Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✦╭ᵒ❧ Capítulo XXV: Mi verdadera Familia. ✦╭ᵒ❧

Abrazó sus piernas y enterró la cabeza en el hueco en medio de ellas, sintiéndose tan patético por haber actuado según su suegra lo previó. Porque no le cabía la menor duda que su pacífico silencio en la cena solo quiso decir que, en su retorcida y egoísta mente, planeaba darle un duro golpe que lo dejara fuera de combate.

Y fue un perfecto estúpido por dejarse pisotear y mangunear por alguien a quien lejos de tener confianza, únicamente debía permanecer lo más lejos posible.

—Yibo, no llores —se dijo con la voz gangosa por el llanto, tratando de sacar fuerzas de donde no las tenía—. No fue del todo tu culpa. No llores, por favor, no llores —se balanceó de adelante hacia atrás, tal cual un cachorro perdido.

Cuán fácil era para él decirlo, sin embargo, todo lo que ahora quería era esconderse y no salir nunca más.

Apenado sería poco para describir como realmente se sentía, y es que desde que Xiao Zhan reapareció en su vida fue como si lo hubiesen cambiado; el Xiao Zhan de la actualidad no era el mismo que conoció en el pasado, y lo entendía, por supuesto.

Las personas cambian a lo largo de los años, así que no es de extrañarse que tanto el Alfa como él lo hubiesen echo.

Era inevitable.

No obstante, el único pensamiento que tiene ahora es que quiere morirse, sus entrañas se retuercen y contraen de un modo que le duele incluso respirar, y es que no debió perder la cordura justo en aquel momento. Fue el peor, pero pasó, y no está en sus manos ni en las de nadie más revertir los echos, lo único que le queda es aceptarlo con madurez. Negar lo ocurrido o desear borrarlo es inmaduro y tonto, pero al final, él es un claro ejemplo de inmadurez.

Creyó, realmente creyó madurar, pero la vida misma le demostró lo equivocado que estaba. Perder el control y dañar a los seres que más ama en el mundo fue la gota que derramó el vaso. Por eso siempre renegó de su naturaleza y añoró ser un Omega, al menos estos no se volvían tan salvajes cuando se desesgabilizaban emocionalmente, todo lo contrario.

Suspiró hondo y levantó la cabeza, sus rojizos ojos dejaron de derramar lágrimas y se puso en pie, decidido, y más que dispuesto a recuperar lo que era suyo al precio que fuera necesario. Porque nadie tenía el derecho de amenazarlo, sacando inclusive ventaja de lo mal que estaba para intentar alejarlo de su propia familia.

Renunciar a ella no estaba en sus planes. Ni ahora, ni nunca.

Y lo iba a dejar muy claro.

Sobre todo a Xiao Jing Tong, la mujer que no tenía reparos en mostrar lo mucho que lo detestaba y odiaba.

Bues bien, él también haría lo mismo.

—Se acabó el Yibo comprensivo y educado —espetó con fervorosa determinación—. Me importa un carajo lo que pase a partir de ahora, no nací para darle el gusto a nadie. Mucho menos a usted, señora Xiao.

A grandes y firmes zancadas se alejó de la entrada del apartamento de Xiao Zhan, limpiándose la humedad en sus ojos con tosquedad y furia.

Xiao Jing Tong conocería al verdadero Wang Yibo. Desde luego que sí.

Estaba harto de fingir modestia y educación con alguien de quien no recibía más que filosas amenazas.

—Es suficiente, papá. No es tan grave —musitó el Alfa entre muecas de dolor, tratando inútilmente de apartarlo.

Xiao Jian Ming torció la boca, una expresión evidente de disgusto surcó su generoso rostro, tras un pesado suspiro, levantó el mentón de su hijo, aplicando una cantidad considerable de alcohol en la esquina de su ceja izquierda.

Rota, al parecer.

Xiao Zhan siseó por lo bajo, aferrándose al sillón porque eso le había dolido más de lo que incluso imaginó.

