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20

SE ACABÓ


ME SENTÍA TONTA. ¿Así empezamos? Así empezamos. Me sentía ridícula estando horas, tras horas, teniendo que mirar el techo porque no me dejaban mover ni un solo músculo. Mí cuerpo estaba vendado por esas telas blancas que me daban comezón.

La última vez que intente pararme, tuve que soportar la chillante voz de Edward diciéndome que agradezca que es él quien me frena y no su familia. Porque él sabía que yo ya no aguantaba. Estar con ellos dando vueltas al otro lado de la puerta, su aroma entrando por mis fosas nasales y calando cada parte de mis huesos.

La sensación de tenerlos tan cerca pero como si existiera una distancia de mil kilómetros que hace quemar mí piel y le da ansias de correr cada metro de esos kilómetros hasta alcanzarlos y abrazarlos, pero ni aún así me sentiria tan cerca, ni siquiera pegados, necesitaba más, los necesitaba a ellos.

Lo peor, es que Paul, Jared junto a Leah y las hermanas McGarrett eran los únicos que se atrevían a venir y visitarme, aún cuando todos tenían el permiso de los Cullen a entrar a su casa, el resto no se animaba. Y tener a mí hermano con mí mejor amigo recordándome que a partir de la imprimación comenzaba la época de celo me asqueaba. Sabían que tarde o temprano caería.

Olfatee para sentir su edor, agudice mí oído para saber si rondaban por allí y mire a un costado para ver si alcanzaba a notar sombras. Pero no había nadie. Suspiré sonriendo de alivio.

Me incline para impulsarme y me senté sobre la camilla, mire al rededor la habitación. Era como una de hospital, una que usaba Carlisle, pero estaba un poco cambiada ya que pusieron televisión para que no me aburriese. Solo veía películas de Marvel, aún que de lo aburrida que estaba me termine la cuarta temporada de The walking dead.

Me dispuse a levantarme pero la puerta se abrió y me quedé congelada con un pie en el suelo y el resto del cuerpo sobre la camilla. Mire a un lado y Carlisle estaba de brazos cruzados con una ceja alzada. Sonreí inocente.

-Ya no aguantaba -me excuse sentándome a regañadientes.

-Leona, ya te lo he dicho al menos veinte veces -se pasó una mano por el rostro y entró cerrando la puerta -no puedes levantarte hasta que tus huesos estén sanos.

-¡Ya se me curaron dos costillas! -Señalé mí costado alzando las cejas.

-Pero te faltan al menos cinco huesos por sanar -Contraatacó llegando hasta mí lado para abrir un cajón y sacar pastillas.

-Mi lado lobuno no las siente, lo que significa que yo no las siento, y si no se siente, entonces no está. Estoy sana -Me quise levantar pero me observó ceñudo y resoplé molesta.

-Solo te estamos cuidando -Aclaró abriendo el frasco y sacando una, se dirigió a la pequeña nevera que había -Debes dejar de ser tan terca.

-¡No soy terca! -Me ofendí. Es cómo si le dijese a Tony Stark que era mujeriego cuando Natasha se infiltró como su secretaria y él estaba con Pepper. Si se fijó en ella, pero no sé lanzó. Yo si era terca, pero no lo estaba siendo ahora ¿O si? Ya me puse a divagar... -Solo es que me aburro. Me quebraron los huesos, no me mataron.

-Casi no te matan -me tendió la pastilla y una botella de agua. Negué -tomalas -volví a negar -es esto u otra inyección.

-me gustan la agujas -extendí mí brazo, Carlisle volvió a fruncir sus cejas y rodee los ojos, quejándome en voz alta, para tomar la pastilla y ponerla en mí boca -¿Podré caminar, al menos, después de esto? -Tome el agua.

-no -Negó queriendo salir y dejé la botella con fuerza sobre la mesa.

-¡Estoy viva y coleando! -Me quejé abriendo los brazos exasperada, Carlisle volteó tensando su mandíbula... Ay, mamá.

-¡No! -negó cerrando de nuevo la puerta y acercándose, al parecer perdió la paciencia y lo mire un poquito sorprendida, un poquito mucho -Coleando estabas hace unas horas en tú forma lobuna y ahora estás medio viva -Iba a defenderme por su comentario irónico-burlon pero estaba en shock por su comportamiento.

-¿No me ves? Estoy sana -Me pare al fin y se acercó veloz.

-¡No estás nada sana, tienes los huesos recuperándose! -Me tomó por los codos queriéndome sentar pero lo detuve, sosteniéndolo por la misma forma.

-Ya deja de molestar -Le rogué inquieta.

Un vampiro no respiraba a menos de que estuviese molesto y exhalase con fuerza, Carlisle parecía respirar con fuerza, sus mejillas temblaban un poco por su mandíbula apretada y sus ojos dorados se oscurecieron levemente. Mis manos estaban sobre sus brazos fuertes, con mis uñas rasguñaba suavemente su camisa blanca que hacía resaltar el color de sus ojos.

Su perfume caro y varonil estaba quemando mí nariz, sus manos frías hacían contraste contra mí piel que cada vez se elevaba más ante su tacto. Estaba hirviendo, temblando como si fuese a transformarme delante de él. Pero estaba teniendo autocontrol, ¿autocontrol para transformarme? No. Autocontrol sobre él, lo estaba perdiendo.

-¿Molestar? ¡Te estoy cuidando...-Se quejó y cuando lo vi rodar los ojos por primera vez perdí el control. Su actitud desde que volvió había cambiado y me estaba volviendo loca. Se volvió demandante.

