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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐈𝐍𝐂𝐄

𝙽𝙸 𝙰𝙱𝙰𝙽𝙳𝙾𝙽𝙰𝙳𝙾 𝙽𝙸 𝙾𝙻𝚅𝙸𝙳𝙰𝙳𝙾 ❞

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Ya iba una semana desde que había conseguido el libro, y la lista de ingredientes era muy larga. Con Cedric, habíamos calculado tres meses para conseguir todos los ingredientes y preparar la poción. Además, yo necesitaría practicar bastante el Hechizo para estar segura de que lo podría usar bien la noche en que trataría de traer a Cedric de regreso a la vida. Me sentía muy emocionada respecto a eso, era una experiencia fantástica para una bruja, y especialmente para una curiosa y adicta al conocimiento como yo. Sumado a ello, realmente esperaba que este hechizo funcionara: Cedric lo merecía, merecía regresar con todos nosotros, encontrarse con su familia, con su padre. A veces, me sentía muy tentada de ir a la casa de los Diggory y decirles la verdad: que su hijo estaba "vivo" de alguna forma, que él seguía aquí con nosotros. Eso sería una maravillosa y feliz noticia, pero luego pensé en lo que sentirían si yo fallara, si es que acaso no había oportunidad de cambiar su destino. Si la decepción sería mucho peor que el enfrentar el duelo por el que han estado pasando.

Estaba en la biblioteca con Ginny, quien se quejaba del hecho de que no nos habíamos estado viendo mucho últimamente (lo cual era verdad), ella insistía en pasar la mañana conmigo. Resultado: yo no podía trabajar en el libro, y Ginny estaba aburriéndose en la biblioteca.

Después de una hora sin una palabra, finalmente encontramos un tema decente. Ella habló sobre Dean durante treinta minutos. La escuché cuidadosamente, pero entonces pensé esto no podría ser peor. Pero justo después de eso, ella meditó y me miró fijamente.

—Y que hay sobre ti Hermione, ¿hay algún chico en el que estés interesada?

Oh maldición, estaba equivocada pensé. Sacudí mi cabeza. —No Ginny, no hay.

Ginny bufó. —¿Crees que soy idiota? Has estado actuando tan extraño últimamente— Estiró su mano y palmeó la mía. —Soy tu mejor amiga, Hermione. Puedes contarme lo que sea. Y yo sé lo difícil que es mantenerlo en secreto.

Mordí mi labio inferior, manteniéndome en silencio un minuto sintiendo la dura mirada de Ginny en mi, nerviosamente comencé a pasar la pluma entre mis dedos.

—Bueno, tal vez si hay un chico— escapó de mi boca antes de que mi mente pudiera detenerla.

¿Por qué dije eso? Lo ignoro. Tal vez porque necesitaba alivianar mi pesado corazón, tal vez porque quería estar segura de esos nuevos sentimientos que estaban creciendo y a los que yo no estaba acostumbrada, o quizás sólo necesitaba hablar con alguien que no conociera toda la historia.

Ginny contuvo un gemido y jadeó.

—Oh Merlín, lo sabía— dijo, —necesito saberlo todo acerca de este chico— No sabía porqué pero su última oración sonaba particularmente perversa para mí.

Sacudí mi cabeza, comenzando a arrepentirme de lo que había dicho recién.

—Ginny. No es la gran cosa, de verdad. Ni siquiera estoy segura que haya algo realmente— murmuré.

Mi amiga frunció el ceño.

—¿Qué hay sobre él? ¿Te ha dicho algo? ¿Dijo que le gustabas?— preguntó.

—No,— murmuré con tristeza. —Es muy complicado, sabes. Tal vez deberíamos solo olvidarnos de ello, ¿okay?

Ginny sacudió su cabeza, obviamente ella no iba a renunciar hasta que me sonsacara algo de información.

—Okay, tú no conoces sus sentimientos. ¿Pero qué sobre los tuyos? ¿Qué es lo que sientes cuando él está cerca de ti?

Técnicamente, él ni siquiera está cerca de mi, pensé, riéndome para mí misma. Ginny me miró de arriba abajo, obviamente tomando todo esto mucho más seriamente que yo.

Detuve mis risas y me tensé con una mirada de disculpas.

Medité un par de segundos.

—Bueno, cuando él está cerca de mí, me siento… bien. Olvido todo lo demás. Sólo somos él y yo— murmuré, diciendo las palabras que salían de mi mente.

Miré a Ginny y la vi componer una tierna mirada, observándome como si estuviera a punto de abrazarme fuertemente.

—Oh, Hermione,— dijo con una voz suave.

Suspiré. —No, Ginny. No comiences con tus ojos de perrito triste. Sé lo que estás pensando pero estás verdadera, profunda, loca, completamente… equivocada— dije. Luego me detuve a pensar que había usado una o dos palabras en exceso como para ser creíble. Incluso yo no me creía en ese momento, no podía esperar que Ginny, la detective del amor en Hogwarts pudiera creer mi patética respuesta.

Ginny palmeó mi hombro de manera que claramente quería decir, —Como digas.

Me froté la cara con las manos. Esta conversación no fue una buena idea. Ahora nunca me liberaría de Ginny.

—Oh por favor, dime su nombre— preguntó, —quiero saber el nombre del chico que abrió el corazón de Hermione Granger.

Rodé los ojos. Pero antes de que pudiera responder algo, vi a Cedric entrar como rayo con cara de pánico. Nunca lo había visto en ese estado antes. Él miraba todo a su alrededor, hasta que finalmente me encontró.

—Hermione— me llamó con voz alarmada. Ginny apretó mi mano porque ciertamente ella estaba viendo mi cara palidecer. —Umbridge. Ella está quitando el cuadro,— dijo —por favor, haz algo— murmuró devastado.

—¡Umbridge!— exploté ruidosamente levantándome de la banca.

Ginny abrió los ojos sorprendida. —¿Por qué estás hablando sobre ese sapo rosa?

—Señorita Granger— dijo Madame Pince con voz firme.

Pero yo ya no escuchaba nada más. Salí rápidamente fuera de la biblioteca y corrí a través de los pasillos, seguida de Cedric.

Yo sabía cuánto significaba el cuadro para él, era su único lazo con el resto de las personas vivas. No podía ser quitado así como así. Resoplé, yo sabía que Umbridge siempre había estado en contra del cuadro, ella no podía imaginar a las personas unidas por la misma causa, ella quería dividir para conquistar, y obviamente el cuadro de Cedric era su nuevo blanco. No podía dejarle hacer eso, no a Cedric. Ese cuadro era demasiado importante.

Mi corazón estaba latiendo rápida y fuertemente, sentía como si fuera a explotar, así como me había sentido el día que descubrí lo de Harry y la Pluma de Sangre, pero esta vez era mucho peor: primero, porque yo ya estaba molesta con esa fealdad con patas y yo seguía teniendo este sentimiento de que no me había vengado propiamente, y segundo, tenía que confesar que no podía permitir que se atreviera a atacar a Cedric.

—¿Quién está allí?— le pregunté a él, aún corriendo.

—Scott y algunos Hufflepuff que estaban por ahí— contestó.

Finalmente llegué al pasillo, ahora alcanzada por Ginny. Encontré a Umbridge con ese idiota de Filch que trabajaba retirando el gran cuadro. Scott estaba gritando, mientras todos los otros estudiantes estaban en silencio (probablemente temerosos de levantarse frente a Umbridge).

—No puede hacer esto— gritaba Scott.

—Algunas personas aventureras fueron atrapadas en la noche a causa de esto. No puedo permitir que los estudiantes se vuelvan unos emancipados— dijo ella, ciertamente hablando acerca de mi único caso como confirmando una realidad. —Y yo puedo hacer cualquier cosa que yo quiera Señor Logan, cualquier cosa por el bien de la escuela— respondió orgullosamente.

—Pero ese homenaje no molesta ninguna maldita cosa de la escuela— escupió Scott.

—Cuidado Señor Logan— le amenazó Umbridge, —use un lenguaje más decente, soy su superior.

—Dumbledore es nuestro superior— grité caminando hacia el lado de Scott con una mirada desafiante, —y también lo es de usted— agregué.

Umbridge resopló.

—Yo… trabajo para el Ministerio, señorita Granger. Yo soy la persona que toma las decisiones— dijo.

—No en esta escuela. Dumbledore lo hace— respondí.

Si las miradas pudieran matar, hubiera muerto ahí mismo, porque ella claramente me lanzaba dagas con su mirada.

