
✦╭ᵒ❧ Capítulo XVIII: ¿Pareja Destinada? Imposible. ✦╭ᵒ❧
—Realmente.... ¿Realmente quieres que hagamos esto? Se sincero conmigo, por favor —Xiao Zhan necesitaba saberlo, necesitaba obtener una respuesta clara y contundente de sus labios, porque él no iba a hacer ningún movimiento más si Yibo no consentía esto.
Y aprovecharse del amor de su vida no era algo que él disfrutaría al final, todo lo contrario.
Así que dejarse dorminar por sus más bajos instintos no está a discusión, y así tenga que acabar arreglando su problema con una larga ducha fría —corriendo el alto riesgo de acabar con hipotermia—, lo hará, pero desde luego, no tocará más abajo si Yibo no lo desea, así tenga que cortarse las manos.
—Lo quiero, Zhan —siseó un ruborizado Yibo, jadeante, excitado y con el corazón desbocado, a un paso de salirse de su boca si no obtenía más contacto físico.
Miró tan fijamente a Xiao Zhan, sus oscuros ojos, dilatados y cristalizados, retratando lo contrariado que se hayaba que lo hizo dudar por una fracción de segundo.
—Piensalo detenidamente, no quiero que más tarde te sientas mal por haber accedido sin estar del todo convencido.
Agitó rápidamente la cabeza y relamió sus labios, posteriormente, se aferró a sus costados con furor, intentando con desesperación convencerlo y hacerle ver que él se encontraba lúcido... tan lúcido que dolía, y a la vez, no le sorprendía.
—Quiero tanto esto, Zhan-Ge —su sedosa y seductora voz combinada con su dulce aliento acarició cual arrullo el alma de Xiao Zhan, provocando en él un electrizante estremecimiento por todo su cuerpo y una ardiente e irreprimible lujuria que no podía seguir estancada por mucho mas tiempo—. Si es contigo, el resto del mundo puede irse a la mierda.
Yibo aproximó sus rostros con los párpados entrecerrados y los labios ansiosos y tremúlos por tocar, pero una delgada línea de razón impidió al Alfa romper la corta distancia y embriagarse de los gemidos de su tentadora boca y el dulzón de su aroma.
Ante el leve despreció, frunció el ceño e intentó cerrar las piernas de la vergüenza, pero Xiao Zhan no lo permitió, así que se atrevió a cuestionarle—: ¿Porqué? ¿No quieres que esto suceda tanto como yo lo quiero?
Con la punta de sus pulgares, Xiao Zhan dejó ir un suspiro de disculpa y trazó círculos alrededor de sus muslos, inmóviles a los costados de su cadera.
—¿Qué pregunta tan tonta y absurda es esa, Lao Wang? —preguntó con suavidad pero, al mismo tiempo, permitiéndole ver lo incrédulo que está.
Su respiración se vuelve más y más acelerada conforme los minutos pasan, yaciéndo allí, uno sobre el otro, completamente desnudos pero sin poder tocarse por el miedo a estar haciendo un movimiento incorrecto.
—No es tonta ni mucho menos absurda —refutó el Gamma en un rugido lleno de rabia que, a decir verdad, le paralizó—. Xiao Zhan, si tú no deseas ir hasta el final voy a comprenderlo pero, apresurate a decidir porque no es cómodo estar en esta posición, y tampoco voy a esperar el tiempo que te tomes en decidir. Mi paciencia tiene un límite y mi dignidad también.
—Enserio llegamos a este punto, ¿de verdad? —Se rió, pasando una mano por su desordenado pelo castaño, pero el rostro de Yibo le observó con estoicismo desde abajo.
—Hicimos, Xiao Zhan. Ahora, por favor, sé un verdadero Alfa y fájate los pantalones para tomar una decisión de una maldita vez, o quizá, tanta espera me haga cambiar de opinión —advirtió con una dura nota de desprecio, y si, temor a tener que recoger los pedazos de su dignidad por el suelo—. ¿Quieres qué lo haga? Me basta con que me lo digas a la cara.
