
¿Robo?
—Puede que sea un adicto al chocolate y tenga mucha hambre, ¡pero entrar sería un delito! —insisto en que no debemos hacer lo que has propuesto, sin embargo, tu expresión divertida me dice que no harás caso alguno a mis palabras.
—Vamos, nadie nos verá, y yo también muero de hambre~
—Mgh... —me quejo nuevamente, y luego de pensarlo, ¿qué podría pasar?, es muy tarde, y no hay prácticamente nadie por aquí—. Agh, está bien, hagámoslo.
—¡Yei~! —exclamas, y abres la ventana de la chocolatería con mucha facilidad, sorprendiéndote de que estuviese abierta—. Deberían aprender a tener más cuidado —sonríes victorioso.
Entras de un salto, y luego te acercas, extendiendo tus brazos hacia mí, estando en lados contrarios.
—Qué va, no puedo hacerlo —digo tras verme en esa situación, tú ruedas los ojos.
—Vamos, no querrás que alguien te vea, podríamos ir presos, ¿sabes?
—¡¿Que qué?!
—¡Vamos!
—¡Maldita sea! —al final, con tu ayuda pude pasar también, y ahora ambos nos encontramos en la parte de adentro del mostrador, comiendo los bombones y dulces de chocolate que hay en este, los dos sentados en el suelo, conversando de cualquier tontería que nos viene a la mente.
—¿Y entonces? —dices, emocionado, mientras escuchas mi historia.
—Bueno, al final Chifuyu pagó las consecuencias por ser visto, aún le pido perdón cuando recuerdo que rompí la ventana de su vecina —digo, rascando mi nuca con una sonrisa divertida, escuchando tus risitas mientras comes—. Un momento, ¿esto es robo?
—Claro que no, dejaré el dinero de lo que comimos aquí —dices mientras haces lo dicho, dejandolo sobre el mostrador al lado nuestro.
—Creo que es mejor irnos ya —comienzo a levantarme.
—¿Tan pronto?
—S- —apenas puedo terminar mi respuesta, cuando resbalo y caigo hacia delante, afortunadamente, mi cuerpo cae encima de ti, y no me lastimo para nada.
Solo que ahora me da mucha vergüenza nuestra posición...
—Eres un torpe —tus risas parecen no querer parar, yo solo me disculpo por el accidente.
—¡P-perdón!, no quise-
Introduces un bombón en mi boca, haciendo que calle mis palabras, la imagen delante de mí ciertamente logra derretirme, con esa mirada tan juguetona y tu dedo haciendo presión sobre el chocolate entre mis labios.
—No parece importarte lo que pasó en el cine —dices, de repente estando encima de mí, invirtiendo nuestras posiciones, y mis mejillas se tornan rojas, tragando lo más rápido posible el dulce.
—S-sí me importa, solo... —trago con dificultad—... no sé qué decir.
—Es fácil —sonríes confiado—. ¿Yo te gusto?
Mi corazón late a mil por hora, y justo cuando voy a responderte, observo a través del cristal del mostrador, veo unas luces rojas y azules que iluminan la oscuridad del lugar, y escucho una sirena.
Mierda, la policía...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro