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✦╭ᵒ❧ Capítulo XIII: Aprendiendo a ser Padre. ✦╭ᵒ❧

—Yibo, por favor. No estás siendo serio conmigo, ¿cierto? —Xiao Zhan le miró por sobre uno de sus hombros con una expresión asustadiza y horrorizada.

—¿Qué te hace sacar esa absurda conclusión de repente, Xiao Zhan?

El Alfa, inmóvil y sudando frío frente a la hermosa y lujosa cuna de un blanco inmaculado con visibles incrustaciones de conchas marinas abrió la boca para decirle lo injusto que estaba siendo, sin embargo. Ni una sola palabra salió y, en su lugar, un profundo arrepentimiento saltó en su mirada porque él mismo se lo había buscando a pulso cuando se le cruzó por la cabeza despertar a su hijo de una forma no muy adecuada para su edad. Gritarle prácticamente al oído mientras lo zarandeada, angustiado que durmiese demasiado fue el empuje que necesitó para cavar él solo su propia tumba.

Eventualmente, no conforme con ello, y en tanto Bao Ming le reventó los tímpanos, le advirtió severamente que si no se callaba su “madre” —osea Yibo—no iba a regresar por él por ser un cachorro horrible y malcriado. Lo único que logró desencadenar con ello es que se alterara más y convenciera a su hermana de hacerle pasar juntos un mal rato y, de paso, dejarlo sordo.

Yibo, al recibir únicamente su silencio, continuó:

—No se de que te quejas. En primer lugar, este es el castigo más flexible que encontré para ti, así que lo menos que puedes hacer es agradecerme un poco y dejar de comportarte como si esto fuera algo del otro mundo. —Giró los ojos y tomó asiento en el borde la cama.

Su mirada desafiante y salvaje hizo tragar grueso a Xiao Zhan y levantar ambas manos en el aire en señal de paz. Aunque muy dentro de si, el Gamma se partía de la risa por la expresión desencajada que mantenía el Alfa.

—¡Está bien! —accedió, dándose finalmente por vencido, sus ojos demasiado abiertos y llenos de una mezcla de asco e incredulidad que Yibo casi lo compadeció. Casi, pero no lo hizo— ¡Voy a!

La verdad es que Xiao Zhan no sabía que rayos hacer ni como empezar.

Al único cachorro que alguna vez  contó con el infortunio de cuidar por un par de horas había sido al pequeño Cao Pei Xi, de eso hace ya muchos años; gracias a Dios no tuvo que cambiar sus pañales porque la niñera que su padre contrató llegó para hacerse cargo junto con él en el momento oportuno.

No obstante, aunque la sangre de su hermana mayor no corriese por las venas de A-Pei, si ella lo aceptó como su hijo tan fácilmente, él incluso pudo aceptarlo como su sobrino sin el menor percance. Pero todavía existía algo de resentimiento dentro suyo dirigido a su cuñado, Cao Xi Ge; el Alfa engreído y millonario que se creía el centro del universo solo por tener una posición admirable en la sociedad, pero Xiao Lu lo amaba con todo y sus defectos, así que matarlo y dejarla viuda y a la tutela de un adolescente rebelde y que tendía a perder el control por su peculiar naturaleza no sería muy justo que digamos.

—Ni siquiera veo que comienzes —aseveró Yibo, sacándolo de sus —no muy gratos— recuerdos.

Xiao Zhan se volvió hacia el Gamma que parecía estar haciendo un excelente trabajo facial para no evidenciar lo excelente que la pasaba a su costa. Agudizó sus ojos, tratando nulamente de ponerlo nervioso y romper en miles de pedazos la barrera de su indiferencia. Y una vez cayó en cuenta que ni tratando de intimidarlo funcionaría, agitó la cabeza con exasperación.

Sabiendo que perdió contra él, desafortunadamente.