Las piernas le temblaban como una gelatina andante y amenazan con derrumbarse como él mismo, se siente tan indefenso y diminuto bajo la ardiente y aballasadora mirada del Alfa incrustada como los rayos lacers en su cuerpo desnudo. La parte más tímida y desconfiada que reina dentro suyo lo único que quiere es alcanzar la toalla colgando del respaldo del sillón, y que el mayor dejó descuidadamente tendida allí al instante en que le atrapó tratando de huir, mientras tanto, la parte mas desvergonzada y llena de esperanza quiere hacer exactamente todo lo contrario.
Sí lo rechaza otra vez, y precisamente en esta circunstancia, ni llorando dos años más remediara el sentimiento de insufrible impotencia en su pecho, solo prolongará el dolor y confiar en él se volverá un auténtico dilema.
—¿Estás cien por ciento seguro, Yibo? Ten en cuenta que ya no habrá vuelta atrás, piénsalo muy bien, no quiero reproches ni odio de tu parte después —razonó, empleando una voz melosa y sexi.
El Alfa solo intentaba despejar su mente brumosa por el frenético e insoportable deseo carnal vibrando en sus venas que su mente está siendo bloqueada.
—Ya he dicho que si, lo estoy, ¿no es suficiente eso para ti? —levantó la cabeza despacio y la recargó en uno de los brazos del sofá, comenzaba a irritarse.
Xiao Zhan lo irritaba pero, también, le hacía desearlo fervorosamente.
—El punto no es que sea suficiente, más bien, que esté totalmente de acuerdo —dijo con una sonrisa ladina, parpadeó y extendió dulcemente una mano hasta su cabeza y revolvió sus cabellos azabache ganándose en el acto un manotazo—. ¡Oh, Dios mío, Lao Wang! Que insolente se ha vuelto.
El Gamma rodó los ojos y lo fulminó con la mirada.
—No empieces con tus payasadas de siempre, no ahora —apretó la boca con ofuscación.
—Está bien. Última oportunidad para tí —señaló con una expresión amenazante y acalorada—, ¿quieres que te haga mío, que mis manos te cubran de caricias, mis labios de besos y mi boca de lindos chupones? ¿Anhelas mucho que te cubra con mi aroma y te marque para siempre? Mm... Tal vez solo deseas que te dé la vuelta, me coma ese pequeño pero firme trasero tuyo y después te dé mi gran polla y te llene con mis cachorros mientras te monto, ¿eso quieres?
Trató de averiguar, jadeando pesadamente en su regazo y recorriendo con la punta de su índice el largo e inmaculado pecho pálido que se agita debajo de su toque. Su abrumadora palidez que representa la pureza más tentadora sobre la faz de la tierra le tientan a tal punto que unas ganas obsesivas de morder y chupar su piel lo corroen entero.
Yibo jadeó horrorizado, atragantándose con su propia saliva al oír hablarle de ese sucio modo. No cabe duda que éste morboso, posesivo y peligroso Xiao Zhan le calienta como el infierno.
Infinidad de ocasiones anheló esto, lo soñó más despierto que inconsciente; el inquebrantable dolor de su rechazo no fue impedimento alguno para continuar fantaseando con Xiao Zhan día tras día, y el futuro no muy abierto que, quizás, pudieron construir se extendió con claridad en su mente dolida y, ¿porqué no?, soñadora, sin embargo. No va a estropear de ningún penoso modo sus pequeñas ilusiones por un miedo creciente que solo intenta codiciosamente contaminarlo y llenarlo de insanos rencores que al final del camino lo dejarán solo, triste y con un sentimiento de abandono.
Abandono que él eligió.
Ha sufrido demasiado para privarse él mismo de la hermosa felicidad... una felicidad que solo está destinada a ser con Xiao Zhan; el risueño, guapo, paciente y bromista Alfa al que le entregó su corazón desde el principio y que jamás se lo devolvió, lo destruyó, si, pero todo este tiempo lo cuidó en silencio e inconscientemente, ahora está listo para devolvérselo y borrar la amargura y el resentimiento que plantó en su ser.
Y convertirle en una persona menos pesimista y desconfiada.
