—¡Chifuyu! —le abrazo con rapidez tras abrir la puerta de su habitación, odiando el hecho de verle en una esquina llorando.

Sus brazos me reciben con gusto, aferrándose con fuerza a mi espalda, tan fuerte, al punto de ser doloroso.

—Él ya no me quiere, me traicionó, no sirvo para nada, seguro se aburrió de mí y se dió cuenta que no valgo la pena —dice entre suspiros, gruesas lágrimas deslizándose por sus mejillas enrojecidas debido al llanto.

—Ch-Chifuyu, ¿de qué hablas?, ¿qué pasó? —digo, dolor siendo lo único que siento en mi pecho, nunca había visto a Chifuyu así.

Él no contesta, no puede, continuando con su llanto intenso. Puedo sentir sus manos temblar, entonces observo mi alrededor, viendo toda la habitación que solía estar tan ordenada ahora hecha un desastre, libretas, libros, la lámpara de su escritorio, algunas ropas de su closet, la silla, e incluso sus preciados mangas, estaban todos esparcidos en el suelo.

—Ven Chifuyu, vayamos por agua, para que me expliques qué pasó —digo, acariciando su cabello, recibiendo un asentimiento de cabeza.

Le ayudo a levantarse, caminando con cuidado para no caernos con las cosas que había en el piso, no ayudando la poca luz del lugar.

Salimos de allí, en dirección a la cocina, y después de que tomaste agua y se calmase un poco, alzo mi mirada, encontrando sus ojos rojos e inchados de tanto llorar.

Me acerco, levantándome de mi asiento hasta quedar frente a él, este estando sentado sobre la meseta de madera oscura, entonces deteniendo el balance de sus piernas para verme a los ojos, respirando acelerado aún.

—¿Ya te sientes mejor? —digo antes de pedir explicaciones, lo que primero me importa es su bienestar, es mi mejor amigo, le amo mucho, es como mi hermano, y si hubiese un término de más cercanía, se lo diría entonces.

—Sí, estoy bien —susurra apenas audible, entonces suspirando—. Baji, él...

—¿Qué te hizo ese desgraciado? —digo con molestia, repudiando el pensamiento de que por su culpa estés así.

—Lo ví besándose con Kazutora —dice, y veo como le cuesta no volver a romper en llanto.

—¿Qué? —mis ojos se abren en sorpresa, la única vez que ví a ese chico parecía no mirar a nadie más que Chifuyu a pesar de estar rodeado de personas, tan enamorado.

—Seguro ahora lo quiere a él, nos habíamos distanciado un poco los últimos días —una sola lágrima se desliza por su mejilla, y yo me apresuro a limpiarla con mis dedos—. Me duele tanto...

—Está bien, cálmate, ya pensarás las cosas mejor mañana, si quieres, puedo quedarme contigo esta noche —digo, tomando su rostro entre mis manos.

—¿Harías eso por mi? —levanta su mirada hacia mi, con un pequeño brillo en sus ojos.

—Claro que sí —sonrío—, sabes que te quiero mucho —acaricio su mejilla cariñosamente, intentando transmitirle calidez, porque lo conozco demasiado, y sé lo frío que se está sintiendo.

Y de repente, mi respiración se corta, sintiendo sus labios sobre los míos.