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✦╭ᵒ❧ Capítulo XXVII: Dulce hogar✦╭ᵒ❧

Yibo llegó a su antigua casa con un sentimiento agridulce asentado en su corazón, ennegreciéndolo y volviéndolo un ser indiferente ante la nueva situación que se había presentado hasta hace pocos menos de unas horas. Creyó, por un fugaz instante creyó, que la vida finalmente iba a darle un poco de paz a su familia y a él mismo después de todo lo que tuvieron que atravesar para estar juntos, sin embargo, tal pareciera que esta había decidido enseñarse otra vez con ellos y ponerle en el camino una prueba más.

No obstante, pese a lo egoísta e infantil que está viéndose, comprende que su Alfa actuó correctamente, movido por la latente preocupación que siente hacia la salud de una de sus amistades. Puede entender eso, pero aun así, un oscuro sentimiento crece en el fondo de su pecho, trepando por su corazón y su mente con el único fin de implantar desconfianza en él.

Una desconfianza a la que no puede ceder, porque confía en Xiao Zhan, su Alfa. El hombre que puso a sus hijos y a él por encima de su familia, eso no es algo que pueda olvidar de la noche a la mañana. Y lo menos que Xiao Zhan se merece es su apoyo incondicional y su confianza.

No puede defraudarlo y empezar con sus celos absurdos y su desconfianza.

Respiró hondo y se tragó el burbujeo de celos que le incitaban a ir en su búsqueda y traerlo a rastras a su casa, encerrarlo en su habitación y meterlo en su cama, para que recuerde a quien le pertenece.

—¿Bo-Ge? —la suave y pacífica voz de su hermano menor le hizo olvidar momentáneamente el tornado de emociones que se debaten a muerte dentro de si—. ¿Qué hacen aquí?

Yibo frunció la nariz y miró detenidamente a Fan Xing, quien ni lento ni perezoso, se levantó del sillón en el que estaba mientras miraba un drama, corrió a quitarle a la traviesa Bao Yu que le sonrió bobalicónamente al reconocer a su tío.

—Xiao Zhan tiene un asunto importante que arreglar en Luoyand, así que me pareció correcto que mis hijos y yo lo compañaramos —comentó con una sonrisa amorosa y dulce, demasiado feliz de reencontrarse con su hermano después de no verlo por un tiempo que pareció más largo de lo que en realidad fue—. Además, por si no recuerdas, esta también es mi casa, Wang Fan Xing.

El Omega, quién jugaba con Bao Yu levantó la mirada y se carcajeó al notar el modo en que Yibo parecía imponer su autoridad como hermano mayor sobre él. Algo tenía, lo conocía mas que bien.

—Sé. Solo bromeaba, gēge, ¡no seas un amargado!

—¿Y si lo fuera qué? —enarcó una ceja y le lanzó un mirada retadora. Bao Ming miró a su papi con atención, analizándolo en silencio.

Fan Xing agitó la cabeza y decidió no caer en sus provocaciones. Si Yibo quería desquitarse con el por un asunto del que no tenía idea, no iba a permitirlo.

Él no era su saco de boxeo.

—No me importaría, después de todo eres mi hermano favorito —alegó con cierta diversión.

Yibo rodó los ojos.

—Soy él único que tienes, tonto. Ahora, ven acá.

—No me vas a golpear, ¿verdad? —preguntó dubitativo, entrecerrando los ojos en su dirección.

Indignado, Yibo jadeó—. ¿Cuánto yo te he golpeado, Wang Fan Xing?

—Ah —suspiró derrotado—. Está bien, pero si continuas llamándome por mi nombre completo dudaré que no lo hagas.

Fan Xing se acercó lentamente a su hermano con su sobrina en brazos, y cuando estuvo frente a él, se vio atrapado en un sorpresivo abrazo de oso del que no supo como reaccionar.

—Te extrañé mucho, FanFan —murmuró con cariño Yibo, haciéndolo sentir finalmente en casa.

