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𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍𝐄𝐃 𝐅𝐋𝐎𝐖𝐄𝐑.
Las flores son venenosas, bella.

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Él quería mi libro. Claramente no pensaba dárselo, era mío. Sus padres podrían morirse si deseaba ese famoso Caldero, pero a mi nadie me quitaría el único regalo que mi amado padre había dejado para mi, de parte de mamá, porque de él, lo dudo.

──No lo conozco.

── ¿Segura? ──el ilirio me miró exhausto ──. Tienes una idea muy clara de como encontrar todo en esta biblioteca.

── ¿Y perderme? No gracias.

El río. Oh, la nuez de su garganta subió provocando que tragara saliva, sus ojos se cerraron en cuestiones de segundos antes de sentarse en un asiento cercano al de ella. ¿Quién se creía esta alimaña alada?

──No necesito compañía.

──Estás sola ──declaró, para luego dirigir su mirada a los tres alados del fondo. Genial, la banda llegó. ──No soy un especialista en el arte del sexo, pero ellos tienen pinta de querer tenerte en sus camas.

──Ja, que lo intenten, me encantará doblarles las alas hasta que me pidan detenerme.

── ¿Mujer ruda?

──Prefiero mi virginidad intacta, muchas gracias.

── ¿Padres comprometidos a casarte?

──Padre muerto, madre prófuga.

──Lo lamento.

── ¿Por qué? El dolor me alimenta, me recuerda que pronto moriré.

Nyx me miró de manera contradictoria, otra vez hablaría de la biblia que su madre humana le enseñó, Oh cierto, ya no era la humana rápida que solía ser. 

── ¿Y no te gustaría vivir? ¿Ser libre, ver las estrellas o...?

──Para ver las estrellas solo tengo que abrir la ventana; i libertad es un arte demasiado complicado para una cría como tu, Nyx. Nunca lograrás entenderme, porque vivimos en sueños totalmente irreales, diferentes, pero a diferencia de los tuyos, los míos planean en grande una venganza contra el ser viviente que se atrevió a cortarle la cabeza a mi padre. 

──La venganza no es buena, Juliet.

── ¿Cómo me has llamado? ──pregunté sin entender. 

──Juliet ──volvió a mencionar ──. ¿Nunca has leído su historia, pequeña desconocida? 

Pequeña desconocida lo que te cuelga tras las orejas, ¡crío!

──Si no tiene historia, dudo que pueda leer algo tan agobiante como el amor hacia seres tan... Erráticos.

──El amor no es errático, Juliet.

──No me llamo Juliet ──asegure para encontrarme con su intensa mirada en mis preciados ónix que parecían emitir partículas de magia que no deseaba en esos momentos ──. Apréndetelo bien, criatura alada, estas hablando con la futura heredera de las Tierras Oscuras, delante de ti, tienes una futura reina que te pateará el trasero como le menciones por un nombre que no le corresponde. 

«Al parecer su advertencia no era nada para Nyx, porque este había tomado su mentón, alzando su vista hacia donde se encontraba su rostro. Ahora los detalles que tranquilamente podría trazar utilizando el carbón de su lápiz de brezo favorito eran necesarios cuando la inspiración se adelantaba por encima de su juicio. Desde que había garabateado su espalda erguida mostrando los músculos de sus alas flexionados, tensos e incluso un poco más grandes de lo que no tenía idea que pasaría si los rozaba con sus dedos. mientras que los nervios de su nuca atravesaban como agujas en un alfiletero, ahora se encontraba observando esas perfectas obsidianas azuladas que parecían traerle más mala suerte que buenos deseos. Su mente tampoco olvidaba cuando observo su cuerpo vestido por una seda violácea que combinaba perfectamente con la camisa blanca que sobresalía de las mangas del mismo abrigo. Nyx Archeron era muy diferente a los otros machos ilirios, aunque muy en el fondo sabía que eso se debía a su poder aún sin descubrir a manos de su padre, el Alto Lord de la Corte Noche».

──Cuando leas la historia de Juliet, entenderás pequeña pimpollo. 

Sus palabras habían quedado atascadas, dispuestas a soltarle un insulto que solo ella era capaz de pronunciar sin titubear, pero lo único que encontró fue un silencio con una promesa envuelta en un manto recubierto de espinas que navegaba por sus manos. «La magia dibujaba unas hermosas enredaderas dirigiéndose por todo su brazo, sembrando hermosas rosas diminutas que variaban de matices oscuros a un azul brillante, siendo los únicos colores que lograban llamar la más fina atención de sus curiosos ónix».

── ¿Por qué rosas azules?──cuestionó en un murmuro no tan sutil.

──Cuando lea su historia, lo entenderás.

«Hasta entonces...», decretó en su mente el ilirio.

──No leeré su historia, pierdes tu tiempo.

«Y haces que el mío se vuelva eterno», tembló ella.

──Hasta dentro de dos días, pequeña.

«Nos veremos más pronto de lo que crees, Juliet».