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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄

❝ ¿𝚀𝚄𝙴 𝙴𝚂 𝙻𝙾 𝚀𝚄𝙴 𝙼Á𝚂 𝚃𝙴 𝙶𝚄𝚂𝚃𝙰𝚁Í𝙰 𝚃𝙴𝙽𝙴𝚁? ❞

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Pasé los tres días siguientes evadiendo el pasillo Hufflepuff y cualquier otro lugar donde pudiera pillar a Cedric.

Scott había venido a la sala común de Gryffindor (preguntándole a un chico de primer año para que me llamara) para saber cómo estaba y cuál era mi actual estado mental. Ron había resoplado y le escuché murmurar "¿Acaso no tiene amigos a quienes molestar?" antes de que yo me fuera.

Luego, después de eso mis días fueron simples de resumir: clases, Gran Comedor (comiendo increíblemente rápido), Sala Común. Incluso había abandonado la biblioteca. Realmente no necesitaba libros para hacer mis ensayos, por el momento, y en cuanto a mi "trabajo personal", tenía el volumen correcto.

Empecé a acostumbrarme a las paredes de la Sala Común a fuerza de recluirme como una ermitaña entre ellas.

Yo sabía que Cedric estaba buscándome, pero aún no podía hablar con él. No ahora. Aún era demasiado doloroso. Yo sabía que él sería lo suficientemente respetuoso como para no atravesar la muralla para hablarme, y eso era algo bueno de alguna manera.

También usé estos últimos tres días para mirar a Cho Chang: cada vez que la entreveía, hablando con sus amigos, o caminando sola a través de un pasillo, la cabeza abajo, no podía evitar despreciarla, odiarla. Seeh, eso era probablemente injusto: después de todo, ella tenía a Cedric primero pero no podía hacer nada contra el sentimiento de celos y tal vez de posesividad sobre él. Él es todo lo que yo estaba buscando, todo lo que me gustaba, todo lo que yo necesitaba, pero nunca sería mío. Y siento que eso es injusto.

Un aspecto positivo: Cho se había mantenido alejada de Harry, ciertamente consumida por la culpa. Pero ahora, cuán irónico era, amaría verla de nuevo con mi mejor amigo. Sí, un pensamiento egoísta, pero no pasaba de ello, nunca podría actuar de esa manera con Cedric: si él la amaba, haría lo que fuera para que estuvieran juntos. Sí, odiaba a Cho Chang con todo mi corazón, pero maldición, amaba demasiado a Cedric. Nunca podría privarlo de su felicidad, él la merecía, siempre pensé eso, y lo sigo haciendo. No sé quien dijo que 'El amor no es egoísta', pero él estaba tan malditamente en lo cierto. Soy una víctima de mis propios sentimientos.

La peor parte de todo es que mientras me mantenía sola, lejos de él, más lo extrañaba. Yo… era como si fuera incapaz de guardarle rencor. Estos tres días habían sido realmente una tortura para mí, y esta declaración era terrorífica.

Al cuarto día era la visita a Hogsmeade. Necesitaba obtener los primeros ingredientes como lo había planeado algunos días atrás.

Me vestí rápidamente, comí mi desayuno en el Gran Comedor, le dije a mis amigos que quería ir a la villa sola y que regresaría pronto. Caminé hacia la salida y rápidamente di una mirada hacia la mesa de los Hufflepuff: Scott, que usualmente disfrutaba guiñarme un ojo sólo porque le gustaba verme sonrojar, me regaló una sonrisa amistosa. Unos cuantos asientos más allá, Aaron McCoy estaba hablando con algunos de sus amigos, se volteó hacia mí y me dedico una mirada confusa, mitad amistosa y mitad amenazante como diciendo "Cuidado, no hechices a otro estudiante". Miré hacia otro lado y seguí mi camino hacia las afueras. Alcancé las puertas y tomé un profundo respiro de aire.

Caminé a través del sendero, tratando de vaciar mi mente. Había pasado los últimos tres días carcomiéndome a mí misma, así que sólo quería olvidar por un día mis heridos sentimientos.

Ya me encontraba alejada del castillo cuando vi una silueta esperando pacientemente al lado del camino. Era Cedric. Mi corazón comenzó a latir más rápido, sentía como si no pudiera respirar apropiamente nunca más, pero yo sabía que este momento llegaría, seriamente no podía esperar no verlo jamás otra vez, ¡ni siquiera podría intentar el hechizo sin él a mi lado! Cuando finalmente alcancé el lugar en el que él estaba, mis ojos estaban ansiosos por su mirada pero me contuve a mí misma y miré hacia otro lado.

—Hermione— murmuró con voz culpable.

Lo miré a los ojos, lucía triste.

—¿Qué estás haciendo aquí?— pregunté con voz áspera, aunque me sentí mal de inmediato por haber sido tan brusca.

—Sé que te herí pero estoy tan ape…

—¿Qué estás haciendo aquí?— le corté rápidamente. No quería que me recordara lo que yo estaba tratando tan fuertemente de olvidar.

Él suspiró, pero no de forma molesta.

—Quiero ir contigo a Hogsmeade— dijo calmadamente.

—Ya te había dicho que podía hacerlo por mí misma.

—Y tú sabes cuál fue mi respuesta.

Suspiré y pasé mis manos a través de mi pelo.

—Si quieres venir, bien… pero no tengo nada que discutir contigo, ¿okay?

Cedric asintió, incluso aunque lucía tan desilusionado como aliviado al mismo tiempo.

—Gracias— susurró agradecido.

Suspiré otra vez, exasperada por su calmada conducta y por el hecho de que tendría que pasar un día completo con él. Magnífico.

Cuando finalmente llegamos al pueblito, en silencio hice mis compras en todas las tiendas a las que necesitaba ir: polvos, algunos líquidos que solíamos usar en clases de pociones con Snape, y un montón de otras cosas de las que nunca había oído (sí, de verdad, era sorprendente incluso para mí). Cedric no había parado de seguirme, siempre en silencio y respetando las condiciones que le había dicho antes.

Un par de horas después, tenía varias bolsas en mis manos.

—Okay, creo que es suficiente por hoy— murmuré.

Cedric asintió educadamente.

Caminamos a través de la plaza para alcanzar el camino de regreso al colegio.

Le di una rápida mirada a mis ingredientes y a la lista para estar segura de que no había olvidado algo. Podía sentir a Cedric mirándome. Resoplé. Él suspiró.

—Lo siento, no había planeado hacerte pasar una mala tarde— murmuró.

Me detuve y levanté la mirada hacia él.

—Entonces, ¿por qué viniste?— pregunté.

Cedric se encogió de hombros.

—Porque deseaba que pudiéramos hablar sobre lo que había pasado.

—No hay nada que agregar, creo. Me dijiste lo suficiente— chasquee.

—En realidad, no lo hice— exclamó.

Tomé un profundo respiro y masajee mi frente (me sentía como Aaron con Malfoy). Lancé una mirada en su dirección, él buscaba mirarme en lo profundo de mis ojos.

—Okay— dije —No le guardes rencor a Harry. Le dije que se mantuviera lejos de Cho.

Las facciones de Cedric se tensaron, lucía particularmente molesto.

—Maldición, no me importa nada sobre Harry— gritó con furia. Salté levemente en sorpresa. Estaba sorprendida de verlo así. Trató de calmarse. —No estaba molesto con Harry.

Mi corazón comenzó a latir más rápido.

—Entonces, todo es sobre mí, ¿verdad?— dije más como una afirmación que como una pregunta real. —Yo no sabía que eso… No sabía que Cho— agregué con incomodidad, —significaba tanto para ti.

Sus ojos se llenaron con una gran tristeza, una tristeza que estaba cerca de agujerear mi corazón.

—Desearía que pudieras entender— murmuró casi inaudiblemente.

Fruncí el ceño y resoplé.

—¡Cómo puedes decir esto! Me gritaste cuanto la amabas— exclamé. Respiré dolorosamente, lista para repetir sus palabras, — "Estás tan lejos de la verdad. Tú no sabes lo que Cho significa para mí", ¿recuerdas?

—Lo recuerdo,— respondió. —Dije esas palabras, pero tú no las entendiste… Pensé durante un momento que sí lo habías hecho, pero tal vez siempre estuve equivocado— Su voz era calmada pero sonaba "dolida".

—¿Qué se supone que significa eso?— pregunté, sorprendida.

Cedric caminó hacia mí con rostro grave. Levantó una de sus manos hacia mi mejilla para acariciarla. Quería gritarle que lo hiciera, pero esto se sentiría equivocado para él, para Cho, para mí. Y fue como si leyera mi mente porque justo en ese momento dejó caer su mano y suspiró.

—Ve a preguntarle a Scott sobre el hechizo Starcatcher— murmuró. Antes de que pudiera preguntarle a qué estaba jugando, él ya se había ido con su velocidad de fantasma no-completo.

Fruncí el ceño y me quedé en silencio en la mitad del camino, preguntándome sobre nuestra conversación y sobre Scott. ¿Qué más quería enseñarme sobre ese hechizo que yo ya no supiera?

Llegué al castillo, me fui a la sala común, escondí mis bolsas bajo la cama y luego me fui al Gran Comedor.

Tomé lugar en la banca y miré a mí alrededor. Vi a Scott avanzar en el Comedor, seguido por sus amigos. Se sentó y comenzó a hablar con ellos. Lo miré, en silencio. ¿Debería hablar con él? Me debatía entre sentimientos opuestos: moría por correr hacia él y preguntarle todo, pero por otro lado, tenía miedo sobre lo que descubriría.

Scott levantó su mirada hacia mí y me hizo una seña, moviendo sus labios para señalarme que fuera a su mesa. Sonreí y sacudí mi cabeza, susurré un "tal vez después" y me voltee de regreso a la mía.

Después de la cena, me fui de regreso a mi cama, y pasé toda la noche –o casi– pensando sobre el día que había tenido. No podría desear nunca más lo que nunca podría ocurrir. Cedric pertenece al lado de Cho, y ella le pertenece a él. Yo soy la que sale sobrando.

Sollocé contra mi almohada y finalmente caí dormida.

[…]

A la mañana siguiente, me desperté y les desee buenos días a todos mis verdaderos amigos, quienes nunca me habían abandonado y que me podrían ayudar a sanar mis sentimientos en un futuro cercano. Sí, podía ser un poco dramática a veces. Este pensamiento me hizo soltar algunas risitas cuando recordé a Cedric arrodillándose, claramente bromeando sobre mi tendencia a exagerar. Sentí una punzada y enterré esa memoria.

Hoy era domingo, y todos estábamos aprovechándolo yendo a desayunar más tarde de lo normal (en realidad ellos lo estaban haciendo, yo sólo me había sentado junto a ellos para demostrar que incluso Hermione Granger, la sábelo-todo, podía no hacer nada por una vez).

Harry lucía algo preocupado, y supuse que sería por Cho. Oh Merlín, ¿por qué todos los hombres de mi vida tenían algo con mi mayor rival? Traté de animarlo, pero no tenía ningún ánimo como para ello. Harry me agradeció y palmeó mi mano tratando de hacerme entender: "No te preocupes, manejo la situación". Manejar la situación, ¡sí, claro!

Finalmente salimos para ir a nuestra Sala Común y nos unimos al resto de la escuela en el Gran Comedor.

Después de almorzar, calmadamente dejé el comedor y vi a Scott, apoyándose contra la muralla.

—¿Estás esperando algo?— le pregunté.

—No algo. Alguien. A ti, en realidad— respondió mecánicamente. —¿Podemos hablar?

Asentí y me guió hacia un pasillo vacío.

—¿De qué se trata?— pregunté.

—Quería estar seguro de que estabas bien, después de lo ocurrido la última vez— respondió. —Así que, ¿cómo estás?— preguntó.

Su conducta me hizo componer una sonrisa.

—No te sientas forzado a preguntarme. Estoy bien.

Scott soltó unas risitas.

—No lo hago. Soy como un superhéroe. Tú sabes, algo así como ese muggle que tienen, Supermúsculo.

Reí (sí, de verdad lo hice).

—Superman— le corregí.

Scott sonrió. Luego, su cara se transformó en seriedad.

—Sólo estaba un poco preocupado por ti. Sé que por lo que estás pasando no es fácil. Si necesitas apoyo, será un placer hacerte reír de nuevo— dijo.

Le di una agradecida sonrisa y asentí.

Volteó su espalda hacia mí y comenzó a caminar en otra dirección cuando mi boca le llamó.

—¿Sabes algo sobre Cedr… él y un hechizo?— dejé escapar, —El hechizo Starcatcher.

Él se volteó hacia mí con una sorprendida mirada.

—Okay, me estás empezando a asustar. ¿Cómo puedes saber todas estas cosas?— dijo.

Le di una inocente sonrisa. Su rostro se suavizó. —No me lo dirás, ¿verdad? ¿Ni siquiera el cómo obtuviste la contraseña de Hufflepuff?

Sacudí mi cabeza en respuesta. Scott suspiró, obviamente resignado.

Me hizo sentar en una banca.

—El hechizo Starcatcher es un hechizo muy poderoso, que sólo algunos magos conocen. Cedric lo aprendió de su padre un par de años atrás, antes del Torneo de los Tres Magos— agregó.

Lo miré cuidadosamente, mi corazón latiendo como si fueran sus últimos segundos. Scott meditó y soltó una pequeña risita.

—Cedric era una persona muy complicada de comprender. Él era tan popular como tímido y molesto. Y, desafortunadamente para él, él era más conocido por su estatus de Chico de Oro… sólo los Hufflepuff sabíamos quién era él realmente— se detuvo —Como sea. Un día, Cedric me dijo acerca del hechizo Starcatcher. Le pedí que me lo mostrara pero él…— Scott sonrió, —me mandó a volar.

Fruncí el ceño. Scott compuso una interrogante pero evidente mirada. —Si hay algo que tú necesitas saber sobre Cedric, es que él podía ser particularmente tímido con las mujeres, también era romántico, pero no delicado— agregó como si ser romántico para un chico fuera una vergüenza o una ofensa. Rodé mis ojos ligeramente. —Cedric me explicó que su padre había usado ese hechizo, sólo una vez en toda su vida, para la madre de Cedric cuando ellos eran adolescentes— Mi corazón se saltó un latido cuando entendí a lo que iba Scott. Scott me dio una sonrisa. —Cedric siempre supo que él sería demasiado tímido como para decirle a una chica que él estaba enamorado de ella, así que, como su padre, se había prometido a sí mismo que él haría ese hechizo una sola vez en su vida para la chica por la que estuviera profundamente enamorado. Si él no pudiera ser capaz de decírselo, se lo demostraría de esa manera.

Salté desde mi banca y miré a Scott que me dedicó una sorprendida mirada.

—¿Estás seguro del significado de ese hechizo para Cedric?— pregunté.

Scott sonrió. —Lo estoy. Recuerdo que lo molesté por dos semanas completas por culpa de eso.

—Gracias— respondí, más agradecida de lo que él podría imaginarse.

Scott se levantó desde la banca y me miró. —¿Estás bien?— preguntó.

Asentí, incapaz de seguir hablando. Le di una gran y sentida sonrisa. Scott frunció el ceño, su mente claramente gritando con fuerza "¡Mujeres!" antes de irse.

Pasé mi mano a través de mis cabellos: todo estaba tan claro, ahora. Cedric estaba en lo correcto, yo no había entendido sus palabras, en realidad, yo había entendido todo lo contrario. Sí, había estado definitivamente lejos de la verdad referente a Cho, y a lo que ella significaba para él.

Me sentía increíblemente tonta. ¡Oh Merlín! ¿Qué es lo que va a pensar sobre mí ahora? Yo había actuado como una niña. Me sentía avergonzada. Incluso si la vergüenza no fuera un sentimiento lindo. No me importó para nada en ese momento. Estaba tan feliz, y no podía encontrar las palabras para expresarlo. Quería gritar algo, pero antes necesitaba estar segura.

Así que, corrí a través de los pasillos y fui al de Hufflepuff. Estaba vacío. Lo vi a él, sentado sobre la banda, ni siquiera mirando al vacío trozo de muralla donde su cuadro había estado antes, él miraba hacia la distancia, pensando sobre algo más.

—Cedric— le llamé y corrí hasta detenerme frente a él. Me dio una interrogante, confundida y esperanzada mirada.

—¡Hermione!— exclamó sorprendido, levantándose. Puse mi dedo sobre mi boca.

Cedric obedeció. Tomé un profundo respiro: necesitaba decirlo. —Recuerdas ese día cuando me preguntaste que es lo que más quería tener. Te dije que no lo sabía. ¿Lo recuerdas?— pregunté.

Cedric frunció el ceño y me miró.

—Yo no… no lo entiendo— dijo.

—Por favor— le corté, sacudiendo mi cabeza, mi dedo sobre mis labios.

Cedric asintió. —Lo recuerdo— respondió.

—¿Qué fue lo que dijiste?— pregunté.

—Te dije que eso era porque tú aún no lo habías encontrado…— murmuró, —pero ¿por qué me estás preguntando esto?

—Estabas en lo correcto, Cedric. Me dijiste que era algo que me haría desearlo tan fuerte, y que podría ser cualquier cosa: poder, dinero, conocimiento, vida…— me detuve. —Lo encontré— dije. Cedric me miró. —Lo encontré, pero me tomó tiempo el entenderlo. No fue hasta que pensé que lo había perdido que me di cuenta. Pero no es poder ni conocimiento…— me detuve otra vez, cerca de hiperventilar, —eres tú— murmuré. Los ojos de Cedric se ampliaron. —Y también me di cuenta de que estabas en lo correcto respecto a un montón de otras cosas. Nunca abrí mi corazón a alguien. Pero contigo es diferente, Cedric. Eso es por lo que te amo— dejé escapar finalmente.

Cedric me miró profundamente a los ojos y sonrió. Levantó una de sus manos y la puso sobre mi mejilla. —¿Cómo pudiste pensar que podría querer a alguien más? Tú eres la razón por la que agradezco a la magia el que haya llegado a ser este tipo de fantasma. Nadie puede reemplazarte en mi corazón.

Reí de alivio y puse mi mano sobre la de Cedric. Ahora, podía gritarlo: Cedric era mío, y yo era completamente suya.

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