Los ojos se le cristalizaron y se quebró en un segundo. Desde un inicio fingió no emocionarse por el regreso de Yibo y sus sobrinos, la realidad era que se estaba conteniendo para no saltar sobre ellos y pedirles que nunca mas se fueran.

No sin él.

—También los extrañé, Bo-Ge —se aferró a su cuello con una mano y aspiró libremente su tranquilizante aroma. Las lágrimas habían empapado su rostro, empañándole la visión—. No vuelvan a irse, por favor.

—FanFan.

—Por favor —insistió, liberando feromonas de soledad y tristeza—. No quiero quedarme solo otra vez. 

El corazón de Yibo se hundió de dolor. Todo este tiempo se enfrascó en unir a su familia que olvidó lo mas importante de su vida —después de sus hijos, claro—, a su hermano menor. Abandonó a Fan Xing  despiadadamente y sin ponerse a pensar en como se sentiría sin él, sin el torbellino de Bao Yu y el misterioso Bao Ming.

El dinero que le había dejado no parecíó haber bastado para llenar el vacío que dejó su ida, porque todo lo que Fan Xing quería era tenerlos de vuelta. En casa, como siempre había sido.

—Lo siento, FanFan. Fui un estúpido egoísta —se echó a llorar con él, y siguiendo sus pasos, también lo hicieron los mellizos—, pero te prometo, que de ahora en adelante no volveré a dejarte solo. Nunca más.

—Pero... ¿Y el señor Zhan?

—Hablaré con él, no te preocupes —lo tranquilizó, depositando al instante un beso en su coronilla.

Los ojos de Fan Xing brillaron de felicidad, y su aroma se tornó empalagoso incluso para el mismo Yibo.

—Gracias, Bo-Ge —casi saltó de eufórica—. Te quiero mucho.

—Sé. También te quiero mucho, Fan Fan. No lo olvides jamás.

—¿Cómo está?

Diliraba suspiró abatida, pero al mismo tiempo, agradecida con la presencia del Alfa en el hospital. De alguna rara forma, se sintió menos sola, y agradeció en silencio al destino por poner en la vida de Yang Mi y ella a alguien como Xiao Zhan.

—Aún no despierta.

—¿Qué ha dicho el médico? —preguntó Xiao Zhan, entregándole un vaso de café que había comprado hace poco.

—Gracias —Dilireba tomó un sorbo con manos trémulas, sintiendo de pronto mucho frío—. Es mas grave de lo que pude imaginar.

—¿Acaso tiene algo que ver con que incluso no pueda diferenciar a una Beta de una Omega? —quizo saber, recordando aquel suceso.

Su mirada se posó brevemente en Yang Mi dormida en la camilla, con un montón de aparatos rodeándola. Sintió mucha pena por su amiga.

Ella no se merecía algo así.

—Sí.

—Reba, ¿Qué diablos está pasando con Mi-jie?

—Es una larga historia —se excusó, tratando de que no insistiera.

—Adelante. Quiero escucharla.

—No creo que sea correcto —tomó un sorbo más de café, evadiendo adrede sus ojos desesperados por una respuesta factible.

—¿Porqué? —reprochó—. Estoy preocupado por la salud mental y física de Mi-jie. Lo menos que puedo hacer es tratar de comprenderla, pero no puedo hacerlo a menos que me digas que es realmente lo que pasa. Lo que la llevó a atentar inclusive contra su vida.

—Está bien —cedió al fin. De nada servía ya continuar guardado ese maldito secreto. Yang Mi se hayaba muy mal, y ella sola no podía lidear con la consecuencia—, pero tienes que prometerme algo.

—Lo que quieras.

Dilireba lo miró por primera vez a los ojos desde que ingresó a la habitación, y Xiao Zhan supo que estaba por descubrir todos los misterios que rodearon por demasiado tiempo a Yang Mi.

—Nunca le digas que yo te lo conté, por favor —suplicó con los ojos rojos, las lágrimas cayendo de ellos.

—De acuerdo —accedió, con un grueso nude en la garganta por verla tan mal.

