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Capitulo 19

Viktor y Gareth se encontraban en la parte más apartada de Terminus, donde las sombras de la noche ya se apoderaban del lugar. El sonido lejano de los caminantes no perturbaba el ambiente tenso que se había formado entre ambos hombres. Viktor, como siempre, estaba tranquilo, su expresión calculadora, mientras Gareth, más impulsivo, parecía ansioso por las decisiones que se venían.

— Rick y su grupo... — dijo Gareth, observando hacia la distancia, como si estuviera anticipando lo que vendría. — No los subestimes, Viktor. Son impredecibles. Tienen a ese Daryl, y eso los hace más peligrosos de lo que parecen.

Viktor, que había estado observando las luces de las fogatas de la comunidad, giró lentamente la cabeza para mirarlo fijamente. Sus ojos, fríos y calculadores, destilaban una calma inquietante.

— Daryl no es un problema. Es mío. — Viktor habló con firmeza, su tono bajo y grave. — No me importa lo que haga el grupo de Rick. No me importa lo que crean o dejen de creer. Si alguien intenta tocarlo... —su voz se tornó más amenazante, cargada de una posesividad palpable—, ...se las verán conmigo.

Gareth arqueó una ceja, su expresión de interés mezclada con una ligera sorpresa por la intensidad de las palabras de Viktor. No era la primera vez que Viktor mostraba una protección exagerada por Daryl, pero ahora, escucharlo tan directo y seguro, hizo que el ambiente se volviera más denso.

— ¿Lo ves como un...trofeo? — preguntó Gareth con una sonrisa burlona, pero sabiendo que había algo más en juego.

Viktor se acercó un paso, su presencia imponente. Su mirada era profunda, casi absorbente.

— Daryl es más que eso. Es...lo único que realmente me importa aquí. — Viktor no estaba acostumbrado a mostrar vulnerabilidad, pero ante Gareth, su obsesión por Daryl se hacía más evidente con cada palabra. —Lo he dejado claro antes. No me interesan los demás. Si le hacen daño, si alguien lo toca, habrá consecuencias.

Gareth estudió a Viktor por un momento, reconociendo la peligrosidad que emanaba de él en ese instante. No sabía si Viktor hablaba por celos o por pura estrategia, pero lo que estaba claro es que no era una amenaza vacía. Viktor tenía la capacidad de hacer que sus palabras se hicieran realidad.

— Entendido. — respondió Gareth, con un tono que reflejaba tanto el respeto como la ligera curiosidad por el vínculo entre Viktor y Daryl. — Te advierto que Daryl puede ser más complicado de lo que crees. Y Rick... él no se dejará intimidar fácilmente.

Viktor soltó una pequeña sonrisa, pero no hubo humor en ella. Era la sonrisa de alguien que ya tenía todo bajo control.

— Rick no es un problema. Si se cruza en mi camino, él también aprenderá que no puede desafiarme. Nadie lo hará.

En ese momento, Viktor dejó claro que no solo estaba dispuesto a proteger a Daryl a cualquier costo, sino que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para mantener su dominio, incluso si eso significaba enfrentar a Rick y su grupo. La advertencia había quedado clara: si tocaban a Daryl, Viktor no dudaría en actuar con toda la furia de su control y obsesión.

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Viktor, sentado en la silla con una copa de vino en la mano, había estado disfrutando de su solitaria tranquilidad en el cuarto, como si el caos que los rodeaba no le afectara. Los ecos lejanos de los gritos y la incertidumbre de Terminus no lograban perturbar su calma. Estaba acostumbrado a la tensión, pero ese momento, ese silencio, era su refugio.

La puerta se abrió bruscamente y el sonido de los pasos pesados anunciaron la llegada de Daryl. Viktor levantó la vista, su sonrisa se amplió al ver a Daryl empujado dentro del cuarto. La forma en la que los demás lo trataban, sin comprender la importancia de ese hombre, solo le causaba una extraña satisfacción.