—Las reglas han cambiado Señorita Granger. La posición del director ha cambiado. Así que yo, ahora, decido— Se volteó hacia Filch, —Remueva el cuadro.

Filch asintió como el usual arrastrado que le gusta ser. Agarró el gran cuadro y lo quitó de la pared.

—No,— murmuró Cedric, más cercano a un ruego que a un grito. Esa visión me hizo querer llorar.

—No, no haga esto, por favor— exclamé, —este homenaje significa mucho más de lo que se pueda imaginar.

Umbridge me dio una última fría mirada y se alejó, seguido por un tambaleante Filch, cargado con el peso del cuadro.

—Zorra— escupió Scott con disgusto. —¿Qué haremos ahora? No la podemos dejar hacer esto— dijo mirándome.

—¿Cómo supiste lo que estaba pasando aquí?— me preguntó Ginny, confundida.

Pero no les respondí a ninguno de los dos, estaba demasiado preocupada mirando a Cedric. Sus ojos tristes seguían a Umbridge, y luego desvió la mirada. No me miró, en vez de eso flotó a través de una muralla.

—Cedric,— le llamé. Pero él ya se había ido.

Yo sabía que él estaba sufriendo. Sentí una lágrima caer por mi mejilla. Escuché a Scott y a Ginny susurrar un confundido ¿qué?, pero no reaccioné.

Corrí a través del pasillo buscándolo a él.

Estaba corriendo, sólo corriendo, buscando desesperadamente una pálida cara semitransparente. Estaba tan asustada, asustada por él, asustada por lo que él estaba pensando sobre mí, ahora.

—Hermione— siseó Ginny, tratando de atraparme. Agarró mi codo para detenerme. —¿Qué pasa contigo?

Aspiré profundamente, solté mi brazo y corrí más rápido que antes.

Escuché los pasos de Ginny ralentizarse y detenerse.

Corrí a través de todos los malditos pasillos del castillo. Todos me miraban cuando pasaba corriendo ruidosamente por su lado.

Después de treinta minutos, sentía que mis pulmones estaban ardiendo, ya no podía respirar más. Me detuve y miré a mí alrededor esperando poder ver a Cedric aparecer por una muralla.

Traté lo máximo posible de recomponerme, estaba respirando fuertemente como si el oxígeno fuera costoso. Creo que esto era más mental que físico. Sabía que mi angustia era mucho más responsable del fuego en mi cuerpo que mi maratón a través de la escuela (incluso si hubiera tenido que correr fuera del infierno).

Me detuve no muy lejos de las grandes puertas, y algunos estudiantes susurraban algunas palabras, probablemente hablando acerca mí. Pero no les puse atención, tenía un montón de cosas sobre qué preocuparme.

—¿Qué va mal contigo, Granger? ¿O es que acabas de perder a Cara-Rajada en la caja de arena?— No me voltee hacia la voz, ya sabía quién era.

Malfoy río y caminó hacia mí. Seguí mirando atentamente a mí alrededor.

—No te preocupes, probablemente él esté tratando de meter su trasero en problemas, como siempre. En realidad, nunca he visto a alguien tan desesperado por el reconocimiento y la fama— rió.

—¿Sigues mojando tus pañales y llorando por tu botella de sangre porque Harry ya tiene todo el reconocimiento y la fama por la que tú tendrás que correr durante toda tu miserable y aburrida vida?— respondí, sin siquiera mirarlo.

Algunos estudiantes de Hufflepuff y Gryffindor que pasaban por nuestro lado rieron.

Malfoy frunció el ceño, para luego reír.

—Guarda tu aliento, Granger. Sería muy malo que Hogwarts perdiera a una de sus preciadas estudiantes sangre-sucia— murmuró dándose cuenta de mi estado.

Yo seguía examinando la muralla cuando respondí.

—¿Qué es lo que quieres, Malfoy? ¿Extrañas tú lengua pegada? ¿Necesitas algo de ayuda?

Escuché a Draco bufar.

—Recién escuché que tú y ese idiota de Scott Logan trataron de aumentar las expectativas de vida del cuadro— exclamó. Mi cara se tensó cuando recordé la escena que recién había ocurrido. Malfoy sonrió, satisfecho de haber dado justo en el blanco. Se echó a reír y comenzó a caminar, alejándose. —No te preocupes, Grangy. Ese cuadro era inútil, todos ya olvidaron a Cedric Diggory.

Mi sangre hirvió con sus últimas palabras. Esta vez, lo miré y le fulmine con la mirada. Ya no podía soportar más. Draco Malfoy iba a pagar toda mi rabia contra Umbridge. Mi mano alcanzó mi varita y apunté con ella a Malfoy. Los ojos de Malfoy se abrieron con sorpresa.

—Expelliarmus— grité. Pero antes de que el cegador rayo de luz pudiera escapar, sentí una firme mano agarrar mi muñeca y hacerle perder la dirección.

La luz voló cerca de la cabeza de Malfoy y golpeó la muralla haciendo un gran ruido.

—¿Cuál es tú problema, Granger?— escuché.

Levanté la mirada y vi a un chico de cabello negro, con una fría pero confusa mirada, observándome. Su mano seguía sosteniendo mi muñeca.

—Ella me atacó. Tú lo viste todo— siseó Malfoy.

Mi mente estaba confusa, mis oídos zumbaban, no podía pensar bien. Mi rabia me había sobrepasado por completo, y era como si hubiera perdido el enfoque del mundo real.

—Cálmate, Malfoy— gritó el chico, mirándolo a él. Seguía tomando firmemente mi mano. El chico era Aaron McCoy, el Premio Anual de Hufflepuff. —Granger, ¿estás bien?— preguntó, mirando mi cara pálida y perdida.

Asentí y rápidamente miré a mí alrededor, deseando poder captar algo de Cedric.

Miré hacia los terrenos, y entonces recordé el claro donde Cedric solía ir cuando se sentía perdido o triste.

Mi mente comenzó a aclararse de nuevo, y corrí atravesando las puertas. Fui detenida por la mano de McCoy.

—Eh, ¿dónde crees que vas corriendo así?— preguntó.

Me voltee hacia él, completamente devastada.

—Por favor, déjame ir. Tengo algo importante que hacer— dije.

McCoy frunció el ceño.

—¿Algo más importante que justificar el porqué estabas a punto de hechizar a un compañero?— preguntó.

Suspiré.

—Por favor, realmente necesito irme, ahora— dije. Miré a McCoy con ojos suplicantes.

Me miró de regreso, meditando un par de segundos, mientras algunos otros estudiantes susurraban. Rápidamente miró a Malfoy y suspiró. Soltó su agarre.

—Okay, puedes irte— dijo.

Suspiré de alivio.

—Gracias— susurré.

—¡¿Qué?— gritó Draco, —¿Qué estás haciendo McCoy?

—Suficiente, Malfoy. No he dicho que dejaré pasar lo que ha ocurrido— advirtió. Nos miró a ambos. —Ustedes dos. Los estaré esperando en mi oficina, esta noche, justo después de clases.

Malfoy bufó y asintió. McCoy le hizo una seña de regreso. Incluso si yo seguía estando en grandes problemas, no pude evitar el darle una mirada agradecida.

Me voltee dándole la espalda y corrí fuera de la escuela.

[...]

Finalmente alcancé el claro y abrí ampliamente mis ojos.

—Cedric— llamé, respirando pesadamente.

Entré en el claro cuidadosamente.

Deseaba encontrarlo, aquí. Necesitaba que él estuviera aquí. Y ahí estaba, sentado sobre una roca, mirando hacia la distancia.

Caminé hacia él.

—Cedric— murmuré.

—No les importo. Ellos no se preocupan por mí. Todos me han olvidado—"+ murmuró, su mirada atrapada en los campos nevados.

Sacudí mi cabeza, y me pregunté por un segundo si él había escuchado las estúpidas palabras de Malfoy.

Me arrodillé frente a él.

—No— repliqué gentilmente, —por supuesto que no lo han hecho—" me detuve. —Scott trató lo más que pudo de mantener el cuadro. Él se preocupa por ti. Ya está planeando algo para traerlo de regreso— dije, tratando de hacerlo sonreír. No reaccionó.

—Sólo él. Todos los demás no tienen ni una maldita idea de lo que pasó— respondió.

—No Cedric. Ellos sólo están asustados de Umbridge, pero te juro que nadie te ha olvidado— dije.

Cedric sacudió su cabeza. Se mantuvo en silencio algunos minutos. —El cuadro. No lo volveré a ver, ¿verdad'

Cerré mis ojos y suspiré, sintiendo toda la culpa acomodándose sobre mí.

—Lo siento tanto— susurré, —no mantuve mi promesa. Por favor, no me guardes rencor.

Cedric frunció el ceño y me miró. —¿Qué?— murmuró.

—Te había prometido que protegería ese cuadro de Umbridge, y… fallé. Fallé miserablemente— dije. Mis ojos estaban llenos con lágrimas. —Cuando te vi alejarte sin darme una mirada, me sentí tan asustada de haberte decepcionado. Por favor, perdóname.

Cedric me miró profundamente a los ojos, durante largos segundos. Mi corazón estaba latiendo con rapidez, tenía tanto miedo de lo que estaba a punto de oír. Cedric sacudió su cabeza.

—Por supuesto, no. Lo siento si te hice sentir de esa manera— murmuró, sin aparar su mirada de la mía. —Nunca podría… jamás, guardarte rencor.

Discretamente suspiré de alivio, mi corazón se reanimo. Cedric compuso una sentida sonrisa (y realmente aprecié el esfuerzo que hacía por mí). —Hermione, tú eres ciertamente la mejor parte de mi no-completamente vida de fantasma. No podría imaginarme aquí sin ti— murmuró.

Reí y sentí la urgencia de abrazarlo para mostrarle mi gratitud. Me contuve y me contenté a mi misma con una sonrisa.

Pero aunque las palabras de Cedric me hubieran aliviado, no me sentía completamente satisfecha. No podía simplemente cerrar mi boca y dejar que Umbridge ganara fácilmente. Scott estaba en lo correcto: necesitábamos hacer algo, necesitaba tomar venganza contra la vaca mal vestida que había estado sirviendo como nuestra profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras desde el comienzo de año.

—Traeré tu homenaje de regreso. No la dejaré ganar. No la dejaremos ganar— dije, —¿Okay?

Cedric asintió ligeramente y le di una mirada de apoyo.

Nos mantuvimos así, en silencio, durante un largo momento. Cuando sentí que Cedric estaba de mejor ánimo, fruncí el ceño y pregunté.

—¿Aaron McCoy es un buen Premio Anual?

Cedric abrió sus ojos en sorpresa y me dio una inquisitiva mirada.

—¿Qué hiciste?— preguntó.

Mordí mi labio inferior y le dedique una compungida mirada.

Pasé toda la tarde pensando acerca de mi reunión con McCoy y Malfoy después de clases. Cedric no me había dejado tranquila. Por supuesto que él conocía a Aaron, pero los dos chicos nunca habían sido muy amigables con el otro según entendí, incluso aunque Cedric se hubiera mantenido en silencio acerca de las razones para su animosidad.

[...]

—Ya no sigas preocupándote, te dije que irá bien— murmuró Cedric durante las clases de McGonagall.

—Es más fácil decirlo que hacerlo— susurré. —Si entendí bien, McCoy es un imbécil. Me va a aplastar.

—Bueno, es un poquito más complicado— dijo Cedric, aclarando su garganta. —Dejar que pienses que Aaron es un imbécil no sería apropiado.

Cubrí mi boca con mi mano para lucir menos visible y preocupara el resto de la clase. —¿Entonces qué? ¿Por qué ustedes dos se odiaban?

Cedric frunció el ceño y se pasó los dedos por el pelo, avergonzado. —Te lo explicaré todo después de tu lección

[...]


—¿Qué? ¡Ustedes dos tuvieron una pelea por una chica!— en shock le fruncí el ceño a Cedric.

Ahora nos encontrábamos subiendo las escaleras para ir a la oficina del Premio Anual. Las lecciones habían terminado recién, y Cedric me había comenzado a contar la historia completa entre él y McCoy.

Cedric sacudió su cabeza.

—Es realmente complicado, de verdad— explicó, —fue en el año anterior al torneo. Había una chica, Hufflepuff. Yo había escuchado que a Aaron le gustaba, pero no puse atención en ello. Comencé a probar suerte y a coquetear con ella. Cuando Aaron supo sobre ello, nos peleamos y nunca más nos hablamos después de eso.

Abrí mi boca y dejé salir una risita disimulada. —¡No puedo creer lo que escucho!— exclamé. —Tú me dijiste que él era un imbécil

Cedric sacudió la cabeza nuevamente.

—No, yo sólo te dije que Aaron y yo no nos llevábamos bien. Tú concluiste que él era un imbécil— explicó.

Lo fulmine con la mirada y silenciosamente continuamos caminando.

—Te digo la verdad, soy el único que actuó como un imbécil— se justificó, —fui un idiota y lo sé. Traté de disculparme una vez y él no me escuchó, y entiendo completamente su reacción. Pero ahora, ya fue. No puedo cambiar lo que ocurrió incluso aunque así lo quisiera.

Se detuvo un segundo. —¿Pero por qué estás actuando así? Aaron ni siquiera sabe que tú eres mi amiga.

Él dice la verdad. ¿Por qué estoy actuando así? medité.

Lo miré sin pronunciar ni una palabra. Cedric mordió su labio inferior. —Por favor, no me mires de esa manera, me siento como si hubieras descubierto que yo asesiné a tu mascota— dijo. —¿Quieres que me arrodille y te ruegue para que me veas otra vez como ese chico que tú pensabas que yo era? Bueno, lo hago, porque soy ese chico, y no este idiota que pareciera un estudiante de 5 años que solo anda jugando por todos lados y metiéndose en peleas.

Antes de que yo pudiera responder algo, él ya se había arrodillado en frente de mí. Lo miré y me largué a reír.

—¿En exactamente cuántas peleas te has visto envuelto?— pregunté mirándolo de regreso.

Cedric se encogió de hombros.

—Sólo una, pero hice lo mejor posible para que sonara tan dramática como tú la hiciste sonar— respondió con una malvada sonrisa torcida.

Rodé mis ojos.

—Sólo levántate, Cedric Diggory— reí. —Te golpearía en la cabeza si pudiera encontrar algún trozo de carne en tu cuerpo de fantasma no-completo.

Cedric se levantó frente a mí y sonrió. —Nunca he lamentado más el no tener cuerpo que en este preciso momento.

Rodé mis ojos otra vez, incluso si esta vez me sentí sonrojar un poco ante sus palabras.

—Vamos. Malfoy y McCoy seguramente deben estar muriendo por tenerme como su cena. No les hagamos esperar tanto.

Cedric sonrió y me siguió.

Cuando llegué a la puerta de la oficina del Premio Anual, Malfoy ya se encontraba allí esperando, su espalda pegada a la muralla.

La puerta se abrió, y la voz firme de McCoy se pudo oír por ella. —Entren los dos— ordenó.

Draco me lanzó una sonrisa que se suponía debía hacerme sentir asustada y, con toda la cortesía que él tenía, traspasó la puerta primero. Cedric y yo rodamos los ojos y lo seguimos.

McCoy se sentó en su silla y nos miró. No nos propuso que tomáramos asiento.

Sus profundos ojos azules fijos en los míos.

—Okay. ¿Qué ocurrió?— preguntó.

Inhalé y abrí mi boca para responder.

—¡Ella me atacó!— siseó Malfoy.

McCoy cerró sus ojos, como si tuviera un fuerte dolor de cabeza y levantó la mano para calmar el asunto.

—No estaba hablando contigo, Malfoy. Así que, cállate.

Draco le lanzó una fuerte mirada, pero obedeció.

—Entonces, Granger— dijo McCoy, enfatizando mi nombre y dándole una fría mirada al slytherin —¿qué ocurrió?

Nerviosamente pasé mis manos por mis cabellos.

—Yo estaba alterada y Malfoy abrió su boca en el momento equivocado— respondí, —lo siento.

Aaron me miró y asintió.

—Tú sabes que estoy molesto justo ahora, he tenido un mal día, pero eso no significa que voy a hechizar a todas las personas de la escuela— respondió. Entonces tomo un respiro. —Sabes que no te voy a decir que hechizar a un compañero es una violación a las reglas de la escuela, porque ambos sabemos que las conoces bien— Me voltee hacia Cedric quien me dio una confiada mirada y una tranquilizadora sonrisa. —Tú también sabes que como Premio Anual, debo hacer que todos los estudiantes lo respeten.

Malfoy me guiñó un ojo con una gran sonrisa en la cara.

La cara de Aaron se tensó. —Aunque, supe sobre lo que ocurrió en el pasillo Hufflepuff. Umbridge te tiene en la mira, ella claramente le advirtió a todos los profesores, a la Premio Anual y a mí de mantenerte vigilada. Y aquí estás tú metiéndote en graves problemas.

Mordí mi labio inferior, y también lo hizo Cedric. Okay, ahora si estaba segura de que Aaron felizmente me sancionaría ya que sabía que yo tenía algún tipo de conexión con Cedric.

Malfoy soltó unas risitas y se apoyó en la muralla como alguien que estuviera mirando una película, sabiendo que la escena se transformaría en una masacre, claramente disfrutándolo.

Aaron se mantuvo en silencio por lo que parecía una eternidad y suspiró.

—Pero lo dejaré pasar con la condición de que no lo vuelvas a hacer otra vez.

Jadee en sorpresa. Me voltee hacia Cedric, que lucía tan sorprendido como yo.

—¡¿Qué?— gritó Malfoy, —¡Estuve a punto de ser hechizado!

—Pero no lo fuiste. Caso cerrado— respondió McCoy lanzándole dagas por los ojos.

—¡Ella me podría haber matado!— siseó.

McCoy arqueó una ceja. —¿Con un hechizo de desarme?— dijo, sorprendido.

Malfoy apretó sus puños. —No tienes ningún derecho de hacer esto. Estás desobedeciendo. Te voy a denunciar. Perderás tu insignia de Premio Anual.

McCoy se levantó furiosamente y golpeó con sus manos el escritorio de madera. Salté de la sorpresa.

—He visto lo suficiente de la escena para saber que yo probablemente te hubiera empujado contra la muralla si hubiera estado en sus zapatos— respondió de regreso. —Un Premio Anual no puede perder fácilmente la insignia, y yo tengo a Dumbledore y a la mayoría de los profesores de mi lado. No me subestimes Malfoy, o pagarás por ello. Así que, si no puedes mantener tu boca cerrada después de que camines por esa puerta, te prometo que arruinaré tu vida antes de que tengas tiempo de llorar sobre los pantalones de tu padre.

Sonreí y miré a la molesta y humeante cara de Malfoy. Nos lanzó a ambos una dura pero insignificante mirada comparada con la que él había recibido. La tentación fue demasiado como para resistirla, le guiñé un ojo de la misma forma en que él lo hizo antes. Draco frunció el ceño y ruidosamente arrancó fuera de la oficina.

Cedric lo miró escapar con una presumida sonrisa, sus brazos cruzados sobre el pecho.

Después de algunos segundos en silencio, me voltee hacia McCoy que se había mantenido de pie.

—Gracias— le dije.

Aaron me miró silenciosamente. —No hice esto para molestar a Malfoy aunque eso podría haber sido una buena razón— dijo con voz firme.

Asentí. —Lo sé,— murmuré. —Lo hiciste porque no te agrada Umbridge, ¿verdad?

Aaron frunció el ceño. —En buena parte sí, pero no es la verdadera razón en realidad— dijo para luego detenerse. —Estaba a punto de sancionarte Granger. Si no lo hice fue… porque Scott nos dijo que te enfrentaste a Umbridge para proteger el cuadro—. Nuevamente se detuvo, esta vez por un largo momento mientras Cedric se acercaba. —Considera esto una suerte de agradecimiento por defender a Cedric Diggory.

Abrí mis ojos sorprendida. —Pero, pensé que ustedes dos...— comencé.

—Sé lo que pensaste— me cortó, —pero Cedric era un Hufflepuff, y un Hufflepuff nunca es dejado de lado, abandonado ni olvidado. Cedric siempre lo decía, y siempre me aseguraré de seguir esa regla.

Miré hacia Cedric. Una pequeña sonrisa estaba dibujándose en su cara, lucía emocionado pero feliz.

Yo sonreí también, y me sentí doblemente agradecida con Aaron McCoy: me había detenido de hechizar a Malfoy, no me había sancionado, había humillado a Draco, pero más que eso, había consolado a Cedric, le había mostrado que nadie lo había olvidado.

—Gracias,— repetí. Yo sabía que Aaron no se daría cuenta del matiz entre los dos 'gracias', pero había uno. Este último venía directamente desde Cedric.

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