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✦╭ᵒ❧ Capítulo XXIII: Un par de Estúpidos. ✦╭ᵒ❧

Yibo se dio el lujo de mirar a través de sus cálidos y amorosos ojos cafés claros y, al hacerlo, la respiración se le entrecortó y un escalofrío excitante atravesó su columna, poniéndolo a temblar de deseo.

Tragó en seco y se permitió sostener su dura mirada a pesar de que lo único que su cuerpo y su lobo le exigían era apropiarse nuevamente de su ávida y deliciosa boca y  disipar de su mente de macho Alfa que sus palabras eran ciertas, que mejor forma que demostrándole con acciones. No obstante, él no mentía, no tenía porque hacerlo y lejos estaba de ganar algo haciéndolo, salvo agrietar la escaza confianza que había en su reciente relación y llevarla derechito al fracaso absoluto.

Los ojos se le escocieron cuando reconoció una dolorosa mezcla de devoción, lujuria, negación y celos, su pecho sufrió un leve pinchazo de agonía por su desconfianza, pero se dijo que debía ser persistente y no dejarse derrumbar mucho antes de que incluso luchara. Era un Alfa después de todo, alguien lo suficiente posesivo con lo suyo que al más mínimo descuido cerraría su mente con tal de creer lo que él creía una verdad.

Algo comenzaba a cambiar dentro de él, y tenía tanto miedo de sucumbir  completamente al inmenso amor que sentía por Xiao Zhan desde que sus ojos se conectaron, lo que menos anhelaba era volverse auto-dependiente de él.

Sería martirizante y un golpe bajo directo a su orgullo mirarse en un espejo en unos años, quizás menos, y ver en lo patéticamente miserable que se había vuelto a causa del amor, sin embargo. Él no dejaría de amarlo por nada del mundo, estaba dispuesto a combatir contra su lobo mismo si se volvía muy pegajoso, pero no iba a comenzar a flaquear justo ahora que por fin le tiene de vuelta en sus brazos.

Eso seguro, sopesó y un único deseo en su corazón. Ser irrevocablemente felices. 

Regalando dulces y relajantes masajes en la línea de sus tensos hombros, relamió sus labios con su lengua de un modo tan erótico y sucio que el agarre en su cintura se volvió mas pronunciado y brusco, cogió con dedos helados su barbilla y murmuró con franqueza:

—Zhan, por más que mi lobo me exigió encarecidamente buscar otros brazos una vez no te tuve a mi lado, no pude hacerlo, no tuve el valor ni la confianza de. No fue hasta que perdí a mis padres que mi mundo se acabó de derrumbar y salí de casa completamente perdido y decidido a buscar un poco de compañía, mas que dispuesto a arrancarte de mi pecho de una puta vez —se rió con amargura y un deje de ironía al recordar lo que sucedió esa vez—. ¿Sabes que pasó esa noche?

—No se.

Divertido con la ferviente molestia que irradiaban sus ojos, posó sus labios efímeramente sobre los suyos y se mofó cuando el otro quizo perseguirlo y besarlo como se debía.

Se golpeó la cabeza con la pared intentando huir de su caliente boca, se tragó el quejido de dolor y, en cambio, lo golpeó en uno de sus hombros como si al hacer eso lo hiciese reaccionar.

—Tonto. Esa noche te encontré borracho en un bar de mala muerte y acabamos en la cama ¿Sigues sin acordarte? —sus sospechas de que su corta memoria tuviera un efecto mucho más grave a futuro se intensificaron cuando achicó sus ojos en desconcierto.

Pero antes de que lo zarandeara, Xiao Zhan habló en medio de una risa boba.

—Recuerdo perfectamente —un gruñido feroz escapó de su garganta e hizo vibrar todas las células vivientes de su cuerpo mas que dispuesto a fundirse con el suyo. Acercando sus rostros y haciendo que sus poderosas manos viajaran a su pequeña pero frondoso trasero, apretó con saña y hambre contenida. Yibo gimió sin descaro—. Esa noche me sentí en el jodido cielo.

Aspiró sobre su glándula olfativa y sus colmillos picaron, retrocedió después de plantar un húmedo beso en su apetitoso cuello que calentó mucho más al Gamma y una sensación de increíble placer se situó en el centro de su cuerpo.

