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→🍂𝗔𝗖𝗧 𝗢𝗡𝗘🍂


New Beginning

Las grandes gotas comenzaron a impactar el parabrisas, siendo recibiendo así a los Richard en la que sería su ciudad residente por el próximo ciclo escolar.

     —Trajeron ropa abrigada, ¿cierto? —preguntó Lauren sin despegar la vista del frente con su perfecto francés.

     —Si, tía Lauren, no te preocupes —respondió Frèdèric, el mayor de los hermanos.

     —¿También ustedes? —miró a la parte de atrás por el espejo retrovisor, teniendo como respuesta el asentimiento de Louis.

     Ella imitó su acción y siguió con su vista en el camino, Julliete miraba por la ventanilla intentando hacer que el tiempo pasara más rápido. Recorría las calles con la mirada, hasta que sintió que alguien dejaba un par de palmadas sobre mi rodilla.

     —Tranquila, Juls —dijo su prima Felice en inglés, cosa que solo hacía cuando quería hacerla sentir cómoda—. Todo saldrá de maravilla, ya lograste sobrevivir este viaje en auto de doce horas sin contar descansos, seguro lograrás hacerlo viviendo aquí un año.

     —Eso espero.

     Cuando menos lo notaron, Lauren dió vuelta en uno de los vecindarios y poco después aparcó frente a una de las casas de esa calle. Descendió del vehículo junto con Fred, dejando a Felice y a los mellizos solos en la parte trasera.

     —Muchas gracias por poder aceptar a mis sobrinos en su casa —escucharon a Lauren mientras bajaban del auto—. Cuando Fred me contó sobre que posiblemente el programa no dejaría que mis niños estuvieran juntos, me preocupé como no tiene idea.

     —No se preocupe, señora Richard —dijo un hombre de cabello rubio y ojos azules brillantes que aparentaba la misma edad que Lauren—. No pensaba separarlos si son hermanos, no es simple estar solos en un país nuevo.

     —Ni que lo diga, créame que lo entiendo —a pesar de que hablaba en inglés, se podía notar aún presente su muy marcado acento francés, así como a Felice y a los hermanos también les pasaba.

     Sacaron del maletero sus pertenencias y se acercaron a los mayores, notando así que desde la puerta estaba también una chica viéndonos, aunque sin animarse a acercarse.

     —¿No gustan pasar? Si quieren pueden quedarse la noche aquí, podrían dormir en el cuarto de invitados sin ningún problema —habló el rubio mirando a Lauren y a Felice.

     —No se preocupe, tengo una reservación en un hotel cercano, mi hija y yo pasaremos ahí la noche y mañana partiremos a Francia a primera hora —sonrió Lauren.

     —Bueno, le prometo cuidar perfectamente de los chicos, están en buenas manos —dijo el mayor tomando una de las maletas con las que Juls cargaba.

     —No lo dudo, señor Heany —respondió Lauren estrechando su mano.

     Juls miró a los adultos cuando Felice la tomó del hombro y apartándose por un momento, para darle un abrazo.

     —Se que no estás sola, pero por favor no dudes en hablarme si algo pasa —susurró mientras la estrujaba entre sus brazos—. Te quiero, Juls.

     —Yo a ti.

     Se separaron, dejando que Felice se despidiera de Fred y Lou, mientras Juls se aproximaba a la puerta con sus maletas. Se despidió de Lauren y la vieron subir de nuevo a su auto junto con Felice, partiendo.

     —Entremos —propuso el señor Heany—. Espero puedan sentirse como en casa..

     —Gracias, señor —dijo Fred mientras entraban al hogar de los Heaney.

     La casa no era la más grande del vecindario, ni aparentaba ser una mansión de altos lujos como creyó Juls cuando Fred dijo que los tres estarían bajo el mismo techo, era una casa de tamaño promedio con ligeros toques tanto modernos como vintage. El hecho de que no fuera un lugar grande resultaba reconfortante, dándole un ambiente hogareño.

     Escuchó la puerta cerrarse, llamando su atención, fue cuando conectó mirada con la chica que los observa cuando llegaron, por los ojos azules brillantes dedujo al instante que era la hija del señor Heaney.

     —Les presento a mi hija, Imogen —dijo el mayor, haciendo que la mencionada sonriera sin mostrar los dientes y los saludara con un sutil movimiento de mano—. Cariño, ellos son los Richard, los chicos de los que te hable.

     —Un gusto —dijo amablemente.

     —El gusto es nuestro, yo soy Fred —respondió el mencionado con un tono alegre en su voz, cosa que no pasó desapercibida para los mellizos.

     —Imogen, ¿Crees que podrías mostrarles dónde se quedarán mientras yo les ayudo con sus maletas? —habló el mayor.

     —Claro, síganme —señaló las escaleras con un pequeño movimiento de cabeza.

     Acataron órdenes y subieron tras de ella, llegando a la penúltima puerta del pasillo. Abrió y de inmediato divisaron un cuarto neutro con las paredes de un tono entre gris claro y azul pastel y con dos camas de cobertores azul cielo, una a cada lado de la habitación, y al lado de cada una había una mesa de noche con cajones, entre estos se encontraba un ventanal que dejaba entrar la luz del exterior. Junto a una de las camas había un escritorio lo suficientemente grande para que dos personas pudieran estar ahí pues incluso contaba con un par de sillas, y del lado opuesto, junto a la otra cama estaba un armario bastante amplio.

     —Papá y yo intentamos no llenarlo de decoraciones para que ustedes se sientan libres de adornar como gusten, queríamos que pudieran sentirse cómodos con su propio espacio —dijo Imogen y señaló las paredes blancas—. Por ejemplo, podrían poner ahí algunos pósters o fotos, como ustedes gusten.

     Caminó hasta una puerta junto al armario y la abrió, mostrándonos el cuarto de baño.

     —Este es exclusivo para ustedes también, así que pueden poner sus cosas de higiene aquí adentro.

     —Muchas gracias, Imogen —dijo Fred sentándose en una de las camas.

     —No agradezcan, es emocionante que estén aquí —decía sin dejar de sonreír—. Es el primer año en que aplicamos para dar asilo a los chicos del programa de intercambios, y espero que realmente seamos buenos anfitriones.

     —Una pregunta —dijo Lou de pronto mientras miraba alrededor—. Aquí solo hay dos camas, y somos tres, ¿dónde dormirá uno de nosotros?

     —Por eso no se preocupen —dijo el señor Heaney entrando a la habitación con las maletas de Lou y Fred—. Frèdèric y Louis, ustedes se quedarán aquí, y Juliette, tu dormiras con Imogen en su cuarto.

     Todos asintieron al escucharlo, por lo que Lou tomó asiento en la cama opuesta a la del rubio.

     —Los dejo para que se instalen, si gustan pueden cambiarse o descansar, cenaremos a las ocho para establecer nuestras reglas y horarios, por ahora siéntanse libres de hacer lo que quieran —tras eso, el mayor salió del cuarto.

     —Ven, te mostraré tu cama.

     Imogen tomó a Juls de la mano, haciendo que se sobresaltara al no estar acostumbrada al contacto físico que no sea de sus hermanos o Felice.

     Salieron de la habitación y caminaron un par de pasos hasta la puerta continúa y última del pasillo. A diferencia de la otra habitación, en este había una gama de colores más definida, pues se podían apreciar tonos blancos, rosas y dorados por doquier, se podía percibir el aroma de un perfume dulce y era un poco más grande. El estilo hizo que Juls se sintiera demasiado cómoda, pues era muy similar a la habitación de Felice, donde se había quedado los últimos meses.

     El ventanal de esta habitación era más grande, e incluso contaba con un asiento. Las camas estaban cada una a un lado de la habitación, y sobre una de ellas estaban sus maletas, por lo que supuso que esa sería la suya.

     —Espero que no te incomode compartir cuarto conmigo, te prometo que no ronco por las noches —río al escuchar el comentario de Imogen.

     —No hay problema, de hecho quizá sea buena la compañía —dijo bajando las maletas de la cama para poder sentarme.

     —Hice espacio suficiente en el armario para que puedas poner tu ropa. —Abrió las puertas de este, mostrando dónde había lugar para las cosas de Juls—. Además de que también tienes esa mesa de noche. —Señaló la mesa con cajones junto a su ahora cama—. Y también tienes la mitad del escritorio y el tocador, y te hice también espacio en el baño. —Señaló una puerta junto al tocador.

     —Muchas gracias, Imogen —sonrío.

     —No hay de que... Juliette, ¿Verdad? —dijo dudosa.

     —Dime, Juls.

     —De acuerdo, Juls. —Su sonrisa se ensanchó—. Por cierto, amo su acento, se siente muy... Francés.

     Juls soltó una carcajada al escucharla, cosa que Imogen imitó. Al principio no estaba del todo segura de la propuesta de Fred de irse de intercambio, pensaba que estaba siendo algo muy forzado para "ayudarlos" a salir adelante después del incidente, pero ahora creía que quizá no podría ser todo del todo malo, ¿verdad?

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