Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✦╭ᵒ❧ Capítulo I: Una Noticia sin Lógica. ✦╭ᵒ❧

—Deberíamos ir a tomar algo al bar de siempre, ¿qué dicen? —La tentativa sugerencia de Wang Zhuo Cheng tomó por sorpresa al pequeño grupo. Él usualmente no era alguien alborotador y desobligado, pero estaba proponiendo algo que no debía.

Y en pleno inicio de semana laboral.

Aun así, la descabellada propuesta pareció no tener la preocupación que debía, todo lo contrario, encendió las energías en todos, o bueno, casi todos.

—Qué hay de ti, Xiao Zhan ¿Irás con nosotros?

Xiao Zhan parpadeó aturdido, se había metido de nuevo en sus más profundos pensamientos y acabó por pensar en cosas que no debía. Como, por ejemplo, la irritante insistencia de su madre en que eligiese a un Omega para que de una vez por todas se casara y se marchase de su preciada casa. No es que la señora Xiao, su madre, le estuviese corriendo, ¡por supuesto que no!

Ella solamente deseaba verle con bien; feliz y a lado de una hermosa y unida familia.

Pero ese solo era un lindo sueño, porque él no tenía planes de casarse. No ahora, y quizás, no nunca. Aunque gracias a sus interminables ruegos se lo estaba pensando seriamente, pero no debería de estarlo haciendo siquiera.

¿Pareja? ¿Sexo? ¿Cachorros? ¿¡Matrimonio!? Ni de broma cambiaría su pacífica vida y su preciada libertad por algo como aquello. Y aún que el sexo estaba bien, no dejaba de ser un riesgo que traía consecuencias horrorosas; ya sea una enfermedad sexual o cachorros.

Un escalofrío le atravesó la espalda, aterrorizándolo ante el simple pensamiento.

—...an. Xiao Zhan ¡Xiao Zhan! —El tremendo grito de su mejor amigo en una de sus orejas le hizo casi caerse de la silla en la que estaba sentado— ¡Aiya! Hasta que al fin reaccionas ¿A dónde te fuiste? A la Luna.

El Alfa de extraño y peculiar cabello azul rompió en carcajadas, seguido del resto de sus tres amigos.

Su ceño se frunció.

—¡Cierra la maldita boca, Wang! —bramó con las manos echas puños.

Su conducta hosca y gruñona no hizo más que sorprender a los presentes reunidos esa noche en la cafetería de siempre.

El silencio reinó durante lo que apareció ser un cuarto de hora. La noche se hacía más fría y espesa, debían ser pasadas las nueve. No fue hasta que el mismo Alfa de antes carraspeó para romper la tensa atmósfera que había caído en el ambiente y alargó una mano hasta el hombro izquierdo de Xiao Zhan, dando un suave apretón.

—Aquí entre nosotros, amigo, ¿te pasa algo?

Dejó ir un suspiro hondo y sacudió la cabeza con un gesto contrariado—: No me pasa nada, Jackson —respondió con una sonrisa que rayaba a lo forzado. Y que, por supuesto, fue notada a la primera por los presentes.

Que Xiao Zhan, el Alfa más alegre y con personalidad de niño travieso estuviese tan callado y ausente no era algo común en él. Más bien, algo por lo que alarmarse.

—¿Seguro? —los preocupados ojos marrones se posaron en él—.  Te noto algo... —Dejó las palabras colgando, no muy seguro de cuál sería la palabra correcta para usar sin que el pésimo humor del Alfa saliese a relucir.

Xiao Zhan enarcó una ceja, impetuosamente cabreado—: ¿Algo que, Jackson? —cuestionó con un acento grave, parecía estar comenzando a irritarse de verdad.

—Bueno, amigo. Te la has pasado de aburrido durante horas, es lógico que nos preocupemos por ti.

—Es mi asunto, y por favor, abstente a mirarme con esa lástima común tuya —escupió apretando los labios y tomando el vaso de café caliente frente a él de golpe.

Sintió su lengua quemarse, arder y lacerar como si alguien se la estuviese incinerando a fuego vivo.

No demostró signos de dolor físico, solo se abstuvo a permanecer apacible y silencioso.

—Como quieras, Xiao —gruñó Jackson, claramente enojado con la forma grosera en que lo trató. Se levantó de la mesa y depositó su parte del monto ingerido sobre esta, cuadrando los hombros con un aire peligroso, como si estuviese a punto de explotar, pero, al mismo tiempo, conteniéndose de hacerlo—. Nos vemos luego, chicos.

—¡Espera, Jackson! ¿Acaso no irás al bar con nosotros? —le preguntó Wang Zhuo Cheng, visiblemente extrañado.

Se detuvo a unos pasos de ellos, y sin darse la vuelta, respondió arisco—: ¡Desde luego que no! Y si me permiten un consejo; ni piensen ir con ese amargado Alfa porque va a aguarles la fiesta.

Fue todo lo que dijo antes de desaparecer de su campo de visión con las manos en los bolsillos.

—Lo siento, chicos. Creo que tampoco yo iré, no tengo ánimos.

Sorpresivamente, Xiao Zhan también se puso de pie, siguiendo los mismos movimientos rígidos de su mejor amigo, con quien, aparentemente, se había peleado.

—No puedes hacernos esto, gēge —le reprochó.

—Puedo y voy a hacerlo, Wang Zhuo Cheng. Ustedes no me controlan —apuntó con el rostro distorsionado por el coraje, la impotencia y la incredulidad circulando en su sistema.

—Mi primo tiene justa razón ¡Estás insoportable! —gruñó Zhuo Cheng dando un golpe sordo a la mesa, haciéndola temblar.

Feromonas agrias se hicieron notar de ambos, agriando el ambiente y causando que los pocos clientes que todavía se encontraban en la cafetería se cubriesen la nariz con notable reproche y enojo, sobre todos, los Alfas. Celosos de que sus Omegas oliesen un poco. 

—Cree lo que quieras —repuso mientras cogía su abrigo y se lo colocaba con una rapidez que le nubló la vista de rojo.

¿Cómo podía siquiera estar tan tranquilo después de lo que había pasado? Y no se estaba refiriendo al altercado con su mejor amigo.

¡No!

Era algo más... complicado. Y muy, muy tedioso.

Subió a su auto e insertó la llave, girándola, acto seguido, se adentró a la autopista con la mente turbulenta y los pensamientos revueltos ¿Qué creer? ¿Era precisamente necesario que fuera a corroborar si lo que su hermana mayor dijo era cierto? ¿Y si solo se confundió? ¿Si ella vio cosas dónde no las había? ¿Qué pasaba si ella y su madre estaban en un error?

¡Joder!

—¡Esto es una maldita pesadilla! —gritó mordiéndose los labios con tanta furia que sintió el sabor metálico en su boca.

Los recuerdos de lo acontecido ayer por la mañana llegaron a él en una vertiginosa y frenética avalancha.

—Zhan, cariño. Ve y abre la puerta, seguro es LuLu. —Xiao Jing Tong, su madre, le pidió con voz amable y tintes de lo que pareció percibir como ansiedad.

Asintió con una sonrisa cariñosa, colocándose de pie y yendo a abrir él mismo a la puerta.

—¡A-Zhan! —La dulce y melódica voz de Xiao Lu se coló en sus oídos como una nostálgica y, a la vez, hermosa melodía.

Luchó contra sus emociones burbujeando en su pecho, limitándose a disfrutar plenamente del momento y no dejar lugar para sentimientos deprimentes.

—JiêJie —exclamó, sintiendo un nudo grueso en la garganta. Hacía tanto que no la veía, más exactamente, un año. Después de que ella se casara con el amor de su vida tras vivir juntos y en unión libre (algo mal visto por la sociedad) durante años, marchándose del nido muy joven, decidiendo tras su matrimonio que se mudarían definitivamente a Luoyang—. Estás hermosa, como siempre.

Xiao Lu soltó una pequeña risa casi inaudible para sus oídos, pero un extraño y peculiar aroma unido a su relajante aroma a manzanillas muy tenue, cubierto completamente por el de su Alfa, se coló por sus fosas nasales.

Se congeló y abrió la boca como pez fuera del agua. Los rasgados ojos de su hermana mayor —idénticos a los suyos— resplandecieron como nunca.

Retuvo el aliento.

Sentía el corazón bombearle de prisa, a punto de salirse de su boca y saltar fuera de ella.

Enloquecido.

—A-Zhan. Tengo una maravillosa noticia que darles —informó la Omega enlazada todavía al pie de la puerta, sus suaves y pálidas manos descansando sobre su plano vientre. Vestía un hermoso vestido de invierno que le llegaba a la mitad del muslo, unos pantalones marrones de algodón, botas largas y sin tacón, sin olvidar, la bufanda y el enorme abrigo de lana que la protegía del clima algo frío—. Estoy...

—¡JiêJie! —La silenció una vez hubo recuperado sus cuerdas vocales. Xiao Lu dio un pequeño salto del susto, se avergonzó por sobresaltarla. Sobre todo, en su estado, pensó—. Lo siento. Anda, entra rápido, está helado aquí afuera.

—Lo que tú digas, A-Zhan —dijo mientras le daba un corto abrazo.

Le quitó la maleta rosa que Xiao Lu cargaba consigo y no pudo evitar inquietarse; esa cosa pesaba demasiado y no era correcto que su hermana estuviese cargando con tanto peso.

No ahora que...

—¡Xiao Zhan! Ven rápido —escuchó a su madre gritar eufórica desde la planta de abajo.

Sacudió la cabeza, divertido. Seguramente, su hermana mayor ya le había dado las buenas nuevas.

Una sonrisa aliviada tiró de sus delgados y curvados labios, un peso había sido quitado de su espalda y no podía evitar sentirse liviano como una pluma. No era correcto sentirse de ese modo, pero, por lo menos, su madre no iba a continuar empujándolo al precipicio a cada que su soltería salía a relucir.

Hace dos meses cumplió treinta años, y su queridísima madre no se cansaba de recordárselo a cada bendito minuto: «¿Ya tienes una Omega, o un Omega?» «¿Cuándo piensas casarte? Si sabes que los años no te están haciendo más joven, ¿verdad?» «¿¡Qué esperas para darme nietos!?»

Es una pesadilla, pensó con ironía.

—¡Xiao Zhan! —Volvió a llamarle, está vez, con una nota de advertencia y molestia en su tono.

Exhaló hondo, dejando el maletero sobre la cama de LuLu, o bueno, la que alguna vez fue antes de casarse e irse hace siete años, y que ahora permanecía deshabitada.

—¡Ahora voy, madre! —gritó de vuelta. Y tras una rápida inspección a la habitación de su hermana mayor cerró la puerta tras su espalda. Al bajar las escaleras, no esperó encontrarlas en el living, sus rostros sombríos y preocupados le produjeron curiosidad— ¿Y ahora por qué esos rostros de funeral?

La primera en responder fue su madre, su voz distorsionada por la furia le paralizó—: ¡Se puede saber cómo es eso de que tienes hijos, Xiao Zhan!

Mudo, fue incapaz de pronunciar una palabra para refutar lo que su madre dijo.

¡Estaba loca!

No cabía duda que la ilusión de que sus hijos le dieran nietos propios a la mayor brevedad posible —y que no se le había cumplido hasta ahora— estaba haciéndola inventar disparates.

Cuando por fin digirió la “mentira”, comenzó a carcajearse como un demente.

Los ojos se le escocieron del esfuerzo, y el estómago le punzó en consecuencia de reír por lo que parecieron ser largos y tensos minutos para Xiao Jing Tong (su madre) y Xiao Lu (su hermana).

—¿Terminaste? —preguntó la Alfa con un gesto que no se parecía en nada a una jugarreta suya.

—Estás bromeando conmigo, ¿no es así? —Se rascó el cuello, aparentemente incómodo con las miradas que las dos mujeres le estaban dando en esos momentos.

Indignación.

Molestia.

Intriga.

Preocupación.

—Bien sabes que yo nunca bromeo, Xiao Zhan —puntualizó su madre, colocándose de pie en un ágil movimiento.

Conforme sus pasos avanzaban en dirección suya, él retrocedía por mero instinto de supervivencia.

Xiao Jing Tong era conocida por todos por su carácter fuerte y del demonio; perdía los estribos a la mayor provocación y al más minúsculo disgusto. Y era evidente, siendo una Alfa de linaje puro no se esperaba lo contrario, por supuesto. Razón misma por la que ni su hermana mayor ni él osaron nunca llevarle la contraria. Siempre cediendo, siempre tratando de darle el gusto en todo, y cuando lo que pedía era demasiado, se limitaban a darle vueltas al asunto llevarla por la tangente.

Verla enojada es como estar frente al mismísimo diablo, se dijo con los ojos atemorizados. Tragó grueso. Soy Alfa muerto.

—Ah, ah, ah. —Rió nervioso y sin dejar de retroceder—. Entonces, ¿por qué estás comportándote de esa forma tan extraña?

Xiao Jing Tong subió una de sus largas y delgadas cejas perfectamente maquilladas.

Sus pasos acechantes se detuvieron.

—¿Extraña? —repitió, como si la simple palabra la hubiese insultado. Su olor a licor se volvió agrio e insoportable.

Discretamente, Xiao Lu —quien se encontraba sentada muy nerviosa en el sillón de tres plazas— se llevó una mano a la nariz. El aroma le picaba y alteraba a su lobo Omega. Sucedió lo mismo con su hermano menor, pero éste se hallaba metido en un gran aprieto; cubrirse la nariz solo ofendería más a la indomable y estricta señora Xiao.

—Olvida eso. —Se estremeció, moviendo las manos frente a él—. Realmente no quise decirlo.

Sudó frío.

—¿Enserio? —cuestionó, y él negó de inmediato con los nervios disparados—. Porqué lo hiciste, Xiao Zhan. Lo hiciste —subrayó.

Oh, Xiao Zhan, repitió horrorizado.

Su madre no le llamaba por su nombre completo a menos que estuviese enojada con él, y desde la llegada de LuLu no estaba dejando de llamarle así.

—Sé. Pero ya me conoces, madre. A veces digo cosas sin siquiera pensarlo y luego me arrepiento de haberlas dicho.

Lo que era correcto.

Él podía gozar de una personalidad sociable y alegre, pero cuando estaba demasiado estresado la irritación emergía desde el fondo de su ser. Muchas veces logró suprimir esa emoción dañina, pero, otras... otras simplemente fueron imposible, y la realidad le golpeó duro y fuerte, cuando el daño ya estaba hecho.

—Da igual, eso lo sé. Soy tu madre y te he criado desde que eras un cachorro, ¡por supuesto que conozco cada minúscula faceta tuya! —ironizó la Alfa, dando media vuelta y devolviéndose a la comodidad del sillón, a un lado de su hija mayor que solo le sonrió nerviosa.

—A-Zhan, ¿podrías venir aquí y sentarte con nosotros un momento? —le pidió Xiao Lu con su peculiar voz tranquila, palmeando el lugar vacío entre ella y su alterada madre.

Asintió tragando saliva, todavía intrigado con lo que se había dicho con anterioridad.

—Aquí está bien. Ahora, ¿podrían explicarme que es esa locura de que me he convertido en padre sin que yo mismo lo sepa? —inquirió con los dedos repiqueteado en el reposabrazos del sillón frente a ellas.

Su madre suspiró, parecía estar agotada y, al mismo tiempo, tan conmocionada como él mismo.

—Lo sabrás siempre y cuando vengas acá —dijo palmando en un movimiento desesperado el lugar que Xiao Lu le pidió se sentara, y que, por supuesto, él rechazo por el bien de su salud mental.

Lo que menos deseaba ahora era estar atrapado entre la presencia dominable e imponente de la Alfa y la pacífica de la Omega.

Bueno, a ella podía no tenerle miedo, pero a su madre sí que lo hacía.

—Está bien. —No le quedó de otra más que ceder. Se removió incómodo, sintiendo en todo momento la mirada recriminadora de su madre directo sobre su cuello.

Tragó de nuevo saliva.

—Y dime, Xiao Zhan, ¿desde cuándo andas por allí acostándote con quién se te cruce por delante y dejando a su suerte a cachorros inocentes? —exclamó totalmente enfurecida la Alfa de cincuenta y cinco años. Dio un grito nada masculino, y sonrojado hasta las orejas se cubrió la boca— ¡Respóndeme!

No obstante, no había nada que responder allí, porque no tenía una idea de lo que su madre estaba insinuando ¿Qué él se acostó con un desconocido y producto de ello ahora es padre?

¡Que estupidez era esa!

Lejos estaba de salir de ese aprieto, no sin medios que respaldasen que esa acusación era falsa. Alguien le estaba calumniando, pero… ¿quién?

De pronto, la curiosidad le picó—: Madre ¿Quién te ha dicho esa tontería?  —cuestionó volviendo sus ojos hacia ella, y obligándose a soportar su dura mirada.

—¡Ninguna tontería, Xiao Zhan! —reprochó—. Se trata nada más que de la pura verdad.

Sacudió la cabeza, la diversión bailando en sus ojos, pero una tensión irremovible estaba situada en todo su cuerpo.

—Te equivocas —objetó él con convicción.

—¿Perdón? ¿Qué yo me equivoco? —se indignó al instante.

—Sí, madre. Por primera vez en la vida estás equivocada —le sostuvo la mirada—. Desconozco la identidad de la persona que vino a llenarte la cabeza de mentiras, pero, ¡me impresionas! Tú no eres alguien ingenua que se trague a la primera lo que alguien diga.

Xiao Jing Tong apretó los labios en una tensa línea, estaba a punto de estallar en cólera.

Otra vez, sin embargo.

—A-Zhan.

Volcó su atención a LuLu, quien tomó una de sus manos y la apretó, profundamente apenada.

—¿Qué pasa, JiêJie? ¿Sabes quién me levantó falsos? —Xiao Lu desvío la mirada—. Si es así, necesito que me lo digas ya ¡Esto no se puede quedar así!

Usualmente, él no era alguien violento, pero contadas veces perdía la razón y actuaba guiado por sus más bajos instintos, al fin de cuentas, podía ser muy tranquilo y bien portado, pero era un Alfa al final.

—Xiao Zhan. Tranquilízate ya —ordenó la Alfa, consciente de las feromonas de resentimiento invadiendo rápidamente el ambiente.

—¿Quién fue, JiêJie? Necesito que me lo digas —insistió, inconsciente de lo mal que se estaba comenzando a sentir su hermana mayor.

—Fue... —se le cortó la voz.

—¿Si?

Xiao Lu bajó la mirada y cerró los ojos con fuerza—: Fui yo. Yo le dije a mamá.

Xiao Zhan se puso rígido como una tabla. No habló durante los próximos minutos.

Estaba perplejo.

—¡Deja de intimidar a tu hermana, Xiao Zhan! Ella no tiene la culpa de tu inmadurez —le echó en cara.

—Descuida, mamá. A-Zhan quizás solo esté algo confundido. —Xiao Lu intentó excusarle, como siempre.

—¿Confundido? —casi se rió de lo tonta que podía ser su hija mayor— ¿Confundido de qué, Xiao Lu? ¡Es padre y parece todavía no procesarlo! Eso le hace un idiota o un muy buen mentiroso.

Xiao Lu negó lentamente a las acusaciones sin fundamentos de su progenitora.

—A-Zhan no es así.

—¿¡Qué no lo es!? ¿Tú qué sabes, Xiao Lu? ¡Abandonaste tu hogar hace años por un Alfa que no lo vale! Y parece ser que no demuestra sentimientos hacia a ti.

Su ceño se frunció, disgustada de que estuviese sacando a relucir una conversación que había quedado atrás—: Xi Ge no es cómo crees. Él me ama.

Xiao Jing Tong se rió.

—¿¡Que te ama!? ¿Todavía crees eso después de que te engañó hace dieciocho años cuando eran novios? No, querida, él no pareció estar pensado en ti cuando se fue a meter con quien sabe quién, y producto de ello, ahora tiene un hijo.

Cruda verdad.

Si.

Xiao Lu quería creer que ese acontecimiento doloroso estaba enterrado, parecía estar siéndolo para su esposo y ella, sobre todo, cuando la madre de A-Pei lo abandonó ni bien lo trajo al mundo, de eso ya hace dieciocho años.

—¡Suficiente, Xiao Jing Tong! —demandó Xiao Zhan una vez reaccionado del leve shock en el que se sumergió momentáneamente.

Se puso en pie como si fuese un resorte, encaró a su hermana, suplantando el enojo hacia su madre por una dulzura dirigida a ésta.

—¡Vuélveme a hablar así, Xiao Zhan, y no respondo! —amenazó roja de furia.

Pero su hijo no le prestó la mínima atención.

—Dime, JiêJie, ¿de dónde sacaste eso? —quiso saber, arrodillándose frente a ella y cogiendo una de sus manos con infinita ternura.

Buscando una respuesta en sus ojos color cafés claros, pero solo halló un brillo infeliz y de remordimiento por ser la única causante de hacer que discutiera con su madre.

—Míralo por ti mismo, A-Zhan.

Nadie preparó a Xiao Zhan para lo que vino después. De su exclusiva bolsa de mano, Xiao Lu extrajo un par de fotografías.

El alma se le fue a los pies.

—¿Qué... demonios? —alcanzó a balbucear, completamente pálido.

Su madre le dio alcance y arrebató de sus manos trémulas las dichosas fotografías que LuLu no alcanzó a mostrarle antes.

—¡Indudablemente estos son tus hijos, Xiao Zhan! Hay que ser verdaderamente un ciego para no reconocerlo —dijo la Alfa con un nudo en la garganta. La emoción brillando en sus ojos.

Era abuela, lo era ¡Y de mellizos!

Y por culpa del irresponsable de su hijo no lo sabía.

Xiao Zhan se limpió las lágrimas traicioneras que, sin saber, había derramado. Manejó como un loco durante horas, y cuando menos lo notó, ya estaba en Luoyang.

—¡Tienes que ir a buscarlos, A-Zhan! Necesitamos conocerlos en persona —le había suplicado su hermana casi chillando, eufórica e ilusionada más que él mismo.

Su madre le apoyó, por supuesto.

Y allí estaba, dispuesto a averiguar la verdad detrás de su “supuesta” paternidad.

¡Hola queridos lectores! Me complace traerles el primer capítulo de esta historia, espero les guste mucho y la apoyen.

Besos.

Y recuerden «No a la lectura fantasma».

Publicado: 12/Mayo/2021.
Editado: 28/Agosto/2021.

🌙Yessie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro