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"Amar es atreverse a ser vulnerable con otra persona."

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1994
Maratón 3/5

La tarde en Grimmauld Place estaba, como de costumbre, llena de pequeños momentos que hacían única la vida cotidiana de Eva y Regulus, desde que Harry, Rigel y Luna estaban en Hogwarts. El día transcurría con tranquilidad hasta que las pequeñas bromas y comentarios juguetones comenzaron a volar entre ellos, como siempre.

Regulus estaba sentado en su sillón favorito, aparentemente concentrado en un grueso libro de historia mágica, aunque Eva, que lo observaba desde el otro extremo del sofá, sabía perfectamente que no había pasado de la misma página en la última media hora.

—¿Cuántas veces más vas a releer esa misma frase? Creo que hasta las palabras te están pidiendo un descanso.

Regulus levantó la vista, frunciendo el ceño con la dignidad de un noble herido.

—No todas las mentes son tan rápidas como las tuyas, mi vida. Algunos de nosotros apreciamos la profundidad de lo que leemos.

—¿Ah, sí? ¿Y qué tan profunda es la receta que estás leyendo ahora mismo?

Regulus soltó un suspiro dramático, cerrando el libro con cuidado.

—Era un análisis filosófico. Muy profundo, claro. No que espere que lo entiendas.

—Por supuesto, cariño. Estoy segura de que esa 'profundidad' es tan real como tu sopa de pescado… que, por cierto, aún espero que Kreacher supere el trauma de haberla probado.

Regulus se enderezó en su sillón, fingiendo total ofensa, mientras se alisaba la túnica.

—Eso era cocina experimental. No todos pueden comprender mi genio culinario.

Eva se echó a reír, sabiendo perfectamente que cualquier comentario sobre sus habilidades en la cocina siempre lo sacaba de su calma aparente. Sin embargo, justo en ese momento, Blu apareció en la sala, con una bandeja temblorosa de tazas de té.

—¡Amos! Traje el té como pidió la señorita Eva, pero si prefieren algo más, puedo-

Antes de que pudiera terminar, una de las tazas tambaleó peligrosamente al borde de la bandeja. Regulus, en alerta cuando se trataba de su mobiliario (y su ropa), saltó del sillón con rapidez.

—¡Cuidado, Blu! No podemos tener otro 'accidente de té' en esta casa.

Eva, incapaz de contener la risa, estalló en carcajadas mientras Blu, con las orejas temblando, hacía malabares con la bandeja.

—Regulus, creo que deberías reconsiderar el pedir a Blu que haga tareas tan peligrosas. A menos que estés buscando una excusa para renovar la alfombra. O que te quemen nuevamente con el té.

—¡No es una excusa! Estoy protegiendo la integridad del hogar. ¡Y mis pantalones!

Eva casi se cae del sofá de la risa, mientras Blu, todavía aterrorizado por su reciente tropiezo, lograba finalmente dejar las tazas sobre la mesa sin más incidentes.

—Lo siento, amo. Kreacher me advirtió que… que era un trabajo importante, pero pensé que podría-

—Bueno, no seamos tan duros. Solo recuerda, Blu, que la próxima vez... apunta lejos de mí.

Eva, sin perder la oportunidad, intervino.

—Y lejos de la alfombra, que aparentemente es lo más importante en esta casa.

Regulus la miró con los ojos entrecerrados, una sonrisa juguetona comenzando a asomar.

—Si algo valoro en esta casa es el orden, cosa que evidentemente tú disfrutas desordenar con tus bromas.

—No puedo evitarlo. Alguien tiene que mantener las cosas interesantes por aquí.

Antes de que Regulus pudiera replicar, Kreacher apareció en la puerta, con una expresión de desaprobación absoluta. El viejo elfo siempre parecía observar la vida de la familia con una mezcla de orgullo y severidad.

—Kreacher había dicho que Blu no estaba listo para servir el té. Kreacher jamás permitiría que una taza de té toque los pantalones del amo.

—Oh, Kreacher, siempre tan dedicado a los pantalones de Regulus.

—Bueno, alguien tiene que defenderlos.

Eva le lanzó una mirada divertida.

—No sé si debería sentirme celosa de la relación que tienes con Kreacher o con tus pantalones.

Regulus la miró con ojos de fingida seriedad, pero la risa no tardó en escaparse de él también. Kreacher, mientras tanto, permanecía impasible, claramente convencido de que era el protector de la elegancia de Regulus.

La tarde continuó en su típica armonía caótica. En algún momento, mientras charlaban sobre qué hacer para la cena (Eva sugería que los elfos podían encargarse de la comida y Regulus insistía en que podía cocinar algo “simple”), Blu volvió a entrar a la sala, con una mirada de determinación en su pequeña cara.

—Señorita Eva, ¿desea que prepare esas galletas de nuez que le gustan? Esta vez Kreacher me está ayudando.

Regulus levantó las cejas.

—¿De verdad vamos a arriesgarnos de nuevo con las galletas? La última vez que Blu hizo galletas, terminamos comiendo... ¿cómo era? ¿Carbón dulce?

Eva no pudo contener la risa, recordando el desastre anterior.

—Eran galletas muy crujientes. Yo diría que le pusiste un toque… ahumado.

Blu miraba al suelo, completamente avergonzado, mientras Kreacher lo observaba desde la puerta con una mirada fulminante.

—Esta vez Kreacher se asegurará de que no haya... accidentes.

—Estoy segura de que todo saldrá bien, Blu. Y si no, bueno, siempre podemos decir que era una receta experimental de Regulus.

—¡Oye! Mis experimentos culinarios son mucho más sofisticados que eso.

—Claro que sí, cariño. Nada grita 'sofisticación' como tu famoso estofado de... ¿qué era? ¿Un intento de sopa?

Regulus entrecerró los ojos con una expresión de falsa indignación.

—¡Era una receta de mi madre! Deberías mostrar más respeto.

—Oh, lo haré… la próxima vez que pueda identificar los ingredientes. Y cuando tu le tengas respeto a tu madre.

Blu desapareció nuevamente hacia la cocina, acompañado por Kreacher, quien seguía murmurando sobre su supervisión estricta. Mientras tanto, Eva se acurrucó junto a Regulus en el sofá, disfrutando de la calidez de su cercanía. Se quedó en silencio por un momento, simplemente disfrutando del confort de estar juntos.

—A veces me pregunto cómo sería esta casa sin todas estas pequeñas tragedias.

Regulus suspiró dramáticamente.

—Probablemente mucho más tranquila... pero también aburrida. Y reconozco que, aunque insistas en hacer bromas sobre mis habilidades, disfrutas del caos tanto como yo.

—Tienes razón. Pero no le digas eso a Kreacher. Él piensa que vivimos para la perfección absoluta.

Regulus sonrió y la besó en la frente.

—Creo que Kreacher todavía está tratando de entender cómo alguien tan desordenada como tú logró conquistarme.

—¿Desordenada? Me gusta pensar que soy espontánea. Te hace bien.

—No estoy tan seguro... pero sí sé que me haces reír más de lo que debería admitir.

Eva lo miró con una sonrisa suave y juguetona.

—Es bueno para ti. Estarías perdido sin mi.

Regulus fingió meditarlo por un segundo antes de asentir solemnemente.

—Probablemente sí. Pero nunca te lo admitiré.

Eva le dio un pequeño empujón, riendo suavemente.

—Y yo seguiré burlándome de ti, porque alguien tiene que hacerlo.


















[ • • • ]




















La noche cayo sobre Grimmauld Place, Eva se encontraba en la cocina, buscando algo ligero para comer mientras conversaba con Winnie, y cada cierto tiempo le lanzaba pedazos de carne a patitas, que Kreacher habia dejado por la tarde. La pequeña elfina siempre tenía una chispa de travesura en los ojos, y aunque no era muy común, no tardó en notar la expresión divertida que Eva traía consigo.

—¿Señorita Eva está tramando algo de nuevo?

Eva sonrió de manera cómplice mientras agarraba un frasco de galletas.

—Digamos que tengo un pequeño plan para mantener a Regulus en sus dedos de los pies.

Winnie la miró, le encantaba ver cómo Eva sacaba a Regulus de su habitual postura altiva y, en general, bastante seria.

—Regulus no se da cuenta de lo fácil que es hacer que se ofenda. Solo necesito un pequeño empujoncito para que se indigne por cualquier cosa.

Winnie rió por lo bajo, claramente disfrutando la idea. Eva se inclinó hacia él, bajando la voz.

—¿Por qué no me ayudas a preparar algo especial para la cena? Algo que pueda sabotear ligeramente para que, cuando Regulus intente tomar el control, termine... bueno, ya sabes cómo termina siempre que él cocina.

Winnie asintió rápidamente, emocionada por el plan. Blu, que estaba cerca escuchando, no pudo evitar unirse también.

—Blu ayudará a la señorita. El amo Regulus nunca sospecha cuando Blu está cerca.

Eva se rió suavemente y asintió, cuando claramente eso era mentira. Imaginando lo fácil que sería arrastrar a Regulus a su pequeña trampa.

Mientras tanto, Regulus estaba en la sala, aparentemente inmerso en su lectura, pero algo en su postura indicaba que no estaba completamente ajeno a lo que sucedía en la casa.

Eva entró en la sala con su habitual sonrisa juguetona, y se sentó junto a Regulus, quien no despegó los ojos del libro.

—¿Sabes, cariño? He estado pensando... Hace tiempo que no haces algo especial por mí.

Regulus levantó la vista, arqueando una ceja.

—¿Algo especial? Amor, cada día que estoy contigo es especial.

Eva puso los ojos en blanco de manera exagerada.

—Sí, sí, pero me refiero a algo más... físico. Como, por ejemplo, cocinar una cena romántica. Tú sabes que tu 'genio culinario' siempre me sorprende.

Regulus se enderezó un poco, claramente tomándose el comentario como un desafío.

—¿Estás insinuando que no soy capaz de preparar una cena como es debido?

—Oh, no. Solo digo que... bueno, la última vez que cocinaste, Kreacher tardó tres días en limpiar la cocina.

Regulus entrecerró los ojos, indignado.

—Esa fue una vez. Y fue una receta muy compleja.

—Era sopa de verduras.

—¡Exactamente! Sabes lo complicadas que pueden ser las verduras.

Eva casi estalla de la risa, pero se contuvo lo suficiente como para seguir con su plan.

—Entonces, ¿qué dices? ¿Te atreves a preparar algo especial esta noche?

Regulus la miró con una mezcla de desafío y autoconfianza. Él nunca huía de un reto, especialmente cuando venía de Eva.

—Muy bien. Prepárate para una cena que nunca olvidarás.

Eva le lanzó una mirada traviesa.

—De eso estoy segura.

La cocina de Grimmauld Place se llenó de actividad cuando Regulus se puso manos a la obra. Estaba decidido a impresionar a Eva, aunque todos en la casa, ( Kreacher, Blu y Winnie), sabían cómo terminaban siempre sus aventuras culinarias.

—Muy bien, Kreacher, necesito los ingredientes más frescos para esto.

Kreacher, sin decir palabra, entregó lo que se le pedía, pero observó con la mirada crítica de alguien que ya había visto este espectáculo antes. Eva y Winnie se escondían en la esquina, observando todo desde una distancia segura, apenas conteniendo la risa.

—Primero, cortamos las verduras en trozos finos. Nada difícil. Fácil.

Agarró un cuchillo y comenzó a cortar las zanahorias, pero los trozos salieron de diferentes tamaños. Kreacher miró en silencio, conteniendo lo que claramente eran críticas internas.

Eva susurró a Winnie, aguantando la risa.

—Creo que debería haberle dicho que no necesitamos zanahorias en este platillo.

Winnie rió por lo bajo, mirando cómo Regulus cortaba los vegetales con una precisión... cuestionable.

Luego, Regulus pasó a la olla. Llenó el fondo con aceite, pero un poco más de lo necesario, y dejó caer las verduras con un chisporroteo que lo hizo dar un paso atrás rápidamente.

—Todo bajo control. Nada que temer.

Blu se asomó por detrás de Kreacher, observando cómo las llamas del fuego bajo el caldero crecían ligeramente cuando Regulus echó demasiada cebolla.

—Amo Regulus... ¿no será mucho?

—Tonterías. Estoy siguiendo la receta exacta... más o menos.

Eva no pudo contenerse más y salió de su escondite, fingiendo un aire inocente.

—¿Cómo va todo, chef?

Regulus, con la frente ligeramente sudada y las manos ocupadas en una mezcla que comenzaba a burbujear, la miró con orgullo.

—Como puedes ver, todo en orden. Esta cena será un éxito.

Eva le lanzó una mirada escéptica mientras la mezcla en el caldero comenzaba a desprender un olor... extraño.

—Sí... huele... interesante.

—Es el aroma del éxito.

Eva, casi llorando de risa, se acercó al caldero y miró la mezcla de verduras y especias que parecía tener vida propia.

—Amor, creo que tu 'éxito' está a punto de salir de la olla.

Kreacher no pudo evitar intervenir.

—¿El amo desea que Kreacher... ayude?

Regulus, decidido a demostrar que podía hacerlo solo, alzó una mano.

—No, Kreacher. Estoy perfectamente capacitado para manejar esto.

Eva le guiñó un ojo a Kreacher, quien se retiró lentamente, claramente esperando que el desastre se produjera en cualquier momento.

Finalmente, después de lo que parecieron horas (aunque realmente habían pasado solo 40 minutos), la cena de Regulus estaba lista. O al menos, eso era lo que él pensaba.

Regulus presentó el platillo con toda la dignidad del mundo, sirviendo la mezcla algo pastosa en platos y llevándola a la mesa con una sonrisa victoriosa.

—Bueno, amor mío, aquí está: mi obra maestra.

Eva miró el plato con curiosidad. La mezcla de colores y texturas era… única.

—¿Es... comestible?

Regulus se indignó nuevamente, fingiendo ofensa.

—Por supuesto que lo es. ¡Es un plato digno de un chef!

Eva tomó el tenedor, pinchó un pequeño trozo y se lo llevó a la boca con cautela. Después de unos segundos, asintió lentamente.

—Sabes... podría ser peor.

Regulus la miró con los ojos entrecerrados.

—¿Eso es un cumplido o una burla encubierta?

Eva sonrió ampliamente, incapaz de contenerse.

—Es lo que quieras que sea, Reggie.

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