—Concuerdo con eso, Zhan. Pero tienes que entender lo verdaderamente crítica que la situación frente a tus ojos es —farfulló molesto por el claro desinterés que mostraba su hijo—. Es un alivio que ese chico no te haya roto la cabeza a ti o a la pequeña, pero no es algo que puedas dejar pasar sin tomar cartas en el asunto.

—¿Qué tratas de decir con eso, papá? —increpó con las cejas fruncidas, imaginando lo peor. Por el rabillo del ojo, vigilaba muy de cerca a sus hijos que no paraban de llorar en los brazos de su hermana y madre.

Una sensación de hundimiento atravesó su pecho, afligiéndolo e instándolo a tomarlos en brazos e ir en busca de Yibo.

Su Gamma.

—Sabes lo que trato de decir, no te hagas el tonto, porque sé muy bien que no lo eres —aseveró con los labios fruncidos, alejándose del Alfa y yendo a tirar lo utilizado en el tacho de la basura más cercano.

—Yibo no es el monstruo que están pensando —se vio necesitado a aclarar, irritado.

La situación se le había ido de las manos en el momento menos imaginado, si tan solo no le hubiese insistido en que le entregaran a sus hijos a su padre nada de esto estaría pasando. La cena transcurriría según lo planeado y cerrarían la noche con broche de oro.

Nada podía salir mal, pero salió mal.

La imagen que su familia se ha formado sobre Yibo no puede ser la más érrorea, y cuanto lo lamenta. De alguna forma se siente muy responsable de ello porque fue por él que todo terminó en un desastre.

—Entonces responde una cosa, ¿qué tipo de persona reaccionaría de la forma en que lo hizo él?

Xiao Zhan se llevó los dedos al puente de la nariz, cerró momentáneamente los ojos y respondió arisco—: Si piensas que vas a convencerme de tomar represarías en su contra te equivocas, Yibo es la persona que elegí para mí, y de ningún modo voy a hacerle una bajeza como esa.

—¡Razona, Zhan! —gritó enfurecido, causado no solo gran conmoción en Xiao Zhan, si no también en el resto de la familia.

Que el dócil, cauto y positivo de Xiao Jian Min, que siempre parecía encontrarle el lado bueno a todo por muy imposible fuera, había perdido los estribos por primera vez en la vida, fue una sorpresa para todos.

—Ese chico no es confiable, y al mas mínimo descuido de tu parte va a matarte —señaló con dureza.

Xiao Zhan se puso en pie, harto de escuchar tanta basura dirigida a Yibo sin siquiera conocerlo a profundidad. Por que podía ser su propia familia la que estuviese en contra de su amor, él no iba a permitir que se pasaran de la raya e interfirieran en sus asuntos.

—Cuídate, papá. Y espero puedas calmarte un poco y meditar con racionalidad sobre lo que me estás diciendo —dijo con los dientes fuertemente apretados mientras se encaminaba a grandes zanjadas hasta su hermana mayor y tomaba a Bao Yu de sus temblorosos brazos.

—A-Zhan —la dulce y preocupada voz de Xiao Lu le hizo volver la cabeza hacía ella, al mismo tiempo que arrullaba a su hija, tratando nulamente de tranquilizarla y que detuviera su imparable llanto.

Se le partía el corazón ver a sus hijos en ese estado, pidiendo a gritos por su papá, sin tener una sola idea de lo que sucedía a su alrededor.

Notando solo su ausencia y nada más.

—Lo sé, JiêJiê, papá solo intenta protegerme, pero no es necesario —cortó mucho antes que Xiao Lu comenzara a tratar de defender el comportamiento inapropiado y poco solidario de su padre.

—Lo es, A-Zhan. Créeme que lo es —manifestó con seguridad Xiao Lu, pasando sus brazos por los hombros de su hijo que sonrió nervioso por estar siendo introducido en una plática seria y que solo se reducía a hermanos—. Pero cuando nuestros hijos están en juego nada más importa.