— Ah, Daryl... — Viktor dijo con tono juguetón, mientras se recostaba cómodamente en la silla. —¿Me extrañaste?

La respuesta fue inmediata, y Viktor no tuvo tiempo de reaccionar. Un puñetazo directo a su rostro, seguido del impacto del vino derramado sobre su ropa y la mesa. La copa de cristal hizo un ruido metálico al caer, vacía, mientras el vino se derramaba sobre la madera.

Daryl, furioso, no hizo ningún esfuerzo por contener su rabia. El golpe había sido un acto instintivo, alimentado por todo lo que Viktor le había hecho, por la manipulación constante, por cada palabra y cada acto que lo hacía sentir atrapado en su red.

Viktor, aunque momentáneamente sorprendido por la agresión, rápidamente recuperó su compostura. La mezcla de furia y frustración en el rostro de Daryl solo lo divertía más. No se apartó, no intentó esquivar el golpe. En su lugar, dejó escapar una risa suave, casi divertida, mientras se limpiaba la sangre que comenzaba a manchar su rostro.

— Vaya... parece que te molesta un poco que te haya hecho venir hasta aquí, ¿no? — comentó Viktor, mientras se levantaba lentamente, acercándose a Daryl, sin mostrar ningún signo de miedo. Al contrario, parecía disfrutar del desafío.

Daryl, con el rostro desencajado de ira, no dijo palabra. Cada vez que Viktor lo miraba de esa manera, lo único que deseaba era gritarle, golpearlo hasta que todo terminara. Pero el hecho de que Viktor lo desafiara con esa calma lo irritaba aún más.

Viktor, al notar la tensión palpable entre ellos, acercó su rostro al de Daryl, invadiendo su espacio personal de una manera que solo él sabía cómo hacer. Su voz fue baja, casi un susurro.

— No te preocupes, Daryl... Todavía te tengo justo donde te quiero. Pero cada vez que actúas de esta manera... me haces querer disfrutar aún más del espectáculo.

Daryl lo miró con rabia, sin responder, el corazón acelerado por la adrenalina. Viktor no era solo un hombre peligroso, era un manipulador, un maestro en jugar con las emociones ajenas, y lo peor de todo: Daryl sabía que no podía escapar tan fácilmente de él.

— No te hagas ilusiones, Viktor. — Daryl le soltó entre dientes, su mandíbula tensa.

Viktor simplemente sonrió, su expresión se mantuvo serena, como si todo eso fuera solo una parte del juego que ya tenía ganado.

Viktor se acercó aún más a Daryl, su rostro a un par de centímetros del suyo. La amenaza en el aire era palpable, pero Viktor la pronunciaba con una calma perturbadora, como si el simple hecho de mencionar lo que podría hacer fuera suficiente para someter a Daryl.

— Sabes, Daryl... si quisiera, podría tenerte amarrado en esa cama todos los días. No tendrías ni voz ni voto. — La sonrisa de Viktor se alargó mientras sus ojos brillaban con una intensidad oscura, como si disfrutara de la idea de tener a Daryl completamente bajo su control. — Así que más te vale comportarte, dejar de actuar impulsivamente y pensar antes de hacer algo... porque si sigues con estas estupideces, esa fantasía podría convertirse en algo mucho más real.

Daryl, sintiendo el peso de sus palabras, apretó los puños con fuerza, su rabia aumentaba, pero también lo hacía su conciencia de que Viktor no hablaba en vano. Era un hombre que disfrutaba jugar con la mente de los demás, y el hecho de que pudiera tener ese poder sobre él lo enfurecía más que cualquier otra cosa.

Con la respiración agitada, Daryl se forzó a mantener la calma. No iba a permitir que Viktor lo redujera aún más a su voluntad, aunque por dentro sabía que cada vez que Viktor decía algo así, la amenaza era más que una simple fantasía. Era un recordatorio de lo que estaba dispuesto a hacer, de lo que Viktor podría conseguir si realmente lo quisiera.

Viktor se apartó ligeramente, observando a Daryl con una mezcla de diversión y autoridad, consciente de que había dejado una marca en su mente, y que el siguiente movimiento era de Daryl.

Daryl frunció el ceño y apretó los dientes, sintiendo cómo la furia se acumulaba dentro de él. Ya no se trataba solo de sobrevivir a Viktor, sino de resistir el juego mental en el que constantemente lo estaba atrapando.

— ¿Qué es lo que quieres de mí, Viktor? — Daryl preguntó con un tono bajo, casi gruñendo, pero sus palabras eran una mezcla de cansancio y desafío.

Viktor lo miró como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto, como si ya conociera la respuesta antes de que Daryl siquiera hablara. Con una sonrisa descarada, respondió:

— Quiero muchas cosas de ti, Daryl... — Su voz era suave, casi susurrante, pero con un tono que dejaba claro que disfrutaba cada segundo de esa interacción. — Pero ahora mismo... tan solo quiero verte. Quiero hablarte.

Daryl soltó una risa amarga, su desdén evidente.

— ¿Hablarme? ¿Para qué? ¿Para seguir con tus jueguitos mentales? — Escupió con desprecio, apenas controlándose para no lanzarse contra él en ese mismo instante.

Viktor, por supuesto, no se mostró ni un poco alterado. Al contrario, se acercó un paso más, disfrutando de la tensión en el aire. Su mirada se suavizó ligeramente, aunque el brillo malicioso seguía presente.

— Sabes, Daryl... — Viktor hizo una pausa, como si estuviera contemplando algo interesante en la forma en que Daryl lo miraba. — Si realmente me odiaras tanto, si realmente me quisieras matar... me habrías matado ya. Pero no lo has hecho. Y eso, mi querido cazador, significa que muy dentro de ti... tal vez... me aprecias.

La insinuación lo hizo sentir como si Viktor le estuviera metiendo la mano en su cerebro y removiendo todo lo que quedaba de control. Daryl lo miró fijamente, sintiendo que sus entrañas hervían de rabia.

— Eres un maldito loco, — dijo Daryl, su voz temblando de furia. — Y ni en tus sueños me vas a doblegar.

Viktor, sin embargo, solo sonrió, disfrutando cada palabra que Daryl le lanzaba como si fuera un juego que solo él podía ganar. La tensión entre ellos era palpable, pero por alguna razón, era Viktor quien tenía siempre la última palabra, y eso, era lo que más irritaba a Daryl.

Daryl frunció el ceño con fuerza, sus manos apretándose en puños a los lados. La forma en que Viktor hablaba, como si todo estuviera en sus manos, lo hacía sentir aún más atrapado.

— ¿Sabes de lo que Rick y yo hablamos? — Daryl soltó una risa tensa, como si eso fuera lo último que esperaba escuchar de Viktor. — ¿Qué mierda estás insinuando ahora?

Viktor no se inmutó ante la furia evidente de Daryl, su expresión se mantenía calmada, casi como si disfrutara del control absoluto sobre la situación. Dio un paso hacia Daryl, la distancia entre ellos reduciéndose, y con su tono habitual, cargado de una mezcla de desafío y satisfacción, dijo:

— Sé mucho más de lo que crees, Daryl. Sé lo que Rick piensa, y sé lo que tú piensas también, aunque te cueste admitirlo. — Viktor dejó que el silencio llenara el espacio entre ambos antes de continuar con esa sonrisa venenosa. — Ambos estamos igual de obsesionados por el otro, y aunque tú no lo quieras reconocer, sé que lo sabes. No lo aceptes si no quieres, pero el hecho de que no me hayas matado aún... eso lo dice todo.

Daryl se quedó quieto, su mirada fija en Viktor, los músculos tensos, como si pudiera estallar en cualquier momento. Pero las palabras de Viktor calaron hondo, como una espina clavándose en su mente. ¿Era verdad? ¿Realmente lo estaba observando de esa manera? La idea lo sacudió, haciéndolo sentir vulnerable, algo que nunca le había gustado.

— No sé de qué diablos estás hablando. — Daryl apretó los dientes, la ira en su voz apenas contenida, pero la verdad, esa maldita verdad, comenzaba a invadirlo. — Yo no estoy obsesionado contigo, Viktor. Solo... quiero sobrevivir. Eso es todo.

Viktor lo miró con una mezcla de diversión y complicidad, como si supiera algo que Daryl aún no estaba dispuesto a aceptar.

— Claro... — Viktor se acercó aún más, su aliento cálido contra la piel de Daryl mientras sus palabras caían como un peso sobre él. — Eso es lo que quieres pensar, ¿verdad? Pero, en el fondo, sabes que lo que hay entre nosotros no es tan simple. Ni Rick, ni tú... pueden escapar de lo que compartimos.

El silencio llenó el cuarto nuevamente, y Daryl se quedó allí, inmóvil, luchando contra las emociones que Viktor había desatado en él, odiando cada momento en que se sentía tan fácilmente manipulado.


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Viktor observó a Daryl con los ojos entrecerrados, como si estuviera analizando cada palabra, cada respiración. La confesión de Daryl lo había tomado por sorpresa, aunque no lo dejó ver. Su rostro se mantuvo tranquilo, pero en su interior, la emoción de ganar terreno en su peculiar relación con el arquero lo llenaba de una oscura satisfacción.

Dio un paso hacia él, invadiendo su espacio personal como acostumbraba, inclinándose apenas para estar a la altura de sus ojos. La cercanía era insoportable; la tensión entre ambos parecía casi tangible, como una cuerda a punto de romperse.

— ¿Todo lo que yo diga, Daryl? — preguntó Viktor en voz baja, con un tono casi seductor. Su voz se deslizó entre ellos como una provocación, como si quisiera empujarlo al límite.

Daryl se mantuvo firme, pero sus puños temblaban, no de miedo, sino de la rabia contenida que luchaba por liberar. Apretó los dientes antes de responder con voz grave:

— Sí. Si dejas ir a los demás, haré lo que quieras. Tómalo o déjalo.

Los labios de Viktor se curvaron en una sonrisa lenta, como si acabara de ganar el mejor premio de su vida. No respondió de inmediato; en cambio, levantó una mano y la llevó a la mejilla de Daryl, trazando el contorno de su mandíbula con el pulgar, un gesto cargado de posesividad que hizo que Daryl apretara aún más los dientes, resistiéndose a empujarlo lejos.

— ¿Sabes lo que eso significa? — preguntó Viktor en un susurro, inclinándose aún más cerca, tan cerca que sus rostros casi se tocaban. — No hay vuelta atrás, Daryl. Si aceptas esto, serás mío. Totalmente mío. ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?

Daryl desvió la mirada un instante, respirando hondo para calmar el torbellino que sentía por dentro. Lo hacía por ellos, por Rick, Michonne, Carl, y los demás. No tenía otra opción.

— Lo estoy.

Viktor retrocedió un paso, sorprendido, pero también encantado por la determinación de Daryl. Dio una carcajada breve y suave, como si no pudiera creer lo fácil que había sido obtener lo que siempre había querido.

— Perfecto, — dijo finalmente, extendiendo una mano hacia Daryl, como si estuviera esperando que la estrechara para sellar el trato. — Será divertido ver hasta dónde llega tu palabra, Daryl. Espero grandes cosas de ti.

Daryl no tomó su mano, pero tampoco retrocedió. Había tomado la decisión, aunque sabía que en lo más profundo de su ser iba a arrepentirse más de lo que podía imaginar.

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