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━━red thread dancing in the coffee














Chuuya siguió su camino por el centro comercial, viendo de vez en cuando los cristales que hacían brillar las prendas de suaves telas. Su instinto de la moda vibraba de felicidad cada vez que sus zafiros se deslizaban hasta aquellas prendas, pero aguantaba las ganas de comprar alguna; ya tenía una colección entera de sombreros y sacos de la más fina calidad guardados en su closet.

El de cabellos atardecer divisó una pequeña cafetería con decoración floral y decidió que algo de glucosa en la sangre no le haría daño.

Se dirigió al lugar con pasos tranquilos; una de sus manos escondida en el bolsillo de la chaqueta y la otra danzaba junto al ritmo de su cadera. Las gafas de sol de decoración simple hacían juego con sus jeans de color negro. Parecía un gánster, pero un gánster muy guapo y con un gran estilo.

La señorita de la cafetería lo atendió muy dulcemente. Pidió una rebanada de un cheesecake de frutilla junto a una bebida helada de dulce de leche. Normalmente no solía ingerir muchas cosas dulces, pero consideraba que después de su gran esfuerzo en el trabajo no merecía menos que una rebanada de azúcar.

El olor a café molido y granos de trigo inundó sus fosas nasales; esto hizo que se relajara aún más en su asiento y decidiera encender su celular y abrir Instagram un rato. Empezó a bajar por las publicaciones que le aparecían en la pantalla de inicio, siendo en la mayoría un montón de perritos actuando súper lindos. Su mirada después terminó en una de sus notificaciones, una reacción a la nueva foto que acababa de publicar; esta era de su reciente sesión de fotografía en la que se lo mostraba en un conjunto de mafioso. Se veía muy sexy si se atrevía a decir.

La reacción no era más que un simple corazón a la publicación y un comentario con un pulgarcito arriba. Lo impactante era la persona que lo había hecho. Era un importante fotógrafo, conocido por solo realizar sesiones a los modelos que él consideraba como una joya mitológica, un símbolo de belleza única. Que le haya gustado su foto hizo que Chuuya casi se desmayara de la emoción. Pero mantuvo la compostura al último segundo.

Aunque su vergüenza aumentó en el momento en que la señorita que lo había atendido le entregó el pedido soltando una suave risa por lo bajo, sus mejillas se colorearon de un rosa suave. Agradeció en silencio mientras probaba el primer bocado del cheesecake, abriendo ligeramente los ojos ante el sabor dulce que tenía. Era más delicioso de lo que recordaba alguna vez.

Apagó su celular y se concentró en degustar la comida, observando la vista digna de una pintura, pues se había sentado en una de las mesas que daban al horizonte azulado. La cafetería era tranquila, un ambiente muy acogedor y hogareño, haciendo que una sonrisa genuina apareciera en los labios rosados; había olvidado lo tranquilo que podía ser un día normal.

La cafetería era tranquila, un ambiente muy acogedor y hogareño, haciendo que una sonrisa genuina apareciera en los labios rosados; había olvidado lo tranquilo que podía ser un día normal.

De pronto, la campanilla del lugar emitió un sonido, indicando que alguien más había ingresado al lugar. Chuuya no era alguien chismoso; sin embargo, no pudo evitar el movimiento de sus orbes zafiros que fueron a buscar a la nueva persona que había ingresado al local.

Su meñique se tensó.

Oh, Chuuya había olvidado ese pequeño detalle, ese detalle que tenía un vibrante color rojo, ese detalle que era invisible para el resto, ese detalle que empezaba a bailar entre los dulces y el café, el pequeño detalle del hilo rojo.

Sus orbes solo miraron de reojo, obteniendo un cuerpo fornido bajo las capas de tela, una estatura considerablemente alta y un rostro serio, sereno, cual olas del mar.

Tomó un sorbo de su bebida mientras dudaba si seguir mirando o concentrarse en el paisaje. El tema del hilo rojo del destino nunca había sido un gran interés para él. Siempre había sido un tema secundario en su vida, pero ahora que no estaba haciendo nada de sus actividades primordiales y súper importantes, ¿estaría bien querer explorar, aunque sea un poco, ese tema?

―Un café expreso y un pan de chocolate con almendras.

"No sé si es alguna clase de señal del destino, pero creo que me están lloviendo muchas buenas noticias". Soltó una risa ante su propio pensamiento y, casi en una misma secuencia, tomó su bebida y se acercó hasta el hombre, dispuesto a empezar una conversación.

Ninguno notó el hecho de que su hilo parecía fundirse en su meñique, formando un corazón en el medio de ambos hilos.









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