001.
❛ 001. baño con aguas cloacales❜
Si había algo que caracterizara a Olympe era su mal humor y sus pocas ganas de conocer a las personas, pero ahora en este momento su mal humor incremento a tal punto de querer romper la pared de la enfermería con la cabeza.
Tal vez deba explicar un poco la situación, luego de dejar al chico y a Grover en la enfermería se fue a su cabaña, para que a la mañana siguiente le dieran la mala noticia de tener que cuidar del chico con compañía de Annabeth, y ahí se encontraba, con su mejor cara de odio al mundo.
Mientras que le daba un poco de ambrosía, el chico de la nada empezó a despertarse lentamente, como las últimas tres veces.
Cuando Percy despertó lo primero que vio fue a la chica linda, sonriéndole burlonamente mientras le limpiaba la barbilla con una cuchara.
Cuando ella vio sus ojos abiertos rápidamente dijo:
─ Annabeth, el muerto despertó.
Sin siguiera poder reaccionar, una chica de cabello rubio rizado se acercó.
─ ¿Que ocurrirá en el solsticio de verano?.
Logró decir con voz roca:
─ ¿Que?.
Las chicas miraron alrededor, como asustadas de que alguien las oyera. Aunque esta vez fue el turno de la chica linda de hablar.
─ ¿Qué pasa? ¿Qué fue robado? Nosotros sólo tenemos algunas semanas.
─ Lo siento ─Dijo entre dientes ─ yo no...
Alguien llamó a la puerta, y rápidamente Olympe le llenó la boca de pudín.
En este momento Olympe se encontraba en el porche de la casa grande junto a Annabeth, viendo como Quiron y el señor D jugaban a los naipes. Hasta que escucho una voz conocida de alguien que tanto quería, Grover.
─... las chicas, son Annabeth Chase y Olympe Bellemort. Son simples campistas, pero han estado más tiempo aquí que casi cualquiera. Y tu ya conoces a Quiron...
¿Simples campistas? Gracias, Grover, yo también te quiero. Pensó la de orbes azules con sarcasmo.
─ ¡Sr. Brunner! ─ gritó Percy cuando lo reconoció. ¿Señor Brunner? Olympe no entendía porqué él le decía así.
─ Ah, bien, Percy.─ Dijo─ Ahora tenemos cuatro para los naipes.
Él le ofreció una silla a la derecha del señor D, quien lo miró con ojos sangrientos y dio un gran suspiro.
─ OH, supongo que debo decirlo. Bienvenido al Campamento Mestizo. Listo. Ahora, no esperes que yo esté contento de verte.
─ Ah, gracias.─ Percy hizo a un lado su silla, alejándose un poco del Señor D.
─ ¿Chicas? ─ El "Sr. Brunner" llamó a la chica linda y a la de cabello rizado. Ellas se acercaron y Quiron los presentó.
─ Estas señoritas te cuidaron mientras te curabas, Percy. Olympe, mí querida, ¿por qué no vas junto a Annabeth, a comprobar la litera de Percy? Lo meteremos en cabaña once por ahora.
─ Seguro, Quiron.─ Dijo Annabeth.
Ella era probablemente de la edad de Percy, tal vez un par de pulgada más alta, y lucía mucho más atlética. Con su bronceado profundo y su cabello rubio rizado, ella era casi exactamente lo que el chico pensaba que luciría un estereotipo de chica de California, pero sus ojos arruinaron la imagen. Eran alarmantemente grises, como nubes de tormenta; lindos, pero intimidantes, también, como si ella analizara la mejor forma para vencerlo en una pelea.
Mientras que la otra chica que se dio cuenta que no era Afrodita, supuso que era Olympe, cuando la miró sintió que se le iba el aire, era hermosa. También parecía de su edad, aunque un poco más baja, y lucía algo atlética. Con una piel pálida y un cabello blanco largo y con ligeras ondas, además de tener unos impresionantes y hermosos ojos color azul, como unos zafiros; hermosos, pero fríos, también, como si estuviera analizando la forma en la que moriría o de adelantar el proceso. Era literalmente como un ángel, claro quitando lo de matarlo.
De igual forma, Percy no podía dejar de mirarla como si estuviera pensado "¿porqué es tan linda?". Claro que Olympe esperaba esa mirada, después de todo era irresistible.
Ella miró hacia el cuerno del Minotauro en las manos del de cabello negro, cuando se giró a él. Percy imaginó que ella iba a decir, "¡Tu mataste a un Minotauro!" o "¡Wow, eres un fenómeno!" o algo así.
En lugar de eso Olympe dijo:
─ Babeas cuando duermes.
Entonces ella y Annabeth salieron corriendo, con sus cabellos ondeando al viento.
Mientras esperaban a sentadas adelante de la cabaña de Hermès, Annabeth leía un libro, mientras que Olympe simplemente se miraba sus uñas rosas con brillitos, amaba los brillos y el rosa.
Hasta que escucharon unas pisadas que las hicieron elevar la mirada.
─ Chicas ─ Dijo Quiron ─ tengo clase de arco a mediodía. ¿Guiarían a Percy desde aquí?.
─ Si, señor.
─ No me queda de otra.
Ignorando lo que Olympe dijo, se giró a Percy.
─ Cabaña once. ─ Dijo Quiron, señalando hacia la puerta ─ Siéntete como en casa.
De todas las cabañas, la once parecía más como una regular cabaña vieja de un campamento de verano, con énfasis en vieja. El umbral estaba desgastado, la pintura marrón descascarada. Sobre la puerta estaba uno de esos símbolos del doctor, un poste alado con dos serpientes envueltas a su alrededor. Un caduceo.
En el interior, estaba repleto de gente, tanto niños y niñas, más que el número de literas. Sacos de dormir estaban repartidos por todo el suelo. Se veía como un gimnasio donde la Cruz Roja había establecido un centro de evacuación. Quiron no entró La puerta era demasiado baja para él. Pero cuando los campistas lo vieron todos ellos estuvieron de pie y saludaron respetuosamente.
─ Bueno, entonces, ─ Dijo Quiron ─ Buena suerte, Percy, nos vemos en la cena ─y se alejo al galope hacia el campo de tiro con arco.
Percy se quedó en la puerta, mirando a los niños. No se inclinaban más. Ellos lo miraban, evaluándolo. Percy conocía esta rutina. El la había experimentado en bastantes escuelas. Entonces Olympe hablo, impaciente.
─ ¿Y bien? Camina.
Así que, naturalmente, Percy tropezó entrando por la puerta e hizo el ridículo total por el mismo. Hubo algunas risitas de los campistas, pero ninguno de ellos dijo nada. Olympe apretó los labios para no reír, siempre le causaba gracia el que la gente se cayera.
Annabeth anunció:
─ Percy Jackson, te presento a la cabaña once.
─ ¿Normal o por determinar? ─preguntó alguien.
Percy no supo qué responder, pero Olympe anunció:
─ Por determinar.
Todo el mundo se quejó.
Un chico algo mayor que los demás se acercó.
─ Bueno, campistas. Para eso estamos aquí. Bienvenido, Percy, puedes quedarte con ese hueco en el suelo, a ese lado.
El chico tendría unos diecinueve años, y vaya si molaba. Era alto y musculoso, de pelo color arena muy corto y sonrisa amable. Vestía una camiseta sin mangas naranja, pantalones cortados, sandalias y un collar de cuero con cinco cuentas de arcilla de distintos colores. Lo único que alteraba un poco su apariencia era una enorme cicatriz blanca que le recorría media cara desde el ojo derecho a la mandíbula, una vieja herida de cuchillo.
─ Éste es Luke ─ lo presentó Annabeth, y su voz sonó algo distinta. Percy la miró y habría jurado que estaba levemente ruborizada. Al ver que la miraba su expresión volvió a endurecerse ─ . Es tu consejero por el momento.
─ ¿Por el momento? ─ preguntó.
─ Eres un por determinar ─le aclaró Luke-. Aún no saben en qué cabaña ponerte, así que de momento estás aquí. La cabaña once acoge a los recién llegados, todos visitantes, evidentemente. Hermes, nuestro patrón, es el dios de los viajeros.
Observó la pequeña sección de suelo que le habían otorgado. No tenía nada para señalarla como propia, ni equipaje, ni ropa ni saco de dormir. Sólo el cuerno del Minotauro. Pensó en dejarlo allí, pero luego recordó que Hermes también era el dios de los ladrones.
Miró alrededor. Algunos lo observaban con recelo, otros sonreían estúpidamente, y otros lo miraban como si esperaran la oportunidad de echar mano a sus bolsillos. Olympe aveces pensaba lo suertuda que fue al a ver sido reconocida tan rápido.
─ ¿Cuánto tiempo voy a estar aquí? ─preguntó Percy.
─ Buena pregunta ─respondió Luke─. Hasta que te determinen.
─ ¿Cuánto tardará?.
Todos rieron.
─ Vamos ─le dijo Annabeth─. Te enseñaré la cancha de voleibol.
─ Ya la he visto.
── Pues yo no, así que vamos. ──Olympe, algo molesta por las risas al no verle el chiste de no ser reclamado, lo agarró de la muñeca y lo arrastró fuera, mientras lo chicos reían a sus espaldas.
─ Jackson, tienes que esforzarte más ─dijo Annabeth cuando se separaron unos metros.
─ ¿Qué?
Puso los ojos en blanco y murmuró entre dientes:
─ ¿Cómo pude creer que eras el elegido?
─ Lo se, o sea, no parece tan especial. ─coincidió Olympe.
─ Pero ¿qué les pasa? ─Percy empezaba a enfadarse y Olympe al notar eso levantó una ceja─. Lo único que sé es que he matado a un tío toro...
─ ¡No hables así! ─me increpó Annabeth─. ¿Sabes cuántos chicos en este campamento desearían haber gozado de la oportunidad que tú tuviste?
─ ¿De que me mataran?
─ ¿De que lo matarán?
─ ¡De luchar contra el Minotauro! ¿Para qué crees que entrenamos?
Percy meneo la cabeza.
─ Mira, si la cosa con que me enfrenté era realmente el Minotauro, el mismo del mito...
─ Pues claro que lo era.
─ Pero sólo ha habido uno, ¿verdad?
─ Sí.
─ Y murió hace un montón de años, ¿no? Se lo cargó Teseo en el laberinto. Así que...
─ Los monstruos no mueren, Perseus. ─intervino Olympe, ganándose una mala mirada de Percy por como lo llamó─ Pueden matarse, pero no mueren.
─ Hombre, gracias. Eso lo aclara todo.
─ No tienen alma, como tú o como yo. Puedes deshacerte de ellos durante un tiempo, tal vez durante toda una vida, si tienes suerte. Pero son fuerzas primarias. Quirón los llama «arquetipos». Al final siempre vuelven a reconstruirse.─le explicó la de ojos grises.
Pensó en la señora Dodds.
─ ¿Quieres decir que si matase a uno, accidentalmente, con una espada...?
─ Esa Fur... ─no pudo continuar ya que Annabeth le pisó el pie─ quiero decir, tu profesora de matemáticas. Bien, pues ella sigue ahí fuera. Lo único que has hecho es cabrearla muchísimo.
─ ¿Cómo sabes de la señora Dodds?
─ Al igual que babeas, también, hablas en sueños.
─ Casi la llamas algo. ¿Una Furia? Son las torturadoras de Hades, ¿no?
Annabeth miró nerviosa al suelo, como si temiese que se abriera y la tragara. Mientras que Olympe miró con aburrimiento a la anterior nombrada.
─ No deberías llamarlas por su nombre, ni siquiera aquí. Cuando tenemos que mencionarlas las llamamos «las Benévolas».
─ Oye, ¿hay algo que podamos decir sin que se ponga a tronar? —Sonaba llorica, incluso a sus oídos, pero en aquel momento ya no le importaba a Percy ─. ¿Y por qué tengo que meterme en la cabaña once? ¿Por qué están todos tan apiñados? Está lleno de literas vacías en los otros sitios. ─Señaló las primeras cabañas, y Annabeth palideció.
─ No se elige la cabaña, Percy. Depende de quiénes son tus padres. O... tu progenitor. ─Se le quedó mirando, esperando que lo pillara.
─ Mi madre es Sally Jackson ─respondió ─. Trabaja en la tienda de caramelos de la estación Grand Central. Bueno, trabajaba.
─ Siento lo de tu madre, Percy, pero no me refería a eso. Estoy hablando de tu otro progenitor. Tu padre.
─ Está muerto. No lo conocí.
Olympe suspiró. Odiaba tener esas conversaciones con los nuevos, siempre eran tan incomodas.
─ Tu padre no está muerto, Percy.
─ ¿Cómo puedes decir eso? ¿Lo conoces?
─ Es con tal de quien sea, pero probablemente si.
─ ¿Entonces cómo puedes decir...?
─ Porque te conozco a ti. Y no estarías aquí si no fueras uno de los nuestros.
─ No conoces nada de mí.
─ ¿No? ─Levantó una de sus cejas─. Seguro que no has parado de ir de escuela en escuela. Seguro que te echaron de la mayoría.
— ¿Cómo...?
─ Te diagnosticaron dislexia, quizá también THDA.─esta vez contestó Annabeth.
─ ¿Y eso qué importa ahora?—dijo intentando tragarse la vergüenza.
─ Todo junto es casi una señal clara. Las letras flotan en la página cuando las lees, ¿verdad? Eso es porque tu mente está preparada para el griego antiguo. Y el THDA (eres impulsivo, no puedes estarte quieto en clase), eso son tus reflejos para la batalla. En una lucha real te mantendrían vivo.
─ Y en cuanto a los problemas de atención, se debe a que ves demasiado, Perseo, no demasiado poco. Tus sentidos son más agudos que los de un mortal corriente. Por supuesto, los médicos quieren medicarte. La mayoría son monstruos. No quieren que los veas por lo que son.─Dijo Olympe.
─ Hablan como... como si hubieran pasado por la misma experiencia.
─ La mayoría de los chicos que están aquí lo han hecho. Si no fueras como nosotros no habrías sobrevivido al Minotauro, mucho menos a la ambrosía y el néctar.
─ ¿Ambrosía y néctar?
─ La comida y la bebida que te dimos para que te recuperaras. Eso habría matado a un chico normal. Le habría convertido la sangre en fuego y los huesos en arena, y ahora estarías muerto. Asúmelo. Eres un mestizo.─Olympe sabía que estaba siendo un poco brusca pero estaba cansada de esa charla.
Un mestizo. Percy tenía tantas preguntas en la cabeza que no sabía por dónde empezar.
Entonces una voz hosca exclamó:
— ¡Pero bueno! ¡Un novato!
Una chica corpulenta avanzaba hacia ellos con paso lento y decidido.
Tres chicas la seguían, grandes, feas y con aspecto de malas como ella, todas vestidas con chaquetas de camuflaje.
─ Oh, ahí viene. Pareciera que no se cansa ─ Dijo Olympe mientras veía quien venía.
Olympe sinceramente no soportaba a Clarisse mas que nada porque se burlaba de su cabaña, probablemente si eso no pasara podrían llevarse mínimamente mejor.
─ Clarisse ─suspiró Annabeth─. ¿Por qué no te largas a pulir la lanza o algo así?
─ Fijo, señorita Princesa ─repuso la chicarrona─. Para atravesarte con ella el viernes por la noche.
─ Erre es korakas! ─replicó Annabeth, Olympe la miró divertida como siempre que Annabeth perdía los estribos.
─ Los vamos a pulverizar ─respondió Clarisse, pero le tembló un párpado. Quizá no estaba segura de poder cumplir su amenaza. Se volvió hacia Percy─. ¿Quién es este alfeñique?
─ Percy Jackson ─dijo Annabeth─. Ésta es Clarisse, hija de Ares.
Parpadeo.
─ ¿El dios de la guerra?
─ No, Perseo, el Dios de las flores.─Olympe contestó con sarcasmo.
Clarisse replicó con desdén:
─ ¿Algún problema?
─ No ─contestó─. Eso explica el mal olor.
Clarisse gruñó.
─ Tenemos una ceremonia de iniciación para los novatos, Prissy.
─ Percy.
─ Lo que sea. Ven, que te la enseño.
─ Clarisse... ─la advirtió Annabeth.
─ Quítate de en medio, listilla.
Olympe decidió no intervenir por dos razones:
1) no conocía al chico de nada, y no se iba a meter en una pelea por el.
2) Percy debía ganarse su propia reputación.
Al parecer Percy tenía el mismo pensamiento ya que le entregó el cuerno de minotauro a Olympe, mientras se ponía en posición de pelea...
Luego de que Clarisse intentara meter la cabeza de Percy en el inodoro, y este terminara sacándola a ella y sus amigas del baño, quedaron los tres solos en el baño.
El lavabo entero estaba inundado. Annabeth y Olympe tampoco se habían librado, aunque esta última no estaba tan mojada ya que utilizó a Annabeth como escudo. Pero Annabeth estaba empapada de pies a cabeza, pero no había sido expulsada por la puerta. Se encontraban exactamente en el mismo lugar, mirándolo conmocionadas.
Percy miró alrededor y reparó en que estaba sentado en el único sitio seco de la estancia. Había un círculo de suelo seco en torno a él, y no tenía ni una gota de agua sobre la ropa. Nada.
Se puso en pie, con las piernas temblando.
─ ¿Cómo has...?─preguntó Annabeth.
─ No lo sé.
Salieron fuera. Clarisse y sus amigas estaban tendidas en el barro, y un puñado de campistas se había reunido alrededor para mirarlas estupefactos. Clarisse tenía el pelo aplastado en la cara. Su chaqueta de camuflaje estaba empapada y ella olía a alcantarilla. Le dedicó a Percy una mirada de odio absoluto.
─ Estás muerto, chico nuevo. Totalmente muerto.
Percy debería haberlo dejado estar, pero replicó:
─ ¿Tienes ganas de volver a hacer gárgaras con agua del váter, Clarisse? Cierra la boca.
Sus amigas tuvieron que contenerla. Luego la arrastraron hacia la cabaña 5, mientras los otros campistas se apartaban para no recibir una patada de sus pies voladores. Annabeth y Olympe lo miraban fijamente.
─ ¿Qué? ─les preguntó─. ¿Qué están pensando?
─ Estoy pensando que te quiero en mi equipo para capturar la bandera.
─No te gustará saber lo que estoy pensado. ─entonces Olympe lo fulminó con la mirada antes de irse.
─ ¿A donde vas? ─ inquirió Annabeth─ todavía tenemos que guiarlo.
─ Pues que se guíe sólo.
Olympe empezó a caminar a paso rápido, necesitando llegar rápido a su cabaña para tomar al menos una corta ducha y sacarse ese asqueroso olor a cañerías.
─ ¿Se le pasará?
─ Probablemente no.
Fue lo último que escucho antes de perderse de vista.
n/a: listo, primer capítulo terminado, quiero que le tengan un poco de paciencia a nuestra Olympe, ella es así y bueno alguien no cambia de la noche a la mañana. Quería pedirles si pueden votar y aun mas si pueden comentar, los comentarios me inspiran y motivan a seguir.
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