
Capitulo 13
El caos en la funeraria era absoluto. Los gruñidos y golpes de los caminantes se hacían cada vez más fuertes mientras Daryl los retenía en la puerta, permitiendo que Beth y Viktor escaparan primero.
— ¡Sácala de aquí! — gritó Daryl, sosteniendo un mueble contra la entrada para ganar unos preciosos segundos más.
Viktor tomó a Beth del brazo y la arrastró hacia afuera, su mirada calculadora mientras corrían hacia la carretera.
— ¡Rápido, no mires atrás! — le dijo a Beth, su tono lleno de urgencia, pero no de genuina preocupación.
Cuando alcanzaron el borde de la carretera, Beth, jadeante, se giró instintivamente hacia la funeraria, buscando a Daryl.
— ¡Tenemos que volver por él! — exclamó, pero antes de que pudiera moverse, un destello de luces se acercó a gran velocidad.
— Cuidado — fue lo único que alcanzó a decir Viktor, aunque no hizo esfuerzo alguno por detenerla o advertir con más firmeza. En cuestión de segundos, un vehículo apareció de la nada y golpeó a Beth, lanzándola varios metros al suelo.
Viktor se detuvo en seco, observando la escena desde las sombras, su expresión impasible mientras dos paramédicos salían del vehículo y cargaban a Beth inconsciente en la parte trasera. Sus movimientos eran rápidos y coordinados, dejando claro que no era un accidente fortuito, sino un secuestro premeditado.
En lugar de intervenir, Viktor retrocedió un par de pasos hacia la oscuridad, ocultándose cuidadosamente detrás de unos árboles. No hizo el menor intento por detener a los secuestradores, ni siquiera lanzó un grito de advertencia. En su mente, esto era parte del juego que había estado orquestando en su retorcida manera de pensar.
Cuando Daryl finalmente salió corriendo de la funeraria, cubierto de sangre y con la respiración agitada, lo primero que notó fue el vacío en la carretera. Ni Beth, ni Viktor estaban a la vista, pero el polvo levantado por el vehículo aún flotaba en el aire.
— ¡Beth! ¡Viktor! — gritó desesperado, corriendo hacia donde las marcas de neumáticos eran todavía visibles.
Fue entonces cuando Viktor emergió lentamente de entre los árboles, su rostro una mezcla de preocupación fingida y frialdad calculadora.
— Llegué tarde, — dijo, como si aquello realmente lo lamentara. — Se la llevaron... No pude hacer nada.
Daryl lo miró con una furia que amenazaba con consumirlo.
— ¿Qué demonios estás diciendo? ¡Estabas aquí! ¡¿Por qué no hiciste nada?!
— Había demasiados, — respondió Viktor con calma, sus palabras cuidadosamente medidas. — Si me hubiera enfrentado a ellos, ahora estarías buscando dos cadáveres en lugar de uno.
Daryl apretó los puños, la culpa y el odio hacia Viktor creciendo en su interior. Sabía que algo no encajaba, que el hombre frente a él no estaba diciendo toda la verdad, pero no tenía pruebas, solo una intuición abrasadora que le decía que Viktor lo había traicionado.
— Voy a encontrar a Beth, — murmuró para sí mismo, su mirada oscura y fija en las huellas del vehículo. Luego, giró hacia Viktor, sus ojos llenos de una promesa mortal. — Y cuando todo esto termine, tú y yo vamos a arreglar cuentas.
Viktor simplemente sonrió de lado, su mirada oscura brillando con un matiz de satisfacción.
— Estoy seguro de que lo haremos, Dixon.
Viktor observó a Daryl con una expresión de tranquilidad que contrastaba completamente con la furia que emanaba de él. El silencio en el aire entre ambos era denso, como si todo se hubiera detenido para escuchar la tensión palpable.
— ¿Por qué estás tan molesto, Daryl? — Viktor preguntó, su voz suave y cargada de una retorcida calma. — Te he dicho que no había nada que pudiera hacer. No soy un superhéroe, ¿sabes? No podría haberla salvado, ni siquiera con todo mi ingenio. A veces las cosas simplemente suceden.
Daryl apretó los dientes, su mirada fija en Viktor con una furia apenas contenida. La cicatriz en su abdomen le ardía, el recuerdo de la puñalada que le dio Viktor era ahora un constante recordatorio de la manipulación que había sufrido.
— No te creo ni una palabra, Viktor, — respondió Daryl, su voz tensa y fría, cargada de desdén. — Lo que hiciste fue dejarla caer, dejarla ser llevada. No me vengas con ese discurso de 'no pude hacer nada'. Conociéndote, estoy seguro de que hiciste todo lo posible para que se la llevaran. Todo esto... lo hiciste a propósito.
Viktor no reaccionó, su expresión permaneció inexpresiva. Estaba acostumbrado a ser desafiado, y más que nada, a ser odiado. Pero esa sensación de estar bajo la piel de Daryl era algo que lo fascinaba.
— Daryl, ¿crees realmente que me molestaría perderla? — Viktor respondió con una sonrisa ligera, aunque sus ojos revelaban un brillo calculador. — No, lo que me interesa es que veas lo que realmente está sucediendo. Lo que me interesa es que entiendas que las cosas no siempre siguen el camino que tú quieres, ni lo que esperas. El caos es una constante, y en él, tú y yo estamos más unidos de lo que crees.
Daryl no lo miraba directamente. Estaba luchando contra la rabia y el odio que se acumulaban dentro de él, deseando golpear a Viktor, pero sabía que eso solo jugaría a favor de su manipulación. La idea de que Viktor estuviera tan seguro de sus palabras lo hacía aún más repulsivo.
— Lo que estás diciendo no tiene sentido, — gruñó Daryl, sus puños apretados con tanta fuerza que las uñas le clavaban las palmas. — Tú estás tan metido en tu propio juego que no te importa a quién destruyas. Y sé que lo haces porque te gusta. Te gusta ver a los demás sufrir y estar controlando todo desde las sombras.
Viktor lo miró fijamente, sin perder la calma, sin siquiera un cambio en su postura.
— Lo que tú pienses de mí es irrelevante, Daryl. Lo importante es que sigues aquí, no has podido alejarte. Y sabes que no lo harás, porque, al final, me necesitas. Lo que compartimos no es solo odio, también es una conexión más profunda, una que no puedes negar, por mucho que te duela.
Daryl apretó los dientes aún más fuerte, su ira hacia Viktor burbujeando por cada palabra.
— Te odio, — le espetó, — y voy a matarte algún día, Viktor. No sé cuándo ni cómo, pero te voy a matar.
Viktor simplemente lo observó con una sonrisa intrigada, casi como si esa amenaza fuera una confirmación de lo que ya sabía.
— Es un buen comienzo, Daryl. Un buen comienzo para lo que vendrá.
Sin decir nada más, Viktor se dio la vuelta, dando un paso hacia la oscuridad del bosque. Daryl lo siguió con la mirada, el odio corriendo por sus venas, sabiendo que la única forma en que se podría deshacer de él era enfrentándolo cara a cara, algo que tendría que suceder tarde o temprano.
El juego entre ellos no había hecho más que empezar.
Viktor se detuvo por un momento cuando escuchó las palabras de Daryl, una ligera mueca de satisfacción asomó en su rostro al ver que su manipulación había tenido el efecto deseado. Pero Daryl no lo veía como un triunfo para él, sino como una verdadera ofensa.
— Lo que más me molesta de todo esto, Viktor, — Daryl comenzó, su voz cargada de desprecio y frustración, — es que me hayas convencido de que la cuidara, de que la protegiera como si fuera mi hermana. Hiciste que creyera que Beth nos necesitaba, que estaba en peligro. Me hiciste creer que lo que hacíamos tenía un propósito, como si la estuviéramos salvando juntos. Y luego, como si nada, simplemente me la arrebataste, con ese desdén que te caracteriza. Como si ella fuera una simple pieza en tu maldito juego.
Viktor lo miró, sin cambiar su expresión, pero había algo en su mirada que reflejaba una mezcla de curiosidad y diversión, como si le divertiera ver la lucha interna de Daryl.
— Eso es lo que más me molesta de ti, — continuó Daryl, su voz volviéndose más dura con cada palabra. — Nunca te importó ella. Solo la usaste, como usas todo a tu alrededor. Y ahora que ya no la tienes, te da igual. No me engañas, Viktor. Te importa un carajo lo que pase con ella. Todo esto solo ha sido parte de tu retorcido plan.
Viktor dio un paso hacia adelante, observando a Daryl con una intensidad fría.
— No te equivoques, Daryl, — dijo en tono bajo, casi susurrante. — Lo que hice no fue un juego. Fue necesario. A veces, para obtener lo que realmente importa, es necesario despojarse de lo que te distrae. Y sí, Beth fue una distracción. Pero tú... tú y yo no estamos tan alejados como crees. La diferencia es que, a diferencia de ella, tú no puedes ignorarme. No puedes simplemente irte.
Daryl apretó los puños con fuerza, su ira se mezclaba con una sensación de impotencia. No quería admitirlo, pero Viktor tenía razón en una cosa: él no podía irse, no podía simplemente alejarse de la amenaza constante que representaba.
— Todo esto es un maldito desastre, — Daryl murmuró con desprecio, mirando a Viktor con ojos llenos de odio. — Tú no sabes lo que significa proteger a alguien. No sabes lo que significa cuidar de alguien de verdad. Eres un monstruo, Viktor.
Viktor lo miró por un largo momento, sin inmutarse.
— ¿Sabes qué, Daryl? Tal vez tú me odies, tal vez creas que soy un monstruo. Pero lo que no entiendes es que todo esto, este caos que estamos viviendo, es lo que realmente somos. No podemos ser héroes ni siquiera para las personas que queremos. La supervivencia exige sacrificios. Y tú, aunque lo odies, estás haciendo exactamente lo mismo que yo. Estás protegiendo a Beth. No por ella, no por tus propios principios, sino porque simplemente no puedes dejar de hacerlo. Y lo harás hasta que no puedas más.
Daryl lo miró, sus pensamientos girando en torno a las palabras de Viktor, aunque no quería admitirlo. Viktor tenía esa capacidad para llegar a su mente, para sembrar dudas sobre su propia moralidad. Pero aún así, Daryl no podía evitarlo.
— Te voy a matar algún día, — Daryl respondió, casi con calma, aunque su corazón latía con fuerza. — Lo juro. Porque cada vez que me hablas, cada vez que intentas manipularme, me acercas un paso más a hacerlo.
Viktor sonrió suavemente, como si la amenaza de Daryl fuera una confirmación de lo que ya sabía.
— Es un buen comienzo, Daryl. Un buen comienzo para lo que vendrá.
Con esas palabras, Viktor volvió a caminar, como si no importara nada de lo que acababa de decir Daryl. Pero lo que Daryl no podía negar era que, a pesar de su odio, algo en él comenzaba a cambiar. El juego entre ellos se hacía más complejo, y él se encontraba cada vez más atrapado en él.
La furia que invadió a Daryl lo impulsó a empujar a Viktor con tal fuerza que ambos cayeron al suelo. Viktor se rió entre dientes, sin mostrar ningún signo de miedo o preocupación, su mirada cargada de una maliciosa diversión.
— ¿Qué vas a hacer, Daryl? ¿Dejarte llevar por tu rabia, como siempre? — Viktor provocó, disfrutando cada momento de la ira visible de Daryl. — No eres tan diferente de mí, al final. Ambos estamos rotos.
Daryl apretó los dientes y, sin decir una palabra, se lanzó sobre Viktor con un golpe brutal, llevando su ira hasta el extremo. Ambos rodaron por el suelo, golpeándose, luchando con desesperación. Las palabras y las provocaciones de Viktor solo alimentaban la furia de Daryl, que en su mente no hacía más que imaginar la manera en la que podría hacerlo pagar por todo lo que había hecho, por Merle, por Beth, por las manipulaciones constantes.
Finalmente, Daryl consiguió tumbar a Viktor, acorralándolo contra el suelo. Estaba respirando con dificultad, su corazón acelerado, su cuerpo cubierto de sudor. El silencio era pesado, solo interrumpido por la respiración agitada de ambos hombres.
Daryl levantó la mano, decidido a golpearlo, a terminar con todo de una vez por todas. Pero antes de que pudiera hacerlo, un sonido cercano interrumpió el tenso momento. Pisadas. Muchas pisadas. Rápidamente, Daryl levantó la vista y vio cómo un grupo de hombres, armados y decididos, rodeaban la zona.
La sensación de ser cazado, atrapado, invadió la mente de Daryl. Sabía que la pelea con Viktor debía esperar. En ese momento, el peligro inmediato era el de los hombres que los rodeaban.
— Esto no ha terminado, Viktor, — Daryl gruñó, antes de levantarse y prepararse para defenderse.
Viktor sonrió de manera fría, casi como si se hubiera estado esperando algo así.
— Nunca termina, Daryl. Nunca lo hará.
Los hombres rodeaban el área, listos para actuar. La batalla que había comenzado entre Daryl y Viktor quedaba en segundo plano por un instante, mientras los dos sabían que el conflicto con ellos era solo el preludio de algo mucho mayor.
El grupo de Joe rodeaba a Daryl y Viktor, y uno de los hombres hizo un comentario burlón, observando cómo estaban en el suelo, claramente agotados y en una posición vulnerable.
— ¿Qué tenemos aquí? ¿Una pelea de niños? Parecen novios en una pelea de pareja, — Joe dijo con una risa áspera y cruel, mirando a Daryl y luego a Viktor.
Viktor, a pesar de la situación tensa, no dejó que la burla pasara desapercibida. Le dedicó una sonrisa arrogante a Joe, alzando las cejas, como si realmente estuviera disfrutando del momento.
— Bueno, Joe, — Viktor comenzó, con su tono calmado y persuasivo, — todos necesitamos algo de... afecto de vez en cuando. Y Daryl y yo hemos tenido nuestras diferencias, pero, a veces, esas cosas nos acercan.
Daryl apretó los dientes con fuerza, su furia creciendo a medida que Viktor seguía alimentando las provocaciones. El sarcasmo en la voz de Viktor, la forma en que jugaba con Joe, le estaba costando un esfuerzo hercúleo para no estallar nuevamente. Su cuerpo tenso temblaba con el deseo de saltar hacia Viktor, de callarlo de una vez por todas. Pero, en su interior, Daryl sabía que no podía perder el control ahora. Había algo más importante que esa pelea, algo que lo hacía permanecer en su lugar.
— Viktor, basta, — Daryl murmuró entre dientes, sin mirar a Viktor, manteniendo la mirada fija en Joe y los demás hombres del grupo. No iba a dejar que el juego de Viktor lo distrajera. Tenía que mantenerse enfocado.
Viktor pareció divertirse aún más con la furia contenida de Daryl, pero no respondió inmediatamente. Se puso de pie y se sacudió el polvo de la ropa, sus ojos fijos en Joe, siempre con esa sonrisa manipuladora que lo caracterizaba.
— Joe, ¿quieres hablar de lo que realmente importa o solo vas a quedarte aquí haciéndonos perder el tiempo? — Viktor preguntó con calma, casi desinteresado, como si la amenaza de estar rodeados no fuera más que un pequeño inconveniente.
Joe, viendo la actitud desafiante de Viktor, frunció el ceño y se acercó más, sus hombres preparándose.
— ¿Qué crees, que podemos seguir perdiendo el tiempo con idioteces, Viktor? Estás fuera de lugar. No estás en Woodbury.
Daryl se mantenía al margen, respirando con dificultad, su mirada fija en Viktor, sintiendo que cualquier momento podría estallar en un conflicto mucho más grande. Pero su cabeza, nublada por la furia, luchaba por mantener la calma.
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