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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄

𝙷𝙰𝚉𝙻𝙾 𝙰 𝚃𝚄 𝙼𝙰𝙽𝙴𝚁𝙰

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-No sé si es una buena idea- murmuró Cedric, rascándose la sien -No me gustaría invadir la privacidad de Harry.

Rodé los ojos. -Estás haciendo que suene tan dramático, Diggory- traté de justificarme, aunque tampoco estaba segura de que fuera algo bueno -Solo quiero que vayas y veas a Harry para saber si está de humor- escuchándome, Cedric parecía estar reflexionando sobre esta estrategia mía. -Por favor- rogué mientras me acercaba un paso más -Tengo que asegurarme de que Harry aceptará mis disculpas- Me miraba con ojos tristes, en realidad todavía yo tenía los ojos hinchados después de todas las lágrimas que había derramado.

Cedric me observó y, como incapaz de aguantar más de esta vista, se rindió. -Está bien- dijo, -pero no me quedaré más de 10 segundos- Asentí con satisfacción: esto ya era una gran victoria.

Lo vi caminar a través de la pared y esperé nerviosamente dando vueltas. Un interminable minuto después, estaba de nuevo frente a mí. -Lo encontré. Está en la sala común- dijo Cedric.

-¿Qué te tomó tanto tiempo?- Pregunté sorprendida porque sabía que la sala común al otro lado de la pared por la que acababa de pasar. -Me dijiste que no te quedarías más que unos segundos.

Cedric se encogió de hombros. -Estuve a punto de hacerlo en realidad, pero luego decidí quedarme más tiempo para estar completamente seguro de que estaba de buen humor para escuchar tus disculpas- Me sonrió y yo le devolví la sonrisa. -Se ve un poco apenado, pero estoy bastante seguro de que se siente culpable y también quiere disculparse.

-Gracias- dije.

Me dio un asentimiento amistoso y luego retrocedió hacia las escaleras. -Te veré más tarde.

Caminé hacia la Dama Gorda y le di la contraseña para entrar a la sala común. Cedric tenía razón: Harry estaba tranquilamente sentado en el sofá, retorciéndose nerviosamente los dedos. Mi respiración se volvió pesada y mi corazón latía más rápido, mi garganta estaba atada y ni siquiera estaba segura de poder hablar. Di pequeños pasos hasta que llegué al lado del sofá. Respiré hondo y me senté a su lado. Estaba mirando hacia abajo, obviamente escondiendo sus sentimientos de mí.

-Harry... yo...- me detuve. Quería decir que lo sentía, pero mentiría: no lo sentía en pequeña medida. Por supuesto que me sentía culpable por haberle dicho a Harry esas duras palabras, pero mi respuesta había sido sincera. No quería que mi mejor amigo coqueteara con la novia de su compañero de escuela muerto. No quería que Cedric saliera lastimado.

Me sentí aliviado de que Cedric no decidiera quedarse para apoyarme: esperaba que nunca supiera que toda esta discusión era sobre él. Decidí ser honesto con Harry o simplemente.

-Me disculpo por lo que te dije antes. No quise decir lo que dije, sé que nunca querrías faltarle el respeto a su memoria. Sé que no eres ese tipo de persona.

Harry se mantuvo en silencio, se mordió el labio inferior y me miró. Se quedó mirando la pared largos segundos y como si leyera mi mente, - ¡otra vez! -, murmuró.

-Pero no te arrepientes de lo que dijiste sobre Cho. Desapruebas nuestra amistad, ¿no?.

Suspiré internamente con exasperación, Harry me conocía más de lo que pensaba. -Harry... no creo que sea una buena idea. Soy tu amiga, no puedo decirte algo con lo que no estoy de acuerdo solo porque quieres escucharlo. Tengo derecho a darte mi opinión, incluso si no te gustará- Mi voz era tranquila, esta vez no quería sonar grosera sino sincera y amigable.

Su mirada se suavizó e identifiqué resignación seguida inmediatamente por determinación. -Bueno, no estoy pidiendo tu opinión- concluyó mientras se ponía de pie, poniendo fin a esta conversación.

-¿Qué?- Fruncí el ceño, insegura del significado de sus palabras.

-¿No estás de acuerdo con Cho? Está bien... Pero también tengo el derecho de negarme a seguir tu consejo.

Caminó hacia la salida.

-Harry- llamé desesperadamente mientras mi cerebro trabajaba en encontrar buenos argumentos para hacerle cambiar de opinión. Además, el pánico aumentaba lentamente mientras me preguntaba si su decisión tendría un impacto en nuestra amistad. -Yo, nosotros...- Se volvió hacia mí y levantó una mano.

-No te preocupes Hermione. No estoy enojado contigo, y sigues siendo mi mejor amiga, pero tomé mi decisión- Volvió a caminar, pero se detuvo y agregó: -Por cierto, también me disculpo por mi reacción durante el almuerzo.

Antes de que pudiera decir algo, ya estaba fuera de la sala común. -Te veré en la cena- lo escuché decir con un tono de voz indiferente.

Salí corriendo de los apartamentos de Gryffindor en busca de Harry. Estaba enojada y preocupada. Preocupada por mi amigo, por el fantasma de Cedric, por Cho. Finalmente lo encontré mientras retozaba tranquilamente por los pasillos (bueno, en ese segundo, eso es exactamente lo que sentí). Esta vista tuvo la habilidad de enojarme aún más: ¿cómo no iba a medir las consecuencias de su decisión?

-¡Harry!- grité.

Lo escuché suspirar, detenerse y darse la vuelta para mirarme.

-¿Qué?- preguntó.

-¿Te das cuenta de lo que acabas de decir?

Harry sostuvo mi hombro de una manera amistosa y tranquilizadora. -Hermione, eres una buena consejera pero tienes que entender que no estoy obligado a escucharte cada vez que das un consejo.

-¿Crees que soy idiota?- espeté mientras apartaba mi hombro -No me importa que no me escuchen, estoy hablando de tu decisión: estás cerca de salir con la novia de otra persona.

Harry me miró. -Está muerto, Hermione- dijo Harry con seriedad. Comprendí que él asumió que yo estaba en algún tipo de negación. Puso una cara seria y triste -y tendré que vivir toda mi vida con el recuerdo de Voldemort asesinándolo justo frente a mí.

Sentí una punzada. -Y no puedo vivir con su fantasma, tengo que intentar seguir con mi vida. Eso es lo que probablemente él querría que hiciera.

Pero yo vivo con su fantasma. Quise gritarle.

-Y además, no estoy cerca de salir con ella. Como te dije antes, nosotros... hablamos- Harry trató de calmarnos a mí ya él mismo al mismo tiempo. -Y si aún no estás de acuerdo, mantente al margen de esto- agregó en un tono más firme.

En ese momento, vi a Cedric flotar a través de la pared y caminar hacia mí de manera preocupada. Congelada, lo miré alarmante. Harry me miraba con una mirada inquisitiva. -¿Hermione?- mi amigo llamó.

¿Cedric nos había oído? ¿Sabía ahora sobre Harry y Cho? Cedric miraba de un lado a otro a Harry y a mí.

-¿Qué?- finalmente murmuré. Sin dejar de mirar a Cedric, escuché a Harry suspirar.

-Te dije que si no estás de acuerdo con mi elección, aléjate de mí y...-. ¡Oh Merlín, la palabra con C prohibida!

-¡Lo tengo!- exclamé, interrumpiéndolo. Aparté la mirada de Cedric y me volví hacia Harry. -Lo tengo- repetí en una voz más suave -solo hazlo a tu manera.

Harry me miró de arriba abajo y se alejó. Los ojos de Cedric lo siguieron hasta que estuvo fuera de su vista, luego se giró hacia mí y se mantuvo en silencio. Este silencio era insoportable, quería saber si nos había escuchado tanto como quería que se quedara callado.

-¿Estás bien?- Cedric me preguntó.

-¿Y tú?- Me desvanecí. Sus rasgos inquietos se suavizaron en una sonrisa. Obviamente, esta no era la cara de alguien que acababa de descubrir que otro chico estaba coqueteando con su novia.

-¿A menudo respondes una pregunta con otra?- preguntó, divertido.

-Bueno, parecías un poco nervioso- expliqué, golpeando nerviosamente mis dedos contra mi cadera. Cedric se tensó y una pizca de disgusto cruzó sus ojos.

-En realidad, no he visto a Harry desde... la tercera tarea. Fue un poco inquietante, supongo.

Me sentí culpable y tonto cuando me di cuenta de mi pedido sin tacto. -Lo siento. No tenía que pedirte que lo vieras si no te sentías capaz de hacerlo. Debería haber sido más cuidadosa- Cedric negó con la cabeza. -No, está bien. Estoy encantado de poder ayudarte- tomó un profundo respiro innecesario y exclamó. -Entonces, ¿ustedes arreglaron todo?

-No lo sé- respondí genuinamente -Me disculpé y ya no me mira enojado, pero no creo que el problema se haya aclarado realmente.

-Hiciste la mayor parte- me animó Cedric con una voz fría. -Dale algo de tiempo.

Asentí con la cabeza, contenta de que Cedric no hubiera oído de qué se trataba nuestra discusión, pero también de que no había tratado de encontrarlo. Su discreción estaba cerca de la virtud. A diferencia de él, yo tenía una curiosidad irritante y me sentí aliviada de ver que Cedric Diggory no era del mismo tipo.

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