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Capitulo 10

El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras mientras el grupo descansaba después de una larga caminata. Viktor estaba apoyado contra un árbol, observando a Daryl con esa mirada calculadora que siempre lo caracterizaba. Daryl, por su parte, estaba junto al fuego, revisando las flechas de su ballesta con movimientos mecánicos, claramente agotado tanto física como mentalmente.

— ¿Sabes, Daryl? A veces pienso en cómo sería si estuvieras en mi lugar aquella vez. Si tú hubieras sido quien matara a Merle. ¿Te habrías odiado tanto como me odias a mí? — dijo Viktor rompiendo el silencio con tono casual, pero con un tinte retorcido.

Daryl no levantó la vista ni detuvo sus movimientos. Tan solo suspiró, su expresión endurecida, pero había un evidente cansancio en sus ojos.

— ¿No te cansas nunca de hablar basura? — preguntó Daryl con voz baja y sin emoción.

Viktor esbozó una sonrisa, dando un paso hacia el fuego mientras mantenía su mirada fija en Daryl.

— No. Me entretiene. Pero, si quieres saber la verdad, creo que lo disfruto más porque sé que, poco a poco, te estás acostumbrando a mí. — respondió Viktor con descaro.

Daryl finalmente alzó la vista, no con ira, sino con una mezcla de resignación y cansancio. Lo miró durante unos segundos, evaluándolo, antes de volver la atención a su ballesta.

— Tal vez. O tal vez solo me estoy cansando de perder el tiempo contigo. — respondió Daryl encogiéndose de hombros.

— ¿Eso significa que te estoy ganando? — preguntó Viktor inclinando la cabeza, curioso.

Daryl soltó una risa seca, sin humor, mientras terminaba de ajustar una flecha.

— Significa que eres como un zumbido molesto en la oreja. Te ignoro hasta que puedo aplastarte. — respondió Daryl con un tono firme.

Viktor lo miró fijamente durante unos instantes, como si intentara descifrar cada palabra, antes de sonreír de nuevo, esta vez más amplio y descarado.

— Eso está bien. Mientras tanto, seguiré zumbando, Daryl. ¿Quién sabe? Tal vez algún día te acostumbres tanto a mí que incluso llegues a... necesitarme.

Daryl no respondió. Esta vez, ni siquiera lo miró. Solo continuó con lo suyo, dejando que Viktor se regodeara en su aparente victoria. Pero en su interior, Daryl estaba más decidido que nunca a no permitir que Viktor lo quebrara, por mucho que intentara jugar con su mente.

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La casa estaba cubierta de polvo, pero aún conservaba rastros de su antigua elegancia: muebles desgastados, cuadros torcidos y el eco de un lugar que alguna vez fue un refugio de lujo. El grupo había decidido refugiarse allí hasta el amanecer. El viento soplaba suavemente por las ventanas rotas, y el sonido de los caminantes era apenas audible a la distancia.

Beth y Viktor estaban sentados en una de las mesas del comedor, cuyos manteles descoloridos mostraban manchas de moho. Viktor parecía relajado, hablando con calma, mientras Beth lo escuchaba, ligeramente curiosa.

— ¿Sabías que este lugar probablemente vio a mucha gente feliz? Risas, reuniones, camaradería... Es curioso cómo todo eso desapareció tan rápido. Ahora, todo lo que queda es un poco de polvo y una memoria distante. — inquirió Viktor con su tono encantador y calculador.

— Supongo que sí... Aunque no sé si la gente que venía aquí era realmente feliz o solo fingía serlo. — respondió Beth mirándolo con cautela, pero intrigada.

— Sabes, Beth, tienes una manera interesante de ver las cosas. Me sorprende que alguien como tú haya sobrevivido tanto tiempo. Tienes una fortaleza que muchos subestiman. — dijo Viktor sonriendo con aprobación.

Daryl, sentado a un lado del salón, limpiaba su ballesta con movimientos rápidos y bruscos. Cada palabra que salía de la boca de Viktor era como una aguja perforando su paciencia. Cada tanto levantaba la vista para fulminarlo con la mirada, sus ojos brillando con odio contenido.

En su mente, Daryl no dejaba de imaginar las mil maneras en las que podría matarlo. Podría clavarle una flecha en el cuello, rápido y efectivo. O tal vez preferiría algo más personal, como usar sus propias manos para arrancarle el aire mientras lo veía luchar.

— ¿Por qué dices eso? No sé si soy tan fuerte como parece. — inquirió Beth mirando a Viktor, algo incómoda.

— Porque eres más fuerte de lo que crees. Incluso aquí, hablando conmigo, no muestras miedo. Eso dice mucho de ti. — respondió Viktor inclinándose ligeramente hacia ella, con una sonrisa tranquila.

Beth sonrió débilmente, pero era evidente que no sabía cómo tomar las palabras de Viktor.

Daryl soltó un resoplido desde su rincón, lo suficientemente fuerte para que ambos lo oyeran.

— Déjate de tonterías. — murmuró Daryl, sin levantar la mirada.

Viktor desvió su atención hacia Daryl, sin borrar su sonrisa.

— Ah, nuestro querido Daryl. Siempre tan amable y cálido. Es un placer tenerte cerca. — dijo Viktor con tono burlón.

Daryl lo miró con los ojos entrecerrados, su mandíbula apretada. No dijo nada, pero el ambiente se cargó de tensión.

Beth, tratando de aliviar la situación, cambió de tema.

— Quizá deberíamos buscar algo útil aquí antes de que oscurezca por completo.

— Buena idea. Aunque creo que ya encontré algo valioso: compañía interesante. — asintió Viktor, aún mirando a Daryl.

Daryl se levantó de golpe, su ballesta lista en sus manos. Caminó hacia la ventana, tratando de calmarse. Pero en su mente, seguía viendo la escena en la que finalmente acabaría con Viktor. El problema era que, por ahora, Beth estaba entre ellos, y no podía arriesgarse a dejarla sola con él.

— Algún día... algún maldito día... — murmuró Daryl para si mismo.

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La casa de golf estaba en completo silencio, salvo por el crujir ocasional de la madera vieja bajo el peso del viento. Beth dormía profundamente en un rincón, envuelta en una manta que Viktor le había ofrecido. Su respiración tranquila era el único indicio de calma en un ambiente cargado de tensión.

Daryl estaba sentado en una silla junto a la ventana, su ballesta descansando sobre su regazo, pero sus ojos no se apartaban del hombre al otro lado de la habitación. Viktor, recostado despreocupadamente en un sillón, jugueteaba con un cuchillo pequeño entre sus dedos, la hoja brillando débilmente bajo la tenue luz de la luna que se colaba por las ventanas.

El silencio se rompió como cristal cuando Viktor habló.

— Muéstramela — pidió Viktor sin apartar la vista del cuchillo.

Daryl frunció el ceño, su expresión endurecida mientras lo miraba.

— ¿Qué demonios estás diciendo ahora? — preguntó con irritación en la voz.

— La cicatriz. Quiero verla. La que te hice. — respondió Viktor alzando la mirada, con una sonrisa tranquila.

Daryl apretó los dientes, sintiendo cómo la ira comenzaba a hervir dentro de él.

— Estás loco si crees que voy a hacer algo así.

— ¿Loco? Tal vez. Pero tengo mis razones.

Daryl lo fulminó con la mirada, su mano apretando la ballesta con fuerza.

— ¿Qué maldito "razonamiento" podrías tener para pedirme algo tan estúpido? — preguntó Daryl con dureza.

Viktor se inclinó hacia adelante, dejando el cuchillo sobre la mesa. Su mirada, intensa y calculadora, se fijó en Daryl con una mezcla de fascinación y desafío.

— Porque esa cicatriz... es un lazo. Un recuerdo de que, en ese momento, compartimos algo. Fue como... una firma, Daryl. Mi firma en ti. — respondió Viktor con voz suave.

Daryl se levantó de golpe, derribando la silla detrás de él.

— ¡No compartimos nada! ¡Lo único que hiciste fue apuñalarme como el maldito psicópata que eres! — lo señaló Daryl con un dedo con una furia palpable.

Viktor no se inmutó. En cambio, lo observó con una calma casi perturbadora, sus ojos brillando con un interés retorcido.

— ¿Eso crees? Pero dime algo, Daryl... ¿piensas en esa noche? ¿Sientes algo cada vez que rozas esa cicatriz? Porque yo lo hago. No puedo dejar de pensar en el momento, en tus ojos llenos de rabia... y en lo que significó. — respondió Viktor suavemente, con intensidad.

Daryl apretó los puños, sus nudillos blancos de la tensión. No sabía si estaba más enfurecido por las palabras de Viktor o por el hecho de que, en algún rincón de su mente, algo de lo que decía parecía cierto.

— Cállate antes de que te mate aquí mismo. — advirtió Daryl con voz baja, casi un gruñido.

— Oh, lo sé. Estoy seguro de que lo harás. Pero, por ahora, quiero que pienses en esto, Daryl: esa cicatriz no es solo un recuerdo de lo que pasó. Es una promesa. Una promesa de que esto entre nosotros... está lejos de terminar. — respondió Viktor con una sonrisa ladeada.

Daryl, incapaz de soportar más, giró sobre sus talones y salió del salón, sus pasos resonando con fuerza mientras desaparecía en la oscuridad.

Viktor, ahora solo, volvió a recostarse en el sillón, sonriendo para sí mismo mientras Beth continuaba dormida.

Sí, Daryl... esto apenas comienza.

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