De cierto modo, gracioso o no, injusto o no, Wang Yibo siempre se salía con la suya, y en vez de disgustarle por herir su ego al intentar manipularlo y doblegarlo en cada una de las circunstancias —sobre todo, siendo él un Alfa—, no podía molestarse en lo mínimo con él. Tampoco poseía la basta fuerza de voluntad para reprenderle, Yibo era así, y del mismo modo, lo aceptaba porque lo amaba con todo su ser.

Incluyendo a su carácter del demonio, se dijo ahogando una risa.

—Estoy yendo ahora, así que no me limites el tiempo o desistiré —lanzó una advertencia poco firme y que, por supuesto, tampoco causó efecto alguno en el contrario.

—¿En serio? —Xiao Zhan asintió, casi encogiéndose en su sitio por la intensidad de sus ojos negros—. Trata de probarlo entonces, Xiao Zhan.

Más que consciente que nada de lo que dijese haría cambiar de opinión al terco Gamma, inhaló y exhaló hondo en un intento de relajación; drenando de su sistema todo signo de inseguridad emocional e inconfundible pánico atascado en el centro de su garganta. La presión devastadora de sus labios a causa del torbellino de nervios que lo invadían de pies a cabeza se suavizó, y en un imprevisto arranque de determinación, extendió los brazos y sacó a Bao Yu de la cuna.

Eso si, sin apegarla a su cuerpo y solo sosteniéndola en el aire como quien sostiene a su adorada mascota que necesita un merecido baño con carácter de «urgente». Tragándose su propio desagrado por el hedor nauseabundo proveniente de su pañal sucio y que se filtraba por entre sus fosas nasales, revolviendo su estómago.

Debo ser fuerte y demostrarle a Bo-di que puedo ser un padre incomparable y un excelente compañero, se recordó con una soñadora sonrisa, pero con los dedos helados y trémulos por su inexperiencia en este determinado campo.

Y la escrutadora mirada que Yibo le lanzaba como dagas filosas no ayudaba en nada.

Estando a una distancia considerable para no ahogarse con el olor que desprendía, la cachorra le miró con sus grandes ojos rasgados y de un tono café claro, un espejo inédito de los suyos y los de su mellizo. Algo en su mirada amigable y comprensiva le hizo sentir menos nervioso, pero no menos torpe. Le sonrió paternalmente y le picó con los pulgares el par de rechonchas mejillas, obteniendo de su parte una tierna sonrisa de encías y dos diminutos dientes de leche asomándose al frente.

Maravillosamente perfecta, casi sollozó de la sensibilidad que le producía.

A estas alturas, todavía creía un sueño el tema de su paternidad. Un sueño ireal que una sola vez en la vida añoró despierto, mas específico, cuando Yibo era su alumno favorito y la verdad de su naturaleza se mantenía oculta, sin alcanzar la bonita relación que tejían con el paso de los días.  

—Xiao Zhan. —La voz severa de Yibo se escuchó detrás de su espalda rígida como una tabla.

Pegó un brinco que hizo reír a Bao Yu, quien comenzó a removerse entre sus manos como un dulce e inquieto gusanito; divertida con la cara blanca como un papel de su padre y queriendo alcanzarlo con sus pequeños y gorditos dedos.

—Sé. Tengo prohibido tocar sus mejillas si no deseo que desaparezcan en un determinado futuro. Despreocupate, no lo haré de nuevo —recitó la misma frase gastada con la que le salía Yibo tras intentar picarle sus grandes y tiernas mejillas en el pasado.

Esbozó una sonrisa amorosa y cálida que, lejos de dar seguridad a éste, solo le hizo negar con la cabeza.

Derrotado.

—Eres una verdadera calamidad, Xiao Zhan.

—¿Porqué? —Sus cejas se juntaron, intrigadas.

De inmediato, Yibo hizo una mueca de repulsión; el hedor a pañal sucio viajó hasta su sensible nariz, pero la cubrió antes de que le atacaran las náuseas y le mostrara una imagen no muy agradable de él al Alfa.

Divertidamente, Xiao Zhan no lidiaba solo con las arcadas.

—Solo apresúrate. O de lo contrario vas a causarme mas problemas de los que ya tengo con la señora Yang. A la que no creo que el repugnante olor a mierda esparcido por su preciada mansión le haga mucha gracia —expresó un irritado Yibo poniéndose en pie y limitándose a ser solo un espectador.

Xiao Zhan colocó con extremo cuidado a Bao Yu sobre la suavidad de la cama, temiendo romperla o algo si la sujetaba mal. Se le revolvió el estómago otra vez e intentó contener el aliento por el tiempo que durara el horrible castigo que el Gamma le impuso sin una pizca de consideración; pero para su sorpresa, éste liberó un poco de su aroma dulzón, haciendo un poco mas tolerable el ambiente.

Lo agradeció en silencio. 

—¿Qué clase de problema tienes con Mi-jie? Ella es un amor de persona, es solo cuestión de abrirte espacio y tomarte la oportunidad de conocerla a fondo.

Alcanzó el pequeño empaque de pañales, dándole una mirada expectante a Yibo al notar que solo quedaban los necesarios.

Yibo evadió el interrogatorio mudo y se posisionó al otro extremo de la cama. 

—La señora Yang es una maldita arpía a la que a veces me dan ganas de estrangular, y no estoy exagerando ni nada —alegó Yibo con inconfundible odio. Xiao Zhan detuvo de golpe sus movimientos y le lanzó una mirada incrédula. El trajesito de su hija quedó medio abierto— ¿Qué?

—Olvídalo.

No valía la pena, Yibo odiaba retractarse con alguien como odiaba su naturaleza, y siendo un maldito orgulloso era de esperarse su respuesta.

El Gamma enarcó una ceja, su nariz se frunció y su boca se apretó todavía más. Sus profundos ojos negros ahondando en los cafés claros del Alfa se volvieron mas oscuros, casi desquiciados. El recuerdo insuperable de su jefa y éste besándose lascivamente en el sillón del living le retorció el estómago y sintió la bilis subir por su garganta, pero la curiosidad de saber el tipo de relación que ambos tenían pudo mas y no se permitió tirar la toalla por muy dictador sonara.

—Habla —rugió, apretando los dientes y sin romper el contacto visual.

Xiao Zhan pasó saliva y estuvo tentado a retomar su castigo si eso significaba no enfrentarse a él en ese estado de enfurecimiento, pero él siempre fue débil y muy complaciente en tanto a Wang Yibo se refería.

—Escucha, no puedes... —tomó una bocanada de aire y continuó—, Mi-Jie no es quién la mayor parte que la conoce cree. Ella solo... es demasiado complicada para la mayoría.

Yibo se rió.

—¿Complicada? ¿¡Perdiste la cabeza!?

—No, no lo hice. Y no es correcto que andes por allí juzgando a la gente cuando ni siquiera los conoces. Mi-Jie es una gran mujer, únicamente es demasiado misteriosa que se vuelve inevitable llegar a una conclusión errónea —explicó Xiao Zhan con clara seriedad, rompiendo el duro enfrentamiento de miradas desafiantes y acabando por sacar a Bao Yu fuera de su conjunto amarillo.

—Una mujer de su calaña no se tienta el corazón, mucho menos, es capaz de sentir empatía por alguien — afirmó Yibo, cegado por algo que no estaba dispuesto a reconocer ni aunque le cortaran el cuello.

—¿Porqué piensas así?

—¿Perdón?

Xiao Zhan arrugó la nariz en el instante que abrió el pañal de Bao Yu y se topó con su desastre; alargó una mano y alcanzó las toallitas húmedas y el talco, desparramando un poco de todo en las sábanas blancas. Tomó valor y comenzó a limpiarla ya no por obligación, si no mas bien por amor.

Wang Bao Yu era su hija, sangre de su sangre y carne de su carne, ¿porqué no disfrutaría cuidar de ella?

Absurdo.

—¿No vas a responder? —Yibo continuó colmando su paciencia, pero no se hallaba dispuesto a explotar y darle el gusto de sacarle de sus casillas.

—¿Qué quieres que te responda, Yibo? —preguntó con toda la calma posible, una sonrisa triunfante decoró su semblante al ver el resultado obtenido con sus miserables habilidades paternales.

Asintió para si mismo, complacido.

—¿¡Qué relación tienen tú y la arpía de la señora Yang!? —Yibo exigió una información que no le compete. Y lo sabía, pero sus celos no escuchaban razones.

¡Suficiente!

Eso fue todo. La paciencia del Alfa arrebasó todo tipo existencial de límite.

—¿¡Qué demonios te pasa, Wang Yibo!? ¿¡Dónde está el chico del que me enamoré y con quién tuve la dicha de tener a dos hermosos angelitos!? Porque sinceramente, la persona que está frente a mi es un total desconocido —dijo con impetuosa decepción.

Yibo agitó violentamente la cabeza y feromonas de rabia, odio y tristeza llenaron el ambiente en un veloz parpadeo, alterando a los mellizos y acrecentando la molestia en el Alfa. Cuando éste le riñó con la mirada instándolo silenciosamente a marcharse, él se cruzó de brazos y rechinó los dientes con tanta fuerza que las encías le escocieron.

Su terquedad era insoportable, y Xiao Zhan debía lidiar con ella si aún le quería en su vida para siempre.

—¿Qué que me pasa? ¿¡Me preguntas a mi qué me pasa cuando lo único que has echo desde que decidiste aparecerte en nuestras vidas es mentirme a la cara!? Y si piensas qué sigo siendo ese adolescente estúpido y ciego que conociste vete bajando de tu nube. Esto que vez aquí —se golpeó el pecho con los dedos, las lágrimas surcaron sus ojos y se abrieron camino por su rostro—, es lo que tú, ¡si Xiao Zhan, lo que tú malditamente hiciste! Lo que ahora soy es la mejor de tus creaciones, así que, ¡felicidades!

El sonido de aplausos secos y sollozos lastimeros hundieron el corazón culposo del Alfa y lo hicieron sentir el mayor de los imbéciles.

Tan mezquino y cruel que tuvo la cobardía de desgarrar y hacer añicos el alma de la persona que amó y amará por el resto de su existencia, y no conforme con eso, aplastó su autoestima e hizo de él un muñeco sin vida, carente de luz propia.

—Yibo, por favor. No me recuerdes la escoria que fui —le suplicó una vez que devolvió a su hija a la cuna. Tenía la vista borrosa, un nudo en la garganta y un huracán de sensaciones depresivas tratando de hundirlo en la profundidad del abismo.

—¡No hables en pasado, Xiao Zhan! Se consciente que sigues siendo una escoria en mi vida ¡Una vil escoria a la que quiero con creces fuera de! —gritó tremulo de resentimiento.

Que le echara en cara la mala persona en la se transformó fue lo peor que el Alfa pudo decir.

No sabes una mierda, Xiao Zhan, pensó Yibo, mirándolo con dolor.

Él no quería herirlo, a él mas que nadie, pero, era tan injusto que no podía evitar recalcarle unas cuantas verdades aunque se rompiesen en partes iguales. 

—Bo-di.

—¡Álejate de mi, Xiao Zhan! Eres la última persona a la que deseo cerca ahora —dijo con inestable seguridad.

—No digas eso, por favor. Bo-di, me estás lastimando. Mi único deseo es que tú, los cachorros y yo podamos construir esa familia que planeaste en un pasado, ¿lo recuerdas? —Xiao Zhan comenzó a acercarse hasta él, sus manos al frente sudaban y temblaban de impotencia por verle en aquel estado alarmante.

Yibo no había olvidado el dolor de su rechazo, solo lo empujó en el remolimo del olvido y se empeñó en ignorarlo por demasiado tiempo de lo insano.

Y, lamentablemente, su resentimiento le pasaba la factura completa ahora, Xiao Zhan quería tanto ayudarlo a sanar su corazón... ese mismo corazón que pizoteó e incrustó millones de culchillos hasta que el Gamma a mitad de la agonía marcó distancia y recogió los últimos de sus pedazos agonizantes, desapareciendo de su vida por los cinco meses posteriores para nuevamente dar señales de vida un día inimaginable, y luego, solo silencio.

—Recuerdas la ilusión con la que hablaste ese día, recuerdas... el secreto que me confiaste cuando llevábamos todavía un mes de acercamiento —habló con la voz en un hilo.

Yibo se agarró el pecho, justo en la zona determinada donde el órgano que le permitía vivir se encontraba; latiendo con indudable terror y desconsuelo. La confianza que una vez le concedió al Alfa se hallaba rota, completamente despedazada; los hilillos desilachados tendrían que coserse de nuevo para que él sanara y apartara de si el fantasma de los recuerdos.

De no hacerlo él se volvería indudablemente loco, lo presentía.

—Hago. Yo... —tratamudeó y, por un instante, casi se derrumbó, pero un solo vistaso a los ojos preocupados de Xiao Zhan bastaron para no hacerlo—. Ese día te... te dije que soñaba con formar una familia completa. Mi mayor sueño aparte de convertirme en el bailarín mas apremiado de China era llevar en mi vientre a gemelos, aunque al final fueron mellizos, los acepté porque eran parte de mi. Pero, pero...

—Lo siento, Bo-di. Siento no haber cumplido una parte de la cláusula —se lamentó Xiao Zhan dándole alcance y envolviéndole entre sus brazos sin intención de dejarle ir nunca mas.

El Gamma se aferró a él con ahínco y enterró su rostro lloroso en el hueco de su cuello, Xiao Zhan ejerció mayor presión en su cintura, apretando sus cuerpos uno contra él otro como si fuesen dos piezas de un rompecabezas.

Porque al final eso eran. Eran dos piezas de distintos rompecabezas, imposibles de encajar, pero no imposibles de amarse.

Xiao Zhan lucharía por su amor, ahora más que nunca lo haría. Porque el Gamma necesitaba sanación y aceptación; amarse a él mismo era solo el comienzo del largo sendero.

—Entonces hazlo —dijo la voz ahogada de Yibo de pronto, cogiéndole por sopresa.

—¿Hacer qué, Bo-di? —No hubo respuestas. Inhaló hondo y se permitió el placer de deleitarse con el delicioso aroma del Gamma, enterró la nariz en la cima de su cabello y olisqueó, queriendo mas de él—. No seas tímido.

En reacción, recibió un suave golpe en el pecho.

Se quejó, y aunque Yibo tenía serias intenciones de sacarle el aire no pudo cumplirlo, el Alfa le puso prácticamente de puntillas contra su firme y masculino pecho y apenas y podía respirar.

—Tímido mi trasero —masculló con el rostro ardiendo y a punto de explotar.

Xiao Zhan se mordió los labios y adoró el tono rosa que sus orejas adquirieron, sintió su aroma volverse mucho mas dulce y tarareó.

—Tienes razón, tu trasero si que es tímido, pero... —se detuvo antes de que dijese algo incorrecto y que incomodara a Yibo.

—¿Pero..?

—No importa.

—Xiao Zhan, puedes continuar. Prometo que no voy a enojarme contigo.

—Mmm. No se si puedo confiar en ti. —Ante esas palabras, el contrario se tensó y Xiao Zhan lo sintió, así que de inmediato argumentó—. Siendo sincero, tengo miedo de acabar sin descendencia por tu culpa.

Rió.

—¡Eres un tonto! —quiso alejarse pero el Alfa se lo impidió y una de sus orejas quedó sobre su corazón, el palpitar acelerado le hizo estremecerse y casi restregarse contra él y marcarlo con su aroma para que todos supieran que ya tenía dueño.

No lo hizo, pero no fue impedimento para que soltase un poco de su aroma y lo perfumara sin que lo notara.

—¿Por qué, según tú, soy un tonto? —cuestinó Xiao Zhan, colando un par de dedos dentro de su camisa blanca y acariciando la piel de su cintura.

Se estremeció ligeramente cuando, al hacerlo, una corriente de electricidad le atravesó la espina dorsal y mandó al tacho de la basura su vergüenza.

—Porque jamás te dejaría sin descendencia, planeo darte cinco o quizás seis cachorros mas a futuro y si te la quito no podrás poner tu semilla dentro de mi y hacer ese sueño realidad —soltó sin escrúpulos haciendo que los ojos de Xiao Zhan se desorbitaran y sus pupilas temblaran.

Atónicas.

Su principal intensión era abochornar al Alfa y dejarlo enmudecido como para comenzar a fastidiarlo, él no esperó que con su lengua sucia obtuviese todo lo contrario.

—Tú, estás... —intentó nulamente empujarlo al notar la dureza de su sexo golpeando contra su vientre, sediento de algo que se prohibió tener de nuevo.

—¿Exitado? Sí, lo estoy, bâobéi.

Yibo soltó un grito histérico cuando Xiao Zhan le asió de las muñecas y le empotró fiera y bestialmente contra la pared mas cercana. Un cuadro autografiado donde el rostro de un cachorro sonriente se apreciaba se descolgó y cayó al suelo, estrellándose contra el piso en un ruido estridente.

—Qué... ¿Qué crees que tratas de hacer? —le exigió saber, respirando irregularmente y mirándole directo a los ojos, lujurioso.

Se relamió los labios, y los ojos repletos de deseo puro de Xiao Zhan cayeron sobre ellos.

—¿Tú qué crees?

—No lo se, Xiao Zhan. Dímelo tú —susurró con coquetería.

—Mejor voy a demostrartelo.

Xiao Zhan acortó la distancia casi nula que los separaba y estrelló la hoguera de su boca contra la igualmente desesperada del Gamma que le pasó los brazos detrás del cuello con fervorosa necesidad. Los delgados y sensuales labios le hicieron sentir a Yibo una ardiente punzada de placer que puso a temblar sus piernas como si fueran gelatinas, se le inflamaron los pezones y el deseo dormido dentro suyo crepitó y se volvió insoportable. 

—Sí, demuestrámelo —lloriqueó cuando el oxígeno se les agotó y el sonido de sus respiraciones agitadas fue lo único que se oyó.

Sorpresivamente, los mellizos estaban muy silenciosos.

—No creo que sea el mejor... —fue silenciado por los hambrientos labios de Yibo quien le atrajo hacia su rostro y puso a prueba el límite de su cordura.

Los labios voluptuosos del Gamma fueron abiertos por una lengua húmeda y ávida que tocó su puerta y le hizo perder el dominio. En tanto la lengua saqueó a su gusto su cálido interior él gimió y sus manos subieron, desesperadas a su cabello, donde sus largos dedos se abrieron y se enterraron en la textura suave de sus hebras.

Xiao Zhan coló una de sus piernas entre el medio de las suyas y se arqueó, enfebrecido de deseo, sin embargo, el conocido chirrido de la puerta abriéndose los separó, asustados y con los labios hinchados.

—¿Joven Wang? ¿Qué está pasando aquí? —cuestionó una voz masculina, enfurecida.

Yibo apartó de golpe a Xiao Zhan por instinto de supervivencia y se cerró la camisa abierta con las manos heladas.

—Se... Señor Yang.

Hola queridos lectores, aquí está el capítulo ¿Qué les pareció?

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

🌙Yessie.

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