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042

"No todos los que te dan la vida saben cómo amarte, pero hay quienes, sin ser tu madre, te abrazan como si fueras lo más preciado en su mundo."

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1994

Queridos Harry y Rigel,

Sé que hay muchas cosas que no han sido dichas, y que el tiempo que he estado lejos de ustedes ha sido demasiado largo. No hay palabras suficientes para expresar lo arrepentido que estoy por no haber estado allí cuando más me necesitaban. Lo único que puedo hacer ahora es ser honesto con ustedes.

Sé que en los últimos años han visto a Regulus como un padre. Sé que Eva ha sido una madre para ustedes de una manera que yo no he podido. Y que jamás podré, porque el amor de una madre es el refugio más seguro en medio de cualquier tormenta. Es un amor que no conoce límites, que no se detiene ante nada, y que siempre encuentra la manera de hacer sentir que todo estará bien, incluso cuando el mundo parece derrumbarse.

Quizás yo no tuve una madre que me entendiera y me cuidara, pero tuve a Euphemia Potter, ella siempre sabía que decir, no importaba que o como, ella siempre sabía cómo hacernos feliz, hacerme parte de su familia, así como Eva lo es para ustedes.

Euphemia solía consolarme cuando Walburga me lastimaba, ella estaba ahí sin necesidad de palabras. El amor de una madre es como el escudo invisible que protege sin que te des cuenta, es la voz que te anima cuando crees que no puedes más, la mano que te levanta aun cuando piensas que has caído demasiado.

Es un amor que no se apaga, incluso cuando hay distancia o desacuerdos. Siempre espera, siempre cree, y siempre está lista para sanar cualquier herida.

Es por eso que no importa cuántas veces tropieces o te pierdas en el camino, una madre siempre estará allí, con ese amor incondicional que jamás cambia, que siempre será tu hogar, tu lugar de paz.

No hay amor más puro, ni más profundo, que el de una madre.

Y se que Eva es eso para ustedes, nunca intentaría quitarles eso, cuando se lo especial que es para ustedes.

Y créanme cuando les digo que estoy agradecido de que hayan tenido a alguien que los cuidara y protegiera. Pero eso no cambia el hecho de que sigo siendo su padrino, y Rigel, tu padre. Y quiero formar parte de sus vidas de la manera en que debí haberlo hecho desde el principio.

Lo entiendo si no me ven de esa manera, si sienten que no puedo llenar ese vacío. Pero al menos quiero que me den la oportunidad de demostrarles que he cambiado, que quiero estar aquí para ustedes, no solo como un hombre que los abandonó, sino como alguien que siempre ha pensado en ustedes.

Rigel, nunca quise dejarte. El hecho de que hayas crecido con Regulus como tu figura paterna no me duele, porque sé que él siempre te ha amado y cuidado, y lo seguirá haciendo, pero me duele no haber sido capaz de ser ese hombre para ti.

Harry, sé que nuestras vidas han estado marcadas por pérdidas, por tragedias que no podemos evitar. Pero no quiero que nuestra relación sea una más de esas pérdidas. Quiero que tengamos algo más, algo mejor.

No les estoy pidiendo que me perdonen de inmediato, ni que me acepten sin cuestionamientos. Solo les pido que me den una oportunidad para mostrarles que soy capaz de ser parte de sus vidas, de la manera en que debí haberlo sido desde el principio.

Con todo mi amor y arrepentimiento,

Sirius.

Cuando Sirius terminó de escribir la carta, la miró durante varios minutos. Cada palabra estaba impregnada de culpa, pero también de una pequeña esperanza. Esperaba que tanto Harry como Rigel pudieran entender lo que él sentía, aunque sabía que no podía exigir su perdón. Solo podía esperar que, con el tiempo, todo fuera surgiendo poco a poco.

Dobló la carta cuidadosamente y la dejó a un lado, preparándose para lo que sabía que sería un encuentro aún más difícil. Iba a ver a Regulus.














[ • • • ]


















Grimmauld Place, la casa ancestral de los Black, ahora era más calida de lo que antes solía ser.

Sirius apareció en la sala de estar, donde Regulus ya lo esperaba. La tensión en el aire era palpable, como si ambos hermanos supieran que las palabras que estaban a punto de intercambiar no serían fáciles.

—Así que aquí estamos —dijo Sirius, rompiendo el hielo con un tono seco—. ¿Vas a seguir pretendiendo que no soy parte de la vida de Harry y Rigel?

Regulus, quien estaba sentado en uno de los sillones, lo miró con una mezcla de calma y frustración contenida.

—No estoy pretendiendo nada, Sirius. Solo estoy protegiendo lo que he construido. Ellos me ven como su padre porque, bueno, he estado aquí. Yo fui quien los cuidó cuando tú estabas en Azkaban. No es mi culpa que no hayas podido estar ahí.

La verdad en las palabras de Regulus golpeó a Sirius como un puñetazo. Sabía que su hermano tenía razón, pero no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente.

—No estoy diciendo que no hayas hecho un buen trabajo, Regulus. Lo que estoy diciendo es que Rigel es mi hijo también. Harry es mi ahijado. No puedo simplemente desaparecer de sus vidas porque tú decidiste ser el padre que yo no pude ser.

Regulus se puso de pie, enfrentándose a su hermano con una mirada intensa.

—¿Y qué esperas que haga, Sirius? ¿Que simplemente te entregue a los chicos y me retire? Esto no se trata solo de ti. Se trata de ellos. Se trata de lo que necesitan. Y lo que necesitan ahora es estabilidad, algo que tú no puedes ofrecerles. Y por mucho que te duela, sabes que es verdad. Ahora mismo, sólo eres un prófugo.

Sirius sintió que la rabia comenzaba a burbujear en su interior. Estaba cansado de que Regulus lo viera como alguien incapaz de cuidar a su propio hijo y su ahijado. Se acercó a su hermano, su mirada ahora llena de desafío.

—No voy a alejarme de ellos, Regulus. Me los quitaron una vez, y no voy a permitir que vuelva a suceder.

Regulus no se inmutó, pero su mandíbula se tensó, y sus ojos brillaron con una emoción reprimida.

—Esto no se trata de ti, Sirius. Esto nunca ha sido sobre lo que tú quieras o necesites. Esto es sobre Harry y Rigel. Y si realmente los amas, deberías pensar en lo que es mejor para ellos.

Sirius se detuvo, su respiración agitada mientras trataba de controlar su ira. Sabía que Regulus estaba tocando un punto débil, y odiaba admitir que su hermano tenía razón en muchos aspectos. Pero antes de que pudiera responder, Eva entró en la sala.

—¡Ya basta! —exclamó, su voz firme pero cansada—. Esto no está ayudando a nadie. Sirius, Regulus, esto tiene que parar.

Ambos hombres se volvieron hacia ella, sorprendidos por la interrupción, pero sabiendo que Eva tenía razón. Eva, que había estado lidiando con las tensiones entre los hermanos desde que Sirius había regresado, estaba visiblemente agotada por el conflicto constante. Se pasó una mano por el cabello, claramente frustrada.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Eva, aunque ya sabía la respuesta.

—Sirius cree que puede venir y reclamar ser el padre que nunca fue —dijo Regulus con sarcasmo.

—Solo estoy tratando de hacer lo correcto, Eva —replicó Sirius, ahora dirigiéndose a ella con una mezcla de frustración y súplica.

Eva suspiró, sintiendo la tensión en su propio pecho. Sabía que ambos hermanos tenían puntos válidos, pero esta discusión estaba yendo demasiado lejos.

—Basta. Los dos —ordenó con firmeza.

Sirius se acercó más, su frustración a punto de estallar.

—¡No puedo creer que estés de su lado, Eva! Sabes que tengo derecho a estar en sus vidas.

Regulus se levantó, enfrentando a su hermano.

—¿De su lado? Mi prometida está del lado de quien siempre ha estado ahí para ellos. Tú solo has sido una sombra, Sirius.

Y fue en ese instante, cuando la paciencia de Eva llegó a su límite.

—¡Ya basta! —gritó, y sin pensarlo dos veces, levantó una mano y golpeó a Regulus en la cabeza. Luego, se giró hacia Sirius, quien retrocedió sorprendido, y también lo golpeó a él.

Ambos hermanos se quedaron boquiabiertos, frotándose las cabezas, completamente atónitos.

—¡Ay! —protestó Sirius.

—¿Eso era necesario? —Regulus se quejó, todavía procesando lo que acababa de ocurrir.

Eva los miró con los ojos entrecerrados.

—¡Sí, absolutamente necesario! —replicó ella, su tono firme pero con un toque de humor—. Los dos actúan como niños peleándose por un juguete. Son adultos, actúen como tales. —¿No pueden ver lo que esto está haciendo a todos? —dijo Eva, con una mezcla de tristeza y enfado—. No son los únicos que están siendo afectados por esto. Harry, Rigel… Todos estamos atrapados en medio de su guerra personal, y estoy cansada de ser la mediadora entre ustedes a diario.

Sirius y Regulus intercambiaron una mirada antes de que Eva continuara.

—Sirius, entiendo que quieras estar en la vida de los chicos, pero no puedes hacerlo así. No puedes simplemente aparecer y exigir lo que crees que es tuyo sin pensar en cómo se sienten ellos. Y Regulus, sé que has sido un buen padre, pero no puedes seguir excluyendo a Sirius de la vida de los chicos. Ellos necesitan a ambos.

Regulus intentó decir algo, pero Eva levantó una mano.

—Y no quiero escuchar ni una palabra más. Ahora, si me disculpan, me voy a mi habitación antes de que me dé otro ataque de nervios —dijo con un suspiro dramático, mientras ambos hermanos se quedaban en el salón, todavía sin entender lo que acababa de pasar.

Cuando Eva subió las escaleras, no pudo evitar sonreír para sí misma. Aunque amaba a Regulus, y tenía un poco de cariño por Sirius, había veces en que su testarudez la volvía loca. Pero quizá, ese pequeño golpe en la cabeza era exactamente lo que necesitaban para abrir los ojos.

Aunque, si era sincera, no lo creía.

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