—¡Oh, por Dios! —sus párpados se presionaron hacia a bajo, mordió su boca y su expresión facial le traicionó. Estaba excitado, sumamente excitado que la masculina mano que delineó sus curvas y, posteriormente, viajó hasta su entrada húmeda y hambrienta le incineró y gustó tanto que fuego líquido corrió entre sus piernas y gritó, enfebrecido—. Te quiero dentro de mí, Zhan, por favor, no me tortures de esta forma tan cruel.
El Alfa esbozó una sonrisa triunfal al notar su urgencia y su evidente deseo porque lo tomara de una vez.
—¿Y si no qué? —jugueteó, travieso.
Lamió y besó lo largo de su pecho, ignorando adrede la hinchazón de sus rojizos pezones que clamaban desesperadamente atención.
Yibo abrió los ojos a duras penas, ignorando la voz en su cabeza que le dictaba que se detuviera porque seguramente más tarde lo lamentaría; lo cierto era que él deseaba esto mas que nadie, incluso quizás, más que el propio Xiao Zhan que se perdía en jugueteos innecesarios cuando lo único que su lobo y él pedían era tenerlo en lo mas hondo de sus entrañas y hasta perder la cabeza.
—Tendrás que quedarte con tu problemita y arregarlo por ti mismo entonces —desvió sus brillantes e impacientes ojos a su descubierta y dura polla, goteante, viril y que rozaba sus sensibles muslos mínimamente.
—Ni se te ocurra —apuntó Xiao Zhan con sus ojos aterrorizados, parando sus movimientos de golpe.
—Pruébame —le retó con el mentón en lo alto y una fiereza que enloqueció al Alfa.
—¡Maldita sea, Wang Yibo! Me traes loco.
Yibo gimoteó largo y tendido cuando sus lenguas se entrelazaron y empezaron una aguerrida y fiera batalla por el control, las manos posesivas del Alfa se curvaron en su trasero y lo levantaron hasta que el beso se rompio abruptamente y le giró en un segundo. Su trasero quedó expuesto y sus rodillas temblaron en tanto recibió una dura palmada que resonó en toda la estancia e hizo que un adorable tono escarlata tiñera su rostro y la punta de sus orejas.
—Vas a hacerlo o... —su voz murió al sentir la punta de su polla en la posición correcta, burlándose de él cuando no entró, y solo se dedicó a delinear los bordes de su hipersensible carne.
El aire se llenó de sus aromas mezclados, sofocándolos, aturdiéndolos y encendiéndolos todavía más. La pasión crepitaba furiosamente como solo el fuego puro que recorría sus cuerpos lo hacía lanzando latigazos deliciosos directo a la piel.
—Ya va.
Los ojos del Gamma se escocieron y apretó los dientes con tanta fuerza que la vena de su cuello saltó alterada por el natural dolor. Emitió un quejido entrecortado cuando tomó conciencia que estaba tratando de entrar en él, pero aún con el abundante lubricante que correaba por sus piernas sufrió un pinchazo crudo e insoportable que lo dejó pálido y temeroso.
—Tranquilo, seré gentil —la voz distorsionada del Alfa detrás de él le calmó, sobre todo, al plantar un beso reconfortante en su hombro desnudo y, seguidamente, en su cuello, haciéndose que sus músculos se destensaran y él mismo se derritiera bajo su cuerpo como solo la mantequilla lo haría por obra del intenso sol.
—Sí.
Xiao Zhan dibujó besos de mariposa en sus hombros, espalda, caderas y, por supuesto, en la cara interna de sus muslos, poniéndolo a ronronear y a suplicar por más mientras se balanceaba instintivamente y liberaba mas de su aroma a peonías y durazno con el afán de seducirlo y tenerlo envuelto en su dedo como si eso fuera siquiera posible.
—Me encantas, Bo-di —musitó Xiao Zhan, abriendo la boca, sacando la lengua y alcanzando un chorro de lubrucante que cayó y después tragó con gusto—. Me encantas tanto que quiero marcarte como mío de todas las formas posibles.
