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Mᴀᴛᴛʜᴇᴡ Cᴀᴍᴘʙᴇʟʟ
ᴀɴᴅ
Asᴛᴏʀɪᴀ Gʀᴇᴇɴɢʀᴀss

20 de octubre de 1995
Matthew Campbell

Esperaba a mi hermana fuera de mi sala común, sabía que a Esme no le gustaba entrar ahí, no después de lo de segundo año.

Estaba en completo silencio, había chicos que entraban y salían de la sala común, que hablaban entre ellos, pero yo no tenía con quién hablar, y tampoco iba a ponerme a hablar solo, no querían que pensaran que estaba loco, no quería sumarle un problema más a mi vida. Aunque el silencio se rompía solo por el murmullo de cada chico que pasaba a mi lado.

Había llegado a Hogwarts como un niño asombrado, con los ojos abiertos de par en par ante la majestuosidad del castillo y la promesa de magia en cada rincón. Pero pronto, la realidad se había impuesto ante mi y mi hermana. Soy hijo de muggles, y eso no pasaba desapercibido en la casa de las serpientes. Los Slytherin eran orgullosos, astutos y, a menudo, despiadados. No había lugar para la debilidad.

Desde mi primer día, había sentido la mirada escrutadora de sus compañeros de casa. Las burlas y los comentarios despectivos se habían convertido en parte de mi rutina. Pero no me dejaba intimidar.

Pero todo cambió cuando Umbridge llegó como la nueva directora. La noticia de la desaparición de Dumbledore había corrido como un reguero de pólvora por el castillo. Los estudiantes estaban nerviosos, inquietos. Y yo también lo estaba, no iba a negarlo. Umbridge era implacable, con una sonrisa afilada y una varita aún más afilada. Sus decretos y sus castigos caían sobre los estudiantes como una lluvia de fuego. Y los muggles como yo y mi hermana éramos los más vulnerables.

Recordaba el día en que Umbridge me había llamado a su despacho. La habitación estaba decorada con cuadros de gatos sonrientes y cojines rosados. Parecía incluso vómito de unicornio.

Pero la sonrisa de Umbridge no era amable. Había preguntado sobre mi ascendencia, sobre mi sangre. Y yo... había mentido. Había inventado una genealogía mágica, había tejido una red de mentiras para proteger a Esme, sabía que ella lo averiguaría, pero así estaría seguro de que mi hermana no correría peligro cada que se la topará en clases. Pero en el fondo, sabía que no duraría mucho.

Y no lo hizo.

Recordaba el latir de mi corazón, con fuerza mientras esperaba fuera del despacho de Umbridge. El aire estaba cargado de tensión, y las paredes parecían cerrarse sobre mi. Había sido un imprudente, había dejado rastros que ahora me acusaban. ¿Cómo había llegado a esto?

Umbridge me había llamado después de la cena, con una sonrisa fría en los labios. "Matthew," había dicho, "tenemos asuntos que discutir". Su voz era como el filo de un cuchillo. La había seguido por los pasillos, mi mente girando en busca de una salida. Pero no había escapatoria.

El despacho de Umbridge estaba decorado con cuadros de gatos sonrientes, pero no podía concentrarse en ellos. Ella se había sentado detrás de su escritorio, sus ojos.

—¿Qué estás escondiendo, Matthew?—preguntaba. —¿Por qué tus notas han mejorado de repente? ¿Por qué tus compañeros de casa te miran con recelo?

Me había puesto nervioso. No podía decirle la verdad. No podía revelar que mi sangre no era pura, no me avergonzaba de donde venía, pero sabía las cosas que Umbridge les había hecho a los hijos de muggles, y no quería eso para mi hermana, ni para mí.

—No sé de qué habla, profesora. —respondí con voz firme. —Mis notas son el resultado de mi esfuerzo.

Umbridge sonrió.

—Eres un buen mentiroso, Matthew. Pero no lo suficientemente bueno. —sacó una pluma de su escritorio, una pluma con una punta afilada y una tinta oscura. Esto es la Pluma del Castigo. Revela la verdad, incluso cuando no quieres hacerlo. Es... inofensiva. —habia levantado la vista de aquella pluma para verme de una manera, que me hizo removerme en mi lugar de manera incomoda. —Es algo diferente al resto de la que otros estudiantes conocen y han visto.

—No tengo nada que confesar. —insistí.

Umbridge se inclinó hacia adelante.

—¿Por qué te escondes?

—Es mi vida, mis asuntos. —murmuró. No le debo nada a nadie.

Umbridge alzó la pluma.

—Entonces, Matthew, hablemos de tus verdaderos orígenes. Hablemos de tus padres muggles. Hablemos de como finges no ser una alimaña del suelo, al igual que tú hermana...

La punta de la pluma había tocado mi piel, y el dolor fue inmediato.

Umbridge sonrió triunfante.

—La verdad siempre sale a la luz, Matthew. Y ahora, pagarás el precio. —la pluma dejó una marca en mi brazo, una cicatriz que siempre estaría ahí.

Ahora, no quería que Esme supiera la verdad. No quería que ella viera esa cicatriz, mi mentira. Los lazos entre nosotros eran fuertes, inseparables desde que eramos niños. Pero ahora, me sentía como un traidor, como si hubiera roto nuestra relación.

Cada vez que veía a Esme en el Gran Comedor o en los pasillos, mi corazón se apretaba. Quería correr hacia ella, confesarle todo, buscar consuelo en su abrazo. Pero algo me detenía. El miedo a perderla, a que ella me mirara con desprecio o decepción. Nos había puesto en peligro a los dos. En la boca del lobo.

Recordaba las risas de los otros Slytherin, las miradas de desprecio cuando mencionaban a los muggles.

Y me preguntaba, ¿cuánto tiempo podría mantener mi mentira antes de que Esme lo supiera?

Escuché pasos aproximarse, levantando la mirada, supe que era mi hermana, tampoco era muy difícil saber su caminar. Se formó una pequeña sonrisa en mi rostro. Comencé a caminar hacia ella y una vez que estuvimos cerca, la abracé con todas mis fuerzas. 

Me sentia seguro con ella y sabía que siempre estaría ahí. Era mi pequeña hermanita, aunque solo por un par de minutos. Amaba molestarla con ello.

—¿Lista? —ella asintió y juntos caminamos hacia el lago, para encontrarnos a lo lejos una manta con varias cosas y libros. 

La conocía demasiado bien.

—Espero que te guste, últimamente te siento decaída y pensé que esto te ayudaría... Claro, que también sabes que puedes contarme lo que será, pero también quiero que sepas que sin importar nada, yo voy a apoyarte en todo. —me miro, y asintió con una pequeña sonrisa y nos sentamos en la manta. 

—Lo sé Matt, simplemente estoy estresada con todo, lo de la guerra, las clases, los entrenamientos... Creo que todo me está sobrepasando.

—Es normal Esme y no tiene nada de malo sentirse de esa manera, pero quiero que sepas que cualquier cosa se puede resolver, aunque cueste muchísimo tiempo. Y sé que lo que estás sintiendo no sé irá por un tiempo, pero no tienes que preocuparte tanto por ello en estos momentos.

—¿Y si te pasa algo?— la mire con una sonrisa  acercándola a mí y abrazándola por los hombros.

—A mí no me pasará nada, porque sé que aún tenemos muchas cosas por hacer y no pienso romper nuestra promesa, así que olvídate de esa idea, y vamos a disfrutar de unos dulces y unos buenos libros. Ya tendremos tiempo de preocuparnos sobre la dichosa guerra. Además, estamos entrenando y de momento lo estás llevando muy bien —me abrazo, me sentía bien con ella. Era mi pequeño lugar seguro.

—Te quiero muchísimo Matt —susurró.

—Yo te quiero mucho más Esme, jamás lo olvides —murmuré—. Mientras yo viva, nadie jamás se atreverá a hacerte daño, te lo juro.













































Lune_black

I'M BACK!!

recuerden que esto es una duologia con mi hermosa lvprongs que nos muestra la vida de Esme

BYEEEEEEEEEEEE

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