
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐎𝐂𝐇𝐎
❝ 𝚄𝙻𝚃𝙸𝙼𝙾𝚂 𝙸𝙽𝙶𝚁𝙴𝙳𝙸𝙴𝙽𝚃𝙴𝚂 ❞
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Estaba caminando a través de los pasillos, calmadamente, en silencio. Tratando de hacer lo máximo posible para atenuar la gran sonrisa en mi cara desde que Cedric y yo habíamos abiertos nuestros corazones al otro. Sí, todos mis amigos habían notado mi cambio de ánimo, lo cual no era difícil de notar en realidad, había ido desde un infeliz y desesperado fantasma a una sonriente y amistosa chica en solo un par de horas. Pero no podía evitarlo. Por supuesto, yo no era el tipo de chica que soltaba risitas porque su novio le guiñaba un ojo o porque él simplemente pasaba sus dedos por su cabello… Oh no, que Merlín me salve de eso… detestaba demasiado a esas chicas como para llegar a ser una de ellas. No había planeado soltar risitas frente a Cedric cada vez que él casualmente me mirara. Sí, soy feliz pero no del tipo de felicidad exagerada y hormonal que las jóvenes sienten cuando les gusta alguien, era algo más profundo y serio para mí. Una sonrisa era suficiente para expresar mis sentimientos, y creo que Cedric estará satisfecho con ello. Él no era el tipo de chico al que le gustaba ver a su novia babeando en frente de uno de sus desordenados mechones de cabello.
Cedric y yo llevábamos oficialmente "enamorados" un par de días. Aunque era un poco tenebroso decir "enamorados" porque eso podría sonar algo precoz para cualquier persona sensible. Cedric y yo no habíamos pasado por las fases de gustarse, luego coquetearse, besarse y finalmente la declaración. En teoría la gente podría decir que Cedric y yo íbamos demasiado rápido, pero yo estaba en completo desacuerdo. Creo profundamente que nuestra relación amorosa es tan fuerte como cualquier otra, o incluso más. Cuando otras estaban todavía coqueteando, Cedric y yo estábamos prendándonos del alma del otro. Conociendo el estado de Cedric, no había contacto físico, ni lujuria, sólo sentimientos. Nuestra relación no estaba interferida por algunos confusos y decepcionantes anhelos. Por supuesto que yo quería sentirlo, por supuesto que quería sentir sus labios acariciando los míos. Lo deseaba, pero este sentimiento nunca había dominado en mi mente, y no tengo duda de que Cedric sentía lo mismo.
No obstante, habíamos pasado los últimos dos días hablando de cualquier cosa excepto de nuestros sentimientos por el otro. Habíamos hablado acerca de la poción, los ingredientes, la ayuda de Scott con lo del significado del hechizo Starcatcher, Aaron, Malfoy, Harry, incluso de los gemelos, pero no sobre nuestros sentimientos.
Asumo que Scott estaba en lo correcto, Cedric era un chico tímido. Por supuesto, él estaba siendo tierno y dulce conmigo (como lo era usualmente) pero nada más, y no voy a recriminarle aquello. De alguna forma, no quería pasar todos mis días demostrando mis sentimientos…
Llegué a la biblioteca y entré. Saludé a Madame Pince y me senté en la aislada mesa habitual. Discretamente abrí mi gran libro secreto y lo empecé a leer, esperando por Cedric para que me encontrara.
Diez minutos después, lo vi flotar a través de la muralla y llegar hasta mí, lucía algo irritado.
—Merlín, la primera cosa que voy a hacer cuando esté de regreso es golpear a Malfoy— exclamó.
Sonreí.
—¿Qué fue lo que hizo?— pregunté.
Cedric se tensó, pero luego se encogió de hombros. —No es importante lo que hizo, lo que realmente importa es que él está pidiendo desesperadamente que le destroce la cara.
Mordí mi labio inferior.
—Okay, ¿dijo algo sobre el cuadro o sobre ti?
Cedric sacudió su cabeza. —No me importa lo que pueda decir sobre mí.
—¿De qué se trata entonces?— pregunté dándole una interrogativa mirada a Cedric quien se encogió de hombros otra vez. —Demasiados encogimientos— pensé en voz alta.
En ese momento, los gemelos ingresaron a la biblioteca (sí, los gemelos Weasley… en la biblioteca). Ambos caminaron hacia mí.