Y pensar que si ella no lo hubiese rechazado cuando le propuso ser su novia en la escuela secundaria, ahora tendría más que su apoyo incondicional, sin embargo. Yibo llegó a su vida un día menos esperado, y pese a todo lo que atravesaron para estar juntos, por nada del mundo lo cambiaría a él y a sus hijos por nada.

Ni por nadie.

Su propia familia era un claro ejemplo.

Xiao Lu observó el rostro pálido de quien en su momento fuese su mejor amiga y confidente, sintiendo demasiado remordimiento por dejarla sola tanto tiempo. Yang Mi estuvo para ella siempre que lo necesitó, pero con el paso de los años, cuando se juntó con Xi Ge, esa linda amistad que se fortaleció en la secundaria, murió de un día a otro.

Reencontrarse en un momento como éste jamás estuvo en sus planes, pero desde que su hermano le habló de su encuentro con Yang Mi, no había podido evitar recordar los preciosos momentos que pasaron juntas.

Y se odió por no buscarla, por abandonarla cuando le pidió que se vieran constantemente, por supuesto, debido a su actual vida de esposa y madre de un niño al que adoptó pese a las razones por la que llegó a su hogar. De haber sabido que ella se hundiría de esta forma hubiera abierto un espacio de desahogo para ambas, no lo hizo.

Y aquí los fatales resultados frente a ella.

—MiMi, lo siento mucho. De verdad —cogió su helada mano e intentó darle calor. El pecho le apretaba tanto que respirar se tornaba casi imposible—. Te prometo, que si despiertas, nos reuniremos todos los días y nos pondremos al corriente de nuestras tristes vidas. Una vez dijiste que el príncipe azul no existía, me enojé contigo y no te hablé por días, pero cuando Xi Ge me traicionó, supe que tenías razón.

—Yo... Nunca mentí, LuLu —se oyó decir a una frágil y áspera voz.

Xiao Lu no gritó, mucho menos, la dejó sola para ir a buscar al médico, en cambio, secó sus lágrimas con la yema de sus dedos y sonrió cálidamente.

—Sí, tú nunca mentiste —confortó, dichosa de verla despierta. Se lanzó a sus brazos y sollozó en su hombro—. Es bueno volver a verte, MiMi.

—Es bueno volver a verte también, LuLu. Ha pasado un tiempo —espresó, devolviéndole el abrazo con dulzura.

Xiao Lu se rió ahogadamente, Yang Mi no tenía olor, pero eso ella no logró percibirlo, después de todo, presentaba problemas en el olfato también.

—Demasiado.

—Te estabamos esperando para cenar, Xiao Zhan. Pero los niños se durmieron hace mucho, y tuve que comer con mi hermano cuando me di cuenta que tal vez no llegarías esta noche —Yibo le recibió con una expresión difícil de descifrar, pero entendió que no se encontraba muy feliz.

Suspiró mas que exhausto.

La cabeza le martillaba horriblemente por toda la información que a voz de Dilireba había recibo, y lo que menos quería ahorita era pelear con Yibo.

—¿Te das cuenta ahora de la importancia de mantenernos comunicados? —inquirió tratando de razonar con él, cambió sus zapatos por unas pantuflas y lo miró seriamente, ignorando la molestia en su aroma—. De nada me sirve a mi tener un teléfono en el bolsillo si no puedo cogerlo y simplemente llamarte.

—No necesito tener uno —cortó con los brazos cruzados, levantándose del sillón.

—¿Tú crees? —Olvidaba a veces lo terco que su pareja podía ser—. Entonces, ¿como te aviso que llegaré mas tarde? Que tal si se me ponchó una llanta, o si tuve un accidente, ¿cómo lo hago? ¿por señal de humo?

De acuerdo, había arrebasado el límite permitido, y como resultado, hirió los sentimientos de Yibo que se quedó muy quieto de repente y volvió sus ojos hacia él.

—Muy bien. Acepto que a veces puedo ser un insensato que no mide las cosas, y lo siento de verdad —reconoció para conmoción del Alfa.

—Yibo, tú...

—Estaré esperando ese telefóno de tu parte, mañana si es posible, ¡estoy harto de vivir en la incertidumbre mientras me carcomo el cerebro al imaginar siquiera lo que esa mujer te puede estar haciendo! Demonios —farfulló con los ojos inyectados en ira.

—¿Estás celoso?

—No, claro que no. Estoy saltando en una pata de alegría —ironizó con una mueca de fastidio absoluto—. Mira como me estoy riendo —con su dedo índice señaló su rostro ensombrecidó por los celos.

—Mi amor, ¿porqué tienes que ser tan desconfiado? Mi-jie está pasando por una situación muy crítica y lo menos que puedo hacer como su amigo es estar a su lado —explicó brevemente, yendo a su lado y envolviendo sus brazos alrededor de su cintura por detrás cuando de volteó para no verlo mas.

Yibo hizo un ruidito de negación con la boca.

No era ningún estúpido, y el aroma ajeno que se hayaba impregnado en la ropa de su Alfa le dio la razón. Su lobo rugió encolerizado y lo instó fúrico a exigirle una explicación.

—Mm ¿Tienes hambre? —Decidió cambiar el tema, si no, lo acabaría matando—. Recién acabo de calentar tu cena.

—¿Cómo supiste que llegaría?

—Llámalo sexto sentido, Xiao Zhan —fue su ambigua respuesta.

Xiao Zhan lo soltó y se dio cuenta que estaba malinterpretando las cosas, las palmas le sudaron de los nervios. Yibo era como una bomba, si no quería que explotara debía desactivarla a tiempo.

—Yibo, no es lo que parece.

—¿Así? Entonces... —se controló, o al menos, lo intentó— ¿¡porqué hay un jodido aroma a Delta impregnado en tu ropa, Xiao Zhan!?

—Tranquilízate, por favor. Siéntate y te explico —lo tomó del brazo pero Yibo le gruñó enceñándole los colmillos, sus ojos eran dos bolas de fuego y su aroma destilaba ácido.

—Zhan, ahorita no, por favor —se safó de su débil agarre y se dirigió a su habitación a grandes zancadas—. Tu cena está sobre la mesa, provecho.

—Yibo, ¡por un demonio, escucháme! —espetó yendo tras de él.

—Come, bañate y luego hablamos mas calmadamente. Necesito pensar y estar solo un momento.

—No hasta que tú y yo hablemos y te aclare lo que realmente pasó.

—Créeme, Zhan. Si me doy la vuelta, temo que te juzgaré sin interesarme en oír primero tus explicaciones, y me arrepentiré mas tarde.

—Yibo.

—¿Qué harías si un día llego con un aroma que no es mío?

—Depende que tipo de aroma sea.

—Un Delta, o quizás... —hizo una breve pausa— un Alfa.

El rostro de Xiao Zhan se deformó, pero dado a que le daba la espalda, no vio el cambio en su expresión, pero su aroma lo delató.

—Me volvería loco de celos, te encerraría y luego lo mataría a él.

Yibo se rió.

—¿Me entientes ahora?

—Sí.

Una puerta se abrió y luego se cerró suavemente, mientras que, en medio del pasillo hacia las habitaciones, Xiao Zhan gruñó y se regresó a la sala.

Una deliciosa cena le aguardaba.

Y su pecho se apretó de remordimiento cuando notó que Yibo le había preparado un platillo de su tierra natal, chongquing.

Se frotó la cara con tanta fuerza hasta que quedó roja y palpitando. Se lavó las manos, cenó solo, se bañó con el silencio de Yibo y sus hijos de fondo y se acostó luego de darle un beso de buenas noches a cada uno de ellos.

—Reba me contó que ella y Mi-jie son realmente Deltas, pero sus padres Alfas nunca aceptaron su verdadera naturaleza y las obligaron a tomar inhibidores desde muy chicas, al menos, para ellos, tener hijas Omega era más orgulloso que tener hijas Deltas —susurró casi en su oído, lo abrazó por la espalda y suspiró pensando que no lo escuchaba.

Se equivocó.