Ante aquella promesa tentadora, envió una corriente de electricidad a través de la espina dorsal del Gamma que chilló y se balanceó sin ritmo a todas direcciones, llamándolo a cumplir sus palabras ya.
—Zhan, por favor, ponlo dentro —lloriqueó, sus manos aferradas con todas sus fuerzas a uno de los brazos del sillón y su cabeza colgando casi en el vacío.
—De acuerdo.
Yibo esperó, esperó y esperó durante largos e incesantes minutos, la excitación bajando gradualmente por el insoportable tormento al que le sometía, sin embargo. Oyó el sonido de un empaque siendo razgado y suspiró alivado, agradeciéndole a Xiao Zhan por pensar en la protección y ser, quizá, el más responsable de los dos aunque fuese difícil de aceptar.
Si bien era cierto que añoraba tener más cachorros, en China solo se permitían tres hijos por familia, y él ya tenía dos, así que, por lo pronto, esperar unos cinco o quizás seis años más para tener otro parecía ser la mejor opción.
Xiao Zhan, sin previo aviso, se hundió hasta la empuñadura dentro de él, apuñalando su mayor punto de dolor de un certero golpe sordo. Dolía, sí, lo hacía demasiado pero, también, era el dolor mas placentero que el Gamma había extrañado y que estaba mas que dispuesto a experimentar, siempre y cuando fuera exclusivamente con el Alfa.
—¡Ah! Z... Zhan. Gē... ge —alcanzó a balbucear, tan tenso de pronto para respirar que moverse sería una idiotez.
Xiao Zhan lo silenció, él no deseaba causarle dolor pero el dolor ya estaba implantado allí, brillando fácilmente en cada parte del cuerpo ajeno, concentrándose en su intimidad y reflejándose sin mucha dificultad en su semblante.
—Inhala y exhala hondo, cariño—si aún existía la mínima huella de duda que Yibo había estado con alguien más de esa forma, desapareció rápidamente y de un plomazo del Alfa que no pudo mas que contenerse a no tomarlo frenéticamente por detrás y expresarle en el acto lo agradecido y feliz que se hayaba por no entregarse a nadie durante todo ese tiempo separados—. Sí, eso es. Hazlo de nuevo —frotó su vientre.
Yibo lo hizo por alrededor de seis veces continuas, y eso pareció bastar—. ¿Zhan? —le llamó, deseando locamente que se moviera.
—Shh. No hables —le indicó entre dientes, luchando para no perder el control pero cuán difícil resultaba—, solo disfruta.
Xiao Zhan estampó su boca sobre la de Yibo al mismo tiempo que impuso mayor fuerza en sostener sus anchas caderas y comenzó a moverse, hundiéndose en él con una abismal y sensual fuerza que le hizo gritar rotamente su nombre a los cuatro vientos.
—¡Sí! ¡Jodidamente así, Zhan! —chilló agudamente, balanceándose con él y al mismo ritmo.
Yibo no era capaz de pensar razonablemente, un deseo primitivo y húmedo lo inundaba hasta la cúspide, encendido al límite de lo insano estaba destinado a tomar todo lo que el Alfa le daba sin chistar. Un agonizante placer lo atravesaba, sus oídos pitaban, su mente se hayaba puesta en blanco y su corazón latía con insólito entusiasmo.
Desde que volvió a su vida, tener este tipo de sueños morbosos pareció no tener límite, y yacer así con Xiao Zhan se volvió un sueño absurdo que creyó no iba a volverse realidad, pero lo estaba siendo, Xiao Zhan le hacía suyo con una rigurosidad y fuerza que le secó la boca y, lo más importante, ambos estaban lúcidos.
—Ni se te ocurra pedirme que me detenga porque en este punto ya no soy capaz de hacerlo y dejarte ir —gruñó el Alfa, zarandeándo al Gamma a todas direcciones con un marcado ritmo; profundo, frenético y posesivo.
—Quien demonios lo haría, Zhan —se burló Yibo, y su sonrisa de gozo se borró cuando perdió el equilibrio y cayó de cara contra el sillón.
