𝟎𝟏. 𝖱𝗈𝗆𝖺𝗇𝖼𝖾 𝖽𝖾 𝖵𝖾𝗋𝖺𝗇𝗈
❛❛EP 1: ROMANCE DE VERANO❜❜
𝗡𝗔𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗢𝗠𝗡𝗜𝗦𝗖𝗜𝗘𝗡𝗧𝗘
Cada noche, Wanda se adentraba en el bosque en dirección a Seabrooke, guiada por un impulso que no lograba entender del todo. Desde aquel encuentro, cuando chocaron torpemente, el chico de cabello verde no abandonaba su mente. Y en cuanto descubrió su nombre este resonaba en su cabeza como un eco constante: Zed.
Al principio, solo era curiosidad, un interés pasajero por alguien distinto a todos los que había conocido. Pero con cada paso que daba hacia Seabrooke, Wanda se daba cuenta de que aquello iba más allá de una simple intriga. Algo en Zed la atraía de una forma inexplicable, y por ello comenzó a seguirlo discretamente, fascinada por cada movimiento suyo, cada gesto, cada palabra que lograba escuchar a la distancia.
Por su parte, Zed no podía dejar de pensar en la chica del bosque. Había algo en ella que lo desarmaba por completo, algo que no lograba comprender, pero que lo tenía inquieto. No ayudaba en absoluto que la chica apareciera en los momentos más inesperados, siguiéndolo con descarada fascinación. Su parte racional le decía que debía ignorarla, que debía ponerle un alto. Pero su lado más impulsivo, más visceral, se aferraba a cada mirada que Wanda le lanzaba, a cada sonrisa que le dedicaba cuando creía que él no la veía.
Un día soleado en el parque, Zed finalmente decidió enfrentarla. Se detuvo en seco y, sin darle tiempo para escabullirse, le habló con firmeza:
—Sé que me estás siguiendo.
Wanda, sorprendida, abrió los ojos de par en par. Su silencio habitual se rompió cuando respondió con genuina sorpresa:
—¿Cómo lo supiste?
Zed soltó una risa corta, divertida, mientras se sentaba en una banca cercana.
—No serías una buena espía. —Le sonrió con esa mezcla de confianza y ternura que lo caracterizaba—. ¿Cómo te llamas?
—Wanda —respondió ella con franqueza.
—Wanda —repitió Zed, saboreando el nombre en sus labios.
Desde aquel día, ambos comenzaron a encontrarse en ese mismo parque. Lo que inició como una tensa coincidencia, pronto se transformó en una rutina. Entre conversaciones casuales y miradas que duraban un segundo más de lo necesario, una amistad peculiar comenzó a formarse. Sin embargo, debajo de esa fachada amistosa, había una tensión palpable, una chispa que ambos intentaban ignorar, pero que no dejaba de arder.
Fue en uno de esos encuentros cuando sucedió. Estaban riendo juntos, hablando de algo trivial, cuando el silencio se apoderó de ellos. Sus miradas se cruzaron, y antes de que pudieran pensarlo, sus labios se encontraron en un beso cargado de deseo y fuego. El mundo a su alrededor desapareció, dejando solo el latido frenético de sus corazones y la conexión intensa que compartían.
Pero la realidad no tardó en alcanzarlos. La madre de Addison, quien pasaba por el parque en ese momento, fue testigo del beso. Sus ojos se llenaron de desaprobación mientras los observaba desde la distancia. Días después, Zed la enfrentó, tratando de explicar lo ocurrido, pero su esfuerzo fue en vano.
Wanda, por otro lado, no entendía por qué Zed estaba tan afectado. En su mundo, las emociones y los impulsos eran algo natural, algo que no debía ser reprimido. Pero Zed estaba dividido. Por un lado, sentía una atracción irrefrenable por Wanda, una conexión que lo hacía cuestionar todo. Por otro, estaba Addison, su novia, su ancla en un mundo que a menudo lo hacía sentir como un forastero.
«¿Por qué no puedo tenerlas a ambas?», pensó Zed con frustración, mientras observaba a Wanda jugar con un perro cercano.
Desde el banco, el chico de cabello verde suspiró profundamente. Sabía que tenía que tomar una decisión, pero cada vez que veía a Wanda reír, cada vez que sentía el calor de su mirada, la balanza parecía inclinarse hacia ella.
Y allí estaba ella, ajena a los dilemas internos de Zed, lanzando un palo para que el perro lo atrapara, su risa iluminando el parque como un destello de primavera. Mientras tanto, Zed solo podía mirar, atrapado entre lo que quería y lo que sabía que era correcto.
—Dios mío, sálvame —murmuró para sí mismo, llevando una mano a su frente en un gesto de desesperación.
Pero el universo no le respondería tan fácilmente. No cuando las emociones que lo ataban a Wanda y Addison eran tan distintas y, a la vez, tan poderosas.
Esa noche, Zed no podía conciliar el sueño. Su mente era un caos, un torbellino de pensamientos y emociones que lo empujaban en direcciones opuestas. Se había prometido a sí mismo que haría lo correcto, que su relación con Addison era lo que realmente importaba. Pero cada vez que cerraba los ojos, el rostro de Wanda aparecía en su mente: su risa despreocupada, sus ojos brillantes, el toque de sus labios...
A la mañana siguiente, Zed decidió que necesitaba respuestas, claridad. Buscó a Wanda en el bosque, sabiendo que ese era su lugar. Y allí estaba ella, como si el universo hubiera sabido que él vendría.
—¿Qué haces aquí, chico lindo? —preguntó Wanda con una sonrisa juguetona, sentada en una roca mientras jugaba con una ramita entre sus dedos.
Zed se quedó inmóvil por un momento, dudando. Luego respiró hondo y se acercó.
—Necesito hablar contigo.
—Habla —respondió ella con naturalidad, aunque había algo en su tono que indicaba que estaba genuinamente interesada.
Zed bajó la mirada, buscando las palabras correctas.
—No entiendo lo que me pasa contigo. No es solo físico... es algo más.
Wanda arqueó una ceja, claramente intrigada.
—¿Y eso te asusta?
—Mucho —admitió él, con una risa nerviosa.
Ella dejó caer la ramita al suelo y se acercó, sus pasos suaves pero decididos.
—No tienes por qué tener miedo, Zed. Yo tampoco entiendo esto, pero sé que no puedo evitarlo. Estar contigo... me hace sentir diferente, como si por primera vez entendiera lo que significa pertenecer a algo, a alguien.
Las palabras de Wanda lo dejaron sin aliento. Había algo en su voz, en su sinceridad, que lo desarmaba.
—Pero Addison... —comenzó él, intentando aferrarse a la realidad.
Wanda puso una mano en su pecho, interrumpiéndolo suavemente.
—¿Qué sientes por ella?
Zed abrió la boca para responder, pero nada salió. Era una pregunta sencilla, pero la respuesta no lo era en absoluto.
—La quiero —dijo finalmente—, pero... no como te quiero a ti.
Wanda lo miró fijamente, y por un momento, el silencio entre ellos fue más elocuente que cualquier palabra. Entonces, ella sonrió, una sonrisa suave, casi melancólica.
—No quiero ser el motivo por el que termines algo que valoras, Zed. Pero tampoco puedo ignorar lo que siento.
Zed levantó la vista, encontrándose con sus ojos.
—¿Y si quiero elegirte?
Wanda contuvo el aliento, sorprendida por su declaración. Pero antes de que pudiera responder, un crujido en el bosque interrumpió el momento. Ambos se giraron rápidamente, alertas.
—¿Quién anda ahí? —preguntó Zed con firmeza.
De entre las sombras, apareció una figura conocida: Addison. Su rostro estaba pálido, y sus ojos estaban llenos de confusión y dolor.
—Así que esto es lo que está pasando... —dijo ella, su voz temblando.
Zed sintió como si el suelo desapareciera bajo sus pies. Addison había visto y escuchado todo.
—Addison, no es lo que parece... —intentó explicar, dando un paso hacia ella.
—¿No es lo que parece? —replicó Addison, con una risa amarga—. Escuché todo, Zed. Todo.
Wanda, que hasta entonces había permanecido en silencio, dio un paso al frente.
—No quise que esto sucediera, Addison. Es culpa mía.
Addison la miró, sus ojos llenos de lágrimas y furia contenida.
—No, no es solo tu culpa. —Se giró hacia Zed—. Tú decidiste traicionarme.
Zed abrió la boca para defenderse, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Sabía que no tenía excusa, que había cruzado una línea.
—No quiero volver a verte, Zed —dijo Addison, su voz quebrándose. Luego, sin mirar atrás, se alejó corriendo entre los árboles.
Zed se quedó allí, sintiendo que el peso del mundo caía sobre él. Wanda lo miró, su expresión llena de culpa y preocupación.
—Zed... lo siento.
Él negó con la cabeza, soltando un largo suspiro.
—No es tu culpa, Wanda. Esto es algo que yo tengo que arreglar.
Ella lo observó en silencio, su corazón dividido entre el deseo de consolarlo y la necesidad de darle espacio. Finalmente, sin decir más, se dio la vuelta y se perdió en el bosque, dejándolo solo con sus pensamientos y su arrepentimiento.
NOTA DE LA AUTORA !!
Quiero recalcar que no se si Wanda vaya a terminar con Zed o me arriesgue y termine con Addison, esto sucedió un poco antes del inicio de la película, Zed piensa que es humana.
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