
✦╭ᵒ❧ Capítulo XVII: Eres mío. ✦╭ᵒ❧
—Yibo. Yibo ¡Wang Yibo, detente ahora mismo o no respondo! —ordenó autoritario y con la respiración agitada, descansando sus manos en sus rodillas.
Impotente sería poco para describir como verdaderamente se siente, nada puede describir con exactitud sus emociones, porque justamente ahora, todo él se siente morir por dentro. El miedo saltó al instante en su rostro en tanto se descuidó un segundo y le atrapó queriendo fugarse en medio de la noche y abandonarle sin oír razones y como hace solo unas horas se lo gritó a la cara, inmerso en su furia por haber recibido tal denigrante trato de golpe, y como si de alguna forma, él tuviese mucho que ver en la reacción inhumana de su propia madre.
¡Por Dios Santo!
Xiao Zhan es el más sorprendido y afectado allí, porque usualmente albergó la esperanza en que su madre dejase de lado sus prejuicios egoístas y déspotas por una maldita vez en su vida, presentarles finalmente a sus nietos, sangre de de su sangre, garantizó una gran esperanza que así como nació, murió de tajo dentro del desdichado Alfa que no pudo más que asombrarse y decepcionarse de ella.
Un insoportable sentimiento de pesadez aplastó su pecho, amenazando con cortar su respiración y ceder a sus emociones fuertemente controladas a duras penas y en un fino hilo de fuerza de voluntad. Agradece que hace exactamente un año haya tomado la sabia e inteligente decisión de comprar su propio apartamento, y aunque invirtió más dinero del que posee, pareció ser la elección más correcta en ese tiempo. Casi inaginó que un día no muy lejono iba a necesitarlo, y vaya que su intuición no se equivocó.
—Puedes dejar de ser tan paranoico, Xiao Zhan. No estoy yendo al fin del mundo —espetó Yibo con los ojos incendiados en cólera y amargura contenida, sin embargo.
Él se detuvo al frente de la puerta de entrada, paralizado y temblando de ira por haber sido engañado vilmente por el Alfa, le hizo creer que dormía en su respectiva habitación pero grande fue su sorpresa al ser timado y agarrado con las manos en la masa. No tomó en cuenta lo asunto que podía ser, y como consecuencia no consiguió largarse de allí. Nadie podría incluso culparlo, porque él estaba en su justo derecho de hacer lo que mejor le pareciera en nombre del bienestar emocional de los mellizos, sus hijos. Se sentía lo suficiente ofendido y lo suficiente humillado que desconocía a ciencia a cierta la razón por la que continuaba en Shanghái —o quizás, solo aparentaba hacerlo.
Shanghái era la ciudad a la que se negó obstinadamente a pisar por culpa de los recuerdos dolorosos que resucitaban por si solos ni bien traía a su mente la imagen mental del Alfa despreciándole, apuñalando su corazón resquebrajado de un modo que no deseaba volver a experimentar.
Jamás.
—Quizás no, Yibo. Pero estás tratando de irte de mi lado, y eso no lo voy a permitir, al menos, no viendo el estado en el que estás —intentó razonar, haciéndole ver que se preocupaba por él.
Inhaló bruscamente y, con el dorso de su mano, borró el casi imperceptible rastro de una solitaria lágrima que se filtró de sus ojos en un instante de debilidad emocional, y se recordó en silencio que pese a que la historia corría el riesgo de repetirse, él no permitiría que aquello pasara.
Además, el Alfa ya le había demostrado que no buscaba arrebatarle a sus hijos ni, mucho menos, jugar con sus sentimientos plantando en él falsas esperanzas; pero cuán complicado se volvía confiar cuando esa misma persona una vez ya destrozó tu vida y tu corazón, abriendo en su pecho un vacío negro y repleto de emociones depresivas que, a veces, le ahogan a tal punto de perder la paciencia y herir sin intensión a sus allegados.
Y aunque dejó de ser un crédulo adolescente a la fuerza y se convirtió en lo mas parecido a un padre de familia joven, pero no débil o cobarde, asumiendo de principio a fin todas sus responsabilidades sin emitir queja alguna, nada puede asegurarle que no vuelva a salir lastimado. Lejos está de haber sido tarea fácil, no se atreve a quejarse porque por su familia vendería su alma al mismísimo diablo con tal de verla feliz y rebosante de salud.
No obstante, confiar plenamente en Xiao Zhan se vuelve jodidamente difícil para él, sobre todo, después de la inesperada reacción de su propia madre en tanto cayó en cuenta que su hijo mayor le dio los nietos que anhelaba, pero no con un hermoso y dócil Omega como seguramente siempre lo planeó. Cortando de raíz el vínculo materno que lo unía con el Alfa a costa de que regresase con ella y se olvidara de aquellos seres inmundos y que nunca aceptaría en su familia por el simple echo de ser diferentes al resto.
—¿Es esa la verdadera razón por la que nos arrastraste hasta aquí, Xiao Zhan, para hacerme ver cuál era mi maldito lugar en tu vida? Porque que si hiciste precisamente eso, eres cruel —dijo de pronto, incapaz de seguir atormentándose con las dudas, su propia voz sonó tan ahogada y rota que todo lo que pudo hacer fue esconder sus emociones en una bolsita y mantener a raya a su salvaje lobo—. Tan cruel que tal vez no valió la pena haberme fijado en ti.
Xiao Zhan suspiró con exasperación, herido con el peso de esa desconfianza y de la que fue inevitable no sentirse ofendido.
—Me doy cuenta que en realidad no me conoces. Y el que tengas esa retorcida imagen de mi lo comprueba, pero Yibo —endulzó su voz, sofocando las ganas inmensas de salir corriendo, de hacerlo, el único que iba a lamentarlo toda su vida sería él—, no puedes decirme eso cuando tenemos la responsabilidad de proteger y velar por nuestros hijos. Querer borrar nuestro pasado sería como desear borrar sus existencias, y dudo mucho que seas así de egoísta e insensible. Al menos, yo si te conozco y no te considero una persona capaz de actuar egoístamente sin una justa razón.
Cerró los ojos, regañado por desconfiar tanto, y luchó contra la gigantesca ola de miedo y negatividad que lo incitaba a alejarlo de su vida de una vez por todas aunque su corazón gritase en oposición al igual que su lobo. Existían tantas dudas sin despejar, tantas promesas sin cumplir y tantos sentimientos sin aclarar que inevitablemente lo colocaban en un torbellino de inseguridades y creciente desconfianza de las que apenas podía manejar.
Ahora no solo debía pensar en que era lo mejor para él, si no también, en que era lo mejor para sus hijos.
Y lo mejor para ellos es tener a sus padres unidos, sin embargo, no a costa de la infelicidad que podría caer sobre Xiao Zhan y él al tomar una desicion de tal magnitud pensando en el bienestar de los mellizos por encima del propio.
Sería malditamente injusto y nos haría miserables el resto de nuestras existencias, sopesó con tristeza.
—Nunca podría serlo, Xiao Zhan, pero por favor, tienes que comprenderme un poquito al menos —sus oscuros y cristalizados ojos como un ciervo herido y defrudado mil veces por las personas cayeron sobre el Alfa de pie detrás suyo, mirándolo con infinito dolor que su propio corazón sufrió un pinchazo de agonía al ver lo emocionalmente destrozado y asustado que lucía.
—Hago, Yibo. Es solo que no lo vez, o quizá, solo te niegas a hacerlo por miedo a que pueda fallarte —respodió con la voz rasposa y sin areverse a romper el contacto visual para aturdimiento del Gamma que no podía creer que el Alfa le estuviese expresando sus emociones sin filtro. Sus feromonas descontroladas y llenas de un enorme abismo de tristeza y soledad llenaron el living en un segundo, y casi quizo soltarse a llorar por ser tan descuidado.
Un grueso nudo ató su garganta cuando al fin comprendió lo insensible que estaba siendo, y lo tontamente infantil de su comportamiento.
Xiao Zhan acababa de perder el incondicional apoyo que solo una madre puede otorgarle a un hijo, pero la madre de Xiao Zhan pareció haberse acostumbrado demasiado a tener las riendas desde el instante en que nació porque a su treinta años, todavía se cree con el derecho de manejar su vida a costa de arrancarle la felicidad a la fuerza, y como si en vez de ser su hijo, fuese mas bien un títere sin voz ni voto.
Yibo tiene el fiel pensamiento que la Alfa inclusive se hubiese alegrado si Xiao Zhan eligiese abandonarlos con tal de hacer lo que ella quiere, pero nuevamente, él no conoce hasta que punto está Xiao Zhan dispuesto a llegar por ellos.
—Tu madre... ¿Ella tuvo algo que ver en tu decisión de en ese entonces? —Ciertamente, la curiosidad hacía mella dentro de él, y al conocer de primera mano la mente cerrada de la Alfa, no puede esperar menos.
Xiao Zhan se llevó los dedos al puente de la naniz y agitó la cabeza débilmente, confundido, y él pudo sentir como la poca fe que emergía dentro suyo se quedaba estancada como un pequeño charco después de caer la lluvia.
—No lo sé, Yibo.
Frunció el ceño, sin entender—. ¿Cómo que no lo sabes? ¿Fue por tu madre o no que me rechazaste de ese modo tan poco caballeroso, Xiao Zhan? —le exigió saber parpadeando con impaciencia y girando sobre sus talones, enfrentándolo como en el pasado no tuvo el valor de hacerlo.
—No es el tema que quiero tocar precisamente ahora, es todo —argumentó con un atisbo de dureza, tratando que se olvidase del tema y no insistiera, pero Yibo no podía hacer tal cosa, necesitaba saber, necesitaba ser capaz de comprenderle un poco al menos.
—Xiao Zhan, por favor. En verdad quiero saberlo —se sinceró, queriendo que se abriera con él y le permitiese entrar.
Soltó un suspiro pesado cuando solo se encontró con su tajante silencio. Depositó la pesada maleta que colgaba de su mano derecha en el suelo donde los ojos cafés claros de Xiao Zhan se posaron, aliviados. Se le había metido la absurda idea de marcharse de allí y devolverse a Luoyang pero, por supuesto, no lo haría sin sus hijos. Y eso Xiao Zhan lo sabía muy bien.
—¿Porqué?
—¡Maldita sea, Xiao Zhan! ¿Acaso no tengo derecho a saberlo? ¿¡No fue esa la maldita razón por la que me llamaste un puto fenómeno de mierda, un ser salvaje incapaz de doblegarse ante nadie y alguien lo suficiente dependiente que incluso necesita de las migajas de una pareja para no morirse de tristeza!? ¡Respóndeme, Xiao Zhan!
No supo en que momento se movió, pero allí estaba, sus manos trémulas y desesperadas por una respuesta inmediata sacudieron violentamente el cuerpo rígido del Alfa que se negó a mirarle a los ojos, apenado que lo recordara.
—No puedo culparla, porque al final, fui yo quién tuvo la última palabra y, por lo tanto, es solo mi jodida responsabilidad. Me dejé llevar por la decepción y la furia hacia a ti y lo arruiné todo —musitó, su voz agrietada le sorprendió, así que se detuvo y se limitó a escuchar haciendo uso de su muy escasa paciencia—. Me habías mentido sobre tu verdadera naturaleza, Yibo, y yo simplemente... actúe como un imbécil. No tienes idea del martirio que fue para mí vivir con la culpa, te amaba, todavía te amo, estuve dispuesto a arriesgarme a perder mi empleo por ti y solo por ti, conoces las reglas y aún así, estuve dispuesto a correr ese riesgo.
Los ojos oscuros del Gamma se desorbitaron, sus labios se entre abrieron y su corazón dio un vuelco dentro de su pecho ante la confesión que le tomó de imprevisto.
—De... ¿De qué estás hablando? —intentó dar un paso atrás pero el Alfa le asió de las muñecas y los giró hasta que las posiciones cambiaron y él estuvo atrapado entre la dureza de la pared y el inquietante calor que emanaba su cuerpo.
Tragó grueso e inclinó la cabeza hacía arriba, permitiéndose mirarlo fijamente a los ojos y descubrir todos sus más recónditos secretos.
Xiao Zhan se relamió los labios y conenzó a hablar un poco más recompuesto—. Dos días antes que me confesaras tus sentimientos y tu naturaleza oculta, estuve dispuesto a pedirte en cortejo, pero...
—¿Pero?
—Yibo, promete que vas a creerme, se que es absurdo pero eso fue lo que realmente pasó, lo que me hizo descubrir tu mentira y hacer la estupidez más grande en mi miserable vida —se oyó casi suplicar, obteniendo a su vez un preocupado asentimiento por parte de Yibo—. Quiero escucharte, necesito escucharlo de tus labios o me volveré loco si no compartó esto contigo.
—Está bien, Xiao Zhan, te lo prometo pero, por favor, tranquilizate. Comienzas a asustarme —admitió temeroso por su extraño comportamiento.
Xiao Zhan se disculpó y, contrario a lo que esperó, rompió la delgada distancia que los separaba y posó sus frío labios sobre su frente, estremeciéndolo.
—El día que nos conocimos, estabas en celo, ¿no es así?
Yibo se quedó echo piedra, incapaz de digerir aquella información—. ¿Cómo lo sabes?
—Así que en verdad lo estabas —soltó mas seguro que nunca.
—Sí, Xiao Zhan. Ahora responde a mi pregunta que yo ya respondí a la tuya.
—Me parece lo más justo —sonrió angelicalmente y Yibo sintió que su sangre se calentaba con la intensidad y brillantez de su mirada, pero no se apartó—. Yibo, tú... ¿Crees en las parejas predestinadas?
—¿Qué tiene eso que ver aquí? —torció los labios ante la simple mención del tema—. Y no me has respondido, Xiao Zhan —agudizó sus ojos, haciendo reír cortamente al otro.
—Sé, pero realmente necesito que me respondas esto..
—¿Es importante? —se impacientó, comenzando a mordisquear sus labios.
Xiao Zhan asintió mas serio que nunca y, apretando su mandíbula con fuerza, luchó contra el ardiente e insoportable deseo de no mirar su boca o la devoraría.
—Lo es.
Resoplando, y más por obligación que por otra cosa, el Gamma accedió de mala gana.
—No, Xiao Zhan, no creo en esa mierda —chasqueó la lengua, disgustado.
—Sabes, confieso que tampoco yo lo creía, pero sucedió algo que me hizo cambiar completamente de opinión —liberó una de sus manos y acarició el contorno de su hermoso rostro, concentrándose en la textura de sus labios rojos de tantos mordiscos que los definió con la yema de su pulgar.
—Déjate de los malditos rodeos, Xiao Zhan y sé claro —logró exigir a duras penas, respirando irregularmente y alimentando el insufrible deseo de lanzarse a su boca y besarlo con ahínco y desesperación.
—Desde el primer día tuve la respuesta en mi nariz, olfateé fácilmente tu celo pero eludí aquello a que eras un Omega, lo desconcertante fue que cuando saliste huyendo del salón de clases nadie más salió tras de tí. Si fueras un Omega, todos los Alfas allí no dudarían en querer someterte incluso en contra de tu voluntad, pero eso no pasó.
Yibo se sonrojó furiosamente al recordarlo.
—Los Betas hombres pueden percibir el cambio en nuestro aroma, pero no tener la seguridad que estamos en el celo, por otro lado, los Deltas si son capaces de saberlo. Aunque ellos son mas discretos y menos primitivos en ese ámbito, al menos, con nosotros —le reveló tímidamente, él no se vio explicando esto precisamente al hombre al que nunca dejó de amar.
Es tan extraño y si... bochornoso.
—¿Insinuas que ninguno de los dos tomaría a un Gamma a la fuerza? —con la mandíbula desencajada, el Alfa quizo saber como solo un cachorro curioso lo haría ante lo desconocido.
—Sí, ellos si saben controlar sus instintos de macho a comparación de ti y los tuyos, por supuesto —sonrió con deliberada ironía, arrastrando los dedos juguetonamente por la cinturilla del pantalón de Xiao Zhan que retuvo el aliento.
—Yibo, mucho cuidado —advirtió con la voz tan grave que lo calentó y se armó de valor para bajarle el cierre y meter su mano dentro de sus boxers y apretar malvadamente— ¡Oh, maldito seas, Wang Yibo! ¿Quién te enseñó a ser así de descarado?
Xiao Zhan gruñó y echó la cabeza hacía atrás, alcanzando a sostenerse del cuello al Gamma a último minuto y apretando de una forma que le encantó, bajo sus dedos, percibió su pulso incrementar y le fascinó porque pudo darse cuenta que él no era el único caliente como el infierno allí.
—Por supesto que nadie, no te pongas celoso —añadió con voz pícara, astuta, un brillo travieso resplandeció en sus ojos oscuros y el Alfa se vio empujado a ejercer más presión de la soportada en el agarre que mantenía su mano en la muñeca izquierda levantada de Yibo, la misma que se hallaba alzada y apresada contra la pared, provocándole un agudo jadeo—. Te digo un secreto.
—Adelante —concedió, acercando su caliente boca al cuello ajeno y permitiéndose depositar besos lentos y húmedos en la zona para tormento de Yibo que no era muy fan de tales delicadezas.
—Amo cuando eres rudo conmigo.
Estupefacto, Xiao Zhan se encontró con su cautivadora mirada y enarcó una de sus cejas, creyendo haber escuchado mal.
—¿Perdón?
Yibo enganchó su mano libre en la sedocidad de su cabello castaño claro y le enterró las uñas, acto seguido se presionó contra su varonil cuerpo y le susurró tentadoramente al oído, manteniéndose de puntillas por la diferencia de estatura—: Que amo como el infierno lo rudo que puedes llegar a hacer en la intimidad, Zhan, por un segundo lo olvidé, pero —su aliento pesado e irregular chocó contra la oreja derecha de Xiao Zhan, éste lo cirnió más contra si, haciéndole reír bajito—, no sabes lo ansioso y desesperado que estoy por volverte a tener entre mis piernas y experimentar la enloquecedora y posesiva sensación de saberte mío. Solo mío.
El Gamma delineó obcenamente los bordes de su oreja y atrapó en su boca su lóbulo, chupando con entusiasmo, fue allí que Xiao Zhan perdió la cordura y lo empotró fieramente contra la pared, sus piernas colgando en el vacío y a ambos costados de su cintura.
—¿Me deseas lo suficiente para no dar lugar a arrepentimientos estúpidos mas tarde? —increpó el Alfa con las pupilas dilatadas y una notable erección entre sus pantalones, desabrochando a como pudo los pantalones de Yibo y mandándolos a volar con todo y ropa interior en un turbio parpadeo.
Saboreando la excitación en el aire y anhelándolo mas que nunca, profesó con devoción—: Te deseo tanto que no me va importar incluso si me montas con tal de quitarnos estás jodidas ganas que sentimos el uno por el otro.
La mandíbula de Xiao Zhan crujió, y Yibo se la acarició parpadeando con fingida inocencia, como si algún modo no hubiese hablado tan suciamente en su presencia.
—Serás mi muerte, Bo-di —juró cargándolo y echándolo sin una sola pizca de delicadeza en el sillón de tres piezas. Abrió su camisa blanca con más violencia de la esperada, los botones salieron volando a todas direcciones y en un instante, se hayó completamente desnudo delante de Yibo que se relamió los labios, impaciente.
—Sé, y me fascina serlo —admitió sin ser del todo consciente que aquella afirmación salió de su boca.
Xiao Zhan liberó una maldición en el aire y se abalanzó a la boca hambrienta del Gamma como solo un depredador lo haría con su presa.
Le arrancó la sudadera verde que vestía y se situó en medio de sus piernas abiertas, aguardando por él. Abrió sus labios con la punta de su lengua y la hundió en lo profundo de su tibia cavidad bucal, sofocando un ahogado grito de Yibo que se quedó temblando entre sus brazos cuando profundizó todavía más el beso y lo dejó con la mente en blanco y sin aliento.
Volverían a ser uno, sí. Yibo lo estaba deseando.
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¡Hola queridos lectores! Finalmente les traigo capítulo ¿Qué les pareció? ¿Cederá o no cederá Yibo ante Xiao Zhan? 🤔😁 Aún hay dudas, y mucho miedo de confiar por parte de Yibo como, también, miedo a ser abandonado por el lado de Xiao Zhan.
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
🌙Yessie.
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