No obstante, el Alfa le levantó de las caderas aún más, tirando inclusive de ambos brazos y apresandolos por encima de su espalda baja; se redució a una bola temblorosa incapaz incluso de hablar, solo de balbucear palabras inentendibles.
—Cachorro codicioso, ¿eh? —ovacionó envolviendo con una mano la polla llorosa y roja del Gamma que gritó y se colvulsionó, sonrió al ver lo que podría lograr hacer en él. Le dió un lenguetazo obsceno en una de sus mejillas y comenzó a masturbarlo.
Sujetando sus delgados pero firmes muslos con una mano, Xiao Zhan aceleró la velocidad, y con sus ojos cafés claros desenfocados y sumergidos en el placer montó al Gamma hasta llevarlo a la cima del mas inalcanzable y magnífico placer. La excitación se elevó a tal punto que sus pieles ardieron en lava y las chispas volaron y explotaron en medio de los dos.
Yibo aulló, sus caninos salieron y se colvulsionó, encajando las uñas al sillón como modo de aferrarse a algo mundano si no quería morir de tanto placer; babeando, sudoroso y con los ojos rodando al interior de su cabeza se desplomó mas que saciado.
Xiao Zhan también alcanzó su liberación y atinó a morderse la mano antes de que incluso le clavase los colmillos en el cuello y lo matara, cayó encima de su cuerpo, ahogándole con su peso pero no le importó. Con la escaza fuerza que aún poseía ladeó la cabeza y le sonrió cariñosamente desde abajo, aplastado, siendo correspondido y besado en los labios con creciente pasión.
—Te amo, Zhan —profesó con sinceridad, cepillando sus delgados y sensuales labios entre agitados suspiros.
—También te amo, cariño.
El Alfa se deshizo del condón, lo ató y lo tiró al bote mas cercano. Los giró y los colocó en una posición más cómoda, Yibo siseó recostado en su firme y perlado pecho; sus piernas desnudas se enredaron y lo abrazó con todo el amor que latía más vivo que nunca en su pecho.
Inhaló el aire y le fascinó la combinación de sus aromas mezclados.
—Yibo, lo siento.
—¿Porqué? —cuestionó con los párpados demasiado pesados para abrirlos.
Xiao Zhan suspiró y le acarició la sudada espalda
—Por todo lo que te hice antes, por haber roto tu corazón y dejarte la responsabilidad de cuidar y sacar adelante a nuestros hijos solo.
—Olvídalo, Zhan. Todo quedó en el pasado y ahí se va a quedar —dijo con convicción—. Centremonos en construir el presente y forjar nuestro futuro como una familia, nada más debe importar.
Asintió.
—Tienes razón.
—Sí —se estaba durmiendo.
—¿Yibo?
—Hmn.
—Creo que somos pareja destinada —se atrevió a revelar esperando su respuesta con el alma en un hilo, no se le complicó saber lo incómodo y molesto que el otro lucía con el tema. Silencio, solo silencio—. Yibo, al menos dime que piensas tú.
—¿De qué? —irritado que no le dejase dormir, le miró a los ojos con perceptible agotamiento.
—Sobre que somos pareja predestinada.
—¿Tú y yo? —Xiao Zhan asintió serio y él se rió como si le hubiese dicho que podría marcarle sin matarlo en el acto, siendo desdichadamente piezas incompatibles— ¡Diablos, Xiao Zhan! Deja tus tonterías, ¿un Alfa y un Gamma predestinados? ¡Ja! Que estupidez mas grande es esa.
Xiao Zhan frunció la nariz y le impidió que se fuera.
—Yibo, no estoy bromeando ¿Qué me dices acerca de qué pueda gustarme tu aroma siendo tú un Gamma y yo un Alfa?
—Mi aroma es peculiar, Xiao Zhan, solo eso. Muchos piensan que soy un Omega hasta que me conocen y mi carácter de mierda los repele —chasqueó la lengua y un tinte de tristeza se reflejó en su rostro.
—Tu carácter me enloquece, cariño, eres un guerrero asombroso y estoy tan orgulloso de tí, así que no quiero escucharte menospreciarte porque hoy eres lo que la vida ha trasformado en una mejor persona.
Yibo golpeó su pecho y se sentó a horcajadas sobre él, risueño.
—¿Así que te traigo loco? —se burló con una sonrisa de autosuficiencia.
El Alfa bufó ante el inesperado cambio de tema—. ¿Yo te traigo loco?
—Ah, ah, ah —rió ampliamente, pasando sus pálidas manos por la extensión de su pecho, sus pulgares rodeando los botoncitos canela de su pecho—. Si no lo dices antes tampoco lo haré.
—Que manipulador —se quejó Xiao Zhan pero enganchó una poderosa mano en la nuca del Gamma y lo atrajo a un beso corto pero profundo—. Sí, cariño. Me traes loco.
Reprimiendo una gigante sonrisa, Yibo desvió la mirada con el rostro rojo como una cereza madura.
—Tú también me traes loco.
—¿Qué dijiste, Yibo? No te escuché —Bien, él solo fingió no hacerlo.
—Lo hiciste, Xiao Zhan, no me hagas repetirlo —retó señalándolo con un dedo y mirándolo suspicaz.
Pero el Alfa se dio el lujo de negar y actuar ingenuamente—. Eso no cuenta porque no te escuché, por favor, habla mas fuerte.
Yibo rodó los ojos y prometió que se las pagaría.
—Dije que tú también me traes loco —susurró con sensualidad —, jodidamente muy loco.
Su fundieron en un nuevo y mas entusiasmado beso, rodando y cayendo incluso al suelo donde hicieron el amor sin importarles ir a la habitación del Alfa. No fue hasta que el lloriqueo de Bao Ming les impidió iniciar una tercera ronda.
—Te toca, Zhan —apuntó Yibo saliendo de arriba del Alfa y gimiendo en el acto por la separación abrupta.
—¿Porqué yo? —se quejó mientras hacía pucheros.
—Cuidé de él y A-Yu todos estos meses, ahora es justo que te encargues de ellos. Son tus hijos, ¿no?
—Inteligente.
—Por supuesto.
Riendo, y sintiéndose inexplicablemente feliz, Xiao Zhan se vistió, le dio un largo beso a Yibo y arrastró los pies hacia la habitación de invitados que éste limpió cuando estaba enojado. Al abrir la puerta, se topó con Bao Ming gritando a todo pulmón en el centro de la cama, Bao Yu dormía como una princesita a su lado.
—Ven acá, xiao-Ming. Bàba cuidará de ti.
Lo tomó en brazos, besó su cabeza y se sentó en el borde de la cama, disculpándose con ellos por descuidarlos tanto tiempo. Acarició la cima de la cabeza de su cachorra y prometió que cuando amaneciera iría lo mas rápido posible a comprar un par de cunas y todo lo necesario para ellos.
Merecían eso, y mucho, mucho más. Era una pena que su madre se perdiera esto pero, ellos eran parte de Yibo y él, no los abandonaría.
Nunca.
—Mi familia, mía —dijo sin creeerlo. Un día él se hayó solo, sin saber que rumbo tomaría su vida grisácea, y al otro, se encontró en compañía de la familia que formó y no tenía idea que poseía—. Les prometo que de ahora en adelante cuidaré de ustedes y su papá con mi vida entera, su abuela no lograra separarme de ustedes.
Bao Ming dejó al fin de llorar y lo miró con extrañeza y un signo de reconocimiento en sus grandes ojos cafés claros.
—. Bà... ba.
Esa fría madrugada, el Alfa abrazó con fuerza a Bao Ming y sostuvo tiernamente la muñeca de Bao Yu que comenzaba despertar. Y lloró de felicidad mientras era observado en el marco de la puerta y en silencio por un ya vestido Yibo, igualmente dichoso y agradecido de tenerlo con ellos.
•
•
•
Hola queridos lectores. Aquí está el capítulo, espero les haya gustado. Ambos dieron un paso significativo en su relación, esperemos que puedan luchar y salir vencedores de las adversidades que les tiene deparado el destino.
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
🌙Yessie.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro