
✦╭ᵒ❧ Capítulo III: Reencuentro y una Verdad Insólita. ✦╭ᵒ❧
—Ha pasado mucho tiempo, Wang Yibo —dijo Xiao Zhan con un grave tono en su voz.
Yibo asintió robóticamente, su hermoso rostro decorado por un par de oscuros ojos rasgados, nariz respingada, mejillas sonrojadas y labios voluptuosos palideció desde la punta de sus pies hasta la raíz de su cabello azabache.
Estaba demasiado aturdido y demasiado impresionado de tenerle frente suyo como para reaccionar. Todo parecía ser una ilusión, o una absurda y patética broma del destino.
Pero no lo era.
Él estaba allí, en carne y hueso.
Su sedosa voz... angelical, cálida y masculina le mandó una ola de recuerdos que le hicieron estremecerse como una desprotegida hoja al final del otoño.
—Sí, algo —le respondió una vez se vio liberado del leve shock en el que se adentró momentáneamente.
Tenía un nudo en la garganta y un maremoto de emociones queriendo filtrarse por los bordes de sus ojos vacíos, empeñado en empujarle a los brazos del Alfa una vez más.
Tal y como alguna vez sucedió en el pasado, pensó amargamente.
—Y bien, ¿por qué estás aquí? —Xiao Zhan volvió a preguntarle sin intenciones de quitar el dedo del renglón hasta obtener una respuesta contundente.
Yibo suspiró hondo.
Su dormido lobo comenzó a mover la cola, eufórico, aullando a la luna como si esta le hubiese regresado algo que atesoraba con el alma, y el mismo que decidió irse de sus brazos antes de que su historia juntos tuviese un digno inicio. El aroma del Alfa, lejos de disgustarle y acrecentar su resentimiento, solo pareció estar mandando una paz y relajación que hace mucho no obtenía.
Volver a verle de nuevo significó un momento maravilloso y especial para su animal interior. Lástima que para él solo haya significado caer en un abismo de dolor, vergüenza e impotencia... el mismo abismo en que cayó y estrelló sin misericordia tiempo atrás.
Hasta tocar fondo.
Sí.
—¿Por qué quieres saberlo? —no pudo evitar sonar herido y resentido.
Sus palabras hirientes todavía resonaban en su cabeza durante la calma noche; se enfrentaba solo día a día a una sociedad cerrada que repudiaba a los dos rangos más bajos de la cadena jerárquica sin la menor explicación lógica.
Los Deltas y Gammas se caracterizaban por su fuerza, poder, belleza e inteligencia, siendo prácticamente una dura amenaza para el resto de las castas, Alfas y Omegas en específico. Aún que, como todos, poseían un punto de debilidad; su personalidad pasiva-agresiva que los volvía insoportables.
Y fue tan crédulo al pensar que alguien como Xiao Zhan —y nada menos que un Alfa— aceptaría sus sentimientos sin la menor oposición.
Estúpido, se maldijo internamente.
—Vamos, Yibo. Ha pasado un tiempo, ¿no me digas que todavía no lo olvidas? —Xiao Zhan soltó una pequeña risita, levemente divertido por estarse comportando de ese modo cuando ya no era un adolescente soñador e ingenuo.
Yibo apretó los labios en una tensa línea recta.
Las ganas de golpearlo le invadieron de repente, pero se resistió a ceder a un impulso egoísta e infantil. Después de todo, el Alfa no estaba comprometido a aceptarle únicamente por que se enamoró locamente de él.
No.
Comprendía ese punto ahora.
Fue en verdad una pena que su yo adolescente no lo hizo, dejándose arrastrar por la furia y humillación a causa de un corazón roto y un rechazo que le caló el alma. Marcándolo para siempre tras cometer estupidez tras estupidez cegado por el dolor en ese entonces.
Los ojos se le cristalizaron, y notó como su garganta se cerraba.
Creyó, en verdad creyó que después de lo sucedido entre ellos finalmente podía olvidarle y seguir su vida sin su fantasma. No obstante, su regreso pareció traer una respuesta inimaginable para él, y quizá, la misma que se negó a aceptar más por el resentimiento que albergaba hacia el Alfa que por otra cosa en general.
Xiao Zhan silbó al observar su expresión desolada y endurecida por la desconfianza que él mismo implantó en el Gamma.
—¿De verdad no lo haces? —cuestionó con los ojos abiertos de par en par, incrédulo.
Yibo se tragó las lágrimas que burbujeaban en su garganta, queriendo salir, queriendo mostrarse ante Xiao Zhan y hacerle ver lo mucho que sus palabras duras y severas lograron infringir en un chico de veintidós años que tuvo la desdicha de soñar demasiado alto y anhelar una vida feliz a su lado.
Después de todo, un Alfa no podía estar junto a un Gamma, y eso era obvio en la sociedad actual en la que vivían.
Fantaseó con una vida imposible, y como consecuencia tras el eminente rechazo, todo él se vino abajo.
—Eso no te incumbe —alegó mirándolo con ojos duros y penetrantes—. Y si no tienes nada más que decir, por favor, retírate.
El Gamma se dispuso a cerrar la puerta en sus narices y volver a sus labores, pero una fuerte mano la golpeó en un ruido sordo haciéndolo dar un leve salto hacia atrás.
—Si crees que te vas a librar de mi tan fácilmente estás muy equivocado, Yibo —gruñó el Alfa cerrando tras de sí una vez hubo entrado a la mansión.
Retrocedió, deseando con todas sus fuerzas desaparecer.
—¿Qué buscas, Xiao Zhan?
Con una sonrisa socarrona, Xiao Zhan respondió—: No estarás pensando demasiado, ¿cierto, Yibo?
Yibo se mordió la lengua con tanta furia que el sabor metálico de la sangre se impregnó en su boca.
Inhaló hondo y se recordó que, pese a su corta edad, él había crecido y madurado gracias a esa dolorosa experiencia. Si algo tenía que agradecerle al Alfa, era haberle abierto los ojos y bajarle de esa nube de fantasía en la que se montó solito.
—No lo hago —farfulló entre dientes. Cada célula de su cuerpo estaba alerta ante cualquier movimiento del Alfa frente a él, observándole con cierta incomodidad y curiosidad.
Un silencio nada grato cayó sobre ambos.
Y a través de la intensidad de su mirada, Yibo se permitió devolverse al pasado, justo el día en que sus caminos, inesperadamente, chocaron.
Wang Yibo amaba el baile como a su vida misma, la música corría por sus venas tan como lo hacía la sangre, impulsándole a moverse al frenético y contágiante ritmo, pero su sueño de convertirse en un reconocido y apremiado bailarín no siempre fue posible gracias a su naturaleza ‘frágil'. A los cinco años, inesperadamente se presentó como un Gamma en una rama familiar de puros Alfas y Omegas, trayendo no solo sorpresa y conmoción, si no también, el triste y doloroso rechazo de su propia sangre.
Su madre, una amorosa y alegre Omega de cabello castaño y ojos negros se vio empujada a abandonar su hogar junto a su Alfa —su padre—, un hombre de cabellos azabache e igualmente ojos negros; valiente y de mentalidad abierta, y quien a pesar de la peculiar naturaleza de su primogénito no la dejó sola y, juntos, emprendieron huida a Luoyang.
Conforme él fue creciendo, adoptó una personalidad opuesta a la de un Gamma, pasando desapercibido y siendo confundido muchas veces como un tierno y bonito Omega.
No obstante, al cumplir los quince años, su primer celo llegó fuerte y duro. Desde entonces, Yibo nunca olvidó su verdadera naturaleza, una que, tras su amor por el baile, decidió mantener en el anonimato aún a costa de las protestas y negativas de sus padres.
Xiao Zhan llegó a su vida una mañana de primavera, en la que Yibo sentía su corazón querer salirse de su propia boca, tenía el pulso acelerado y un terrible nerviosismo recorría su cuerpo de arriba abajo.
—Lo siento, perdón. Llego tarde —se disculpó ni bien puso un pie en el salón de baile, ofreciendo inquietantes reverencias destinadas al docente frente suyo.
Yibo jamás había estado tan nervioso en su corta vida, mucho menos, cuando fue aceptado en la academia cuatro años atrás; ese día, no hubo cabida para la preocupación e incertidumbre, mucho menos, para pensar negativamente.
No cuando el pase a sus sueños estaba a punto de emprender vuelo.
Mantuvo la reverencia intacta, su cabeza colgando en el vacío, sus palmas sudorosas aferradas a su uniforme de colegio y sus irritados ojos clavados en unos ilustres zapatos negros.
Se mordió el labio inferior, ahogando el nudo de ansiedad que le revolvía el estómago. Y la misma ansiedad de la que no encontraba punto de partida, sobre todo, cuando su lobo saltó de repente dentro suyo y comenzó a gimotear como un loco.
Una suave y melódica risa se escuchó.
—Tranquilízate un poco, chico. Aquí nadie va a castigarte —le aseguró una voz profunda y cálida que le hizo sentir seguro y protegido por alguna razón inexplicable.
Yibo levantó la cabeza de golpe, profundamente movido por una latente curiosidad de conocer la identidad del hombre, quien, a juzgar por su intenso aroma a Vodka y lluvia, lo reconoció como un Alfa.
Sus ojos negros se encontraron con los del contrario, mirando dentro del interior de ese pozo de brillantes y júbilo casi con la boca abierta.
¡Dios mío! Que rostro más hermoso, pensó sin dejar de mirarlo con un adorable sonrojo en sus mejillas.
El Alfa era irresistiblemente apuesto, su rostro parecía tallado por los mismos dioses y su mirada se encontraba cargada de una mezcla peculiar de bondad e intriga.
—Yo... ¿Quién eres? —inquirió por instinto.
Cuando cayó en cuenta de sus palabras ya fue tarde, la pregunta estaba formulada y no le quedaba de otra alternativa más que aferrar sus pies a la tierra y aguardar por un severo castigo.
¡Que estúpido era!
El guapo Alfa delante suyo no era otro más que el nuevo docente.
Cerró los ojos, pero lo único que obtuvo fue una suave y tranquilizante caricia en su cabello desordenado por la apresurada carrera en llegar a clase.
—Soy Xiao Zhan, y a partir de hoy seré su nuevo maestro de baile ¿Y tú eres...? —dejó las palabras colgando.
Yibo inhaló y exhaló hondo, intentando serenarse y controlar su descontrolado corazón pulsando contra su pecho de una manera nunca antes sentida. Su lobo descontrolado le suplicaba darse media vuelta y echarse a correr al sitio más oculto, lo cual no era una sorpresa.
Él estaba en celo, y se veía obligado a lidiar con los síntomas por seis días dos veces al mes y con la ayuda de supresores para mitigar sus feromonas de excitación.
—Yi... —aclaró su garganta—. Yibo. Wang Yibo.
—Un gusto entonces, Wang Yibo —dijo el Alfa, retirando su toque de sus cabellos como si recién hubiese caído en cuenta de su vergonzosa condición.
Algo imposible, claro.
Tragó saliva, incapaz de enfrentarse a esa mirada profunda que todo él se desarmaba y reducía a una bola de extraña histeria.
Ante su silencio, Xiao Zhan continuó—: Veo que eres de pocas palabras.
Asintió, avergonzado de su propio cuerpo cuando expulsó un chorro de lubricante, humedeciendo su pantalón, menos mal que el saco le quedaba grande y cubría lo necesario.
Yibo se puso rojo como una cereza madura.
—Soy —alcanzó a balbucear a duras penas, reservando su calor para sí mismo.
Nadie más podía olerlo gracias al supresor que tomó hace una hora, y muy en el fondo, lo agradecía.
Xiao Zhan profesó una exclamación que rayaba a lo dramático.
—¡Aiya! Cómo puedes ser tan tímido y no mirarme, ¿acaso te parece que soy feo?
Yibo sintió su sangre calentarse el triple de lo que ya estaba. Sus pulsaciones enloquecieron y un abrazador fuego le embargó de la cabeza a los pies.
Qué... ¿Qué demonios está pasando?, se preguntó, inmóvil y destinado a soportar la quemazón de su celo.
Increíblemente, él supresor no estaba siendo de mucha ayuda, lo que resultaba un gran enigma para él. Nunca existió un fallo en el medicamento, siempre cubrió su calor y eso le bastó por mucho tiempo. De pronto, el peso de una tibia mano sobre su hombro izquierdo le sobresaltó lo suficiente que acabó por golpearle la palma con incomprensible furia.
Yibo se fue para atrás, su actitud esquiva y recelosa alejó al impresionado Alfa que durante algún lapso de tiempo se quedó sin palabras.
Finalmente, Xiao Zhan carraspeó en un intento de disipar la incomodidad, por el rabillo del ojo, observó los rostros curiosos de sus alumnos, atentos a la conversación. Se reprendió por ser tan sociable y ponerse a conversar a media clase con uno de sus alumnos.
No estaba bien.
—Lo siento, me doy cuenta que tampoco te gusta el contacto físico. Anda, únete ya a la clase de una vez, pequeño Omega —alentó Xiao Zhan con una sonrisa de dientes.
El oxígeno escapó de sus pulmones.
Volvió su vista a esos ojos cafés claros y asintió a duras penas con los dientes apretados y los puños cerrados en torno a su pantalón escolar.
—V... Voy a —accedió comenzando a caminar hasta su lugar correspondiente.
La nuca le ardía, como si alguien estuviese mirándole a la distancia, y a pesar de sus sentidos adormecidos, supo que se trataba de Xiao Zhan, su nuevo maestro.
Un chorro más de lubricante salió.
Yibo se quedó a medio camino, rígido como una tabla y con los ojos desorbitados.
—¡Espera, Wang! ¿A dónde...? —Xiao Zhan no alcanzó a terminar, Yibo pasó corriendo a su lado como alma que lleva el diablo y desapareció por entre los pasillos de la institución—. Oh, es eso.
Incómodo, se volvió hacia al grupo. E, instintivamente, inhaló una larga y embriagante calada de ese delicioso aroma a peonías y durazno.
Ese Omega apesta a hormonas, sopesó sudando frío.
Aún que esto último, el Gamma oculto jamás lo supo.
Regresando al presente, Yibo enjugó con sus largos dedos un fino hilo de lágrimas que, sin saber, soltó mientras permaneció absorto en el pasado.
—Yibo, yo... ¿Te hice en verdad mucho daño? — Xiao Zhan preguntó de la nada.
Volvió su mirada vidriosa al Alfa, no sabiendo como tomarse ese inesperado arrepentimiento.
—¿Por qué te importa ahora? —agitó la cabeza—. Si lo hiciste o no, ya no tiene la debida importancia. El daño es irreparable.
Xiao Zhan suspiró, comenzando a exasperarse con su renuencia a sincerarse con él, sin embargo ¿Qué otra cosa podía esperar cuando, en un arranque de cólera destrozó sin pensar las ilusiones y la sonrisa de aquel dulce chico?
Y es que enterarse de su naturaleza fue lo peor que pudo ocurrir.
Él incluso estaba pensando en pedirle cortejo, pero todo se vio arruinado por las mentiras de Yibo.
Se había enamorado de un Gamma y no poseía medios para cambiar los sucesos. Cegado por la repulsión y el coraje hizo lo que hizo, e indudablemente, acabó por alejarlo de su lado y su vida para siempre.
O bueno, eso fue lo que en su momento pensó, cinco meses después de su desaparición mientras se emborrachaba con Jackson en algún bar de mala muerte, despertando más tarde en una cama de hotel completamente revuelta y el ambiente rodeando en una rara mezcla de; peonías, durazno, vodka y lluvia, aunado al hedor del sudor y el sexo.
—Yibo, escúchame un momento, por favor —le pidió, dando un paso adelante.
No obstante, el Gamma colocó ambas manos al frente en modo de defensa y le retó con la mirada oscurecida de odio… Un odio que fue alimentando día a día aún en contra de sus deseos.
—Olvídalo, Xiao Zhan. Tú y yo no tenemos nada más que hablar —dictaminó enfurecido y enloqueciendo de añoranza por dentro.
Cuanto daría por romper la corta distancia que los separaba y lanzarse a sus brazos como antes lo hizo sin el menor reparo.
A veces, cuando se sentía muy solo, soñaba despierto con esa época en que todo estaba lleno de vívidos colores, y la desilusión y tristeza no figuraban en su entorno.
Huir de Xiao Zhan tras su rechazo y negarse a regresar a la academia acabó de apoco con su cordura, la inesperada muerte de sus padres, uno detrás de otro, le colocó al filo de abismo. Y en un arranque de impotencia y odio con el destino cruel, salió de casa una lluviosa noche para enterarse un mes después que estaba en estado.
—Tenemos, Wang Yibo ¡Por supuesto que tenemos! —puntualizó Xiao Zhan mientras arrastraba sus dedos por su cabello, ofuscado y desesperado por que escuchase su versión de los hechos.
Pero Yibo había sufrido lo suficiente y aprendió a cerrar las puertas de su corazón por temor a venirse abajo otra vez.
No quería sentir dolor.
Ya no.
Dolía demasiado para soportarlo.
—Vete de aquí de una vez por todas, Xiao Zhan. Y si puedes, encárgate de no regresar. Nunca —sentenció Yibo con una indiferencia que apuñaló el corazón del Alfa.
—¿Qué estás diciendo, Bo-di? —Desesperado, le dio alcance y posó sus manos sobre los delgados hombros del Gamma.
Yibo se contuvo a la irresistible tentación de llenarse los pulmones con su adictivo y rico aroma.
En cambio, afiló su mirada y levantó el mentón en lo alto, dándole cara como si su presencia no representara ya más nada para su lobo y él.
Que gran mentira.
—Te prohíbo que me llames así —le ordenó, trémulo bajo el toque reconfortante de Xiao Zhan.
El Alfa soltó una baja risita.
—¿Porqué?
Yibo se negó a reconocer el brillo marchito de sus ojos y, en su lugar, le quitó las manos de su cuerpo como si le causase desagrado y asco.
Xiao Zhan liberó feromonas de tristeza ante su inesperado pero comprensible rechazo.
Pero él era un Gamma, y eso le hacía alguien fuerte y valiente, el resto de las castas no infundían en sus decisiones y emociones.
Y Xiao Zhan lo sabía más que bien.
—¿Porqué? —repitió con ojos fúricos— ¿Me preguntas a mí por qué? ¿¡Qué diablos te pasa!? ¡Llegas de la nada como si todo hubiese sido producto de un mal sueño y todavía pretendes que yo te escuche!
Estaba a un paso de perder la paciencia, si el Alfa simplemente no se iba él mismo lo echaría a patadas aún si armaba un escándalo en una casa ajena.
Xiao Zhan se cubrió el rostro con ambas manos, sus hombros comenzaron a temblar y su aroma se intensificó al punto de no saber qué hacer. Yibo dejó de ser un ingenuo hace mucho, y por ningún modo iba a tragarse esa escena fingida.
—Esto es absurdo, Xiao Zhan.
—No, no lo es —dijo con la voz estrangulada.
Sintió un pinchazo de remordimiento en su pecho por hacerle llorar, pero, ¿qué podía hacer él?
Cierto, nada.
Y no iba a mover un dedo.
El Alfa merecía sufrir todo lo que él sufrió aún si el pensamiento era despiadado y retorcido ¡Le importaba una mierda lo que sucediese o no con Xiao Zhan!
—Lo es. Mira, estoy demasiado ocupado como para tener que soportar tus patéticos lloriqueos, así que hazme el favor de retirarte si no quieres que llame a la policía y te arresten por allanamiento a la morada. —Yibo le lanzó una amenaza que no previó.
Xiao Zhan se calmó, levantó su rostro lloroso y salpicado de culpa.
Nunca antes él lamento decir eso, a sabiendas de lo sensible que podía ser el Alfa algunas veces a pesar de su rango dominante.
—¿Te parece que estoy armando una escena, Yibo? —cuestionó fríamente.
Yibo rodó los ojos, harto de dar vueltas a un asunto que estaba cerrado y enterrado tres metros bajo tierra.
—Sí.
—Bien entonces.
No supo que fue lo que sucedió después, porque cuando menos lo esperó, el Alfa le acorraló contra la pared y estrelló ambas bocas como si estas se hubiesen extrañado, como si necesitasen de esto para seguir viviendo, para continuar respirando sin morir de depresión.
Luchó, se sacudió y le mordió los labios, pero nada pudo hacer desistir a Xiao Zhan de apartarse. Salvo alguien malcriada y llorona que se soltó a llorar en un momento inapropiado.
Y el peor.
—¿Qué mierda es eso? —quiso saber Xiao Zhan una vez dejó de besarlo, su gesto atravesando el más sincero del desconcierto.
Yibo respiraba entrecortadamente, tenía las pupilas dilatadas y su corazón daba piruetas dentro de su pecho sin cesar. Xiao Zhan le desarmaba de un modo que le aterraba y, al mismo tiempo, le gustaba.
—¡Oh, mierda! A-Yu —exclamó, empujando con fuerza al Alfa y echándose a correr desesperado a la habitación de invitados.
¿Cómo pude olvidarlos?, se reprendió con dureza.
Sus cachorros debían alimentarse y él besuqueándose con un Alfa que no estaría a su disposición.
Nunca.
Además, todavía tenía cicatrices y nada de lo que dijese por excusa Xiao Zhan iba a servir para volver a su lado.
—Ni muerto —masculló entre dientes.
Sacó a su cachorra de la cuna que los señores Yang compraron con inmensa ilusión y de la que, prontamente, se deshicieron cuando la señora Yang Mi perdió al bebé el mismo día de su nacimiento. Fue una fortuna que permaneciese intacta, bajo llave en la única habitación de la planta baja.
No perdió tiempo en comenzar a desabrocharse la camisa, sentarse sobre el borde de la cama matrimonial que reposaba en el centro, limpiar su hinchado pezón por la lactancia y darle de comer a su cachorra.
—¡Cielos, bâobâo! Me estás haciendo cosquillas —soltó divertido— ¡Oye, tampoco puedes morderme! A bàba le duele, y lo sabes.
Bao Yu le miró con enormes ojos cafés claros mientras sorbía gustosa de su pecho, sus pequeños y gorditos puños le apresaron de la ropa.
—Mmm… —balbuceó en mutuo acuerdo, dejando de morderle con los dientes el pezón.
En ese momento, la puerta que olvidó cerrar se abrió en cámara lenta. Cuando Yibo subió su mirada, perdió todo signo de color en el rostro.
—Yibo ¿¡Qué diablos significa esto!? —exigió saber Xiao Zhan quien estaba de pie bajo el umbral.
Su mirada helada y gélida le hizo tragar grueso, se encogió en su sitio, tratando inútilmente de esconder a su cachorra del Alfa y, por ningún motivo, centrar su mirada en A-Ming que dormía en la cuna sin interesarle de lo que pasaba.
Echo una fiera, el Alfa irrumpió en la habitación con el rostro distorsionado por saberse engañado y usado
¡Sí, usado!
Ahora finalmente comprendía todo, por qué el Gamma le buscó tras cinco meses de no verse. Él solo buscaba formar la familia que veneraba ciegamente aún a costa de sus propios deseos. Su rechazo le hizo pensar, y tras hacerlo le buscó y le sedujo solo para embarazarse de quien le dio el más helado de los rechazos.
—¡Responde, Wang!
Yibo cerró los ojos, imaginando lo que, seguramente, Xiao Zhan debía estar pensando.
—Son mis hijos, Xiao Zhan. —No le quedó más remedio que revelarlo.
Xiao Zhan no era estúpido, y sus instintos de Alfa detectaron al dormido Bao Ming en una sola ojeada.
Conforme estuvo frente al Gamma, el reconocimiento atravesó su rostro de un certero latigazo.
Esa bebé… esa bebé era la de la fotografía.
Se movió rápido y, en un parpadeo, cuando miró la carita dormida de Wang Bao Ming en la cuna, se quedó petrificado.
—Imposible.
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Hola querido lectores. Antes que nada me gustaría agradecer por el apoyo que la historia está teniendo, hemos llegado ya a 1k de lecturas.
¡Muchisímas gracias! 😘🙏
Gammas:
💠Tienen un olor muy dulce, casi meloso, incluso mas que el de los Omegas. Poseen una belleza que raya a lo étereo, siendo un blanco de envidia para estos. Su celo dura aproximadamente cinco a seis días, y ocurre dos veces al mes. Según las leyes de la sociedad, ellos no pueden aparearse ni fijar sus ojos en un Alfa, no está bien visto. Cuando están en su calor, nadie puede olerlos salvo los Deltas y Betas, con éste último mayoritariamente se aparean y forman un vínculo (la mordida) al igual que Alfa-Omega. Son denominada la especie mas frágil y, por ello, son marginados y dejados de lado por todos en la selección de pareja.
Un Gamma solo se enamora una vez, y si su compañero(a) le abandona, pueden incluso morir. Son muy dependientes. Al igual que los Deltas, son de carácter fuerte y no se dejan aplastar o minimizar por nadie, la voz de mando de los Alfas no funciona con ellos, y eso les da ventaja. Cuando están preñados, su aroma se vuelve muy dulce, al punto de no ser soportado para nadie. Son muy recelosos, y no dejan que nadie se le acerque a sus crías las primeras semanas, pero existen excepciones cuando se trata de su pareja y familia.
Los Gammas están casi extintos.
Son menospreciados y no pueden aspirar a una posición laboral alta, mayoritariamente, son empleados domésticos.
Aclaración:
💠En el caso de Yibo, el se presentó como un Gamma pero su aroma no es empalagoso, por lo que tiende a pasar como un Omega cuando no lo es. Se enamoró de Xiao Zhan, un Alfa, aun si estaba prohibido, y su lobo no puede elegir un segundo compañero porque ya le entregó su corazón al Alfa.
💠Xiao Zhan pudo notar que estaba en celo porque sus hormonas se descontrolaron por ingerir muchos supresores.
💠Cuando un Gamma está en celo no es perseguido o, incluso, abusado sexualmente por nadie como sucede con los Omegas. Los Alfas no están interesados en ellos, y los Deltas y Betas necesitan su consentimiento para aparearse con ellos.
💠El que Xiao Zhan le atraiga el aroma de Yibo es cosa de que este se asemeja al de un Omega. Si el aroma de Yibo fuese tan empalagoso como el de los Gammas, el Alfa jamás le voltearía a ver por muy triste e injusto lo parezca.
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
☣ Publicado: 25/Mayo/2021.
☣ Editado: 28/Agosto/2021.
🌙Yessie.
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