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✦╭ᵒ❧ Capítulo XV: Fúrico Despertar. ✦╭ᵒ❧

Las suaves hondas y el delicioso olor que emanaba el humectante vaso de caffe Latte entre sus manos, y que además era su favorito, se filtró por entre sus fosas nasales, provocando que su estómago gruñera ferozmente en respuesta. Había perdido la cuenta del tiempo exacto que llevaba allí; inmóvil, sin parpadear y sumergido en pensamientos de resquemor, esperando noticias de Yibo que, hasta ahora, ciertamente aún no tenía.

Sus emociones, legibles para cualquiera que le observara, se sentía tan desdichado, pero al mismo tiempo, también se sentía responsable de alguna forma por lo que le había sucedido a Yibo.

Su Yibo.

No lo protegió como le prometió y cuanto lo lamenta, la culpa le corroe las entrañas y no le permite pensar razonablemente. Un sentimiento de odio y una sed insaciable de venganza burbujea entre sus venas, instándolo a dejar de perder el tiempo sentado en esa incómoda silla de hospital cuando la maldita escoria que le hizo eso al papá de sus hijos se encuentra allá afuera. Libre y sin la menor pizca de remordimiento.

Tiene el corazón hundido por la insufrible angustia que le aqueja, la mirada opaca y perdida en algún punto muerto, las lágrimas empujando fuera de sus ojos, queriendo salir, queriendo desbordarse y exibir ante el mundo lo patéticamente humillado que se siente por no ser el Alfa idóneo para Yibo.

Le falló, y se odia así mismo por ello.

—¿Hay alguna noticia? —La delgada y apenas perceptible voz de En Jie, estrangulada por el llanto que no había cesado desde que su mejor amigo convulsionó en medio de la calle y perdió el conocimiento se dejó oír.

Agitó la cabeza con desgana, recio a levantarla y mirar directo a sus ojos en el deplorable estado físico en que se hallaba. No quería la lástima de nadie, y ahora finalmente comprendía aquel punto por el que el Gamma repudiaba recibirla.

—No.

En Jie suspiró hondo y se frotó los ojos con los dedos temblorosos, acto seguido, se dejó caer a lado del Alfa, apretando su bolso contra su pecho, llena de impotencia.

—Todo estará bien. Yibo es un guerrero asombroso y estoy cien por siento segura que va a salir ileso de esta —murmuró en un hilo de voz, tratando nulamamente de levantar los ánimos del Alfa e ignorando los propios—. Lo hará. Él lo hará.

Xiao Zhan soltó una baja risa seca.

—No es necesario que hagas esto, ¿lo sabes? Yibo se ha metido en la cabeza la estúpida idea que es indestructible, pero En Jie —pausó, tomó una honda inhalación y le miró de soslayo —, él no puede estar mas equivocado y ambos lo sabemos. Nadie en este vasto mundo es de acero ¡Vaya! La inmortalidad siquiera es una realidad. Así que, por favor, no te compadezcas de mí y trates de hacerme albergar ilusas esperanzas porque eso no va conmigo. Es mejor afrontar la realidad aunque esta duela como el infierno —expresó con los ojos llenos de un tormento que no va a disolverse hasta que tenga fe que Yibo está fuera de peligro.

—Me estás queriendo decir que Yibo no va a...

Xiao Zhan cerró los ojos con exasperación y le cortó, empleando un tono grotesco que puso a temblar a la nerviosa Beta—: No lo digas. Si lo haces, no tienes una idea de lo que puedo llegar a hacer capaz.

Ella asintió, muda y completamente pálida, esa era una clara amenaza dirigida a su persona, lo suficiente escalofriante para cerrarle la boca y hacerse cargo de su propio dolor sola.

Se produjó un largo y tenso silencio, y que fue roto únicamente por la voz del médico—: Familiares del señor Wang Yibo.

Xiao Zhan saltó fuera de su asiento seguido de la Beta, olvidando incluso su bebida en la silla pero no le importó menos. La situación en la que estaban era una extraña clase de deja vú.

—Soy su pareja. Dígame, ¿cómo está Yibo? —se apresuró a cuestionar con los nervios de punta. El médico le miró, y ambos se dieron cuenta que se trataba del mismo viejo Alfa que la vez anterior.

—Recuerdo haberles dicho que el señor Wang necesitaba reposo absoluto durante al menos un mes, pero me doy cuenta que decidieron pasar por alto las recomendaciones —dijo mirando con fríos ojos de desaprobación al par frente a él.

—Lo siento, es mi culpa —reconoció el Alfa con impotencia, bajando la cabeza y sintiendo que si, todo se debía a su negligencia para con Yibo.

—No, señor Xiao, no lo es —reconfortó—. Es responsabilidad única del paciente, de nadie más, sin embargo. Las cosas se han complicado más que un poco.

El corazón de Xiao Zhan dejó de latir por un segundo.

—A qué... —carraspeó y se obligó a resistir lo que se vendría con eso— ¿A qué se refiere?

Le miró con profunda pena—: Lo lamento mucho, señor Xiao, pero nos vimos obligados a inducir al paciente en un coma temporal. Como seguro sabra, el cuello de un Gamma no es cualquiera cosa; es lo más sagrado para ellos tanto como el vientre lo es para los Omegas, y temo decirle que el colmillo de un Alfa logró razgar precisamente el lugar destinado para la marca de su compañero, siendo este al instante un veneno casi letal abriéndose paso en sus venas a un ritmo sumamente preocupante. Su vida está en riesgo, no le miento.

Aturdido y conmocionado con lo que oía, Xiao Zhan tragó duro y un enorme pánico se sitúo en su pecho, las palabras del médico representaron ser una dura y cruda bofetada directo a su orgullo. Era un Alfa, sí, pero nada de eso pareció ser de mucha ayuda, descuidó a Yibo, no le limitó nada porque a fin de cuentas —y como el mismo Yibo lo remarcó— no tenían una relación romántica en lo absoluto.

O bueno, quizás aún no dejaban claras las cosas, pero debían hacerlo tarde o temprano.

Se habían besado con toda la hambre, pasión y necesidad abismal dos veces consecutivas, él sintió al instante lo mucho que el Gamma aún lo amaba, lo mucho que lo deseaba del mismo modo que él lo hacía, sin olvidar, lo mucho que ambos se extrañaron como un par de locos enamorados que se vieron orillados a separar sus caminos en el pasado, pero ahora... ahora el destino les obsequiaba una oportunidad mas para remediarlo todo y reparar los pedazos de sus corazones confundidos.

—Aunque el Alfa no completó en su totalidad la mordida, al final, un solo pinchazo bastó para hacerlo.

—¿Qué significa? —En Jie mordió sus delgados labios con inquietud y esperó por una respuesta con el alma en un hilo.

El médico suspiró hondo y agitó la cabeza como si no creyera lo que estaba sucediendo.

—El señor Wang fue mordido por un Alfa, alguien incompatible con un Gamma, por supuesto —explicó con marcada seriedad, posando su mirada brevemente en Xiao Zhan que frunció el ceño por la desalentadora indirecta—. Y en estos momentos su cuerpo y su lobo están luchando contra la mordida. Esperemos que recobre la conciencia en menos de una semana, aunque eso puede variar, va a depender mucho de la estima que le tenga al responsable.

—Él no siente absolutamente nada por ese tipo —afirmó de inmediato Xiao Zhan con ojos lacerantes ante tal estúpida y descabellada insinuación.

—No hable por si mismo, señor Xiao —advirtió sin inmutarse, conciente de la indignación de éste que tuvo que contenerse para no saltarle encima a golpearlo.

Cuando Yibo abrió los ojos le fue inevitable asustarse de inmediato, se hayaba lo suficiente desorientado por la medicina y lo suficiente aterrado como para comenzar a hiperventilar de la incertidumbre al notar el entorno blanco y silencioso en el que estaba. Notó que respiraba a través de una mascarilla de oxígeno, así que trató de calmarse, y gracias a Dios lo logró a duras penas. Sus músculos entumecidos no le permitían incorporarse en la camilla por mas que trató de hacerlo, la espalda le dolía a horrores, pareciera ser que había pasado un incesante e inhumano período acostado porque ya no quería hacerlo mas. Él quería levantarse y saber que hacía allí.

Qué... ¿Qué me pasó?, se preguntó.

—Finalmente lo tenemos de vuelta, señor Wang —saludó la voz cantarina de un anciano Alfa, y que a juzgar por la bata blanca de laboratorio que usaba, no le costó mucho saber que se trataba de un médico. Un médico que ya conocía.

Asintió, parpadeando seguidas veces y tratando nulamente de encontrar respuestas en su mente distorcionada.

—Yo.... No sé que porque estoy aquí.

Las cejas del médico se elevaron hasta la raíz de sus cabellos de plata—. Déjeme hacerle algunas preguntas de rutina, señor Wang.

—Adelante —concedió, ibhalando y exhalando a través de la mascarilla, obligándose a permanecer lo mas apacible que pudiese.

—Empecemos, ¿recuerda cuál es su nombre?

Fácil.

—Sí. Yibo. Me llamo Wang Yibo —respondió al instante.

—¿Cuándo nació y actualmente cuántos años tiene?

—Nací el 05 de Agosto y tengo 24 años por hoy.

—Va muy bien, señor Wang —le felicitó, pero Yibo no devolvió la sonrisa que le dio— ¿Vive aún con sus padres?

Doloroso.

Un grueso nudo se instaló en su garganta ante la simple mención. —No, mis padres murieron hace casi dos años.

—Me disculpo por remover viejas heridas, pero espero comprenda que solo intentó descartar una posible amnesia. —Yibo asintió con la cabeza, haciéndole ver que él entendía a la perfección— ¿Tiene usted hijos?

—Sí.

—¿Cuántos y que edad tienen, y no menos importante, cuáles son sus nombres?

—Tengo dos, mellizos. Wang Bao Yu es la mayor, y Wang Bao Ming es el mas pequeño. Actualmente tienen poco mas de diez meses —dijo y con una dulce sonrisa se instaló en sus labios, su lobo aulló dentro de su mente queriendo tener a sus cachorros en brazos y alimentarlos hasta que sus pancitas estuviesen muy redondas.

—Correcto ¿Está usted casado o tiene pareja?

Yibo se lo pensó por un minuto pero negó—. No.

—Ya casi terminamos señor Wang, no pierda la calma —ttanquilizó al ver que el Gamma intentaba retirarse la mascarilla una vez recuperó la movilidad — ¿En qué fecha estamos?

—Es 21 de diciembre.

Reacomodando sus redondas gafas, el viejo Alfa dejó sus anotaciones y le miró agudamente y directo a los ojos, provocando que tragara duro por el análisis innecesario.

—Se equivoca, señor Wang. Pero es comprensible debido a que se mantuvo inconsciente más tiempo de lo que se previó.

El corazón de Yibo se achicó en su pecho, temiendo de antemano la respuesta—. ¿Cuánto tiempo pasó desde que llegué aquí?

—Usted fue marcado por un Alfa y nos vimos incapacitados para hacer algo más en el estado en que se encontraba, así que tuvimos que inducirlo a un coma temporal en lo que drenavamos el veneno de su organismo. Desde ese entonces han transcurrido diez días.

Sus pupilas temblaron, atónicas—. ¿Diez... días?

—Sí. Pero no se preocupe, el peligro ha pasado y la mordedura se ha borrado por sí sola, no hay signo de marca así que, tranquilo.

Los fragmentos ocultos entre la sombra de su mente se esclarecieron y todo cobró sentido para él. La yema de sus dedos acarició su cuello y si, en efecto, no existía indicio de marca, siseó lleno de alivio.

—Gracias, doctor... —agudizó sus ojos— Chen.

—Es mi trabajo, señor Wang. Por lo pronto, hay alguien que está desesperado por verle —sonrió divertido—. Ya puede pasar, señor Xiao. Mi trabajo está terminado por hoy.

Una vez el médico se marchó, los ojos oscuros de Yibo se humedecieron rápidamente y alargó los brazos hacia el Alfa bajo el humbral de la puerta, dubitativo si era lo correcto entrar

Él no lo merecía en lo absoluto.

—Zhan-Ge, abrazame —le pidió en un tono que no pudo negarse, además, nunca lo dejaría sólo a partir de ahora. Eso seguro.

—Oh, Bo-di. No imaginas cuanto nos hiciste falta estos días, no existió día y noche en que nuestros hijos se la pasaran llorando, se me estrujó el corazón, créeme. Me sentí tan impotente por que todo fue mi culpa —dijo en medio de un roto sollozo, apretando contra su pecho la cabeza de Yibo que le miró desconcertado y con el rostro lloroso desde abajo.

—¿Por qué crees eso? —quizo saber, aferrándose a él tanto como pudo. Una ardiente necesidad de tenerlo para él y nunca permitir que se apartara de su lado se instaló en su pecho y lo instó a abrazarlo más fuerte.

Xiao Zhan acarició suavemente sus sedosos cabellos azabache y respondió en un hilo estrangulado—: Porque es la verdad. De no ser por mi falta de autoridad para contigo nada de lo que pasó hubiese acontecido, sin embargo. No me vi lo suficiente egoísta para prohibirte continuar trabajando pese a que te exigieron reposo absoluto durante un mes, cuanto me arrepiento de no haberte limitado pero, sentí que no era mi deber hacerlo cuando tú y yo no tenemos una relación aparte de la responsabilidad de cuidar de nuestros hijos como bien lo has recalcado.

—No es culpa tuya, es mía —reconoció al fin—. El día en que te confesé mis sentimientos y para mi asombro me rechazaste, el mundo entero dejó de girar para mi, pero, nada de lo que me dijiste se comparó con perder a mi madre el mismo día, y dos meses después, también a mi padre. Me quedé solo y al cuidado de Fan Xing, solo era un adolescente con grandes expectativas y que tuvo que lidear con un corazón roto al mismo tiempo que enteraba a sus padres uno detrás del otro ¡Fue espantoso!

Yibo se sentía con la justa seguridad para confiarle la mayor parte de su dolor... Un dolor que carga a cuestas desde hace dos años y que en ningún instante superó, únicamente escondió en algún lugar recóndito dentro de él por más tiempo de lo sano, haciéndole daño. Su pecho se siente demasiado pesado por la carga negativa que lleva y que necesita urgentemente compartir una parte de ella.

Y no hay mejor persona que el Alfa que le estrecha en sus brazos con un miedo que brilla en sus acuosos y rojizos ojos cafes claros, el miedo de perderlo para siempre sin que pueda amarlo como lo merece.

—Confieso que la primera vez que estuve en tu casa me pareció ver un altar conmemorativo, y aunque conoces lo curioso que soy, me contuve a preguntar —confesó Xiao Zhan, soltando un poco de su aroma al percibir el leve temblor de su cuerpo ir en incremento.

—Agradezco que no lo hicieras. De haberlo echo no se que locura hubiese echo. —Tomó una larga bocanada del aroma del Alfa y los movimientos irregulares de su pecho parecieron mitigarse—. Mis padres lo eran todo para mí, y el remordimiento de haberme separado de ellos y dejarlos aquí, en Luoyang mientras perseguía mi sueño aún me atormenta hasta la fecha.

Xiao Zhan plantó un beso tranquilizador en la cima de su cabeza y masajeó su espalda cuando una nueva y gigantesca ola de llanto retumbó ruidosamente en su pecho, empujándolo poco a poco al borde.

—No te martirices, Bo-di. Ellos deben estar muy orgullosos de ti y del hombre en que te has convertido.

Yibo se rió.

—¿Orgullosos de mí? No seas tonto, Zhan-Ge —soltó irónico, limpiando sus lágrimas en el abrigo acogedor y tibio de éste—. Los decepcioné como nadie en el mundo.

—No digas eso, porque bien sabes que es una estupidez —se separó de él y acunó su rostro pálido y lloroso, retirando sus lágrimas con sus pulgares en tanto le regalaba una sonrisa optimista—. Ellos están tan o mas orgullosos de lo has logrado forjar y de la persona luchadora e independiente en que te has trasformado. El dolor no te venció ni te echó cuesta abajo, todo lo contrario, te hizo mas fuerte de lo que alguna vez fuiste.

Yibo se sonrojó furiosamente ante sus dulces y placenteras  palabras.

—Zhan-Ge, por favor —lo empujó y desvió la mirada, apenado—. No seas tan adulador

—No estoy siendo adulador, sencillamente digo la verdad —repuso, cogiendo su rostro con una mano y obligándolo a mirarlo directo a los ojos, poniéndose muy serio de repente —. Yibo, las cosas van a cambiar a partir de ahora, así que, por favor, no quiero que me odies cuando solo trató de protegerte a a ti y a los niños.

Se relamió los labios e inquirió despacio—: ¿A qué te refieres cuando dices que las cosas van a cambiar?

Xiao Zhan depositó un cariñoso beso en su frente antes de alejarse y darle su espacio.

—Ya no vas a volver a esa casa, Yibo, tampoco trabajaras porque no estás en condiciones de hacerlo —sentenció con implacable severidad, Yibo abrió la boca para objetar pero lo silenció—, además, no te dejaré, al menos, hasta que los cachorros cumplan cinco años si es que aún deseas continuar trabajando. Pero a esa casa no regresas, ¡jamás!

—¿¡Pero quién diablos te estás creyendo!? —bramó con incrédula cólera, arrancándose la mascarilla de oxígeno de la cara y arrojándola a alguna parte de la habitación con brusquedad—. Escuchame bien, Xiao Zhan; tú no eres nadie para venir a ponerme reglas, mucho menos, creer ingenuamente que voy a ceder así de fácil. Es mi vida la que intentas controlar, y como es mi vida —hizo énfasis en lo último—, solo yo la controlo ¡Nadie más tiene el jodido derecho! ¿Te quedó malditamente claro o quieres que te lo repita hasta que te lo graves en la cabeza?

—Precisamente es eso lo que quería evitar —musitó bajito y cerró los ojos por unos segundos, tan exhausto por no dormir adecuadamente y dividido entre ayudar a su joven cuñado con el cuidado de los cachorros y cuidar al mismo Yibo—, pero ya veo que contigo no se puede razonar ¡Eres tan obstinado que no se que hacer contigo, Wang Yibo! Me pones de los nervios y me entran unas ganas enfermas de azotarte el trasero a ver si así te calmas y le bajas a tu drama.

—¡Tú no vas a tocarme un pelo, Xiao Zhan! —advitió señalándolo con el dedo, sus ojos fúricos retándolo con la mirada—. Así que aquí el que va a ir bajándole  su drama y a su tonito eres tú. No eres mi padre para decirme que tengo y que no tengo que hacer, ¡entiendelo de una maldita vez!

Se cruzó de brazos y se negó a mirarlo, tratando que entendiera la referencia y le dejase solo aunque muy dentro suyo su corazón y su lobo estuviesen en desacuerdo con su cabeza.

Xiao Zhan, derrotado, impuso mayor distancia y le dio la espalda.

—Tienes razón, no soy él, pero Yibo, se razonable. Tu no puedes regresar a esa casa ni mucho menos continuar trabajando después de lo que pasó, de lo que ese tipo te hizo.

—Voy a volver lo quieras o no —sentenció apresuradamente, posando sus ojos inexpresivos en los suyos—. Ahora vete, no quiero que estés más tiempo aquí.

Tirando de sus cabellos, el Alfa comenzó a liberar feromonas de auténtica furia— ¡Maldita sea, Wang Yibo! Ya no eres un cachorro, eres un adulto de veinticuatro años así que deja de hacer berrinche porque no está a discusión. Harás lo que te dije y punto.

—Sigue soñando —escupió, sus uñas presionando con vehemencia contra la piel de sus piernas.

—¿Acaso es cierto eso que te le insunuabas a tu jefe? —Yibo levantó la cara de golpe, pálido como la cera— ¡Contestame!

—¿Al señor Yang? —recibió un robótico asentimiento— ¡Por supuesto que no, te has vuelto loco! —ladró rechinando los dientes, queriendo ponerse de pie y abofetearlo por incluso dudar de él.

Y no es la primera vez que lo hace, y sus dudas le duelen tan hondo que siente su corazón ser traspasado a la mitad por la hoja de una espada filosa. No obstante, a una velocidad realmente abrumadora que los reflejos anesteciados del Gamma no lograron percibir, llegó hasta él y le tumbo en la camilla, inmovilizadolo entre su cuerpo y y esta.

—Sí, Yibo. Me has vuelto joditamente muy loco, y sabes una cosa —sopló contra la delgada capa de sus labios gruesos y secos que un anhelo irreprimible de humectarlos lo asaltó. Yibo se estremeció y dejó de dar batalla, limitándose solo a observar su tentadora boca con ojos hambrientos—, no me importa una mierda.

Y lo besó, Xiao Zhan lo besó dura y agresivamente hasta que el aliento les faltó, siendo correspondido de inmediato por un entuciasta y en desacuerdo Gamma que clamaba por mas. Lastimosamente, ese no era el lugar correcto para hacer nada, así que se bajó de la camilla y, en su lugar, se sentó en el borde de esta y tomó su mano.

—Cariño, por favor, deja el orgullo a un lado y ve por tu salud primero. No estás bien, has estado dos veces seguidas en el mismo hospital, necesitas reposar y dejar de trabajar. No lo hagas por mi, y si lo deseas tampoco lo hagas por ti, hazlo por nuestros hijos. Piensa que será de ellos si de tanto matarte trabajando acabas dos metros bajo tierra aunque ninguno de nosotros desee eso.

Yibo suspiró y asintió despacio, aceptando por fin que perdió la batalla.

—Está bien. Haré lo que tu digas —sus labios se curvaron en una sonrisa débil, conciente de los días aburtidos y asfixiantes que le esperaban, pero y se las apañaría para hacer algo motivador sin que el mayor lo supiera.

—Corrección, no harás lo que yo te diga, si no lo que tú necesitas. Ah, se me olvidaba —sonrió avergonzado por la reacción que tendría a continuación—, en cuanto te den el alta partiremos a Shanghái.

Ni bien terminó de decir aquello Yibo enfureció, lo golpeó con sus puños y lo corrió de la habitación entre gritos y maldiciones desquiciados, sin embargo, al día siguiente, cuando fue dado de alta, no puso ningún pretexto para no acompañar a Xiao Zhan a Shanghái y conocer a su familia y pasar con ellos el año nuevo lunar.

A decir verdad, estaba muy, muy aterrado, pero no flaquearía. Iba a demostrar de que estaba echo Wang Yibo, y de paso, marcaría su terreno con Xiao Zhan.

Hola queridos lectores, aquí está el capítulo atrasado, espero les guste, me costó mucho darle forma y aún así no me convenció al 100%. Una cosa más, el fin de semana habrá un capítulo más.

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

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