¿Qué haré ahora?

¿Debería llamarte?

¿Dejarlo para mañana?

¿O los llevo a tu casa?

Pruebo la primera opción, pero desgraciadamente, mi teléfono celular está sin batería.

Pienso en la segunda, sin embargo, mañana será nuestro examen, ¿y si quieres darle un último vistazo esta noche o en la mañana?

Tal vez la mejor sea la tercera, después de todo tengo tu dirección.

Será pan comido.

En cuanto bajo del tren espero el siguiente, que va en sentido contrario.

Gracias al cielo tengo suerte y puedo llegar nuevamente a tu parada al rededor de las 7:30 p.m.

Comienzo a caminar a la dirección que me diste, no tiene perdida, y no es muy lejos, por lo que decido ir a pie.

Voy sin mucha prisa, a mi derecha hay muchas casas, a mi izquierda una pequeña loma de dos metros, que baja hasta un río.

El agua de este es clara y cristalina, la observo, refleja claramente el cielo, que poco a poco se torna de un color naranja, aquel astro rey comienza a ocultarse, es realmente una bella vista.

Pero hay algo que logra desentenderme, estás a unos cuantos metros de mí, bajando la pequeña colina, frente a ti está Draken, y hay algo que no me gusta.

Estás llorando.