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Por supuesto que no olvidó en qué se estaba metiendo, no olvidó que lo que hacía estaba mal, simplemente decidió ignorarlo. Pensó en el camino a la casa del menor, el largo camino en donde no estaba seguro si solo eran ellos dos o si estaba tan perdido en él que el resto se desvaneció en el ambiente azulado de la noche con pequeños reflectores de los automóviles. Soobin había sido un fastidio la mayoría de las veces, pero anoche se había sentido distinto absolutamente todo, ese pequeño tiempo con él lo hizo sentir extraño pero lo extraño no lo asustó. 

Incluso comenzó a pensar si realmente estaba mal lo que hacía, si estaba tan mal pasar tiempo con alguien que lo buscó, pensó en lo que su madre dijo. Soobin era consciente de lo que hacía y ninguno estaba causando ningún daño. ¿Por qué a veces siente que sí? 

Incluso al despertar continuó pensando en ello, viendo hacia el techo que ante la constante atención comenzó a parecer que se extendía cada vez más. La luz de la ventana se reflejaba en él tanto como la sombra de las hojas de los árboles que danzaban en la dulce mañana con una melodía que solo ellas oían. Yeonjun suspiró cerrando los ojos unos segundos para luego volver a abrirlos y voltear la cabeza hacia su izquierda y ver a la razón de sus preocupaciones. Soobin se encontraba con su rostro relajado, soñando y con su respiración lenta. Yeonjun volteó su cuerpo completamente y acarició los suaves cabellos del menor para luego observar desde ese ángulo sus pestañas; largas y bonitas, bajó a sus labios y envidió que incluso en las mañanas se veían húmedos, suaves y rojizos. Comenzó a olvidar lo que devoraba su mente hace unos momentos mientras hundía su rostro en el cabello de menor, quien al sentir su cálido cuerpo se acercó más y rodeó su cintura con un brazo. Yeonjun sonrió ligeramente y mientras acariciaba el suave cabello azabache levantó la mirada hacia la mañana que se asomaba por la ventana.

Soobin era probablemente el chico más agraciado que conoció y conocerá nunca. Se preguntó si simplemente era fácil caer ante Soobin o el débil fue él. El menor lo persiguió hasta tenerlo de esa forma, confundido y en su cama dándole cariño cuando hace solo unos días se había distanciado de él y cuando hace solo unas semanas Yeonjun lo alejaba a patadas, hasta que poco a poco Yeonjun fue cediendo y queriendo al menor. Él no lo notó hasta ahora, cuando estaba con él olvidaba que su intención era alejarlo.

Cuando volteó a verlo nuevamente, Soobin se hundía en el pecho de Yeonjun cual niño teniendo una pesadilla. Yeonjun recordó lo que Beomgyu había dicho, Soobin era un adolescente descuidado por sus padres, bebía y fumaba. Incluso la madre de Yeonjun siendo como es mataría a su hijo si lo encuentra con un cigarro. Soobin no estaba bien y por supuesto quería saber por qué. También llegó a cruzar por su mente ideas que le convenían, como el hecho de que a lo mejor el destino los juntó porque Yeonjun podría ayudar a Soobin de cierta forma.

El menor removiéndose nuevamente lo sacó de sus pensamientos por suerte y Yeonjun bajó la mirada hacia él. Soobin aún no despertaba, solo balbuceaba y se acercaba más al mayor como si pudiese.

— Soobin...— susurró cerca del oído del menor y este se removió nuevamente frunciendo el ceño. — Hey...Binnie. — murmuró y Soobin abrió solo un ojo lentamente.

— ¿Mm? — dijo adormilado y Yeonjun rio ligeramente — Que lindo despertar escuchándote reír, cariño. — confesó arrastrando un poco las palabras antes de bostezar y esconderse en el cuello del mayor.