—¿Y luego? —instó, abriendo los ojos y apretando sus manos en respuesta.

Xiao Zhan sonrió. Estaba más tranquilo.

—¿Sabías que Mi-jie tuvo un hijo pero murió al nacer?

—Sí.

Un poco sorprendido por su respuesta, Xiao Zhan continuó—: Bueno, de mi parte desconocía ese dato. Mi-jie y mi hermana Lulu siempre fueron grandes amigas, pero luego no se que pasó y perdieron la comunión. El punto es que el día que toqué su tiembre y te encontré inesperadamente, venía a verla a ella —Yibo frunció el ceño—, bueno, a pedirle un favor.

—¿Qué tipo de favor?

—Necesitaba de sus comexiones para encontrarte, jamás imaginé que no las necesitaría, porque quién me abrió la puerta ese día, fuiste tú.

—Mm.

—Retomando el tema, Mi-jie no pudo superar la muerte temprana de su hijo, y su esposo no fue de mucha ayuda que digamos.

—Yang Yang siempre fue un maldito insensato —escupió recordando el incidente de ese día, y no fue el único.

—Eso y mil cosas más. Pero aquello pareció ser el detonante perfecto para que Mi-jie odiara su verdadera naturaleza, como seguro sabes, las mujeres Delta difícilmente pueden traer un hijo al mundo, si lo logran, nacen muertos o mueren muy pequeños. Así que ella se propuso acaba con su lobo, aún si era una parte muy importante de si misma.

—Con razón comenzó a actuar muy extraño de un día para otro —se quedó pensativo—. Primero, inició con la bebida, después con las fiestas y el...

—¿El qué?

—El libertinaje —soltó.

—Liberti... ¿Qué? —De la impresión, lo soltó y se incorporó en la cama, blanco como un papel, Yibo copió sus movimientos.

—Ella se empezó a acostar con medio mundo, nada parecía importarle, ni siquiera su propio esposo que nunca estaba en casa. Debió pasarla muy mal.

—Sí.

—¿Abrazaste a su hermana cuando te reveló todo?

—No, en realidad... ella lo hizo. Antes, cuando no estábamos juntos, se me daba reconfortar a las personas en situaciones difíciles.

—¿Qué cambió?

—A que antes no le debía respeto a nadie mas que a mis padres y mi hermana, ahora... —se giró y acarició los suaves y tentadores labios de su pareja, no de una forma sexual, si no afectiva—. Ahora te debo respeto y fidelidad a ti y a nuestros hijos, bâobêi.

Sonriendo como un tonto enamorado, Yibo lo abrazó y enterró su rostro en su pecho.

—Es bueno saberlo y que, sobre todo, lo tengas en cuenta.

—Mi-Jie al fin despertó, Lulu decidió quedarse con ella esta noche —plantó un beso en su cabeza y acarició sus espalda de arriba a abajo.

—Es bueno que ella esté a su lado ahora, es así como realmente sabes quienes son tus verdaderos amigos.

—Ni que lo digas. Me acuerdo cuando tenía veinte años y estrellé el coche que mamá me obsequió como regalo de cumpleaños, me rompí una pierna y un brazo, no pude levantarme de la cama por un largo tiempo. Y quien aseguraba era verdaderamente mi mejor amigo en ese entonces, solo se preocupó por mi una semana, después me abandonó por completo y ni siquiera llamó para saber si estaba bien. Recuerdo que cuando volví a la Universidad, me saludó como si nada y me invitó a celebrar mi recuperación yendo a un antro.

—¿Qué le dijiste?

—Educadamente le dije que no, y con el paso del tiempo, también me negué a estar ahí siempre que él lo necesitaba. Cuando yo lo necesité no estuvo conmigo, ¿porqué lo estaría cuando me dio la espalda en mi peor momento? Al final, se alejó lentamente y no hice nada para que volviera a mi lado. Los ocho años de amistad se fueron a la basura.

—Fue lo mejor que pudiste hacer.