Se sintió en medio de un fuego abrazador que le estaba siendo verdaderamente un dilema calmar sus hormonas mientras luchaba por respirar adecuadamente sin perder la cabeza y ponerse a lubricar. Que bochornoso resultaría para él, mientras que para el Alfa solo le hincharía el orgullo.

—Nunca imaginé que te encontraría allí, después de todo, no era Shanghái —comentó y luego se lo pensó un poco—. De echo, siempre tuve curiosidad por saber que hacías en Luoyang.

—Fui a buscarte.

Los ojos de Yibo se abrieron, atonicos con lo que oía—. ¿Buscarme? ¿A mi?

—Sí —afirmó.

—¿Porqué? Tú me rechazaste. —Su intensión nunca fue hacerlo sentir mal trayendo a colación esa parte aún sin sanar del pasado, pero lo hizo y se odió por hacerlo sentir mal. Inhaló hondo y exhaló despacio, colocó ambas palmas en sus mejillas y besó la punta de su nariz, después se rió como un cachorro travieso cuando su expresión apesadumbrada y culposa se suavizó notablemente—. Pero eso ya no importa. Sabes, me impresiona que sin estar en celo ese día me hayas dejado embarazado.

Las esquinas de los delgados labios de Xiao Zhan se alzaron, interesadas, desprendiendo petulancia y ego de macho por los poros. Ladeó la cabeza sin saber lo que se traía entre manos, pero lo averiguó tan pronto como un corto pero audaz dedo delineó la línea que dividía sus mejillas traseras.

Se puso tan rojo como una cereza madura, todo tipo de matices rojos subiéndosele a la cara en un segundo, poniéndolo tan expuesto que se atragantó con su propia saliva.

—¡Xiao Zhan!

Riendo por lograr avergonzarlo, dijo con sacarronería—: Eso solo significa que mi destreza en la cama es perfectamente envidiable. Ya viste lo que sucedió, no te di un hijo, te di dos.

—Ni que lo digas —rodó los ojos—. Por tu culpa no pude caminar por una maldita semana —lo fulminó con la mirada, aún resentido de haberlo echo.

Aunque no se puede quejar, Xiao Zhan estuvo fantástico esa y las más recientes veces que estuvieron juntos.

Con el ego por las nubes, el Alfa hinchó su pecho, sus ojos bailando en diversión recordaron algo importante y adoptó una postura más interesada.

—Así que fue por eso que no me llamaste al día siguiente para regresar a Shanghái y hacer una vida juntos. Y yo que creí que te habías arrepentido y no querías volver a saber nada de mi.

Negó con incredulidad, recordando el día en que tuvo que partir de vuelta con sus amigos, pero sintiéndose más solo y desolado que nunca por no estar sosteniendo su mano con la promesa de cuidarlo y hacerlo feliz.

—¿De qué estás hablando? —No tenía una remota idea de lo que hablaba.

Xiao Zhan empujó sus caderas más profundo, ahelando fundirse en él en cuerpo y alma y no permitir que nadie más tuviese el estúpido pensamiento de que estaba libre ¡Oh, cielos! Una posesividad infinita se abría paso en sus venas al tener en cuenta lo que pudo pasar al dejarlo ¡Maldita sea! Deseaba tanto marcar cada minúsculo trozo de su piel y envolverlo en su aroma como si fuese una manta, así todos sabrían que ya tenía dueño.

Y era él. Al que tuviese la osadía de mirarlo le arrancaría los ojos, por muy loco sonara eso.

Jadeando, y con el rostro contraído por el deseo, balbuceó con los ojos humedecidos—. Nunca me abandonaste.

—Nunca, bâobèi —reafirmó en un tono grueso y desesperado—. Mi intensión siempre fue llevarte de vuelta conmigo.

—¡Oh, maldita sea, Zhan! Somos un par de estúpidos —se abrazó a su cabeza y Xiao Zhan se rió fuerte cuando no pudo ver ni respirar bien debido q la obstaculización en su cara.

—Somos.

Se sentía inexplicablemente dichoso, las piezas iban encajando una a una—. Esa noche tomé tanto cuando te vi reír y abrazar a una Omega que olvidé lo que me dijiste y solo me lancé sobre ti cuando te seguí al baño, ciego de ira e importancia, en busca de una explicación.

—No había ninguna razón para que estuvieses celoso —explicó entre risillas ahogadas.

Desenredando sus extremidades superiores de su cabeza, frunció la nariz y bufó recordando el desagradable sentimiento del vinagre revolver su estómago.

—¿Cómo no? Estabas casi encima de esa... Esa Omega —remarcó lo último con fastidio y mucho, muchos celos.

—Bâobèi, ¿sabes quién era esa Omega?

Yibo se cruzó de brazos y volteó la cara a otro lado—. No sé y no me importa saber —graznó.

—Yibo. Yibo. Wang Yibo ¿Porqué eres tan adorable? —le fue imposible no reírse de su ingenuidad—. Esa Omega era Xiao Lu, mi hermana mayor, por si te interesaba saber.

Su cabeza giró tan abruptamente que se mareó.

—Era tu... ¿Tu hermana? —tartamuedeó sin creerlo. No podía serlo.

—¡Si!

Trágame tierra, pensó Yibo, lo suficiente abochornado para incluso desear ser una lombriz y enterrarse con tal de no seguir aguantando las burlas del Alfa una vez esa realidad le abofeteó en la cara.

—Yo... —dudó, pero sl final se lo debía, él se había equivocado allí— ¿Lo siento?

—No, Yibo. Esa no es la forma de disculparse —amasó su trasero y Yibo pegó un brinco, sonrojado hasta las orejas.

—Entonces... ¿Cuál es la forma correcta de disculparme? —se deshizo de la distancia que separaban sus rostros y cruzó los tobillos en su cintura, amando la sensación de dominarlo de alguna forma.

Liberó una candidad exagerada de su aroma a peonías y durazno y Xiao Zhan gruñó como un animal famélico en su oído.

Tarareó en espera de su respuesta, una sonrisa juguetona curvando sus labios.

—Esta —respondió y estrelló su boca contra la de él, acariciando sus carnosos y gruesos labios con la punta de su lengua, abriéndolos y exigiendo entrar a toda costa.

Cuando Yibo separó los labios, el Alfa sumergió su lengua en su cavidad bucal y lo presionó aún más contra la pared a tal punto de arrebatar el escazo oxígeno en los pulmones de Yibo. Lo colocó en el suelo y, sin dejar de besarlo con desenfreno y tratar de arrancarle la ropa desesperadamente, lo guió a su habitación siendo observados por los mellizos un segundo; y cuando vieron al Gamma y quisieron echarse a llorar para llamar su atención, su padre les silenció con una mirada lo suficiente intimidante para cerrar sus lindas boquitas y seguir rompiendo más juguetes.

Al llegar a la habitación luego de golpearse contra todas las paredes y destrozar una lámpara en el pasillo, Xiao Zhan aventó a Yibo a la cama, se arrancó la última de sus prendas superiores y se desabrochó los pantalones antes de lanzarse sobre él y razgar su ropa interior como un digo animal.

—Espera, Zhan —beso—. Los niños están —beso y lamida— en la sala —beso y apretón—. Tenemos que... mgh —beso y succión—, cuidarlos ¡ah! —mordida.

—Calla, no les va a pasar nada —tranquilizó mientras descendía por su cuello y dibujaba chupetones a lo largo de, hasta llegar a su pecho y hacer exactamente lo mismo.

Tendido entre las sábanas negras, respirando erráticamente, con las piernas desnudas y abiertas a los costados del pantalón de chándal semiabierto del Alfa, se aferró a ellas y se sacudió exudando desesperación por los poros con cada roce de los sensuales labios ajenos y caricias exquisitas en su piel.

—Zhan, por favor.

—¿Por favor que? —sostuvo sus caderas y hundió la lengua en su ombligo, satisfecho con su reacción.

—¡Maldita seas, Xiao Zhan! —le maldijo y aventó la cabeza hacia atrás, enterrándola en la cama y rasgando en el acto la sábana por la demandante fuerza que empleó.

—Dime lo que quieres. Voy a dártelo —prometió sin detenerse, rodeando la aureola del ombligo con la punta de su lengua y, seguidamente, trepando rápidamente a sus pezones inflamados por la lactancia y besándolos con pasión.

—¡Jodido infierno, Zhan! ¡Hazme tuyo! —demandó fuera de si.

Los ojos oscuros y nublados de Xiao Zhan chocaron contra los suyos y no hubo necesidad de más palabras. Destellos de creciente lujuria, amor y atracción sexual saltaron.

—Ok —se deshizo de sus pantalones y roja interior y corrió a besarlo hasta dejarlo atontado y sin oxígeno.

Yibo sentía su corazón rugir como una motocicleta de carreras, esas a la que alguna vez se subió eufórico cuando tenía quince años mientras acompañaba a su mejor amigo en ese entonces —mayor que él— a una carrera clandestina. 

—Eres delicioso, sexi y jodidamente apasionado, Yibo —profesó Xiao Zhan comiéndose sus pezones y chupando con fuerza bruta la leche materna que corría a chorros de allí, manchando el pecho pálido del Gamma y su boca misma—. Y lo mejor, únicamente eres mío. Mío. Solo mío.

Mordió con posesión su pezón derecho, apretando con los dedos el otro, deleitándose con la imagen de la leche fluyendo a chorros de Yibo que jadeó incrédulo cuando comenzó a ser ordeñado ávidamente.

—¡Sí, tuyo! —sus pestañas revolotearon y sus manos apretaron en puños los cabellos ajenos cuando una nueva oleada de calor lo inundó al rememorar la manera en que Xiao Zhan se movía dentro suyo, despedazándolo y, al mismo tiempo, haciéndolo sentir el hombre mas dichoso sobre la faz de la tierra—. ¡Solo tuyo!

Mierda, necesitaba esto.

Necesitaba de él, lo necesitaba en todas partes o se volvería loco de placer.

—Sí, solo eres mío. De mi propiedad —murmuró entre el medio de sus pezones ergidos y rojizos de tantas succiones y mordiscos—. Nadie más puede verte así, ¡te lo prohíbo!

Asintió, preso en la bruma de excitación, aferrándose con mucha mas necesidad a sus cabellos y tironeando de ellos sin medir su fuerza.

—¡Si, si! Lo que tú digas —dijo y arqueó la espalda cuando Xiao Zhan se impacientó y no pudo seguir soportando más ver su precioso rostro desfigurado de placer y posó su húmeda boca en su dura y necesitada polla—. ¡Ah, Zhan!

—Mmm... Delicioso —se lamió los labios y le miró por un segundo para, después, abrir la boca y cubrir cada centímetro de su falo—. Mmm.

—Z... Zh... Zhan —sus ojos rodaron al interior de su cabeza y una ráfaga de feromonas roció la habitación, nublando mas de lo que incluso se podía su juicio y el del Alfa—. Sí, sí. ¡Así, Zhan!

—Esto va a ser fantástico y excitante —aseguró Xiao Zhan poniéndose en pie y saliendo de sus pantalones y ropa interior—. Muy. Muy excitante.

—¡Por Dios, Zhan! Ven aquí de una maldita vez y tomame como tuyo —alargó una de sus manos y abrió todavía más sus piernas, invitándolo a yacer con él en la cama de la mejor manera que existía.

—Voy a tomarte la maldita palabra porque siento que voy a explotar si no lo hago —saltó sobre él, se sitúo en medio de sus piernas y asió sus manos a los costados de su cabeza, besándolo con fervor.

Xiao Zhan inhaló su aroma, embriagándose de él y barriendo con la punta de su nariz la curvatura de su cuello, bajando más y más y distrayéndose de nuevo con la tentación que representaban ser sus jugosos pezones.

—Deja un poco para nuestros hijos, Zhan —le pidió con los oidos zumbándole, sosteniendo su cabeza e instándolo a mirarlo fijamente—. Mejor bésame.

Xiao Zhan sonrió con amor y le obedeció, sus lengua se entrelazaron y sus corazones galopearon a un mismo son. Rodaron en la cama mientras se comían a besos y sus manos acariciaban el cuerpo contrario.

—Jamás deseé estar así con nadie como deseo tanto estar  así contigo —confió mirándolo desde abajo.

Yibo sonrió y empujó la timidez que repentinamente sentía en el fondo de su ser. A horcajadas sobre el Alfa, decidió ser un poco descarado y juguetear con el solo un poquito. Recorrió con su índice la línea de su firme pecho y se rió cuando logró que se estremeciera bajo él.

—Estamos igual —ronroneó, inclinándose y atrapando un pedazo de piel entre sus labios, chupando con fuerza y sonriendo complacido al dejar una marca en su mentón—. Cuando estoy cerca de ti en lo único que pienso es en cosas sucias.

—¿Así? —enarcó una ceja y le acarició los costados con ambas manos, apoyando el rodar de caderas sobre su polla—. ¿Cómo cuáles?

—Dígamos que a veces te imagino follandome contra la cama, otras... —detuvo sus movimientos e hizo que le soltara. Algo extrañado Xiao Zgan lo hizo y lo observó desender de él—. Otras en lo único que pienso es en chuparte.

—¡Joder, Yibo! —chilló imaginando eso.

—Así que, como no contamos con mucho tiempo te doy a elegir —colocó su nariz sobre la cabeza roja y dura de su polla y olió—. ¿Mamada o follada?

—¡Por Dios santo, Yibo! Sabes la respuesta.

—No, no sé —se hizo el desentendido y cuando su lengua lamió una gota de pre-semen continuó—. Pero seguiré las indicaciones de tu cuerpo y te la chuparé.

Pero antes de que su boca cubriese su erección, Xiao Zhan se incorporó, lo atrapó en la cama y las piernas de Yibo se flexionarón alrededor de su cintura y sus caderas comenzaron a rodar en círculos, rozando ambos bultos.

—Si no te molesta, prefiero hacerte el amor.

—Sabia decisión —susurró sensual en su oído, sacó la lengua y lamió su mejilla.

—Eres malvadamente sucio, bâobèi.

—¿Qué vas a hacer al respecto? —parpadeó con fingida inocencia.

—Te castigaré —dijo con una expresión malditamente seria. Y Dios sabía lo mucho que a Yibo le ponía un Xiao Zhan serio.

A este punto, las sábanas estaban húmedas debajo de Yibo, sus piernas empapadas por el lubricante que expulsaba su cuerpo, preparándose por si solo para la entrada del Alfa dentro de él.

—Hazlo entonces, no me voy a quejar —se maravilló y lo abrazó, listo para recibirlo—. Te lo prometo.

El deseo creció dentro de Yibo cuando un dedo le penetró y entró sin demasiada dificultad. Xiao Zhan se sorprendió al encontrarlo tan abierto y húmedo.

—Yibo, tu... ¿te preparaste antes?

—No, es solo que mi lobo y yo te deseamos tanto que en lo único que piensa es en ti y solo en ti —se sinceró y le acarió la mandíbula, dando un lengüetazo obceno al lunar bajo su labio inferior.

—¡Mierda, Yibo! Me fascina este lado tuyo —lo besó y levantó sus caderas, alineándose para entrar—. Detesto lo vulgar, pero cuando se trata de ti no me importa un carajo.

Yibo sintió un pinchazo de dolor cuando el Alfa entró por completo, convirtiéndose más tarde en una insoportable bola de fuego que le abría a la mitad.

Sollozó.

—¿Quiéres que pare? Voy a hacerlo si tú lo quieres —hizo el intento de salir pero una de las manos de Yibo sostuvo la suya.

—No. Tranquilo, ya pasó.

—Yibo, no te ves nada bien. Voy a salir.

—¡No! —protestó con la voz rota—. Muevete.

—De ninguna manera —se aferró a sus caderas y luchó para no sucumbir al deseo y moverse. El interior de Yibo se hayaba tan apretado que le asfixiaba.

No obstante, Xiao Zhan no imaginó lo que Yibo haría a continuación. Ignorando el lacerante punzor en su interior comenzó a mover las caderas violentamente, sumergiéndose en sentir solo placer.

—¿¡Qué estás haciendo!? Te lastimarás si continúas —se preocupó tratando de detenerlo.

—No soy una muñeca, Zhan. El dolor ya pasó, así que, por favor, muevete o no me va importar ir a buscar lo que tu no me quieres dar —amenazó aún si no planeaba hacer eso.

La mandíbula del Alfa tronó y su aroma se volvió ácido.

—Ni muerto permitiré que alguien mas que no sea yo te toque de esta forma —un rugido gutural hizo eco en la habitación.

Cogió las caderas que no dejaban de moverse y comenzó a salir y a entrar de él. Marcó un ritmo salvaje y profundo, acabando con todos los sentidos de Yibo que había enloquecido de placer, la sangre le palpitaba ensordesedoramente en las cienes y la dulce voz del Alfa era lo único que escuchaba seguido de sus gruñidos. La promesa que iba a destrozarlo le incitaba a ser más entusiasta y gemir con mas libertad.

—¡Te amo tanto, Zhan! —lloriqueó y arañó su espalda—. ¡Ah! Tanto que si algún día no te tengo conmigo voy a morir de tristeza.

—No. No quiero que mueras, deseo que vivas y me guardes fidelidad por el resto de lo que te queda de vida.

Yibo sonrió en medio del beso desordenado pero muy apacionado que se estaban dando, satisfecho con esa respuesta. Sonidos ahogados murieron en sus bocas y, pronto, una ola de súbita pasión explotó entre ellos y los llevó directo al orgasmo. Explotaron al mismo tiempo, gritando y besándose como si no hibiera un mañana después.

Cayó sobre él sacándole un grito, se disculpó enseguida y rodó sobre su espalda, colocando al Gamma saciado y a punto de dormir en su sudoroso pecho.

—También te amo, Yibo —posó sus labios sobre su frente y se echó a reír cuando lo oyó murmurar.

—Ya lo sé.

Sin darse cuenta y, quizás sin querer hacerlo, Yibo se durmió, totalmente exhausto. Y en contra de su voluntad, Xiao Zhan luchó para salir de sus brazos media hora después, se colocó el pantalón sin molestarse en usar ropa interior y emprendió camino en busca de sus hijos.

Horrorizado, notó que se habían dormido y quiso sacarlos de las andaderas lo mas pronto posible. El sonido del teléfono sonar cerca lo puso en aprieto pero tras soltar una maldición los tomó en brazos y a como pudo los acostó en el sofá y él se sentó a su lado luego de descolgarlo y coger la llamada.

—¿Si? —respondió sin quitarle los ojos de encima.

—Soy yo, hijo.

Intrigado, preguntó—: Papá, ¿qué pasó?

—Zhan, yo... lo siendo mucho —se oyó un llanto y se inquietó al instante.

—Me estás asustado, papá ¿Pasó algo en casa?

—No.

—¿Entonces?

—Yo... Lamento mucho el como reaccionó tu madre con tu nueva familia.

Oh, con que es eso, pensó, sintiendo su corazón latir con fuerza, angustiado con lo que su padre pensara.

—Está bien, ella debe entender que ya no soy un niño y no puede seguir manejándome a su antojo —quizo calmarlo pero su dolor pudo más y sonó a reproche.

—Zhan, tu madre te extraña mucho y está muy arrepentida —dijo su padre hipando al teléfono.

Se rió amargamente.

—No trates de disculparla, porque voy a enojarme mucho contigo si insistes en seguir haciéndolo. Ella les dijo cosas de las que incluso me quise morir, y no, en este momento no quiero siquiera verla.

—De acuerdo. Tu enojo es con ella, y es comprensible, pero hijo, yo si quiero conocer a mis nietos y a ese muchacho que te hace tan feliz —notó ilusión en su voz y dudó.

—No lo se.

—Vamos, hijo. Ellos merecen conocer al resto de tu familia, no se los niegues por una mala experiencia.

—¿Mi hermana está allí?

—Sí, llegó ayer con su familia. Ah, por cierto, me dijo que si quieres recuperar tu auto vengas con ellos este fin de semana a la casa.

Agitó la cabeza, consternado.

—Es una mala idea. Mi madre va a...

—Ya me encargué de ella, descuida. Dile que están invitados este sábado a cenar con nosotros, y recuerda no llegar tarde.

—¿Hola? ¿Papá? —Nada, había colgado, aventó el telefono y se frotó la cara—. Diablos, ahora como le digo a Yibo que tiene que volver a ver a mi madre.

No cabía duda que cuatro días no iban a hacer suficientes para converserlo. Aunque quizás un poco de sexo ayudaría.

Sí.

Sexo. Mucho sexo.

¡Hola queridos lectores! Aquí está el capítulo de la semana. Los días pacíficos se acabaron oficialmente, ¿que pasará en la cena con los Xiao's? Lo sabremos en el próximo capítulo 😁

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

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