— Soobin, no vuelvas a dormirte. — el mayor enredó sus dedos en la cabellera del menor y retiró la cabeza del menor hasta hacer que lo mire, sin hacerle daño. Soobin le sonrió ligeramente.

— No iba a dormirme de nuevo, es que eres calientito. — dijo abrazándolo y Yeonjun negó entre risas.

— Ya hay que levantarnos. — le avisó el mayor  y Soobin negó.

— Recién amanece, falta como media hora para que sea la hora de levantarnos. — Yeonjun iba a decir algo más pero fue interrumpido por el menor quien dejó un pico rápido en sus labios. — No voy a dormir más, pero deja que me quede aquí contigo un rato.

— Bien, pero sin dormir. — Soobin asintió feliz y volvió a hundirse en el cuello del mayor.

Su aroma era tan peculiar, le recordaba a algo pero no tenía idea de qué y se moría por recordar. Olía a vainilla pero no vainilla común y corriente, era una vainilla que jamás había tenido el gusto de oler. Solo podía describirlo como dulce, cerraba los ojos y podía sentirse en una linda casita hogareña de madera y alguien horneando un dulce pastel con chocolate, quizás a eso olía Yeonjun. Estaba obsesionado con ese aroma y para rematar Yeonjun era igual de cálido y dulce que su aroma. Pensó en que probablemente en su vida pasada Yeonjun fue una galleta con chispas de chocolate.

Luego quitó su rostro de allí para contar sus locas ideas al mayor pero este tenía los ojos cerrados y su respiración se volvió lenta.

— Y dijo sin dormir. — se burló el menor mientras abría las piernas del mayor para acomodarse entre ellas y abrazarlo. Casi olvidando que seguían desnudos pero no le importó, por extraño que le parezca incluso a él no tenía ninguna intención sexual, solo quería sentir el calor que el cuerpo de Yeonjun emanaba.

Soobin sostuvo todo su cuerpo en sus codos para no lastimar a Yeonjun mientras lo observaba, sabía que le gustaba Yeonjun pero jamás había sentido un querer tan acogedor, se sentía bien después de todo, después de mucho, nunca se había sentido tan bien en esa enorme y oscura casa. ¿Siempre había entrado esa cantidad de luz cálida por su ventana? volvió su mirada a Yeonjun, se veía agotado así que no pensó en despertarlo. 

No supo que estuvo media hora viéndolo y acariciando su cuerpo hasta que sonó la alarma en el celular del mayor, Yeonjun se removió pero no despertó porque Soobin la apagó rápidamente. Quería despertarlo él, así que comenzó a dejar besos por todo su rostro hasta llegar a sus labios y besarlos, sonrió cuando Yeonjun abrió la boca para recibirlo. 

— ¿Despertaste, Señor "no te duermas"? — preguntó el menor con burla y Yeonjun sonrió con los ojos cerrados ahora removiéndose él bajo el cuerpo del menor.

— ¿En qué momento te subiste? — preguntó abriendo lentamente los ojos.

— Cuando me di cuenta que dormías. — dijo dejando un pico en los labios de Yeonjun para luego dejar otro, y otro y más constantemente hasta que Yeonjun lo empujó riendo.

— Déjame despertar. — dijo y se sentó en la cama mientras tallaba sus ojos.

Soobin seguía sobre él aún sentado en la cama, así que Yeonjun al retirar sus manos siguió viendo lo último que había visto, la sonrisa satisfecha del menor.

— ¿Quieres desayunar? — preguntó Yeonjun acariciando el rostro de Soobin mientras este abrazaba su cintura y también se sentaba en la cama.

— Sí. Quiero desayunarte. — Yeonjun carcajeó bajo cuando el menor lo acercó de golpe y comenzó a morder y besar su mandíbula con rapidez, jugando, haciéndole cosquillas.

— Yo no estoy en el menú. — dijo el mayor riendo con sus ojos levemente cerrados mientras alejaba a Soobin.

Y al momento de abrirlos por completo se quedó estático observando al menor. Soobin estaba sonriendo, sus hoyuelitos saltaban de sus mejillas y sus ojos marrones eran de un color miel por la luz solar que entraba por la ventana directo a sus ojos alumbrando cada rincón de ese iris precioso, cargado de tonos cálidos que hipnotizaron a Yeonjun.

— Bajemos, le dije a la sirvienta de anoche que no venga esta mañana, no te preocupes por ella. — dijo el menor y se levantó. Yeonjun se levantó con tranquilidad pero Soobin de un tirón lo acercó a él. — Pero primero bañémonos juntos. — susurró y Yeonjun estuvo de acuerdo.

Por primera vez Soobin no le pareció una máquina de hormonas. Todo estaba fluyendo tan natural que era extraño, como si fuesen una pareja desde hace tiempo. Yeonjun nunca se negó a nada que le provoque ese sentimiento, se sentía bien. Incluso en la ducha, Soobin fue tan respetuoso y gentil. Lavó su cabello y su cuerpo, temiendo que ese olor tan suyo se esfumase pero para su gratitud no fue así. Yeonjun nunca se había sentido tan atendido por un...amante.

Lo acaba de notar, nunca había experimentado algo así con algún novio, constantemente sentía que les debía algo de algún modo, aunque sea sexo, pero Soobin estaba sirviéndolo y atendiéndolo. Por supuesto no solo era nuevo para Yeonjun, Soobin igual, él tampoco había sentido la necesidad de hacer sentir bien a alguien. Claro que le habían gustado otras personas, pero incluso con ellas hacer ese tipo de detalles nunca le interesó, más bien nunca le llegó a la mente hacer algo así pero con Yeonjun no necesitaba pensarlo, solo estaba pasando.

— ¿También sientes eso? — Yeonjun preguntó de repente completamente inconsciente de lo que salía de su boca pero ya era tarde, pues Soobin le había respondido.

— Sí. ¿Te molesta? — Soobin tomó una toalla.

— No, creo que no. Pero nunca me había pasado antes. — confesó — Aunque creo que me siento así contigo desde hace tiempo, pero no quería admitirlo. 

— También es algo nuevo para mi. En primer lugar eres la primera persona a la que persigo tanto. — dijo entre risas y colocó la toalla sobre la cabeza de Yeonjun y lo sostuvo — Pero si esto va a repetirse valió completamente la pena. — confesó igual con una sonrisa mientras secaba el cabello del mayor con la toalla.

— Lamento haberte confundido tanto, yo también lo estaba. — dijo el mayor un poco avergonzado y Soobin alejó la toalla.

— Está bien. Solo dime que ya no lo estás porque estoy empezando a creer que no vas a jugar conmigo y no quiero hacerme ilusiones. 

— Ya no lo estoy. — le aseguró el mayor y rodeó el cuello del más alto con sus brazos para luego pararse un poco sobre las puntas de sus pies y dejar un dulce beso en los labios del menor. — No sé bien cómo terminará esto, solo sé que disfruto estar contigo y algún día iba a terminar aceptándolo. 

Soobin quien había relajado un poco más su rostro volvió a sonreír, sin enseñar sus dientes y sus ojos llenos de esperanza y creyendo plenamente en las palabras del mayor, bajaron un poco hacia el suelo. Sintió una pequeña presión en el pecho, no las que solían advertirle que algo andaba mal y que no se sentía bien, era una presión muy pequeña, se sentía bien. Más que una presión sintió como si una rosa de miel floreciera en su pecho velozmente.

¿Cómo es que Yeonjun le hacía sentir esas cosas? Su cabeza le decía que era muy absurdo, pero esa rosa solo estaba en dirección a Yeonjun, esperando que él la tome.

— Bien, entonces...¿bajamos a comer? — Dijo finalmente y Yeonjun asintió.

Mientras Soobin bajaba las escaleras tras Yeonjun, por primera vez en esa casa no andaba con la cabeza agachada. Levantó la cabeza y alzó las cejas de sorpresa al ver el lugar. De repente esa casa se encontraba teñida en un tono cálido como en su habitación, como el aroma de Yeonjun y como sus ojos. Las finas telas de las cortinas dejaban que entren tenues rayos de sol a la sala y cada delicado objeto brillaba ante la bienvenida del sol. Soobin estaba tan asombrado como Yeonjun, casi olvidando que era su casa.

Seguía tan solitaria como siempre, pero una solead que no asustaba. La última vez que sintió esa paz en su casa fue hace...ya lo había olvidado pero estaba seguro de que sus padres aún seguían juntos. 

De pronto le llegó un terrible deja vú. Él de unos cinco años bajando por esas mismas escaleras una mañana de invierno pero igual de hermosa, la sala iluminada y en ella un bello pino con unas hermosas decoraciones y regalos a su alrededor. Su padre recibiéndolo con una sonrisa y su madre con un desayuno tan navideño como él adoraba.

Ya olvidó la última navidad que la pasó en familia o incluso que la pasó feliz. Había comenzado a dejar de importarle la navidad de pronto, después de todo ya no había regalos ni familia unida.

 Pestañeó unas cuantas veces hasta borrar el deja vú frente a él y solo ver a Yeonjun.

— Tu casa es muy bonita. — confesó el mayor caminando hacia la sala. Soobin se quedó en su lugar viéndolo.

— Dejó de ser mía hace tiempo. — susurró el menor caminando hacia Yeonjun.

— Y tienes un jardín muy bonito. — dijo el mayor viendo hacia el enorme ventanal — Me gustan mucho los jardines tan cuidados y bonitos, tengo plantas en mi casa pero no hay lugar para tener jardín. — Yeonjun abrazó sus brazos viendo hacia los bellos rosales y tulipanes. 

Otro deja vú corrió sobre la mente de Soobin. El mismo pequeño Soobin de unos 7 años, un día sin clases que bajó para encontrar a su madre plantando y cuidando de ese hermoso jardín que tanto amaba. Él bajó fascinado por lo bien cuidado que estaba y se arrodilló junto a su madre, ensuciando sus rodillas de tierra húmeda. La mujer le sonrió. "¿Qué pasa, amor?" Le había preguntado ella gentilmente y Soobin simplemente dijo que quería ayudarla. La mujer le entregó una pequeña semilla que de ella brotaba una hoja y Soobin observó confundido. "Es un tulipán, a mami le gustan mucho los tulipanes. Plántalo por mi." 

Soobin observó fijamente los tulipanes rosas frente a la ventana.

— A mami le gustan mucho los tulipanes. — murmuró inconscientemente y Yeonjun volteó hacia el menor.

— ¿A quién? — preguntó el mayor y Soobin negó lentamente.

— Nada. Vayamos a la cocina.

Yeonjun siguió a Soobin hacia el comedor y cocina.

— ¿Qué me vas a cocinar? — preguntó Yeonjun bromeando, sentándose en uno de los bancos del comedor y Soobin nervioso se alzó de hombros.

— Yo..no sé cocinar. — confesó rascándose la nuca.

— Claro que lo supuse, niño rico. — de un salto Yeonjun se bajó del asiento y se acercó al menor. — ¿Quieres que te enseñe a hacer hotcakes? — preguntó apoyándose en el comedor y Soobin asintió. — Es muy fácil, ven. 

Mientras Yeonjun explicaba, Soobin lo observaba con atención. Por un momento creyó que Yeonjun perdería la paciencia pero fue realmente fácil. No siempre fue fan de los hotcakes pero olían bien, su olor dulce le gustaba, no tanto como el de Yeonjun. El mayor finalmente agregó unas frutas al platillo e hizo unos batidos de banana para ambos.

— Admito que por un momento creí que los quemarías todos. — confesó el mayor riendo un poco.

— Bueno, tengo un buen maestro. — dijo el menor y Yeonjun sonrió.

— Sobre eso, no podemos llegar a tu escuela juntos, lo entiendes ¿no? — preguntó el mayor, por alguna razón temiendo e que al menor le moleste eso. 

Soobin dejó de masticar su comida para levantar la mirada hacia el mayor y luego de unos segundos asentir.

— Entiendo, no te preocupes. ¿Quieres que te acompañe a tu casa?

— No creo que sea necesario. — dijo el mayor con tranquilidad.

— Yo fui quien te sacó frente a tu mamá y yo te llevaré de regreso con ella. — dijo el menor y Yeonjun sonrió ligeramente.

— Bien, vienes entonces. — Soobin asintió.

Ambos al terminar de comer dejaron todo como estaba y salieron de la casa. En la puerta se encontraron con la sirvienta de la noche anterior, Yeonjun incómodo no hizo contacto visual y Soobin simplemente la saludó para luego alejar a Yeonjun de allí.

Aún era temprano. El canto mañanero de los pájaros acompañaban la calle solitaria, que también era fría. Yeonjun abrazó a Soobin, sin importarle nada y el menor sonrió aceptando el abrazo. Así ambos caminaron hasta salir de aquel vecindario y llegar caminando al hogar de Yeonjun. Solo eran unos diez minutos caminando, a lo mejor caminar solo por esas calles era una eternidad para muchos, pero ellos estaban juntos y no pararon de hablar en todo el camino.

— La mañana es muy hermosa. — decía Yeonjun admirando el cielo.

— Te gusta más la mañana que la noche, ¿no? — preguntó de repente el menor y Yeonjun volteó a verlo.

— Sí, ¿cómo supiste? — Soobin sonrió ligeramente a labios sellados y luego volteó su rostro hacia Yeonjun.

— Porque ayer dijiste que la noche era algo normal. Yo amo la noche y tú las mañanas, ambas son cosas que ocurren todos los días.

— Oh, sí.

— ¿Sabes? Hoy creo que me agradó más la mañana. — confesó el menor volviendo la mirada hacia el camino.

— ¿Por qué? — preguntó curioso el mayor.

— Solía sentir calidez solo en las noches, por alguna razón aunque sea oscura y fría, pero hoy la mañana era igual o mejor. Desperté junto a ti. — dijo sin verlo, ya que había sentido que fue muy cursi y no quería ver a Yeonjun burlarse de él.

Yeonjun soltó una ligera risa tímida y luego dijo habló.

— Yo creo que también preferí la noche ayer. — confesó también el mayor y Soobin volteó a verlo esperando una respuesta. — Porque dormí contigo.  — dijo bajo, no tanto para que Soobin no escuche y volteó su rostro hacia un lado con algo de pena.

Lo que fueron diez minutos parecieron solo dos, llegaron más rápido de lo que creían y Soobin selló sus labios inconforme, no quería despedirse de Yeonjun a pesar de que lo vería en unas horas.

— Voy a entrar, te veo luego. — Yeonjun quiso acercarse para besarlo o tal vez abrazarlo pero luego recordó lo expuesto que estaba y se alejó.— Adiós... — susurró con una sonrisa nerviosa que tranquilizó a Soobin y sonrió igual.

Yeonjun entró a la casa y cerró la puerta lentamente. Soobin se alejó de allí cuando escuchó los pasos de Yeonjun alejándose y antes de irse completamente volteó hacia la casa. Era pequeña, recién había notado eso ya que acababa de verla iluminada. Sonrió nuevamente al ver las plantas que Yeonjun le había dicho que tenía. Finalmente volteó hacia la calle dispuesto a irse.

•bd•

Fue el peliazul quien por supuesto llegó primero a la escuela del menor, una sonrisa de oreja a oreja en su rostro lo hacía ver más amable que de costumbre.

Yeonjun no le había dicho nada a Soobin pero ya casi terminaba su trabajo en ese lugar, ya casi habían pasado los seis meses que tenía arreglado y eso lo tenía contento, podía seguir con sus estudios y trabajo como debería. Aunque no vería tanto a Soobin.

En el camino se encontró con Beomgyu y se detuvo.

— ¿Cómo estás?  — preguntó el castaño.

Yeonjun quería responderle que bien, pero fue extraño. Beomgyu era su mejor amigo de casi toda la vida y solía contarle cada mínima cosa que hacía, un "¿Cómo estás?" jamás era respondido con un simple bien, siempre comenzaba a relatar lo que había hecho desde que despertó y el peliazul no podía hacer eso.

— Bien. — igualmente dijo, sabía perfectamente que Beomgyu también lo vería extraño así que luego agregó. — Hoy tuve que luchar para hacerle el desayuno a mamá. — contó riendo un poco — Ya se cansó de los cereales y batidos, no entiende que es lo mejor para ella. 

— La conoces, es demasiado terca. — Beomgyu sonrió mientras acomodaba las libretas que tenía en mano. — Uno de mis hermanos trajo un gato ayer. Ya sabrás cómo se puso mamá. — contó también el castaño.

— Claro que lo sé, casi mata a mi gato la bruja de tu madre. — Beomgyu carcajeó ante el comentario.

— Sí y la loca de tu madre casi mata a la mía. — Yeonjun carcajeó también, había olvidado ese detalle. — "Te voy a derramar agua hirviendo también a ver si te gusta, vieja bruja" — imitó el castaño a la madre de Yeonjun.

— Por suerte no le pasó nada a Kitty. — Yeonjun suspiró ante el recuerdo de su niñez y recordó que tuvo que entregarle el gato a su dueña original, ya que era uno extraviado.— ¿Y tu madre dejó que tus hermanos tengan un gato?

— Sí, porque prometí que los ayudaría con eso. 

Yeonjun sonrió un poco viendo a su amigo, lo había extrañado y temía mucho que su relación con él se vuelva extraña.

— ¿Vienes a comer hoy? — invitó Yeonjun — Y vemos películas o algo.

— Yo no necesito invitación, cállate. — Beomgyu rio abrazando a su amigo con un brazo. — Vamos  a ver el espanta tiburones, no acepto un "no" como respuesta.

— Ugh, tú y mi mamá me hartaron con esa película. — se quejó el peliazul.

— Tú porque eres un raro, ¿Cómo no vas amar esa película? ¡Es muy buena! 

Yeonjun sonrió negando levemente mientras dirigía su mirada a las puertas que se abrían lentamente dándole el paso a los estudiantes.

No tuvo que esperar mucho para ver a sus alumnos ingresar al edificio y dirigiéndose al salón. No buscó a Soobin, pero si estuvo atento para verlo. Cuando este apareció supo que también esperaba verlo ya que estaba con la cabeza arriba como si lo buscara, cuando lo vio le sonrió al mayor y Yeonjun sonrió igual levemente. Era la primera vez que lo veía llegando a la hora de la entrada.

— Muy buenos días. — dijo el menor hacia los dos mayores antes de seguir su camino al salón.  

Beomgyu solo asintió, Yeonjun no hizo nada más que verlo.

— Creí que estaba enojado contigo. — el castaño sacó el tema y Yeonjun volteó la mirada hacia él.

— Sí pero es un niño, ya se le pasó. Sigue igual de molesto como siempre. — comentó el peliazul. — Nos vemos en mi casa, tengo que dar la clase. — dijo hacia su amigo y Beomgyu asintió yendo hacia el lado contrario.

es q ya pasaron las 3mil palabras, casi 4mil son

Este cap de lust esta raro corte que es muy soft no sé se me salió solo

Chauu, avisen errores que escribí con la luz apagada (y soy re pajera para revisar)

Cap concluido el sábado 16 de septiembre del 2023 a las 20:05



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