemos ir a casa.
—Lo siento, Yibo. Pero no quiero ir a casa —dijo, dando un paso atrás.
—¿Acaso tú...?
—Hay que darnos un tiempo, Yibo —finalmente lo dijo.
Yibo enloqueció.
—¡Me niego! Tú no me vas a dejar, tengo dos hijos contigo y uno viene en camino, no puedes hacerme esto —amenazó mientras se lanzaba sobre él y lo sostenía de su camisa, ciego de dolor.
—Escucha, Yibo —cogió sus puños, pero el Gamma no lo miró y le tiró un manotazo—. Un hijo no es un objeto, no puedes pensar que con el vas a atar a una persona a tu lado, porque estas irremediablemente equivocado.
—Lo que tu digas, Zhan, pero por favor... —destrozado, casi se arrodilló ante él pero, por supuesto, él no permitió que se humillara así mismo de esa forma. Su naturaleza y el embarazo estaban jugándole en contra—.... no me dejes. No... nos dejes.
—Trae a los niños y a Fan Xing, los llevaré a casa —lo estrechó entre sus brazos y trató de calmarlo con su aroma.
Eso pareció funcionar, porque el cuerpo tenso de Yibo se fue haciendo mas liviano.
—Sí.
El camino a casa fue tediosamente incómodo. Demasiado. Nadie dijo una palabra en el trayecto, lo cual Xiao Zhan agradeció, no estaba en condiciones de dar explicaciones, supuso que Yibo tampoco.
—Fang Xing, lleva a los niños adentro, por favor.
—¿Qué hay de ti? —preguntó Yibo una vez su hermano y sus hijos estuvieron dentro.
—Pasaré la noche en un hotel —respondió.
—Te acompaño, solo déjame que le avise a mi hermano.
—¿Qué crees que estás haciendo, Yibo? —lo tomó del brazo y le impidió dar un paso más.
—No te dejaré solo.
—Soy un adulto, Yibo —le recordó con marcado enfado—. Puedo cuidarme solo, sin embargo, Fan Xing y los niños necesitan de ti.
—Y yo necesito de ti.
—No lo hagas mas difícil, por favor.
—Está bien —cedió con los puños apretados y el orgullo herido—. Si te quieres ir, adelante. ¡Lárgate! Pero eso si, no regreses, ¡nunca!.
Giró sobre sus talones como un huracán que se llevaría todo a su paso si le ponían enfrente, pero no imaginó que su amenaza perdiera todo efecto. Xiao Zhan no lo siguió, tan solo se limitó a suspirar con impotencia.
Yibo no hablaba enserio, lo sabía, únicamente su dolor estaba hablando por él.
—De acuerdo. Cuídate mucho, ¿si?
—Te odio —escupió, sin volverse, rígido como una tabla pero tan quebradizo por dentro.
—Y yo te amo mucho, mi amor.
—Pues no lo parece —acusó entre dientes, frívolo.
—Perdón.
Xiao Zhan se subió a su coche y desapareció en cuestión de segundos en la oscuridad de la madrugada, dejando atrás a un Gamma que cayó nuevamente por él sin darse irremediablemente cuenta, y ahora... ahora lo había dejado en las mismas condiciones que las últimas dos veces.
Sí.
Irreparablemente roto.
—¡Eres un maldito cobarde, Xiao Zhan! —bramó un herido Yibo, cayendo de rodillas al suelo sin saber que era lo que tenía que hacer a continuación.
El verdadero amor definitivamente no existía, pensó, sintiéndose muy miserable.
Un par de metros de ahí, un Alfa dentro de un lujoso automóvil sonreía victorioso, las cosas estaban acomodándose a su manera sin realmente mover un dedo.
—Pronto, Yibo. Pronto sabrás lo que es tener un verdadero Alfa entre tus piernas. Lastimosamente, ese perdedor salió solito del terreno de juego. Mucho mejor para mi —Yang Yang calmó su impaciente deseo por el Gamma y también desapareció en las calles, sin dejar rastro alguno de su presencia.
Xiao Zhan no tenía idea de a quién había dejado ir, y quizá, iba a ser muy tarde para cuando lo supiera.
•
•
•
Yang Yang se prepara para atacar ahora que Xiao Zhan ha retrocedido. Esperemos que alguien pueda salvar a Yibo de este loco.
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
🌙Yessie.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro