2
El pelinegro se encontraba con los auriculares puestos, jugando con lo que encontraba en la mesa, sin prestar atención a la profesora que daba su clase frente a él. Su atención era nula.
— Joven Choi, ¿está prestando atención a mi clase? — la profesora lo llamó.
Soobin retiró uno de sus auriculares y la miró fijamente. Sabía que si decía que sí, la mujer le preguntaría qué era lo que estaba explicando y no recordaba ni una palabra. Decir que no era una buena opción. Optó por la sinceridad sin expresión alguna.
— No, lo siento — respondió sin mostrar emoción.
— Yo lo sentiré cuando su calificación sea un 4 — dijo la profesora con tono de reproche.
Soobin solo rodó los ojos, simulando prestar atención. Su mente divaga hacia el chico de esa mañana. Recordaba con claridad sus cabellos azules, suaves, y sus gruesos labios como fresas atrapando con fogosidad los suyos. Relamió sus labios, recordando la ola de sensaciones de esa noche. Demonios, tenía que volver a verlo algún día.
Afortunadamente, la clase pasó más rápido de lo que había creído. Al salir, encontró a su amigo rubio.
— Ay, al fin puedo ir a casa — dijo el amigo, y Soobin lo miró extrañado.
— Odias tu casa. — dijo después de soltar una risa nasal.
— Hasta hoy en la tarde — respondió el rubio, y Soobin arqueó una ceja, aún más confundido.
Taehyun rio y dejó caer su mano en el hombro de Soobin, caminando y arrastrándolo hacia la salida.
— Mamá finalmente hizo algo que me beneficia.
— No seas imbécil, cuéntame sin rodeos.
— Bien, contrató un tutor para mí, tu servidor, un tutor no oficial. Aún está estudiando, pero es demoniacamente sexy.
— Eres un idiota.
— Soobin, al fin mis malas calificaciones me trajeron algo bueno.
— ¿Estás seguro de que querrá tener algo contigo?
— Claro que sí, en el momento en que pise mi habitación, ya estará montándome sobre el escritorio.
— No seas ridículo — dijo Soobin, empujándolo suavemente.
A veces, su amigo solía ser tan explícito.
— Ay, alguien está de malas. Creí que después de tu buena cogida te levantarías sonriente, me harías café y el desayuno.
— ¡Ja! En tus sueños — rio Soobin.
— Bien, te veo mañana, imbécil.
— Adiós, imbécil. — y se despidieron.
Por otro lado, Yeonjun no dejaba tampoco de pensar de aquél día, tratando de recordar lo que había sucedido pero ninguna imagen clara llegaba a su mente y estaba sintiéndose culpable.
Yeonjun entró a su habitación y dejó sus libros y cuadernos a un lado, junto a los de su amigo.
— Ahhhh — se escuchó una queja perezosa del castaño.
— ¿Qué sucede, Gyu?
— Mañana tengo que hacer mi maldita pasantía.
— Yo también — comentó el peliazul — ¿Y eso qué tiene de malo?
— No me gusta lidiar con adolescentes.
— ¿A ti también te tocó adolescentes?
El castaño asintió y se estiró en la cama de su amigo, haciendo que sus huesos crujieran.
Tenían que estudiar, pero justo ese día no tenían ganas de absolutamente nada.
Yeonjun se dejó caer sobre su amigo y este rió, aunque también se quejó.
— Quítate, pesas.
— Tu culo pesa — le dijo el mayor, riendo.
— Qué maduro.
— ¿Te quedarás a dormir? — le preguntó el peliazul.
— Por supuesto, tengo que cuidarte. Ayer no me diste la oportunidad, eres escurridizo.
Yeonjun sonrió incómodo al recordar eso.
— ¿Y con quién te fuiste ayer? ¿Con Jackson? ¿Lo perdonaste? Porque si es así, voy a matarte.
— No, Beomgyu, no lo perdoné.
— ¿Entonces? ¿Estuviste con otro? — el castaño saltó de su lugar, quedando junto a su amigo.
Yeonjun rápidamente le tapó la boca al menor.
Su hermano podría oír.
— Sí, Beomgyu, estuve con otro.
— Oh, dios mío, debes decirme quién fue.
— Yo... no sé quién fue. No recuerdo su rostro y dudo haberlo visto alguna vez.
— Oh, está bien.
— ¿Y tú no estuviste con alguien? — preguntó el peliazul, divertido.
El castaño negó con la cabeza.
— No, no estaba interesado realmente.
— Ay, Beomgyu, cada vez que tienes una buena oportunidad, dices "lo lamento, no tengo tiempo" — dijo el peliazul, imitando su voz "chillona".
— Primero, es cierto, nunca tengo tiempo. Segundo, ¡yo no hablo así!
El peliazul rodó los ojos y se levantó, tomando su celular.
— Bien, yo tengo que enseñar literatura para quinto de secundaria. ¿Y tú?
— Artes, quinto de secundaria.
— Genial, entonces iremos en mi auto.
— Miedoso — se burló el castaño.
— No soy miedoso, solo que jamás me subiría a tu moto, ni loco.
— Porque tienes miedo.
— Cállate, Gyu, manejas como loco.
Yeonjun no le temía a las motos, pero su amigo le había desarrollado ese temor.
La verdad era que al menor le encantaba su moto y había veces en las que asustaba a su amigo acercándose de repente a los autos para luego desviarse, haciendo parecer que chocarían, para luego volver a la normalidad. Eso hacía que a Yeonjun casi se le saliera el corazón del pecho y golpeaba a su amigo al bajar.
— Me gusta asustarte así, además, jamás caería.
Yeonjun entrecerró los ojos, dudando.
Pero era cierto, Beomgyu nunca había caído.
Excepto una vez. Después de eso había dejado de conducir por dos años.
— Igual iremos en mi auto.
El castaño solo rio, asintiendo suavemente con la cabeza.
estoy editando esto y ay negra qué es este capítulo DE RELLENO la puta madre
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