—Bien, ahora pon: "Afrodita, perteneciente a la mitología griega..." —comienzas aquel dictado, yo apenas puedo concentrarme, el bolígrafo en mi mano es tembloroso, no se me borra de la mente la imagen de tu rostro tan cerca al mío, tu aliento suave inundando mis fosas nasales...—. ¡Micchi! —me sobresalto al escuchar tu voz en tono de queja, agarras el papel perfectamente liso entre mis manos, y lo observas haciendo pucheros—. ¡Ni siquiera has puesto la segunda palabra! —tu mirada es incriminatoria y dirigida hacia mí, logras erizar mi piel y poner mis mejillas en un tono rojizo.

—P-perdón...

—¿Por qué no te concentras, no me escuchas bien? —dices mientras te comienzas a correr un poco hacia mí, cabe decir que ambos estamos sentados en el suelo del living de tu casa, apoyando en la pequeña mesita entre los muebles verde claro—. Puedo acercarme más si es necesario...

—¡Ya estoy copiando! —detengo tus acciones de golpe, poniendo una mano en tu pecho mientras tomo la hoja de papel y el bolígrafo, volviendo a escribir la oración que habías disctado anteriormente.

—Bueno... —te observo, dándote la señal para que continúes—. "...conocida como la diosa de..." —el bolígrafo se mueve entre mis dedos con rapidez, siento como te acercas un poco, pero lo ignoro, pensando que solo es para ver la hoja—. "...el amor..." —. ¿soy yo, o tu voz se escucha demasiado cerca?—. "...la pasión..." —veo una de tus manos apoyarse cerca de las mías, esa que está escribiendo lo que dices—. "...la sensualidad..." —no puedo ignorar el como tomas mi cintura, jalándome hacia tí, de tal forma que ahora siento tu abdomen completamente junto a mi espalda—. "...y el sexo" —vale, el susurro que has emitido cerca de mi oreja ha logrado sacarme de mis casillas, puedo sentir tus labios rozar contra mi piel en esa zona, un escalofrío se apodera de mí, mi rostro arde como el mismo fuego, y mi corazón parece querer salirse de mi pecho lo antes posible.

—M-Mikey... —mi voz tiembla, puedo sentir como acaricias mis abdomen con tu mano, y como entrelazas tus dedos con los míos después de quitarme el bolígrafo con tu mano restante.

No puedo pensar con claridad con los besos que comienzas a dejar en mi cuello, por favor, que alguien me despierte y me diga que estoy soñando, porque es demasiado sentirme en el cielo con solo esos toques.

—¿Sabes?, hoy mi hermana llega tarde.