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Capitulo cuatro

𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎
"PROMESAS"










Un año después de gestiones, ruegos y esfuerzos para traer de nuevo a Aeri estos dieron sus frutos, debutandola un mes luego de su re-ingreso y volviendo así el grupo de nueve chicos en uno mixto con una sola chica, como originalmente se había pensado por el líder... Aunque sin que nadie lo supiera, un integrante había pensado irse para debutar como solista y lo había logrado. Hyunjin había caído en una depresión luego de eso que lo dejó en las sombras por seis meses al pensar que luego de tanto esfuerzo todo se disolvería y tanto trabajo iría a la basura...

Había paso tanto y ella siempre estuvo ahí.

Apoyando, queriendo, amando...

Ambos se sonreían mientras él le daba una pequeña vuelta sobre su eje, acercandola a si mismo una vez que se miraron a los ojos por unos segundos. No podía dejar de quererla, con sus ahora dieciocho años recién cumplidos se veía tan preciosa y tan cambiada que había sobrepasado los límites de su belleza e inteligencia. Aquella niña de trece años había crecido y por suerte junto a ellos, junto a él.

Sin evitarlo la atrajo con delicadeza hasta él y junto sus bocas con rapidez, sin dejarle oportunidad para negarse aunque si no correspondía todo se haría una tormenta que él estaría dispuesto a combatir. Cerró los ojos dejándose llevar por sus sentimiento y al sentir como las manos temblorosas de Aeri viajaban hasta su camisa para tomarla con fuerza y atraerlo, correspondiendo el beso que ambos sin saberlo habían anhelado por mucho tiempo, sonrió y la abrazo por la cintura.

-Pensé que nunca lo harías. -susurró Aeri sobre sus labios, besando con lentitud  sus labios hasta apartarse con un chasquido- Te tardaste mucho en hacerlo.

Él rió, tomando sus mejillas con ambas manos y acercando su frente con la de ella.

-¿En serio? ¿Era tan obvio?

-Ujumm.

Y los besos siguieron, uno tras otro. Importandoles muy poco que alguien entrará a la habitación de la chica. Ahí  sólo eran ellos dos y nadie más, nadie más que los separará.

Nadie más que los alejara.

Aunque si él lo hubiera pensado mejor, nadie en ese momento los alejaria y sería alguno de ellos que realmente se iría para siempre.

¿Podré verte si cierro los ojos?

Tú siempre estuviste frente mi, me sonreias al abrir los ojos

Nunca pude darte el regalo de una cálida primavera

Me odie a mi mismo por eso

Los años pasaron, el amor entre ellos crecía cada día pero también la presión sobre ellos... Nadie podía saber sobre su relación, al menos fuera del grupo por que aquello se encontraba en los contratos. Tener una relación sólo perjudicaría sus carreras y ninguno quería eso, además de poner su vida en más riesgo y presión social que los haters creaban en ellos por sólo ser muy unidos en público.

Los rumores corrieron rápido y a pesar que los negaron, alegando que sólo era una amistad como la que tenían algunos de los integrantes del grupo nadie parecía escucharlos y la presión social se elevó como espuma. Además de los fuertes dolores emocionales que sin que él  supiera Aeri estaba teniendo en la privacidad de su habitación.

Ahora si lo pensaba bien hubiera deseado estar más atento a las señales de ayuda que Aeri daba, si hubiera estado más atentó nada malo habría pasado.

Y fue ahi, en su habitación en donde meses después la encontraría una tarde de un nublado domingo encerrada en el baño, llorando y con las muñecas sangrando. Un cuchillo en su mano derecha confirmando silenciosamente  lo que su pequeña flor había querido hacer y sollozó junto a ella, pidiendo ayuda entre gritos desesperados.

-A-Aeri... Aeri, escuchame. No cierres los ojos. No lo hagas. -susurró, colocando una mano en su mejilla luego de tratar de detener el sangrado en ambas muñecas.

Dejó su palma llena de sangre y al verla en el rostro de Aeri su respiración se hizo mas desesperada. Su pequeña entre sus brazos parpadeaba con lentitud, sus ojos oscuros parecían bajar su brillo y un suspiro salió de sus labios. Llorando sin ser consciente entre las lagunas de su mente.

-Pequeña, por favor... No me hagas esto. No ahora. Aeri... ¡Aeri!

-Realmente lo siento, Ji-Jinnie.

Hyunjin sollozó aún más fuerte, mirando como la vida se iba con rapidez de los ojos de su pequeña y ésta  caía dormida entre sus brazos... Aunque su pecho no se moviera, al igual que ella a pesar de sus múltiples llamados cuando los enfermeros entraron al baño luego de unos interminables minutos.

Mi reflejo en el espejo se vuelve cada vez más borroso

Y algo cálido fluye a través de la parte trasera de mi mano

Sin poder escuchar nada de lo que pasaba a su alrededor luego de que Aeri fuera arrancada de sus brazos se quedó parado, observando su reflejo en el espejo. Su camisa manchada de sangre le hizo doler aún más la cabeza y el pecho, hasta bajar un poco la mirada y encontrase a si mismo con un hilo de sangre bajando por su muñeca.

Él también se había hecho un corte con el cuchillo. Cuando nadie le prestaba atención , cuando nadie miraba... Pero no le importaba, no dolía.

Nada lo hacia.

-¡Hyunjin, por Dios! ¡¿Que hiciste?!

Escuchó la voz distorsionada de Minho a un lado de él, tomando su muñeca y haciendo presión con una toalla para que la sangre parará de salir o sino se desmayaria. O peor, se desangraria.

-¡Changbin! ¡Jeongin!

Minho parecía alarmado, pero él solo lo miraba mover los labios y mirarlo con pánico, seguramente su extrema  palidez y sus ojos fijos en la nada lo preocupaban. No lo culpaba, estaba en shock y aún no parecía tener indicios de querer salir de él.

Sintió como el aire le faltaba de golpe y luego un dolor extenderse desde su pecho hasta su muñeca sangrante, abrió la boca buscando aire que no encontró por minutos y luego todo fue confusión. Las lágrimas en sus ojos dejaban que las personas se volvieran borrosas a su alrededor y en entre ellas Changbin se dejó ver diciéndole que todo estaría bien y que tratará de respirar.

A su alrededor se escucharon sollozos y por un momento quiso pensar que era él mismo, algo que luego pudo comprender. Negó, sintiendo los brazos de Changbin rodeadolo con fuerza y acariciando su cabello para que se calmara.

Si supiera que no lo haría.

Nada estaría bien y él lo sabía, todos en esa habitación lo hacían.

Los tonos pastel están destrozados

Son todos los colores dentro de mi corazón

Qué han sido hechos pedazos por estas fuertes emociones que crecen dentro de mi

Se han mezclado entre ellos, dejando sólo color negro

Despertó muchas hora después, cuando el sol se estaba poniendo y eran cerca de las seis de la tarde. El techo de color blanco y el olor a medicamentos, además de productos de limpieza le hizo saber al instante luego de un recorrido con su mirada que se encontraba en el hospital.

Observo su muñeca, ahora vendada y sin rastro de sangre, aquellos sólo volvió  a traer los trágicos recuerdos de sólo horas atras causando un nuevo dolor en el pecho y una puntada en su cabeza. De repente quería llorar de nuevo, al recordar como ayer ella se encontraba bien, alegré... Incluso haciendo boberías junto Jeongin como siempre.

Incluso ellos dos habían salido juntos, a solas y sin que nadie supiera. Una cita que había salido espléndida.

Entre tanto se le vino a la mente el recuerdo de una pequeña platica que ambos habían tenido antes de irse de nuevo al departamento, algo que su mente había borrado por todo lo que había pasado y volvía como una cachetada.

-Te voy a extrañas. En verdad, te voy a extrañar mucho... -estaba un tanto borracha y sus palabras eran casi balbuceos. Él la tomó con cuidado, subiendola a su espalda- ¿Tu lo harás, Hyunjin? ¿También me extrañaras?

-Te irás sólo por una semana, pequeña. Pero si, te extrañaré mucho. -contestó, sonriendo y emprendiendo camino hasta el departamento que estaba a unas cuantas calles.

-¿Pero si esa semana se extiende y se extiende, y se vuelven años?

Hyunjin soltó una risa, suave y tranquilizadora que hizo a Aeri cerrar los ojos con un puchero. Ella se iría a París por un desfile de modas dos días después, algo que los separaria por un corto tiempo.

Pero era algo que su trabajo los obligaba a hacer y aquello no podía discutirse.

-Mmm, entonces te esperaré años y años... Todo el tiempo que sea necesario, Aeri.

Esa noche ella no dijo nada más, se había quedado dormida abrazada a su cuello y con su mentón en su hombro, balbuceando palabras que si se esforzaba lo suficiente podría recordar con claridad.

-No me olvides, nunca me olvides, Jinnie.

Él no le había dado mucha importancia a esos susurros, después de todo parecía que en el camino lloraba sólo por la pequeña borrachera que cargaba pero no era así... Abrió los ojos al tope, sintiendo como éstos picaban y las lágrimas luchaban por salir otra vez, esa noche Aeri no lloraba sólo por que si y no decía aquello por decir entre sus delirios.

Tal vez tú eras la razón por la que mi universo podía ser tan brillante

Viviendo en él, no hubo momentos en el que no estuviera sonriendo

Aeri se estaba despidiendo de él por que sabía muy bien lo que haría al día siguiente, y Hyunjin ni quiera se había dado cuenta.

Con un grito de rabia sacó la intravenosa de su brazo, haciendo una mueca por el ardor que hubo en esa zona y se levantó de la camilla, saliendo segundo después de la habitación. Si él estaba ahí era porque Aeri también lo estaba y la encontraría.

-Aeri... ¡Aeri! -los gritos empezaron de su parte, caminando por el extenso  pasillo como un alma en pena sin importarle las miradas de las pocas personas que rondaban por ahí. Su cabello negro estaba desaliñado, su rostro pálido y sus ojos sólo parecían buscar entre los pasillos algo que le dijera que ella no estaba muerta.

Unos pasos después logró encontrar a una enfermera vestida de azul. Sus ojos brillaron con un deje de esperanza y corrió hasta ella, tomando sus hombros por sorpresa y logrando que la mujer se sobresaltara.

-¿Joven?

-Aeri, Shin Aeri ¿Sabe donde esta? ¿Está bien? -preguntó desesperado, sintiendo los latidos de su corazon en sus oidos- P-Por favor, por favor dígame que ella estaba bien y no tiene nada... por favor, dígamelo...

Pero ahora, el mundo es tan oscuro que no puedo ver mi propia sombra

Dibujarte dentro de mi mente es todo lo que hago en mis días

La enfermera le dio una mirada lastimosa. Inevitablemente sollozó, sus ojos se aguaron y negó con pánico, anticipando lo que diría.

La enfermera le sonrió, acariciando su mejilla de manera maternal.

-Tranquilo, joven. La señorita Shin se encuentra bien, descansando en su habitación.

Quiero volver

Una sonrisa se extendió en sus labios, siguiendo momentos después a la enfermera hasta la habitación donde encontró a su pequeña flor dormir tranquilamente.

Hizo el gesto de acariciar su mejilla pero el dolor en su cabeza aumentó, observando como todo se oscurecia y volvía a despertar en su camilla con la intravenosa en su brazo y la venda en su muñeca, está vez un poco de sangre pintaba ésta.

-¿Pero que? ¿Que sucedio?

Frunció el ceño, encontrando a BangChan a su lado. Sentado en una incómoda silla y con rastros de lágrimas en sus mejillas, sostenía con fuerza su mano y al darle un apretón pareció despertarlo con rapidez.

-¿Chan? ¿Chan que paso? ¿Donde están los demas? ¿Donde está Aeri?

-Hyunjin, calmate ¿si? Estas delicado, por favor. -regaño, tomandolo de sus hombros para dejarlo acostado de nuevo en la camilla.

Pero él siguió, llevando su mano hasta tomar con fuerza el brazo del mayor y mirarlo con pánico.

-La enfermera me dijo que estaba bien... Su habitación  está cerca, vamos por favor...

El mayor negó, reteniendo lágrimas. Eso fue lo único que le dio la certeza que todo había acabo de la manera más horrible y lo que le había dado una mísera esperanza había sido sólo un sueño.

Quiero volver

Delante de ti

Me pregunto que tipo de persona era yo cuando estaba contigo

Días después se encontraba sosteniendo un micrófono, observando a todas las personas a su alrededor mirarlos en silencio a la espera de las próximas palabras que cualquiera de los integrantes del grupo fracturado diria.

Y fue ahí que comenzó, observando de reojo como Jeongin y Felix se abrazaban por los hombros sollozando para sobrepasar el dolor juntos.

-Aeri era una persona extraordinaria, una amiga, una hermana pequeña, una novia... -la multitud empezó a murmurar una vez que aclaro lo que todos querian escuchar. Apretó los puños y sintió sus venas arder, más  no lo demostro y prosiguió- Espero que desde dónde ella esté pueda estar mejor, sin ataduras y siendo tan libre como ella siempre lo deseo. Descansa, que cuando volvamos a vernos en otra vida seguiremos los juegos que dejamos pendientes y aquellas largas pláticas de noche en donde me hacías recapacitar. Estaremos juntos de nuevo y nadie podrá separarnos de nuevo, es una promesa, pequeña. Y es una promesa que nada ni nadie podrá romper.

LUBEISKASALAS 2023 ©

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