011.
❛ 011. hotel casino lotus ❜
Percy despertó con un sobresalto.
Olympe lo sacudía por el hombro.
— El camión ha parado —dijo—. Creemos que vendrán a ver los animales.
— ¡Escóndete! —susurró Annabeth.
Ella lo tenía fácil. Se puso la gorra de invisibilidad y desapareció. Grover, Olympe y Percy tuvieron que esconderse detrás de unos sacos de comida y confiar en parecer nabos.
Las puertas traseras chirriaron al abrirse. La luz del sol y el calor se colaron dentro.
—¡Qué asco! —rezongó uno de los camioneros mientras sacudía la mano por delante de su fea nariz—. Ojalá transportáramos electrodomésticos.—Subió y echó agua de una jarra en los platos de los animales—. ¿Tienes calor, chaval? — le preguntó al león, y le vació el resto del cubo directamente en la cara.
El león rugió, indignado.
—Vale, vale, tranquilo —dijo el hombre.
Al lado de Olympe, bajo los sacos de nabos, Grover se puso tenso. Para ser un herbívoro amante de la paz, parecía bastante mortífero, la verdad.
El camionero le lanzó al antílope una bolsa de Happy Meal aplastada. Le dedicó una sonrisita malévola a la cebra.
—¿Qué tal te va, Rayas? Al menos de ti nos deshacemos en esta parada. ¿Te gustan los espectáculos de magia? Éste te va a encantar. ¡Van a serrarte por la mitad!
La cebra, aterrorizada y con los ojos como platos, miró fijamente a Percy.
No emitió sonido alguno, pero la oyó decir con nitidez: « Por favor, señor, liberadme» . Percy quedó demasiado conmocionado para reaccionar.
Se oyeron unos fuertes golpes a un lado del camión. El camionero gritó:
—¿Qué quieres, Eddie?
Una voz desde fuera —sería la de Eddie—, gritó:
—¿Maurice? ¿Qué dices?
—¿Para qué das golpes?
Toc, toc, toc.
Desde fuera, Eddie gritó:
—¿Qué golpes?
Maurice, puso los ojos en blanco y volvió fuera, maldiciendo a Eddie por ser tan imbécil.
Un segundo más tarde, Annabeth apareció a un lado. Debía de haber dado los golpes para sacar a Maurice del camión.
— Este negocio de transporte no puede ser legal —dijo.
— No me digas —contestó Grover. Se detuvo, como si estuviera escuchando —. ¡El león dice que estos tíos son contrabandistas de animales!
—¡Tenemos que liberarlos! —sugirió Grover, y tanto él como Olympe y Annabeth se quedaron mirándo a Percy, esperando que los dirigiera.
Olympe vio como Percy se quedó un momento en silencio, pensando.
Fuera, Eddie y Maurice aún seguían gritándose, pero sabía que volverían en cualquier momento para atormentar otra vez a los animales. Percy empuño la espada y destrozó el cerrojo de la jaula de la cebra. El pobre animal salió corriendo.
Se volvió y me hizo una reverencia con la cabeza. « Gracias, señor» .
Grover levantó las manos y le dijo algo a la cebra en idioma cabra, una especie de bendición.
Justo cuando Maurice volvía a meter la cabeza dentro para ver qué era aquel ruido, la cebra saltó por encima de él y salió a la calle. Se oyeron gritos y bocinas.
Se abalanzaron sobre las puertas del camión a tiempo de ver a la cebra galopar por un ancho bulevar lleno de hoteles, casinos y letreros de neón a cada lado. Acababan de soltar una cebra en Las Vegas.
Maurice y Eddie corrieron detrás de ella, y a su vez unos cuantos policías detrás de ellos, que gritaban:
—¡Eh, para eso necesitan un permiso!
— Genial, ahora sabré para la próxima que quiera soltar animales en Las Vegas.
—Este sería un buen momento para marcharnos —dijo Annabeth.
—Los otros animales primero —intervino Grover.
Rompió los cerrojos con la espada. Grover levantó las manos y les dedicó la misma bendición caprina que a la cebra.
—Buena suerte —les dijo Oly a los animales. El antílope y el león salieron de sus jaulas con ganas y se lanzaron juntos a la calle.
Algunos turistas gritaron. La mayoría sólo se apartaron y sacaron fotos, probablemente convencidos de que era algún espectáculo publicitario de los casinos.
—¿Estarán bien los animales? —le preguntó Percy a Grover—. Quiero decir, con el desierto y tal...
—No te preocupes —le contestó—. Les he puesto un santuario de sátiro.
—¿Que significa?
—Significa que llegarán a la espesura a salvo —dijo—. Encontrarán agua, comida, sombra, todo lo que necesiten hasta hallar un lugar donde vivir a salvo.
—¿Por qué no nos echas una bendición de ésas a nosotros?
—Sólo funciona con animales salvajes.
—Así que sólo afectaría a Percy —razonó Annabeth, Olympe soltó una risita.
—¡Eh! —protestó Percy.
—Es una broma —contestó Annabeth—. Vamos, salgamos de este camión asqueroso.
Salieron a trompicones a la tarde en el desierto.
Debía de haber cuarenta y cinco grados, así que seguramente parecían vagabundos refritos, pero todo el mundo estaba demasiado interesado en los animales salvajes para prestarles atención.
Pasaron junto al Monte Casio y el MGM. Dejaron atrás unas pirámides, un barco pirata y la estatua de la Libertad, una réplica bastante pequeña pero que me provocó la misma añoranza.
Olympe no estaba segura de lo que buscaban. Lo que sabía era que necesitaba un descanso y un buen baño.
Debieron de girar en el lugar equivocado, porque de repente se encontraron en un callejón sin salida, delante del Hotel Casino Loto. La entrada era una enorme flor de neón cuyos pétalos se encendían y parpadeaban. Nadie salía ni entraba, pero las brillantes puertas cromadas estaban abiertas, y del interior emergía un aire acondicionado con aroma de flores: flores de loto, quizá.
El portero les sonrió.
—Ey, chicos. Parecen cansados. ¿Quieren entrar y sentarse?
Olympe sabia que no podía confiarse demasiado. Cualquiera podía ser un monstruo o un dios. No se podía saber. Pero nada de eso le pareció importar a Percy, que asintió y le dijo que les encantaría entrar.
Dentro, echaron un vistazo y Grover exclamó:
—¡Uau!
El recibidor entero era una sala de juegos gigante. Y no me refiero a los comecocos cutres o las máquinas tragaperras. Había un tobogán de agua que rodeaba el ascensor de cristal como una serpiente, de una altura de por lo menos cuarenta plantas. Había un muro de escalar a un lado del edificio, así como un puente desde el que hacer puenting. Y cientos de videojuegos, cada uno del tamaño de una televisión gigante. Básicamente, tenía todo lo que se te pueda ocurrir.
Habían otros chicos jugando, pero no muchos. No había que esperar para ningún juego. Por todas partes se veían camareras y bares que servían todo tipo de comida.
—¡Eh! —dijo un botones—. Bienvenidos al Casino Loto. Aquí tienen la llave de su habitación.
—Esto, pero... —masculló Percy.
—No, no —dijo sonriendo—. La cuenta está pagada. No tienen que pagar nada ni dar propinas. Sencillamente suban a la última planta, habitación cuatro mil uno. Si necesitan algo, como más burbujas para la bañera caliente, o platos en el campo de tiro, lo que sea, llamen a recepción. Aquí tienen sus tarjetas LotusCash. Funcionan en los restaurantes y en todos los juegos y atracciones.
Les entregó a cada uno una tarjeta de crédito verde.
Tenía que tratarse de un error.
Evidentemente pensaba que eran los hijos de algún millonario, ni siquiera Olympe—que era de una familia muy importante— parecía alguien con dinero por el estado en el que andaban. Pero el peli negro acepto la tarjeta y preguntó:
—¿Cuánto hay aquí?
—¿Qué quiere decir? —inquirió con ceño.
—Quiero decir que... ¿cuánto se puede gastar aquí?
Se rió.
—Ah, estaba bromeando. Bueno, eso mola. Disfruten de su estancia.
Subieron al ascensor y buscaron su habitación. Era una suite con cuatro dormitorios separados y un bar lleno de caramelos, refrescos y patatas. Línea directa con el servicio de habitaciones. Toallas mullidas, camas de agua y almohadas de plumas. Una gran pantalla de televisión por satélite e internet de alta velocidad. En el balcón había otra bañera de agua caliente y, como había dicho el botones, una máquina para disparar platos y una escopeta, así que se podían lanzar palomas de arcilla por encima del horizonte de Las Vegas y llenarlas de plomo. No parecía que aquello fuera legal, pero desde luego molaba. La vista de la Franja, la calle principal de la ciudad, y el desierto era alucinante.
—¡Madre mía! —exclamó Annabeth—. Este sitio es...
—Genial —concluyó Grover—. Absolutamente genial.
Olympe corrió hacía una de las habitaciones deseando tomar un baño. Cuando entro se dirigió a la puerta que suponía era la del baño, cuando estuvo dentro cerró la puerta con pestillo y se dispuso a preparar la tina.
Puso una bomba de baño morada, y un jabón líquido para crear espuma, prendió unas velas de vainilla que encontró. Una vez todo listo preparo las dos toallas a mano y se saco la ropa, para una vez por todas meterse en la tina.
Luego de una semana sin bañarse y haber dormido entre animales lo considero como el mejor baño de su vida. Cuando termino se puso ella bata y se envolvió el cabello en la toalla, salió del baño y se dirigió al armario.
Había ropa en el armario, de su talla. Puso cara de extrañeza.
¿Como sabrían cual era su talla?
Sin darle mucha vuelta se puso un short de Jean blanco tiro alto, un top musculosa fucsia y unas converse botas blanca.
Se peino y dejo que su cabello se sacara al natural, comió una bolsa de patatas, bebió dos Coca-Colas y acabó sintiéndose mejor. En el fondo de su mente, algún problemilla seguía incordiándola. Habría tenido un sueño o algo... tenía que hablar con Annie. Pero estaba segura de que podía esperar.
Salió de la habitación y descubrió que Annabeth, Percy y Grover también se habían duchado y cambiado de ropa. Grover comía patatas con fruición, mientras Annabeth encendía el canal del National Geographic, parecía que Percy recién salía de su habitación porque se mantenía de pie.
—Con todos los canales que hay —le dijo Percy—, y tú pones el National Geographic. ¿Es una broma?
—Emiten programas interesantes.
—Claro. De seguro que si.—dijo Olympe con ironía.
—Me siento bien —comentó Grover—. Me encanta este sitio.
Sin que reparara siquiera en ello, las alas de sus zapatillas se desplegaron y por un momento lo levantaron treinta centímetros del suelo.
—¿Y ahora qué? —preguntó Annabeth—. ¿Dormimos?
Grover y Percy se miraron y sonrieron. Ambos levantaron sus tarjetas de plástico verde LotusCash.
—Hora de jugar.
Olympe no recordaba la última vez que se lo había pasado tan bien. Tantos años en el campamento solo entrenando no era malo, pero necesitaba esto.
Mientras buscaba que hacer su vista dio con una tienda, haber no estaría mal hacerse un propio regalillo. Cuando entro se puso a husmear entre los pasillos, buscando algo interesante, hasta que algo capto su vista, eran unos lentes con el marco rojo en forma de corazón, nada del otro mundo pero lindos. Al probárselo notó que se veía con la leve tonalidad oscura característica de los lentes de sol, pero al mirar hacia la luz se dio cuenta que los destellos de la luz se veían en forma de corazón, de forma rápida fue hacia el mostrador para comprarlos.
Mientras salía de la tienda con los lentes puestos, no se dio cuenta del niño que pasaba al frente de ella, ocasionando que se choquen y el niño tire toda una baraja de cartas raras.
Su cabello era negro, tenía piel oliva y unos ojos oscuros que daban la sensación de ser negros, llevaba ropa algo ¿pasada de moda? No, antigua como si fuera de la segunda guerra.
Olympe se puse lo lentes en la cabeza y se agacho a ayudarlo a recoger sus cartas.
—Lo siento, iba distraída no te vi.
—No pasa nada, yo tampoco la vi—cuando terminaron de juntar las cartas se enderezaron y el niño la vio dijo, con un acento italiano, con asombro—. ¡Wow! Tienes el cabello blanco, nunca había visto a alguien con el cabello así.
Olympe sonrió de manera algo incomoda, no por la mención de su cabello, si no porque se sentía conectada de alguna manera a ese raro niño. Intento olvidar eso tal vez solo era una cosa de ella.
—No me presenté. Soy Olympe, Olympe Bellemort.
—Olympe como el Olimpo. Soy Nico di Angelo.
—Vaya, lindo nombre.—se quedaron en un pequeño silencio incómodo, queriendo romperlo dijo—Nunca vi cartas como esas ¿Que juego es?
Como si a Nico le hubieran dado una cantidad para nada sana de dulces le empezaron a brillar los ojos, Olympe lo miro con algo de extrañeza.
—Es mitomagia y es el mejor juego del mundo ¿quieres jugar?
—No sé cómo se jueg...
—Eso no importa, yo te enseño.
—Claro. ¿Por que no?—dijo luego de un suspiro.
Antes de que decidieran donde ir a jugar escucharon un grito:
—¡Nico! ¡Nico!
Olympe miró a Nico con una ceja alzada, luego de verlo tensarse.
—Nico, te dije que no te alejarás ¿Por qué te fuiste?
—Es que quería ver el lugar y luego me desvié y luego choqué con Olympe.
Olympe se sobresaltó al escuchar como la nombraba, no estaba como para meterse en una pelea de hermanos por lo que suponía, ya que la recién llegada se parecía mucho a Nico, por lo que se llegaba a ver, hasta la misma ropa antigua, con la diferencia que ella llevaba un gorro verde que le tapaba un poco la cara.
Bianca miro a Olympe, veía su ropa algo más corta de lo convencional, aunque ya estaba acostumbrada a ver a gente con diferentes estilo de ropa. Lo que si es que le alivio de que Nico no se haya chocado con alguien mayor o que se fuera a enojar, Olympe no parecía enojada es más parecía incomoda.
Cuando Bianca chocó miradas con Olympe se sonrojó levemente.
Luego de un suspiro de resignación intentando bajar el sonrojo, Bianca dijo:
—Es un gusto, soy Bianca di Angelo.
—Igualmente, soy Olympe Bellemort.
—Bianca ¿podemos jugar mitomagia con Olympe?
—Nico, tu no sabes si ella quier...
—Ella dijo que le gustaría que le enseñe. Por favor.
Bianca miró a Olympe, buscando ayuda, que Olympe no le dio ya que solo subió sus hombros, dando a entender que era su decisión si dejarlo a Nico o no.
Bianca miró a Nico algo cansada y asintió, causando que él las tomara a ambas de la mano y las llevara hasta una pizzería.
Olympe no sabría decir cuánto tiempo llevaban en esa pizzería pero se estaba divirtiendo, y mucho para ser sincera. La pizza la terminaron hace tiempo y luego de la tercera ronda Bianca se unió, empezando a tomar más confianza y hablar aún más con Olympe, hasta había momentos donde los tres no podían hablar de la risa.
Nico miró con una sonrisa a Bianca y Olympe, le gustaba ver a Bianca feliz y riéndose, estaba feliz de haberse chocado con Olympe.
Olympe seguía sintiendo esa sensación que sintió con Nico pero esta vez con Bianca también, no lo entendía.
Estaban por terminar una partida de mitomagia cuando alguien se acercó de repente y tomó a Olympe del brazo.
wandi's notes
Sigo viva jiji
Bueno aparición especial de Nico y Bianca, aquí amamos a Bianca ok? Así que si alguien la insulta los mando a matar y Olympe con gusto se ofrece a hacerlo
El 1 marzo empiezo cuarto de secu nooooo toca matarse. (editando y vengo a decir que ya estoy en quinto 💔)
Lo de los lentes los puse por:
1-Taylor
2-Francia
3-Lana
4-yo porque también los tengo a esos
El cap estuvo muy largo para lo que estoy acostumbrada
Nueva dinámica jiji
Hasta que no llegue a los 20? 20 votos y actualizó y pongo 20 porque se que no va a llegar
Tuve que borrar uno de los cosos xq lo consideraban inapropiado
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