Subí mí mano a su nuca y lo atraje para besarlo. Un beso desesperado que hizo que pierda todos los sentidos, lo necesitaba desde que volvieron hace meses y lo necesitaba aún más después de verlos, lo anhelaba desde que me empezaron a cuidar aún cuando yo seguía con el orgullo sobre las nubes. Lo bese deseando recuperar todo el tiempo perdido y bajando al fin mis barreras entre nosotros.

-estoy más que bien -susurre alejándome antes de volver a probar esos labios que tanto había extrañado.

Me sentía como una drogadicta, los Cullen eran mí droga, y yo había recaído luego de meses soportando. Pediría disculpas, pero no me arrepentía ya que sentir sus brazos bajar a mis muslos y apretarlos con fuerza para subirme de nuevo sobre la camilla me sentí en el cielo. Me sentí en el cielo estando con él que era una criatura del infierno.

Rompí su camisa, rompió mí camiseta, mis labios se hincharon y mí respiración era lo único que se oía en la habitación que se pronto se había vuelto fogosa.

Se acabó, mí fuerza de voluntad de acabó.



Me senté sobre la mesada mientras abría una botella de coca cola. Saque un paquete de galletas escondido al fondo de la alacena, sabiendo que las tenían por mí a pesar de que no podía comerlas. Carlisle estaba de brazos cruzados sobre el marco de la puerta viéndome inexpresivo.

Escuché hojas secas crujir junto a ramitas romperse. Los demás Cullen estaban volviendo de hacer sus cosas, Edward estacionó frente a la casa con Izzie en su auto, Alice había ido con ellos. Mientras que el resto fue de cacería.

Sonreí con la boca llena de galletas, abriendo la gaseosa y escuchando el sonido del gas salir. Carlisle se puso frente a mí y, en cuestión de minutos, el resto hizo presencia en la puerta de la cocina.

Izzie miraba a todos confundida al ver cómo ellos se congelaron, sin atreverse a avanzar más, yo trate de no sonreír pero la mirada fulminante del clan en Carlisle me divertía.

-¿Por qué esta fuera de la cama? -Preguntó entre dientes Rosalie, Carlisle tragó en saco y puso las manos dentro de sus bolsillos, viendo a los vampiros serio.

-¡Te dejaste ganar por Leona! -Alice me señaló indignada, su voz aguda se volvió aún más al no controlar su tono.

-Apestas a ella -Edward arrugó su nariz, pero aguantando su sonrisa. Le saque la lengua.

-voy a ignorar el hecho de que todos sabemos lo que pasó -Jasper se pasó su dedo índice sobre sus labios y luego el pulgar, para proseguir a acariciar su barbilla mientras se mordía el labio inferior con fuerza. Estaba molesto, sentía nuestras emociones, pero a su vez se notaba relajado -lo que pasa es que Leona esta fuera de la cama -Jasper quiso avanzar pero Carlisle dio un paso al frente.

-Emmett, lleva a Leona a descansar -Esme le pidió a su hijo, acariciando su brazo.

Me baje de un salto dejando las cosas detrás de mí, Emmett logró pasar por el otro lado de la mesa, esquivando a Carlisle. Él se puso frente a mí pero puse una mano en su pecho.

-Porfis, no -le rogué viéndolo con una sonrisita. Él frunció sus cejas -eres mí chico favorito ¿Recuerdas? -Sonrió enormemente marcando sus hoyuelos y se giró a los demás emocionado.

-esa manipulación... -Edward me vio entrecerrando sus ojos -eres peor que yo.

-No pienso volver a la cama -me defendí tomando una galletita. Izzie rió.

-no va a volver -negó por lo bajo divertida.

-Si lo va a hacer -Rosalie avanzó dispuesta a llevarme a seguir como estatua.

Emmett detuvo a su esposa que trataba de soltarse, reí queriendo salir de la cocina pero Jasper actuó de pared humana, tuve que esquivarlo y comencé a correr escuchando los reclamos de los demás por mis huesos en proceso de sanación. Yo solo reía tratando de no escupir la galleta.

Mí risa, inevitablemente, hacía sonreír a Jasper lo que provocaba risa en Alice. No quería estar molesta con ellos si por eso me iba a perder momentos de risa como ese. Que tonta al no darme cuenta de eso, al perderme cosas por orgullo.

Iba subiendo las escaleras riendo hasta que, al subir ya totalmente, Esme se puso delante de mí con sus manos en sus caderas y una ceja alzada. Sonreí inocente queriendo retroceder pero choque con el pecho de Rosalie. Gire a la rubia, obviamente la más molesta al ser la más posesiva y en estos momentos yo tenía el aroma de Carlisle.

Ella se agachó y me tomó sobre su hombro como si fuese una bolsa de regalos y ella Santa Claus.

-¡Bajame, Barbie! -me quejé pataleando. Pero tanta corrida, más lo ocurrido con el doctor rubio, me estaba pasando factura.

-Te está doliendo, así que mejor quedate quieta -Resople indignada, haciéndole caso -buena cachorra.

-¡No me digas cachorra! -Me quejé y me bajo dentro de la habitación y le sonreí cinica -estas celosa.

-por supuesto que si -admitió y me tomó de la muñeca -Esme, Emmett y Carlisle, pero yo no.

-Ellos se lo ganaron -me encogi de hombros y me acosté, Rosalie me miró con notable indignación.

Mordí el interior de mis mejillas tratando de aguantar la risa. Pero me queje por el dolor y termine por querer descansar un poco.

Tal vez si había empezado a hacer las tontas pases de amor.

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