
Capitulo 3
El silencio que envolvía la habitación de Viktor en Woodbury era denso, tan pesado como el aire estancado en la noche. Sentado en su silla, la luz débil de la lámpara apenas iluminaba sus facciones. Su mente, sin embargo, brillaba con una claridad escalofriante. No podía dejar de pensar en Daryl. No podía dejar de pensar en el sufrimiento que había causado.
Viktor estaba acostumbrado a la muerte, a la destrucción que provocaba su presencia. Pero lo que había ocurrido con Daryl, con Merle, era diferente. No se trataba solo de la muerte física, sino de lo que había logrado ver en los ojos de Daryl. El dolor crudo, la furia indescriptible, la impotencia que se reflejaba en su rostro cuando vio el corazón de su hermano.
El dolor... la furia... es un reflejo de lo que realmente hay en su alma. Es tan fascinante ver cómo la muerte de su hermano lo ha transformado. Y el odio... el odio en sus palabras. Cada uno de esos gritos, cada maldición que me lanzó... los llevo conmigo. Son como música.
Se recostó hacia atrás, su mente visualizando la escena una vez más. Recordaba cada detalle: la mirada desesperada de Daryl, el estremecimiento de su cuerpo, el dolor que no podía ocultar, y luego la furia ciega que lo impulsó a intentar matarlo. Viktor había anticipado ese intento de agresión, pero la forma en que Daryl reaccionó fue más intensa de lo que había imaginado.
"Te voy a matar... maldito hijo de puta"... No, Daryl. Yo soy el que te va a matar. Pero el cómo, el cómo lo harás tú... eso es lo que me entusiasma.
Viktor se acercó a la mesa, donde había guardado el corazón en un frasco de vidrio. Lo observó por un momento, con una fascinación fría, casi clínica. Era un recordatorio de su victoria, de cómo había destrozado algo tan profundo para Daryl, pero también un símbolo de lo que aún quedaba por venir. Sabía que lo que había hecho no solo había destrozado a Daryl, sino que había creado algo mucho más peligroso: un desafío. Un desafío que el propio Daryl buscaría, tarde o temprano.
Daryl... me has mostrado una parte de ti que no puedo dejar ir. Ese odio... es algo que pocos logran. Y me pregunto... ¿Qué harías si pudieras vengar la muerte de tu hermano? ¿Qué harías si pudieras ser el que me destruye? Lo veré. Lo sentiré.
El pensamiento de Daryl, buscando venganza, lo mantenía entretenido. No sentía miedo. Al contrario, se sentía emocionado, casi eufórico al imaginar cómo Daryl podría intentar matarlo. La idea de que su vida estuviera tan cerca de un final tan violento, tan palpable, lo impulsaba. Estaba curioso por ver cuán lejos llegaría Daryl, cuán profundo penetraba su dolor, su rabia.
La próxima vez que intentes matarme, Daryl... ¿serás capaz de mantener ese odio con tanta intensidad? O caerás... como todos los demás. Pero, hasta entonces, viviré por cada instante.
El sonido de su propia risa resonó en la habitación, mientras sus pensamientos giraban en torno a la posibilidad de la muerte de Daryl, su dolor, su sufrimiento. Pero por encima de todo, Viktor no podía dejar de anticipar lo que ocurriría cuando finalmente Daryl se decidiera a vengar la muerte de su hermano.
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Daryl estaba de pie, mirando a la nada, sus ojos vacíos pero llenos de rabia. El dolor lo seguía como una sombra, tan constante que parecía no poder escapar de él. Merle ya no estaba. Merle, su hermano, la única persona en este maldito mundo que conocía realmente a Daryl, había desaparecido de la forma más brutal. Y todo por culpa de ese maldito hijo de puta, Viktor.
El recuerdo del momento en que vio a Viktor clavarle el cuchillo a su hermano se repetía una y otra vez en su mente. Merle, gritando de dolor, sus ojos suplicando algo que Daryl no pudo alcanzar a entender. Pero lo peor, lo que lo corroía por dentro, era saber que Viktor había hecho todo esto a propósito. Cada movimiento, cada palabra de Viktor estaba diseñada para desgarrarlo, para hacerlo sufrir. Y lo estaba logrando.
Maldito hijo de puta. ¿Por qué? ¿Por qué Merle? ¿Por qué él y no yo? Lo voy a matar, te voy a matar, Viktor. Vas a pagar por esto. Te voy a arrancar la puta vida de las manos.
No podía dejar de visualizarlo. La forma en que Viktor le había mostrado el corazón de Merle como un "regalo". El asco, el dolor, el odio que sentía hacia el hombre se multiplicaban con cada pensamiento. Cada palabra que Viktor le había dicho, cada sonrisa fría, solo aumentaba su furia. Viktor no solo le había quitado a Merle, lo había humillado de la manera más cruel posible. Y Daryl sabía que, tarde o temprano, la ira que sentía lo iba a consumir, y iba a tener que enfrentarse a él.
Voy a destrozarte, Viktor. No importa lo que pase. Te voy a hacer sufrir tanto como tú me hiciste a mí. Vas a ver lo que pasa cuando alguien como yo te busca. No me vas a ganar. Te voy a romper, hijo de puta.
El dolor seguía apretándole el pecho, pero Daryl lo usaba como combustible para su odio. Merle ya no estaba, y esa verdad lo estaba matando lentamente. Pero lo que le quedaba era la necesidad de vengarlo. Viktor tendría que pagar, y Daryl lo haría de la forma más violenta y despiadada que pudiera imaginar.
Voy a encontrar la manera de matarte. Te voy a hacer sufrir como nunca lo has hecho. Porque lo que hiciste con Merle... no te lo perdono. No lo voy a dejar ir.
En su mente, las imágenes de Viktor, el rostro impasible y la frialdad con la que había matado a su hermano, se entremezclaban con el deseo de venganza. Daryl no sabía cómo lo haría, pero lo haría. De alguna forma, encontraría una manera de acabar con Viktor.
Solo espera. Solo espera.
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