—Y lo correcto. Papá me felicitó ese día por alejarme de alguien que solo pretendía ser mi mejor amigo en las buenas, pero en las malas se desaparecía —sus ojos se escocieron al revivir ese doloroso recuerdo.

Abrazó con mas fuerza a Yibo, como si también temiera perderlo.

—Extrañas a tus padres, ¿no es así?

—Lo hago, pero ellos también me dieron la espalda cuando se rehusaron a aceptarlos como mi nueva familia. Pero da igual, no los necesito, los tengo a ustedes.

—Zhan, no les guardes rencor. Tal vez necesitan procesar la idea por un tiempo, ya verás que no tardan y te llaman arrepentidos un día de estos —trató de animarlo, seguidamente, plantó un sonoro beso en sus labios.

Xiao Zhan agradeció internamente sus buenas intensiones, pero conocía a sus padres. No cederían por nada en el mundo.

—No lo creo. Mamá es muy firme en sus desiciones, y papá siempre hace lo que ella dice.

—Quizás, pero todos alguna vez nos arrepentimos de nuestras decisiones, y lo mejor que podemos hacer es corregir el error antes que de sea demasiado tarde.

—Yibo. Gracias.

Esté lo miró atentamente, siendo su paño de lágrimas y su mejor pilar en el que apoyarse.

—¿Porqué?

—Por la cena. Estuvo deliciosa.

—¿Solo por eso?

—No, también por elegirme a pesar del horrible Alfa que soy.

—Zhan, no te menosprecies. Tú no eras un horrible Alfa como lo acabas de decir, sencillamente eres el Alfa perfecto a los ojos correctos.

—Adivino —fingió pensar—, ¿los tuyos?

—Sí, Zhan. Los míos.

—Te amo, Wang Yibo. Nunca lo dudes.

—No es mala idea escucharlo de vez en cuando —se rió y lo tomó de las mejillas mientras se colocaba a horcajadas de él—. Yo también te amo, Xiao Zhan. Desde el primer momento.

—Desde el primer momento, mi amor.

Yibo junto sus frentes un segundo y, después, se bajó de la cama. Apagó la luz rápidamente y se lanzó sobre Xiao Zhan que se quejó porque le sacó todo el aire.

—Lo siento, pero estoy muy necesitado.

—Yibo, ¿no estarás...?

—Hagamos el amor, por favor, Zhan —suplicó, empezando a desnudarse.

Tragó duro, sus hijos dormían plácidamente en la misma habitación y en su cuna conjunta. Cuna que el Gamma consiguió ese mismo día con ayuda de Fan Xing, ¿cómo? Bueno, la tarjeta que el Alfa le dio por fin sirvió para algo.

No obstante, tener sexo con sus hijos allí y su cuñado durmiendo a lado no se le hacía una buena idea a Xiao Zhan.

—Definitivamente no, Wang Yibo. Esto es demasiado, ¿qué va a pensar de nosotros tu hermano si nos oye?

—FanFan no es más un niño, Zhan. Él entenderá que como pareja tenemos ciertas necesidades que saciar, además, niégame si no es excitante hacerlo con el riesgo de que pueda oírnos —movió las cejas con picardía.

Resopló, sabiendo que perdió la batalla y lo cogió del cabello con brusquedad. Totalmente desnudo sobre él, Yibo gimoteó y se embebió en su aroma. Ronroneando como un cachorrito.

—Tú ganas, pero te va a costar mucho haber echo mi parte —amenazó, haciendo hincapié en la piyama tirada en alguna parte de la habitación.

Yibo le dio un lengüetazo en la boca y jaló su polla con hambre, despertándola en un santiamén.

—No me pienso quejar.

—Ya lo dijiste.

Sus bocas se estrellaron la una contra la otra con una fuerza bruta que inclusive los mareó. La noche era fría, y ellos iban a calentarse mutuamente.

Al menos, de la manera que mas les fascinaba.

Muy largo, pero lo necesario para ir cerrando ciclos. La historia está llegando a su recta final, ocho capítulos mas o menos y esto se acaba. Necesito pensar muy bien en un final digno, le tengo mucho aprecio a esta historia.

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

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