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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐀𝐓𝐎𝐑𝐂𝐄

❝ 𝚄𝙽𝙰 𝙽𝙰𝚅𝙸𝙳𝙰𝙳 𝙼𝙴𝙼𝙾𝚁𝙰𝙱𝙻𝙴 ❞

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—Okay, mi turno, ahora— Cedric dijo con voz entusiasta. Él y yo seguíamos en los terrenos, y después de que había recibido su regalo, comenzamos a jugar el juego de la verdad. Ya llevábamos prácticamente media hora absolutamente entretenidos.

Cedric era lo suficientemente correcto como para no hacerme preguntas engañosas. Me miró y me regaló una mirada inquisitiva. Entonces me guiñó un ojo, y dijo —¿Cuál es la cosa más loca que hayas hecho jamás y que hayas disfrutado haciendo?

Dudé un par de segundos, y sonreí.

—Sin duda, podría decir que el día que golpee a Malfoy— reí, —sé que está mal, pero Merlín, me sentí tan liviana después de eso.

Cedric rió, —Oh si, escuché sobre eso.

—¿De verdad?— pregunté, sorprendida.

—Todos en la escuela han escuchado sobre eso— explicó, —algunos estudiantes incluso comenzaron a hacer apuestas. Ellos estaban seguros de que tú podrías golpearle otra vez antes del final de año.

Reí en sorpresa.

—¿Quién comenzó esas apuestas?— pregunté.

—Los gemelos Weasley— respondió.

Rodé mis ojos. —Ellos son tontos. ¿Quién querría apostar eso?

—Un montón de personas en la escuela lo hicieron, en realidad— replicó. —La mayoría de ellos se desilusionó mucho cuando no lo hiciste de nuevo

Abrí mis ojos sorprendida. —Wow… bueno, nunca habría pensado que ese incidente se había transformado en algo tan público.

Cedric me miró tiernamente y sonrió. Avergonzada, miré hacia la distancia incluso cuando me di cuenta de que su sonrisa se transformaba en una sonrisa satisfecha.

—¿Y qué sobre ti? ¿Qué cosa prohibida has hecho y has disfrutado?— pregunté.

Cedric meditó algunos segundos, luego sonrió.

—Diría que fue el día en que inadvertidamente puse algo de baba de troll en la bolsa de Snape.

Exploté en risas.

—¿De verdad?— dije, —nunca habría pensado en algo así viniendo de ti.

—Estaba en segundo año— se justificó sin realmente arrepentirse, —y durante la clase anterior, Snape había dejado a Scott en detención por nada. Todos los chicos de la clase habíamos hecho un plan maquiavélico. Un compañero debía alertar a Snape de que había dos chicos peleando fuera. Por supuesto, no había ninguna pelea. Cuando él dejó su oficina, Scott fue asignado para cuidar la puerta, y yo fui elegido para colocar el líquido.

—¿Y qué pasó después?— pregunté. Estaba sorprendida de ver cuán interesada estaba en la historia.

Cedric se encogió de hombros.

—Al día siguiente, él entró velozmente en el salón de clases, y nos dijo que sospechaba de nosotros. Nos instó a que confesáramos nuestro crimen, pero nunca lo hicimos— Cedric se detuvo y sonrió. —Estoy bastante seguro de que él todavía nos odia por ello.

Miré hacia su rostro sonriente y sentí una gran admiración por él: ¿cómo un chico que había pasado a través de una situación tan horrible podía mantener toda esa alegría de vivir? Cedric Diggory es un chico tan vivaz, sin odios, sin ira, sin tristeza en su corazón. Este último es tan puro y blanco como lo es la nieve que cubre los terrenos.

—Eso fue divertido— dije con una sonrisa.

Un viento helado me golpeó en la cara, y desee tanto haber traído la capa conmigo.

—Vamos, te llevaré adentro— dijo Cedric, levantándose.

Me hubiera gustado decir que no, pero ya era cerca de medianoche. Umbridge ciertamente buscaría fieramente y asaltaría a cualquier estudiante que se estuviera moviendo por el castillo a las 12:00.

Asentí e hicimos el camino hacia las puertas.

Caminamos silenciosamente a través de los muchos corredores que guiaban a la sala común de Gryffindor.

Antes de que alcanzáramos la pintura de la Señora Gorda, se detuvo y me miró.

—Gracias por pasar la Víspera de Navidad conmigo— dijo.

Sacudí mi cabeza: si solo supiera cuanto había disfrutado este momento. Si tan solo pudiera hacer que se diera cuenta de cuánto lo necesito, probablemente tanto como él a mí. Él estaba solo en el castillo, y yo era su único cable a tierra aquí, pero era aterrador el darse cuenta de que él era lo mismo para mí. Él era mi cable a tierra en la escuela, él era el chico que me detenía de ahogarme. Si él me estaba agradeciendo ahora, yo debería hacer lo mismo.

—No me agradezcas. Pasé uno de los mejores momentos de mi vida, y es gracias a ti— dije honestamente.

Cedric sonrió con toda su ternura.

—Así es como me siento también. Este fue uno de los momentos que más he disfrutado en mi vida y…— se detuvo con una mueca —no-vida.

Le sonreí con una punzada de tristeza.

Se inclinó hacia mí y me "besó" en la mejilla. Entonces retrocedió y me miró, esperando por mi reacción. No tuve alguna: meramente me quedé en silencio y esperé.

—Consideraré esto,— murmuró —como mi regalo de Navidad.

Me dio una última sonrisa y comenzó a alejarse.

Me quedé un largo rato en el pasillo, luego me voltee y caminé hacia la Señora Gorda. Dije la contraseña y entré a la vacía sala común. Subí las escaleras hacia los dormitorios. Todas las chicas estaban dormidas, y silenciosamente me coloqué el pijama. Deshice mi cola de caballo y dejé caer mi cabello.

Después de eso, suavemente me escabullí en mi cama, acostándome. Fue entonces cuando lo hice. Las yemas de mis dedos lentamente alcanzaron mi mejilla y tocaron el lugar donde Cedric me había besado. Me mantuve así un largo rato y me sorprendí a mí misma sonriendo.

[...]

A la mañana siguiente, me desperté con el triste humor en el que había estado por tres días. Incluso si había tenido una noche magnífica, toda la perfecta conducta de Cedric me había hecho sentir más culpable aún sobre la pérdida del libro. No obstante, traté de recomponerme, y sólo enfocarme en la noche que había pasado con mi amigo.

El dormitorio estaba vacío, y lucía como si todos los gryffindor ya hubieran bajado a abrir sus regalos.

Yo no estaba particularmente emocionada sobre recibir otros regalos. Estaba algo molesta con recibir regalos de otras personas que yo amaba y no poder darles uno de regreso.

Incluso aunque había comprado regalos para todos, no podía dejar de pensar en el regalo que no pude hacerle a Cedric. Yo no era el tipo de chica que se sentía satisfecha con considerar un beso en la mejilla como un real regalo de Navidad. Incluso aunque Cedric había actuado cortésmente conmigo, no podía ignorar que había estado tan cerca de darle el mejor regalo de Navidad que él podría haber deseado nunca, uno más apropiado y de utilidad.

Bajé hacia la sala común, y encontré a los Weasleys, Harry y los otros, sentados. Todos se voltearon hacia mí con una mirada impaciente.

—¿Qué?— murmuré.

—Estábamos esperándote— dijo Fred.

—¿Podemos abrir nuestros regalos ahora?— exclamó George apuntándome a mi pila de regalos.

—Oh si, seguro— murmuré otra vez.

Los gemelos y los demás saltaron de sus asientos y corrieron hacia sus regalos.

Los miré, dividiéndome entre diversión y extrañeza al verlos actuar así.

Me senté en el sofá y esperé.

—Todos los regalos para ti están ahí— dijo Ron, apuntando una pila puesta en la mesa.

Asentí y comencé a abrirlos: una falda de Lavender, una revista de moda de Parvati, algunos libros sobre Magia y Pociones de los chicos, una cadena de plata de Ginny (particularmente hermosa), algunas bromas muy útiles de parte de los gemelos, y algunos pergaminos nuevos de Ron.

—Gracias a todos— dije tratando de hacer mi mayor esfuerzo para sonar entusiasta.

Todos asintieron y me agradecieron por sus propios regalos.

—Amo la pulsera— dijo Ginny, —hace perfecto juego con mis aretes.

—Sabía que andabas buscando una,— dije —que bueno que te gustó.

Ginny sonrió y me abrazó. Ron me agradeció por sus regalos, y avergonzado, palmeó mi hombro (como si yo fuera un hombre).

Vi a Harry sonreír, mientras él abría su paquete. Miró a la pluma con su nombre marcado en ella.

—Gracias— dijo con una sonrisa amistosa, —me gusta.

Asentí y pasé los dedos entre mis cabellos, esperando porque este momento terminara.

La sala común estaba prácticamente vacía, me levanté y comencé a hacer camino hacia la salida para ir a desayunar.

—Hermione—llamó Harry.

Me voltee y vi a mi amigo, sentado calmadamente en el sofá: obviamente él no planeaba ir a ningún lado. Caminé de regreso y me senté en la silla frente a él.

—¿Qué tal estuvo tu noche?— preguntó.

—Fue buena— respondí.

La atmósfera se hizo pesada, y el silencio tomó lugar en la habitación.

Harry esperó un minuto, luego me miró y sonrió.

—Gracias por estar siendo amable con Cho— murmuró. Abrí mis ojos con sorpresa. ¿De qué estaba hablando? —Ella me dijo que tú le habías aconsejado para el color del sweater.

Me mordí el labio.

—Bueno, ella lucía particularmente lista y dispuesta a ofrecerte un regalo. Sólo le ayude un poquito— dije.

Harry asintió. —Gracias de todos modos. Sé lo que piensas acerca de todo esto.

Rasqué mi frente. —Sólo estoy tratando con ello.

¿Lo estaba? Probablemente sí. Incluso si no pudiera explicar el porqué todavía.

Nos mantuvimos en silencio por otro largo minuto, y luego dije.

—¿Alguna cosa más?

Harry sacudió su cabeza. —Sólo un detalle— dijo. Se inclinó hacia la parte baja del sofá y lo vi tomar un gran paquete. —Olvidaste mi regalo de Navidad para ti.

Abrí mis ojos sorprendida, había pasado por alto ese detalle.

Compuse una sonrisa y miré el paquete. Lo puso en mi regazo y sonrió.

—Pasé las últimas tres semanas preguntándome si te gustaría. Realmente espero que si— murmuró.

Acaricié el papel que cubría el paquete y luego lo rasgué.

Mis ojos se abrieron en shock cuando leí el título del libro.

—Vi… Vida y Muerte— balbucee, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas. —¿Cómo?— pregunté confundida.

—Te vi ese día en la Librería con este libro en tus manos. Asumí que lo necesitabas— Harry se encogió de hombros. Entonces sonrió. —Además, el vendedor lucía particularmente asombrado de ver que yo quería comprarlo.

Jadee y contuve un gemido. Sacudí mi cabeza. No, esto no podía ser posible, ¡el libro que había estado desesperadamente buscando no podía simplemente estar en mi regazo! Esto no debía ser más que un sueño. Miré a Harry quien me estaba sonriendo, esperando por una reacción. Oh Merlín, pude ver a mi amigo bajo una nueva vista. Él era sólo mi héroe.

—Oh, te amo— exclamé saltando y abrazándolo con fuerza. Harry saltó de sorpresa, y me regresé a mi silla, un poco avergonzada pero feliz. —Como un hermano— dije a la vez que aclaraba mi garganta.

Harry asintió, completamente descompuesto.

—Bueno, creo que fue el regalo correcto, ¿verdad?— dijo.

—Es el regalo perfecto— lo corregí, una gran sonrisa cruzando mi cara. —Es sólo la mejor Navidad que jamás podría haber deseado.

Con mi tesoro en las manos, subí hacia los dormitorios, Harry se paró, sorprendió, y me llamó.

—¿No vendrás a tomar el desayuno?— preguntó.

Me voltee hacia él y sonreí.

—¿Bromeas? Tengo algo mucho mejor que hacer— respondí mostrándole el libro a mi amigo.

Vi a Harry dividirse entre dos fuertes sentimientos: felicidad por haberme dado un regalo que yo aprecie tanto, y por otro lado, el pensamiento de que no me iba a ver en un largo tiempo.

—Gracias de nuevo— murmuré con voz seria, —Haz hecho una buena obra, lo sabes.

Harry evadió mi mirada, un poco avergonzado y entusiasmado.

—De nada—. Estaba por subir las escaleras cuando él agregó. —Hermione. Eres mi mejor amiga. Si hubiera algo que necesitaras…— sacudió su cabeza, —o quisieras hablar sobre algo, ven conmigo, ¿sí?.

Sonreí y no pude menos que asentirle. —Lo haré— respondió.

Me fui a mi pulcra cama, me senté con las piernas cruzadas y abrí el libro emocionada, pero también asustada, como si estuviera a punto de abrir la caja de Pandora: no estaba segura de que es lo que encontraría ahí, o de lo que esto causaría en mí.

Pasé las primeras dos horas leyendo el prefacio: bastante alarmante por así decir, aparentemente este libro era muy poderoso y podría causar algunos bloqueos, luego, los primeros capítulos se enfocaban en el Avada Kedavra y otras terribles maldiciones.

Y luego, al final, llegué al capítulo que casi me había llevado a la locura.

—Renacimiento— leí en voz alta, con una voz sumamente concentrada —también llamado Lover's Return Spell (o Hechizo del regreso del amante).

Mis mejillas se sonrojaron y aclaré mi garganta asegurándome de que nadie excepto yo haya escuchado esas palabras. Eran solo unas letras pequeñas que eran casi imposibles de notar. Rasqué la parte de atrás de mi cuello, un poco avergonzada. Este nombre era un poco vergonzoso de cierta manera, y muy inapropiado para la situación. Me sentí presa del pánico: ¿y que si este hechizo no era suficiente? Mis ojos rápidamente corrieron a través del texto, y me sentí completamente aliviada cuando no leí ninguna palabra haciendo referencia a "amantes" o "amor" u otras palabras de ese tipo. Sacudí mi cabeza y concluí de que esa pequeña nota era un error, o solo que el hechizo había sido llamado así porque sonaba "mejor".

El texto que precedía los ingredientes de la poción y el hechizo era claro: pocas eran las personas que habían usado el hechizo bien, y casi inexistentes las personas que habían regresado a la vida.

Ruidosamente tragué mi angustia: bueno, esto va a ser difícil pero yo no podía esperar que este Hechizo fuera La solución, porque eso significaría ¡que no habrían muertos nunca más!

Seguía inclinada sobre el libro cuando escuché a Cedric caminar a través de la muralla con una mirada llena de pánico. Cuando me vio sobre la cama, sus rasgos se suavizaron.

—Buenos días—, dijo —estaba un poco preocupado por ti. No te vi en el comedor con Harry y sabiendo cómo estabas anoche...— explicó.

Le sonreí.

—Me siento mejor ahora— respondió.

La cara neutral de Cedric dio paso a una sonrisa.

Mis ojos miraron de regreso a las páginas. —¿Y ese libro?— preguntó con curiosidad.

Incluso si era un poco precoz decirle acerca de este Hechizo, no pude hacer nada más: quería hacerlo feliz, así como él lo hizo conmigo la noche anterior. Y además, también, ahora que el libro era mío tenía clara la revelación de mi proyecto.

—Este es tu regalo de Navidad de mi parte… y de Harry— respondió con una sonrisa. Quería incluir a Harry en esto, incluso si él no tenía idea de que Cedric estaba aquí con nosotros, estoy segura de que este Hechizo era también una buena forma para que mi mejor amigo se sintiera mejor, y superar lo que había ocurrido en el cementerio. . Así como él me había dicho el día antes de que yo me encontrara con Cedric, él aún estaba buscando una manera de no seguir sintiéndose culpable, y bueno, creo que con este regalo, él estaba cerca de ello.

Voltee el libro hacia él, y Cedric se inclinó sobre él frunciendo el ceño. Después de algunos segundos, su rostro se llenó de sorpresa. —¿Renacimiento?— murmuró. Me miró mientras su rostro cambiaba a seriedad incluso aunque yo pudiera ver la emoción escondida tras su cara neutral. —¿Es eso lo que creo que es?— preguntó.

Miré hacia el libro, luego a él y asentí.  —Bueno, digamos que es una cosa cercana— respondió con una sonrisa.

Una hermosa y sentida sonrisa apareció en su rostro. —¿Cómo lo encontraste? ¿Este hechizo funciona? Espera, tú hablaste de Harry, ¿sabe ahora sobre mí?

Lo miré con expresión confundida. Cedric mordió su labio inferior y nerviosamente pasó sus dedos entre su pelo. —Lo siento—, murmuró.

Sacudí mi cabeza. —No lo hagas— respondió, —¡Deberías haberme visto cuando tuve el libro en las manos esta mañana!— reí. Cedric sonriendo. —Así que respondiéndote puedo decir: no, Harry no sabe todavía sobre ti pero él fue quien me regaló el libro. Como lo encontré, eso es un poco complicado de explicar. Y sobre el hechizo: no lo sé. Parece muy poderoso y serio. pero no es un trozo de pastel el aplicarlo,

Cedric meditó un minuto y ascendió.

—Bueno, háblame sobre él—, dijo. Se sentó en la cama al lado mío y me dio una mirada de apoyo.

Le sonreí de regreso: no sabía si este hechizo era eficiente, si podría ayudar a Cedric, si sería fácil de usar, pero esto era lo mejor que teníamos desde el principio. Incluso si este hechizo tenía la mejor oportunidad de cambiar el destino de Cedric, lo haría, así como Harry me había dicho antes que era mejor intentarlo y fallar que preguntarme toda mi vida que hubiera pasado si lo hubiera hecho.

Sonreí, grabando sus palabras: sí, Harry era un amigo maravilloso, un valiente mago, y un consejero y apoyo perfecto.

Pasamos el resto de la mañana en el dormitorio de chicas, leyendo cada línea del texto. El Hechizo podía ser usado solo con algunas condiciones: el cuerpo debía de haber sido enterrado hace menos de un año, tenía que haber un fantasma de la persona muerta o cualquier forma espectral (Cedric y yo suspiramos de alivio en este punto de la lectura) y el hechizo sólo podía ser usado durante la tercera noche de Luna Llena frente a la tumba del fantasma.

No pude más que tragar: todo esto sonaba tan serio e importante, no había vuelta atrás, mi oportunidad… nuestra oportunidad estaba tomada.

Estábamos leyendo los ingredientes de la poción cuando Lavender irrumpió en la habitación. Lucía particularmente furiosa y alterada.

—Lavender— dije sorprendida, —¿Qué pasó?

Lavender miré abajo hacia su suéter: había una gran mancha en él.

—Ese despistado de Longbottom derramó todo su jugo de calabaza en mi nuevo suéter— respondió. Le dio una última mirada a su suéter y frenéticamente se lo sacó, mostrando un top blanco sin mangas.

Cedric aclaró su garganta avergonzada y me miró.

—No sabes cuantos chicos de Hufflepuff pagarían por estar en mis zapatos justo ahora—, escuchó.

Rodé mis ojos. —¿Crees que podré quitar esa horrible mancha?— preguntó Lavanda.

Cedric se levantó y dijo al mismo tiempo. —Creo que debería irme.

—No— le dije respondiéndole a él. No quería que él se fuera ahora, sólo teníamos que esperar a que Lavender terminara con su crisis, y luego todo lo demás estaría bien. Cedric se quedó en silencio un segundo y luego ascendió.

—¿No?— Lavender preguntó en shock, muy cerca ahora de estar histérica.

—Lo siento, no era lo que quería decir—, dije, mirándola. —No te preocupes, Es fácil de limpiar el jugo de calabaza. Conozco un buen hechizo.

Lavender suspiro y se calmó un poco.

Cedric seguía de pie entre mi cama y la de Lavender, sintiéndose entretenido pero también excedido por la situación.

Lavender pasó sus dedos nerviosamente a través de sus cabellos y bufó. Miró abajo hacia su cima y se enfrió cuando vio una mancha en él, era un poco menos oscura, pero notoria.

Maldijo y mecánicamente se la quitó también.

—Oh Merlín bendito—, maldijo Cedric cuando dio una mirada hacia el vientre desnudo de Lavender y su sujetador negro. Él se volteó hacia mí, escondiéndose a sí mismo de la visión de Lavender.

Sonreí entre dientes y le di una mirada divertida.

Lavender seguía caminando alrededor de toda la habitación para encontrar nuevas ropas.

—Por favor dime que está vestida ahora— me rogó Cedric abochornado.

Sacudí mi cabeza y sonreí. —Tal vez será mejor que me vaya— dijo.

Medio minuto después (que duró una eternidad para Cedric) Lavender chilló de exasperación.

—No tengo más ropa que ponerme. Creo que estoy condenada a estar así para siempre.

Los ojos de Cedric se abrieron en shock. —¿Qué fue lo que dijo?— preguntó, aún dándole la espalda. Exploté en risas, incluso aunque me sentía particularmente avergonzada por Cedric, la situación era tan divertida. Lavender susspiró y lanzó algunas de sus ropas a través del dormitorio. Uno de sus tops pasó a través de él y aterrizó en mi cama. Cedric tenía unos ojos enormes ahora. Se volteó hacia mí. —He visto suficiente—, dijo. Antes de que yo pudiera responder algo, lo vi flotar a través de la muralla rápidamente.

Me voltee hacia Lavender y la miré con una sonrisa: si tan solo ella supiera que Cedric Diggory había estado allí cuando ella se había sacado la ropa. Entonces fruncí el ceño cuando pensé que ella ciertamente no se hubiera sentido apenada sino que emocionada o tal vez orgullosa de saber que el chico de oro, el estudiante más guapo de Hogwarts (como ella siempre decía) había estado ahí, en su habitación. Sonreí y fui a ayudarle.

[...]

Al almuerzo, tuve que admitir que me sentía hambrienta. Escondi mi precioso libro bajo mi cama y fui al Comedor. Estaba en el pasillo de camino a él cuando vi a Scott y su equipo, reprendidos y amenazados por Umbridge quien apuntaba su dedo solo una pulgada de su nariz. El pobre chico estaba casi bizco.

—Ten cuidado, voy a mantener un ojo sobre ti—, gritó con su molesta voz de pito. Finalmente cayó su dedo y se alejó caminando.

Scott rodó sus ojos hacia ella y bufó. Caminé hacia él.

—Perra gorda— le escuché murmurar. Cuando me vio, se volteó a su equipo y les dijo que estaban en la sala común. Camino hacía mi y sonriendo.

—Buenos días— dijo con una voz que trató fuertemente de hacer sonar amistosa.

—Está bien, Scott. Sólo diez segundos que pasó—, respondió.

La expresión de Scott se tensó.

—Ella nos prohibió practicar Quidditch hoy. Aparentemente, el equipo es considerado como una gran banda, y el campo de Quidditch como un lugar de reunión. Cerda…— el mordió su labio inferior e irritante, —Lo siento. Yo… es que ella me altera.

Sacudí mi cabeza.

—No te preocupes. Sé lo que sientes. Estuve por hechizarla hace un poco de tiempo atrás. Me detuvieron cuando estaba por alcanzar su oficina.

Scott compuso una muñeca.

—Obviamente, ella tiene el don de poner a la gente más sensata de esta escuela al borde de los nervios.

Meditó un largo minuto y luego me miró.

—En fin. ¿Qué tal tu mañana de Navidad? ¿Tuviste algunos regalos fantásticos?

—Sí, tuve un regalo en particular que es realmente magnífico. De verdad que lo amo—, respondió con una sonrisa. —¿Y qué tal los tuyos?

—Dulces, una nueva escoba, tinta mágica… muy divertida… algunos otros cachivaches mágicos y algunas revistas de las brujas más ardientes en Ingla…— Scott se detuvo y se aclaró la garganta —hmmm, quiero decir algunas cosas para chicos… no muy interesantes , tú sabes".

Sacudí mi cabeza y sonreí, tenían que ser hombres, pensé.

Lo vi sonrojarse un poco. Se quedó en silencio un par de segundos y su rostro se tornó algo más serio. —Considera el guante como mi mejor regalo de Navidad—, murmuró. —Fue como si Cedric me lo regalara personalmente. De verdad que me alegró mucho que tú me lo dieras.

Sonreí.

—Hablando de ello. Nunca te lo pregunté. ¿Cómo se conocieron?— preguntó.

Pasé mis dedos a través de mi cabello. Oh, la pregunta del millón.

—Quiero decir, sé cómo se conocieron—, agregó, —él me dijo que tú estabas en la Copa Mundial de Quidditch con los pelirrojos… quiero decir, los Weasleys. Pero bueno, ¿cuándo –propiamente tal– comenzó a conocerse?

Nerviosamente rasqué mi garganta.

—Es un poco complicado, en realidad, y una muy larga historia, no creo que quieras escucharla— traté de hacerle desaparecer.

Scott frunció el ceño algunos segundos, y entonces vi sus ojos iluminarse como si él hubiera cascado una nuez. —Ustedes dos estaban saliendo en secreto, ¿verdad?— sacudió su cabeza. —Eso es tan sorpresivo viniendo de él. Cedric siempre fue un novio fiel, pero bueno también es verdad que tú eres una gran chica así que…

—No— quedé fría , en shock. Miré a mi alrededor y me acerqué a él. —Nosotros no estábamos saliendo. ¿Qué te hace creer semejante cosa?

Inocentemente Scott levantó sus hombros. —No lo sé. Tú estabas hablando acerca de que era complicado y sobre una larga historia así que pensé que ustedes dos podrían haber…

Sacudí mi cabeza.

—Está bien—, apuntó. —Lo siento, tengo que irme. Necesito hablar con el equipo, de seguro que están esperando por mí para encontrar una solución o una buena manera de deshacernos de algo voluminoso .

Compartimos una sonrisa malvada y luego se fue.

Entré en el Gran Comedor y tomé lugar en la mesa. Mientras llenaba mi plato con algo de comida, pensé acerca de las palabras de Scott. Lo que más me había sorprendido no era su idea de que Cedric y yo estuviéramos saliendo (era cierto que mi explicación podía llevar a esa confusión) sino lo que sentí cuando él lo dijo. Me sentí muy avergonzada, mucho más de lo que había estado nunca. Cuando Rita Skeeter escribió todos esos artículos acerca de Harry y de mí, no había sentido nada, ni siquiera una punzada de incomodidad. Sólo me había sentido molesta por mi amigo, porque yo sabía que todos esos chismes podían molestarle, y que podía ser peligroso para un participante del Torneo de los Tres Magos.

Pero ahora, fue diferente, había sentido mis mejillas y todo mi cuerpo arder con la vergüenza, como si estuviera temerosa de que los estudiantes lo escucharan, que Cedric –quien podría haber estado flotando a través del pasillo– lo hubiera escuchado… que todos ellos Entendieron lo que yo estaba pensando, como me estaba sintiendo, lo que sentía por Cedric Diggory.

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