—No quiero ser grosero, Jiêjiê, pero lo que yo haga o no con Yibo es solo un asunto que me corresponde a mi como su pareja y el padre de A-Ming y A-Yu —dijo con un tono de dureza y hostilidad que sorprendió a su hermana y le hizo estremecer de pies a cabeza.

Xiao Zhan podía enfadarse con el mundo entero y hacer cosas estúpidas de las que se arrepentía más tarde, sin embargo. Nunca con ella, y que lo haya echo precisamente en su intento de defender a su pareja le hizo entristecer, pero también, comprender.

Un día ella estuvo en el mismo sitio donde él está ahora, y aunque le costó tener la aprobación de su familia, o al menos, un poco de ella, es feliz a lado de Xi Ge y Pei Xing. No imagina una vida sin ellos, así que no puede juzguar a su hermano ni las decisiones que éste tome. Interferir en sus pensamientos solo complicará todo y le hará ponerlo en su contra.

—De acuerdo, A-Zhan. Eres un adulto finalmente, así que adelante, sigue las indicaciones de tu corazón que el te dara la respuesta que buscas —cedió al fin para alivio del Alfa.

Parpadeó en un intento de espavilar las lágrimas que se agolparon en sus ojos por tenerla de su lado y no en contra.

Xiao Lu se apartó de su hijo y dio un paso al frente, colocó una mano en su hombro derecho y apretó, tratando de hacerle saber que podía contar con ella en todo.

—Gracias, Jiêjiê. Es bueno saber que no te pondrás del lado de nuestros padres.

Sonrió, apretando contra su pecho a su hija que había detenido su llanto por un fugaz instante solo para volver a gritar con mucha más fuerza y entusiasmo.

—No los culpes, ellos solo están.... —sus palabras se vieron cortadas por un grito desgarrador que conmocionó a todo los presentes y apachurró sus corazones.

—¡Bàba!

Pálido, y con los labios tremúlos, Xiao Zhan giró sobre sus talones y buscó la fuente de ese grito. Y sus ojos casi se salen de sus cuencas cuando identificó el rostro rojo de enojo de Bao Ming en los brazos de su madre, zarandeandose como una lombriz a todas direcciones, tratando de salir de allí.

—¿Pero qué...?

—¡Bàba! —gritó con mucha más fuerza, atrayendo la atención de su hermana que apoyó sus gritos y comenzó a llorar entre balbuceos inentendibles.

—¡Dios, mío! Tomalo en brazos, A-Zhan, o temo que pueda hacerse daño —expresó su angustia Xiao Lu, observando como su propia madre no hacía nada para calmar al cachorro ni lo sostenía como realmente se debía.

Cuando Xiao Lu giró la cabeza hacia su hermano éste ya no estaba, en cambio, se hayaba forcejeando con su madre.

—Entregámelo —demandó con las pupilas dilatadas y una mirada enloquecida que no hizo flaquear a Xiao Jing Tong ni por un momento.

—Temo que no estás en condiciones de tener al cachorro, Xiao Zhan. Así que lo que justo ahora vas a ser será dejarmelo bajo mi cuidado junto a su hermana. Y tú, pequeño grosero, te irás a la comisaría e interpondrás una demanda contra ese desalmado.

—Ni muerto haría algo que dañe a Yibo, madre. ¡Entiendelo de una buena vez y deja de meterte en mi vida! —escupió con tanto veneno que alarmó a la Alfa.

¿Dónde estaba su obediente y bien portado hijo que le hacía caso en todo? Porque a juzgar por las circunstancias, el Alfa que se hayaba sosteniéndola del brazo con brusquedad no era realmente su hijo.

Al menos, no él hijo perfecto que ella crió.

Cuida el tonito con el que me hablas, Xiao Zhan. Recuerda que soy tu madre ¡Así que cierra la boca y haz lo que te he ordenado! —dijo haciendo uso de su voz de mando, y provocando una ola de sumisión en casi todos. Siendo inclusive los Alfas incapaces de mantener la cabeza en lo alto, estaban en presencia de una Alfa pura y ante eso, no podían hacer más nada.

Mordiéndose los labios con más fuerza de la debida que el sabor metálico se filtró en su lengua mientras sentía la furia crecer más y más dentro de su pecho, Xiao Zhan se descontroló al igual que su lobo.

—¡En la vida vuelvas a emplear tu voz conmigo y tratar de someterme a tus pies, porque el día en que lo hagas de nuevo voy a olvidar que eres mi madre! —respondió Xiao Zhan recibiendo en cambio una dura bofetada que le volteó la cara.

—¡Insolente!

—Mamá, por favor, A-Zhan no midió sus palabras, no es del todo su culpa, él solo está preocupado por Yibo. —Xiao Lu se interpuso entre su hermano y su madre aún si era incapaz de levantar la mirada y hablar sin tartamudear.

El aroma a Alfa enfurecido y fuera de todo control inundaba la casa, haciéndola sentir mortificada por el rumbo que la situación estaba tomando. Las cosas ya estaban mal, y parecían ponerse peor conforme la ausencia del Gamma se sentía.

—Yibo, ¡ja! Ese Gamma estúpido jamás debió cruzarse en su camino, aunque verdaderamente no se quien de los dos es más estúpido, si él al creer que metiéndose con un Alfa su vida estaría resuelta o de Xiao Zhan al enredarse con él y defenderlo por sobre su propia familia.

—Yibo y mis hijos son mi familia, madre. Ustedes pasaron a un segundo plano para mí, y no tienes derecho alguno a tratar de manejarme como lo hiciste todos estos años, ya no.

Firme a su palabra, Xiao Zhan alzó el mentón y le sostuvo la mirada, retándola.

El ambiente pudo ser cortado por un cuchillo durante unos largos minutos, nadie se atrevía a cortarlo, pero fue Xiao Jing Tong quien cedió al enfrentamiento y chasqueó la lengua, iracunda.

—Haz lo que se te de la maldita gana, eso si, Xiao Zhan, si regresas con ese Gamma las puertas de esta casa se habrán cerrado para ti —le amenazó, creyendo que flaquearía y desistiría de seguir con esa locura.

No pudo estar más equivocada.

—Es una pena entonces, porque no dejaré a Yibo ni a mis hijos nunca más por tu asquerosa culpa —señaló con desdén, arrebatando en un ágil movimiento a Bao Ming de los brazos de la Alfa y girando sobre sus talones.

Ignoró las súplicas de su padre porque volviera y recapacitara, al igual que las maldiciones de su madre que no hacía otra cosa más que soltar una amenaza peor que la otra.

Traspasó la puerta de un hogar en el que nació y creció, y del que le resultaba difícil volver, sin embargo, su tristeza se atenuó en el preciso instante en que sus ojos cristalizados se encontraron con los decididos y orgullosos de Yibo del otro lado de la puerta.

—Yibo.

—Lo siento tanto, Zhan. Se que es mi culpa que hayas roto los lazos definitivamente con tu familia, pero no te reprocharé nada, porque con esto nos has demostrado lo mucho que significamos para tí.

Las palabras de Yibo fueron un tranquilizante a su dolor.

Asintió despacio e inhaló hondo, buscando la calma que tanto añoraba y necesitaba en sus brazos y en su aroma.

Yibo lo sostuvo y no se alejó hasta que las lágrimas contenidas del Alfa humedecieron su ropa.

Alejándose, más tranquilo por desahogarse, Xiao Zhan dijo—: Gracias por todo, Yibo. Sin ti y nuestros hijos a mi lado no se que es lo que haría.

