𝓬𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸
𝚌𝚒𝚝𝚊 𝚙𝚘𝚛𝚌𝚎𝚕𝚊𝚗𝚊

Decir que se había adaptado era erróneo, sin embargo; se podría decir que debía sobrellevarlo, solo tenía que acostumbrarse.

— ¿Que comeremos hoy?

— Tempura.

— ¿Puedo ayudarte?

La conciencia de Kikyo le advertía que no lo hiciera pero al final le gano su corazón al ver a Kanetatsu colgarse de su cintura.

— Esta bien, pero por favor no queme nada.

— ¿Por quién me tomas?. — Inquiere con indignación. 

La mirada de Kikyo fue suficiente para hacerle recordar el incidente de dos semanas antes.

"— ¿Está seguro que sabe lo que hace?. — Pregunto un Kikyo muy desconfiado al ver la actitud de su esposo.

— Claro, te he visto hacerlo muchas veces. — Con una confianza que supera sus capacidades colocó las frituras en el aceite caliente provocando la flama subiera. — ¿Eh?

Con una rapidez impresionante tomo las piernas del doncel subiendo en su hombro en un agarre firme sacándolo del peligro.

— Lo siento, lo siento, lo siento.

Al final tuvieron que comer la comida hecha carbón.

— Si le pones sal no sabe tan mal."

Escuchar los gritos de su esposo fue suficiente para repetir la misma rutina de hace unos días. Correr fuera del peligro

No sabía si la cocina resistiría los ataques de Naoe.

— Perdon, cielo.

El apodo fue pronunciado con dulzura haciendo enrojecer las mejillas del rubio.

— No pasa nada.

Como si de una rutina se tratara Naoe se aferraba a Kikyo como una garrapata. Lo acompañaba desde que hacía el desayuno, lavaba los platos y limpiaba la cocina.

También lo observaba cuando hacia las demás tareas domésticas con una velocidad impresionante, aunque intentara ayudarlo él siempre negaba diciendo que era su trabajo como esposa.

Se dio cuenta de que tenía cierto gusto por los libros de romance y que siempre que tenía tiempo se sentaba en el pasto del jardín disfrutando de una cómoda lectura.

Sus recuerdos siempre le traian a un Kikyo Matsushita disciplinado y servicial, carente de emociones pero siempre dispuesto a ayudarlo. quería recompensarlo de alguna forma.

Y llegamos a la situación actual.

Una cita.

— ¿A dónde quieres ir?. — Pregunto el chico de cabellos lilas, al ver la enorme cantidad de puestos que habia ese dia

— Donde Kanetatsu quiera.

— Yo quiero ir a donde quieras ir.

El rubio pensó un poco antes de señalar una tienda de cerámica, había tazas, platos y cubiertos con decoraciones en distintos colores.

— Entonces vamos. — Sostuvo la mano de su pareja entrando a la bonita tienda donde había una gran exhibición de productos.

Naoe pudo jurar ver un brillo extenderse por los ojos de su Kikyo, haciéndolo sonreír.

— ¿Te gusta?

— Siempre observaba esta tienda de lejos. — Comenta el rubio observando la cerámica frente a él. — Soñaba con el día en que pudiera entrar y poder comprar una vajilla completa. Es un sueño tonto ¿verdad?.

— No lo es. 

— ¿Eh?

— Disculpe señora ¿puede empacar todas las vajillas que tenga?. — El rostro de Matsushita se torno pálido pensando en el costo de cada una de ellas.

— ¿Está seguro señor?

— A mi esposo le gustan, ¿necesita otra afirmación?. — La mujer dio una gran sonrisa antes de irse.

Pudo observar como daba algunos saltos de alegría al lograr una garantía venta.

— No debió comprar tanto, quizás si-

— Esto te hace feliz ¿no?. —Interrumpió Naoe dejando un beso en el torso de su mano. — Mi único objetivo es hacerte feliz, ¿lo recuerdas?.

"Juro solemnemente hacerte feliz, ser el motivo de la calidez en tu pecho, quiero ser aquel al que le cuentes tus sueños y anhelos"

Sin poder evitarlo su rostro enrojeció en un conmovido aleteo en su corazón, sus ojos adquirieron un brillo especial.

Permitiéndose ser impulsivo abrazo a Naoe agachándose un poco para poder ocultar su rostro en el hombro ajeno.

— Muchas gracias.

La esquizofrenia es parte de mi personalidad.