—Hermione, te perdiste algo grande— soltó George.
—En el pasillo… — agregó Fred.
— …cerca del Gran Comedor.
Asentí. —¿Qué pasó?
Los gemelos se miraron a los ojos entre sí.
—Malfoy abrió su boca venenosa… — dijo Fred.
— …contra ti— bufó George.
Me voltee hacia Cedric quien me dio una apologética y culpable mirada. Todo parecía claro respecto a su conducta evasiva.
—¿Y qué?— dije, hablando para los tres chicos —Todos conocemos a Malfoy, él no va a cambiar y transformarse en un angelito.
Los gemelos rieron. —Sólo guarda silencio Hermione, estamos llegando a la parte interesante— dijeron.
Fruncí el ceño, ahora curiosa.
—Logan lo golpeó cuando le escuchó llamarte sangre sucia.
Abrí mis ojos con sorpresa. —¿Qué?— casi grité. —Eso fue tan tonto— Scott era un chico maravilloso, pero Merlín, podía ser tan impulsivo a veces.
—Eso fue tan genial— me corrigieron los gemelos.
—Malfoy se quedó tendido en el suelo actuando como la nueva alfombra del pasillo— rió Fred.
En otras circunstancias, probablemente me habría reído, pero estaba lo suficientemente preocupada por Scott como para controlarme.
—McCoy los separó— siguió Fred.
—Como si hubiera necesidad de hacerlo— rió George, hablando acerca de la inactividad de Malfoy en la pelea.
Los gemelos palmearon mi hombro a modo de apoyo, y luego caminaron hacia la salida diciendo que la biblioteca "apestaba" y que ellos no seguirían metidos aquí.
Me voltee hacia Cedric.
—¿Por qué lo hizo?— Pregunté.
—Scott es un fiel y protector amigo, asumo que no se pudo mantener callado en frente de Malfoy. No te molestes con él— dijo.
—No lo estoy—, respondí —pero ¿qué sobre Aaron?
Cedric se encogió de hombros y luego sonrió.
—No es la primera pelea en la que Scott se ve involucrado. Y Aaron es un Hufflepuff, se sabrá acomodar a la situación, no te preocupes.
—¿Viste la pelea?— pregunté.
—No me perdí nada— respondió sonriendo, y orgulloso de la conducta de su amigo. —Pero desearía haber sido capaz de hacerlo yo mismo, no puedo permitir que nadie hable mal de ti.
Sonreí mientras veía la tierna mirada que me dirigía. Entonces sacudí mi cabeza y tomé una expresión más seria.
—Respecto a tu poción, necesitamos dos importantes ingredientes que no encontré en Hogsmeade.
Cedric era lo suficientemente educado como para no dejar pasar nuestra conversación y asintió. Se inclinó hacia mí y leyó las líneas en la página.
—Polvo de cuerno de unicornio hembra y Esencia de la Vida… — murmuró.
Asentí. —Creo que puedo pedirle a Hagrid el cuerno de unicornio, y para la Esencia de la Vida… bueno, digamos que puedo tener una solución, pero necesito darle algunos retoques— aclaré mi garganta, avergonzada, y pude sentir la inquisitiva mirada de Cedric fija en mí. Acaricié mi frente, preocupada por algo más. —Necesitamos algo de sangre— agregué.
—¿Sangre?— repitió.
—Sí, sólo algunas gotas para hacer que la Esencia de la Vida funcione— expliqué, —¿tienes alguna muestra de la tuya?— pregunté tentativamente.
—Sí, la encontrarás en mi cómoda justo al lado de algunos mechones de mi cabello, y un diente— respondió irónicamente.
Bufé, sintiéndome increíblemente tonta por preguntar algo como eso. —Lo siento, pero estoy algo preocupada, necesitamos algo de sangre y sabes que no es algo que le puedas preguntar a cualquier persona. Es importante. Tú mantendrás esas gotas de sangre en tu cuerpo por el resto de tu vida— expliqué.
Cedric sonrió y asintió. —Enfoquémonos en los otros dos ingredientes. Lidiaremos con este contratiempo después.
Suspiré. ¿Cómo era capaz de trivializar un punto tan importante como este como un simple y ridículo "contratiempo"? Sentía como si yo estuviera más preocupada acerca del hechizo de lo que lo estaba él. Lucía tan confiado como si fuera obvio que todo iba a ser fácil. Él estaba más sereno de lo que yo podría estar nunca, y esta afirmación era tan aterrorizante como placentera para mí.
Cedric me dio su más tierna sonrisa y se sentó en la banca junto a mí. Puso su mano sobre el libro y me miró. —Creo que tengo que enseñarte a calmar un poco más tu sistema nervioso. Necesitamos trabajar en eso— murmuró suavemente.
Lo observé y finalmente lo dejé ir, sonriéndole.
[…]
Justo después del almuerzo, dejé a Harry y a Ron y caminé rápidamente hacia la cabaña de Hagrid. Golpee la puerta y esperé, sintiendo un poco de nervios pero confiada. Hagrid me dio la bienvenida y me hizo entrar. Me ofreció una silla, diez veces más grande que yo y volvió a su trabajo. Él estaba cepillando a Fang con lo que en realidad era un cepillo de pasto. Después de cinco minutos, me miró con una horrorizada expresión.
—Lo siento. He perdido todas mis buenas maneras. ¿Quieres algo de té?— preguntó.
Si algo sabía sobre Hagrid era que no había que rechazar su té.
—Por supuesto— sonreí.
Hagrid sonrió de regreso, obviamente complacido, y preparó el agua. Cuando la tetera sonó, puso el agua caliente en un tazón con té y me lo ofreció. Bebimos, hablamos sobre la escuela, Harry, Ron y mi altercado con Aaron McCoy (incluso aunque me hubiera gustado evadir ese tema).
Después de veinte minutos, finalmente decidí adentrarme en el tema importante.
—Hagrid,— mi amigo estaba cepillando a Fang otra vez. —Me gustaría pedirte un favor—. Él asintió y cepilló con más fuerza al perro. —¿Podrías darme algo de Polvo de cuerno de unicornio hembra?— pregunté.
Hagrid se detuvo instantáneamente y levantó la mirada hacia mí. Me sobresalté cuando vi su rostro desconcertado.
—No sé porque me preguntas esto Hermione, pero el cuerno de unicornio hembra es realmente poderoso, como también peligroso en malas manos.
Pasé mis manos a través de mi cabello, eso sonaba un poco más difícil de lo que yo había pensado.
—Es para un trabajo personal— expliqué, —y sé que el cuerno de unicornio tiene un montón de propiedades mágicas. Pero también sabes que nunca haría algo desconsiderado o peligroso.
Hagrid me miró de arriba abajo.
—¿Involucra a Harry?— suspiró en exasperación. —Oh Merlín, ¿por qué este chico tiene la habilidad para buscar problemas?
—No tiene nada que ver con Harry. Lo prometo— exclamé. Hagrid me dio una acusativa mirada. —Y ni Harry ni Ron saben sobre esto. Hagrid, puedes confiar en mí. Usaré ese polvo cuidadosamente. Necesito tu ayuda, no puedo explicarte el porqué ahora, pero te prometo que lo entenderás pronto— susurré como si tuviera miedo de ser oída. Para estar segura, lo miré con ojos de perrito abandonado.
Hagrid me evaluó con la mirada, tomó su cepillo y lo usó en Fang. —Creo que puedo encontrar lo que necesitas,— susurró. —Pero, necesitaré ir al Bosque Prohibido.
Sonreí y asentí. —Tomate tu tiempo, Hagrid. No lo necesito hoy pero…
—¿Para cuándo lo necesitas?— preguntó a la vez que frotaba al perro tan fuertemente que pensé que la piel de Fang volaría a través del aire si eso fuera posible.
—¿En una semana?— dije avergonzada, retorciendo mis dedos nerviosamente. Necesitaba tiempo para preparar la poción y que estuviera a tiempo.
Hagrid sacudió la cabeza, meditando. —La tendrás en cuatro días— dijo, medio confundido, medio culpable, actuando como si estuviera por darme la llave de Azkaban.
Salté de mi asiento y lo abracé.
Ahora, necesitaba la Esencia de la Vida, y el trabajo sería más complicado.
La noche siguiente, estaba en la Sala Común, recorriéndola en círculos nerviosamente. ¿Era una buena idea? No lo sabía, y para ser honesta no me importaba. Tan sólo sabía que necesitaba hacerlo. Lo había planeado bien, y todo lo que ahora necesitaba era a Cedric. Le pedí que me encontrara a las 10 de la noche en punto. Miré el reloj: eso sería en dos minutos. Todos estaban dormidos, y yo me había acostado para luego levantarme cuando estuve segura de que nadie me vería. En realidad, la única persona que sabía sobre mi expedición era Harry, y sólo porque no tuve más opción que decirle acerca de ello: le había pedido su capa de invisibilidad. Curiosamente, tuve que explicarle que tenía planeado salir durante la noche. Él me había preguntado el porqué, pero elegí mantenerme en silencio respecto a eso. Sólo le había dicho que era importante y que necesitaba confiar en mí (en realidad, le dije las mismas palabras que usé en la cabaña de Hagrid). Harry había asentido y me había prestado su capa, pidiéndome que tuviera cuidado.
En realidad, era inútil decirle lo que estaba planeando hacer. Ni siquiera estaba segura de que Cedric estuviera de acuerdo tampoco.
Él apareció en la habitación y sonrió.
—Llegas justo a tiempo— dije aliviada. —Ok, vámonos— agregué, tomando la capa y mi varita.
—¿A dónde vamos?— Preguntó.
—Te lo diré después, pero necesitaré tus capacidades de fantasma no-completo.
Cedric frunció el ceño pero asintió mientras me seguía.
Ambos estábamos caminando a través de los vacíos y oscuros pasillos. Me sentía un poco nerviosa y la risa de Cedric no me estaba ayudando a sentirme mejor.
—Así que planeas entrar en la oficina de Snape y robarle, ¿verdad?— dijo.
Rodé mis ojos. —No estoy robándole, ok. Es sólo un préstamo— miré a Cedric quien me regresaba una sospechosa mirada que me hacía sentir incómoda. —Y no sigas mirándome de esa forma. Necesitamos la Esencia de la Vida, la obtendré de una u otra manera— Miré a Cedric que ahora tenía una inquisitiva y sorprendida mirada. —Crees que estoy atemorizada y que lo que voy a hacer está mal, ¿verdad?— pregunté.
Cedric frunció el ceño y sonrió. —Yo… creo que luces particularmente sexy, y que lo que vas a hacer es excitante. Eres sorprendente, Hermione.
Bajé la mirada, y me sentí enrojecer un poco. —Tuve un excelente profesor— respondí sonriendo.
Cedric me miró y sonrió. Podría haber pasado así durante largos minutos pero no era ni el momento ni el lugar.
—Ok, ahora… tú trabajo es observar— dije.
Cedric asintió y voló a través de los pasillos siguientes. Volvió algunos segundos después.
—Puedes avanzar— dijo.
Caminé a través del pasillo observando a Cedric levitando en el aire. Se mantenía en silencio pero lucía particularmente preocupado, como si estuviera pensando en algo. Finalmente abrió la boca.
—Ambos sabemos que Snape es un tiburón. Su oficina debe estar protegida por una docena de hechizos— dijo.
—Sólo uno en realidad. Pero muy poderoso, sólo él y Dumbledore pueden romperlo— dije. —Así que si puedo romper el hechizo…
—…podrás entrar en la oficina mientras esté inactivo— completó, ahora entendiendo mi idea.
Asentí y tomé un profundo respiro. —Snape debe estar en su oficina todavía, preparando algunas pociones. Así que pensé en usar el plan de ustedes— le expliqué pensando en la historia que me había contado durante la Víspera de Navidad. Cedric alzó una ceja. —Lo distraeremos, pero esta vez, tú cuidarás la puerta y yo entraré en la oficina.
Cedric me dio una mirada pensativa. Pero yo había imaginado todas las posibilidades, esto iba a funcionar, necesitaba que funcionara. Era la única manera de obtener lo que queríamos para la poción.
—¿Estás segura?— preguntó Cedric. —No quiero que te metas en problemas.
Miré su rostro preocupado y sonreí. Hice lo máximo que pude para calmarlo, incluso aunque él lucía más nervioso de lo que yo lo estaba mientras seguíamos caminando hacia la oficina de Snape.
Silenciosamente caminé hasta la puerta cerrada. Ok, ya era hora. No había vuelta atrás. Agarré fuertemente mi varita y dije el hechizo. Escuchamos un ruido, y Snape emergió fuera de su oficina varita en mano, como si estuviera listo para lanzar un Avada Kadavra a todos los estudiantes que tuvieran la mala idea de salir a los pasillos en la noche.
Cedric siguió a Snape y me señaló que entrara en la oficina. Entré con rapidez y frenéticamente corrí mis ojos sobre los estantes. La excitación y el temor llenándome por completo con fuerza. Yo, Hermione Granger, me había metido en la oficina personal de Snape, en medio de la noche, con una capa de invisibilidad para tomar… demonios… para robar uno de sus ingredientes. Por supuesto, yo había desobedecido un montón de reglas para ayudar a Harry los años anteriores, pero usualmente era Harry quien hacia todas las expediciones no autorizadas alrededor del castillo en el medio de la noche. Yo era el cerebro del trío, pero ahora me había convertido en la aventurera y activa de este dúo.
No encontré lo que estaba buscando en los grandes estantes. El pánico comenzó a apoderarse de mí: Snape era el maestro de pociones, el debía tener Esencia de la Vida, ¡era como descubrir que la barba de Dumbledore era falsa! Sólo imposible.
Dejé caer la capa al piso y miré hacia todos lados tratando de tener una mejor percepción de la oficina. El tiempo apremiaba, y Snape ciertamente no pasaría toda la noche en un pasillo vacío, dejando la puerta de su oficina abierta de par en par.
Me voltee y divisé un trozo de una alacena de madera negra, justo detrás del gran escritorio. Corrí hacia él y usé un hechizo Alohomora. Había botellas de vidrio con diferentes tipos de líquidos. Mis ojos captaron un brillante líquido azul en una pequeña botella. Había leído lo suficiente sobre la Esencia de la Vida en los libros como para conocer lo luminoso que era el líquido azul. Me exalté cuando vi que este era de un claro azul como el del cielo de la mañana. Mi mano buscó en el interior del bolsillo de mis jeans por una pequeña botella de vidrio vacía y una pipeta. Con ellos, cuidadosamente tomé una muestra del líquido y la deposité en mi propia botella. Tuve cuidado de no derramar algunas gotas del precioso elixir.
Cedric irrumpió en el cuarto.
—Hermione, él viene de regreso. Vamos— llamó.
Estaba concentrada mirando con atención las gotas deslizarse bajo el vidrio. —Necesito algo más— murmuré.
Con mi pipeta tomé otra muestra. Cedric me miraba, asustado como nunca le vi antes. Él miró hacia la puerta con una mirada impaciente.
—Por favor, Hermione. Tenemos suficiente. Necesitas irte, ahora— urgió.
Asentí incluso aunque mi foco de atención era claramente la pipeta más que sus palabras. Cedric suspiró. Yo necesitaba esta Esencia, era el ingrediente más importante de la poción. Necesitaba la dosis correcta para estar segura de que la poción fuera perfecta. No podía fallar preparándola, era la poción que podía traer a Cedric de regreso a la vida, a mí. Podría incluso ser atrapada por el mismo Snape pero no me importaba nada, no significaría nada contra la Esencia, contra Cedric. Finalmente dejé caer la última gota de líquido. Cerré la alacena, y enterré la botella de vidrio en mi bolsillo. Corrí hacia la capa y me cubrí con ella antes de escapar fuera de la oficina.
Casi me golpeo contra el gran y negro cuerpo de Snape. Él lucía particularmente molesto, incluso si yo no estaba segura de la razón: porque él había pensado que algunos estudiantes estaban rondando por el castillo, o porque no había tenido la oportunidad de atrapar uno.
Lo escuché cerrar ruidosamente la puerta después de haber ingresado por ella y corrí a lo largo del pasillo.
Cuando estuve segura de que estaba lo suficientemente lejos de Snape y en un lugar en el que no sería vista, me quité la capa de invisibilidad y miré a mi aliviado Cedric. Tomé la botella y la extendí hacia él.
—¡Lo hicimos!— exclamé en voz baja, excitada.
Cedric sonrió y se inclinó hacia mí. Cubrió mi mano que estaba sosteniendo la botella y besó mis nudillos. —Lo hiciste— me corrigió, —estoy orgulloso de ti.
Sonreí y me sonrojé por su tierno gesto (incluso si no pude sentirlo). Pero, también, me sentí feliz, feliz porque lo había hecho, pero especialmente, por sus palabras. Quería que más que nadie en el mundo él estuviera orgulloso de mí
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