—No, Zhan. Gracias a ti por elegirme para tener a tus hijos y amarnos tanto que incluso estás sonriendonos en medio de esta tormenta —con la yema de sus dedos limpió el rastro de lágrimas de sus ojos y ofreció un dulce y relajante beso en los labios lastimados de Xiao Zhan.

—Por ustedes soy capaz de pelear contra el mundo entero, bâobèi.

Yibo se echó a reír y le arrebató a Bao Ming de los brazos, aligerando el cansancio tatuado en el rostro del Alfa que le agradeció en silencio.

—No sabes lo mucho que te amo, Zhan —susurró cerca de sus labios, calentando el corazón del otro y curando todos sus males.

—Yo te amo más, Wang Yibo —susurró de vuelta, esbozando una pequeña sonrisa de dientes.

—¿Así? —apoyó una de sus palmas en el pecho tibio y algo agitado de Xiao Zhan por la reciente discusión que, sin querer, alcanzó a oír de principio a fin—. ¿Cómo puedes asegurarlo?

Tarareando, Xiao Zhan sostuvo su cintura y le cernió contra su cuerpo, ambos, inconscientemente, perfumando a sus hijos hasta borrar todo rastro de otro olor en ellos.

—Así —fue lo último que Xiao Zhan dijo antes de que sus labios chocaran contra los del Gamma y los envolvieran en su calor.

La nieve comenzó a caer, pero ninguno de ellos pareció notarlo, inmersos en ese dulce y amoroso beso que sabía a amor, y que sellaba la promesa de estar juntos el resto de sus vidas aunque el destino jugase con ellos.

No fue hasta que un pequeño estornudo se escuchó que ambos se apartaron, sonriéndose cómplices y mirándose a los ojos con una devoción infinita.

—Es mejor si nos vamos, Zhan. No quiero que también A-Ming se enferme —sugirió Yibo apretando contra su pecho a su hijo.

—Lo que tu digas.

Se alejaron de la puerta y salieron de un hogar en el que ya no eran bien recibidos, pero no importaba, porque lo que realmente lo hacía es que estaban juntos y más unidos que nunca.

Wang Yibo y Xiao Zhan estaban dispuestos a todo cob tal de defender su amor y su pequeña familia.

—Zhan, yo lo siento mucho —dijo de pronto Yibo una vez se introducieron en el auto del Alfa.

—¿Por qué? —le miró sin saber a lo que se refería.

—Ya sabes —se mordió los labios y les dio una mirada culposa a sus hijos por el espejo retrovisor—. Te lastimé a ti y a A-Yu sin querer, y de paso, también abandoné a A-Ming cuando decidí huir por miedo a enfrentarme a lo que hice.

—Yibo —tomó su mano, queriendo que olvidara ese momento o se lastimaría él solo.

—Se que hice mal, que debí controlarme un poco más y demostrarle a tu familia y a mi mismo que te merecía, pero fracasé de la peor manera —suspiró afligido y desvió la mirada, huyendo de los ojos preocupados del Alfa.

—No te martirices con eso, Yibo. Solo olvídalo.

Yibo agitó la cabeza.

—Trataré de hacerlo porque saqué mi peor lado y no me gustaría nada recordar algo que me daña el alma, y aunque me costará se que podré lograrlo —le sonrió y apretó su mano, sus ojos brillando por las lágrimas—. Además, esta será una gran lección en un futuro.

—Me alegra que lo veas así, Yibo.

—Zhan.

—¿Sí?

—Bésame, por favor.

Sonriendo bobaliconamente, Xiao Zhan enganchó una mano en su nuca y lo atrajo a un beso profundo y largo. La nieve cayó con mucha más calma y el auto se llenó de los chasquidos de besos de la pareja, los chillidos de felicidad de los cachorros y su aromas combinados.

Esa era su verdadera familia, y Xiao Zhan lo sabía mejor que nadie.


Hola queridos lectores, finalmente pude actualizar, intentaré no tardarme tanto, daré todo de mi por lograrlo. Y lamento mucho la tardanza.

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro