No dudo en bajar con rapidez, es instintivo rodearte con mis brazos, y esto hace que ahora ambos estemos en el suelo, tu respiración se ha cortado de golpe, te he asustado, ¿cierto?

-No llores -murmuro contra tu oído, tu piel se ha erizado, puedo sentir el vapor en nuestras mejillas juntas.

-¿Take...micchi? -tras unos segundos en silencio siento como te abrazas fuerte a mi, tus manos se han cerrado en puños sobre mi espalda, entierras tu rostro en el hueco de mi cuello, y luego de lo que sentí infinitos minutos escuchando tu llanto, te has calmado un poco, solo logrando ahora escuchar leves hipidos.

-¿Desde cuándo estabas ahí? -susurras, tu cálido aliento logra hacerme sonrojar, pero me dispongo a responderte, de igual forma, con suavidad.

-Lo suficiente como para saber que es un estúpido por rechazar a alguien como tú -digo con cierto toque de molestia en mi voz, primeramente porque no me importaría que estés con alguien más mientras seas feliz, y segundo, ¡te hizo llorar!, ¡le cortaré los huevos, lo juro!

Solo guardas silencio, y me preocupa, acaricio tu cabello con miedo y vergüenza, ellos se enredan con facilidad en mis dedos, el sol a punto de desaparecer de nuestro campo de visión logra hacerles brillar dorado, y es hermoso.

-¿Mikey? -pregunto, e intento soltarme, porque comienzo a pensar que ha sido demasiado largo nuestro abrazo y quizás comience a molestarte, porque por mi seguiríamos así hasta la muerte. Pero justo cuando pongo mis brazos en tu pecho te aferras más a mí, mi rostro está demasiado rojo, ¿que fue eso?, tus ojos están cerrados, no quieres ver nada, y la calidez de mi cuerpo te hace sentir protegido.

-Takemicchi -te escucho, trago con dificultad, estoy algo tenso, no puedo creer que estemos en esta situación.

-¿S-si? -titubeo al hablar, y los colores se me suben a la cabeza en cuanto hablas en apenas un hilo de voz.

-Llévame a casa.