038
"Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da el amor."
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La situación en Hogwarts había alcanzado un punto intolerable para Eva y Regulus.
Adrián Pucey, si habia recibido un castogo el cual fue impuesto por Dumbledore—un simple llamado de atención y tres días de suspensión—no fue suficiente para apaciguar su indignación. Ambos sabían que tenían que tomar cartas en el asunto, y estaban más que dispuestos a mover todas las piezas necesarias para hacerlo.
Eva estaba en el despacho de Regulus en Grimmauld Place, con una mirada helada que reflejaba la furia que sentía. Frente a ella, Regulus, imperturbable en apariencia, pero en su interior, el fuego de la ira estaba encendido. Él no permitiría que lo que sucedió con Rigel quedara impune.
—Esto no se va a quedar así, amor —dijo Regulus, mientras ajustaba su capa negra antes de salir. Sabía que la clave para resolver este asunto estaba en el Ministerio. Tenía contactos, favores pendientes y un nombre que aún causaba respeto—o temor—en algunos de los más influyentes dentro del mundo mágico.
—Lo sé —respondió ella con voz firme, entregándole algunos pergaminos que contenían las pruebas del abuso—. No permitiré que ese chico camine impune mientras Rigel intenta recuperarse. Si Dumbledore no actúa con justicia, nosotros lo haremos.
Regulus asintió y salió hacia el Ministerio, su mente ya trabajando en cómo abordar la situación. Había pasado mucho tiempo desde que había cobrado favores, pero ahora era necesario. Su nombre, aunque muchas veces asociado con la oscuridad, aún tenía peso. Era conocido por su meticulosidad y su capacidad para resolver asuntos con precisión letal.
Al llegar al Ministerio de Magia, Regulus caminó con paso decidido hacia el Departamento de Control de Magia y Leyes Mágicas. La sala estaba llena de empleados, algunos de los cuales levantaron la vista al verlo. Sabían quién era y qué representaba.
—Necesito hablar con Donovan Avery —le dijo con tono autoritario al recepcionista, un joven mago de rostro pálido que se apresuró a obedecer, nervioso bajo la mirada penetrante de Regulus.
Avery, un mago de aspecto austero, apareció unos minutos después, mostrándose sorprendido de ver a Regulus.
—Regulus, es inesperado verte por aquí —dijo con una sonrisa tensa. Sabía que no debía subestimar a un Black, y mucho menos a este en particular.
—Nos conocemos desde hace tiempo, Donovan, y sabes que no estoy aquí por una visita social. Te debo recordar ciertos favores que me debes, aquellos que garantizaron tu posición actual en el Ministerio. Es hora de que los cobres. —La voz de Regulus era controlada, pero en sus ojos había una amenaza implícita.
Avery lo miró con precaución, pero no tenía opción. Sabía que los favores de Regulus no eran gratuitos y que ahora, después de tantos años, debía cumplir con su parte.
—¿De qué se trata? —preguntó Avery, resignado.
—De justicia. Mi hijo, Rigel, ha sido víctima de un ataque brutal por parte de Adrián Pucey. Dumbledore no ha actuado de forma adecuada, y ahora tú te asegurarás de que el Ministerio intervenga. Quiero que se haga justicia, y que Pucey reciba un castigo ejemplar. —Regulus habló con una frialdad que helaba el aire.
Avery se tensó. Sabía que intervenir en los asuntos de Hogwarts no era sencillo, pero no podía negarse a la petición de Regulus. Después de todo, su carrera dependía de ello.
—Haré lo necesario, Regulus —respondió Avery, con una inclinación de cabeza.
Durante los días siguientes, Regulus utilizó cada uno de los contactos que tenía en el Ministerio para asegurarse de que la investigación contra Pucey avanzara rápidamente. Eva también jugó un papel importante, recolectando pruebas y testimonios de otros estudiantes que habían sido testigos del abuso. Y de la profesora McGonagall, quien se suponia era un pilar de Dumbledore, ahora demostraba lo contrario. Ella estaba con Eva. La presión sobre el Ministerio se intensificó, y finalmente, el caso fue llevado a la Wizengamot.
El juicio fue breve pero contundente. Las pruebas eran irrefutables, y el Ministerio no podía permitirse dar la impresión de que toleraba el acoso y abuso en Hogwarts. Adrián Pucey fue condenado a una suspensión indefinida de Hogwarts y, además, tendría que cumplir con servicios comunitarios bajo la supervisión del Ministerio, una humillación pública que dejaría una marca en su futuro dentro del mundo mágico.
El Profeta Diario no tardó en hacerse eco de la noticia, y en cuestión de horas, todo el mundo mágico sabía lo que había sucedido. En Hogwarts, los estudiantes murmuraban sobre la justicia impuesta por los Black y el final abrupto de la carrera académica de Pucey.
Rigel, aunque todavía dolido por lo que había sucedido, sintió una pequeña satisfacción al saber que sus padres no habían permitido que se quedara en el olvido. Sabía que su familia lo apoyaba, y que la justicia había prevalecido.
Días después de que el caos en el Ministerio se resolviera, Eva y Regulus estaban disfrutando de una tarde tranquila en Grimmauld Place. Despues de mudarse mientras los chicos se encontraran en Hogwarts. El aire en la casa siempre era un poco denso, con el pasado de los Black impregnando cada rincón, pero para ellos, era un refugio. Kreacher, Blu y Winnie, los elfos domésticos que mantenían el hogar en orden, trabajaban en silencio, moviéndose como sombras por la mansión.
Regulus estaba sentado en su estudio, revisando documentos mientras Eva leía junto a la ventana, cuando un sonido fuerte resonó desde el vestíbulo principal. Los dos se miraron, con un presentimiento oscuro cruzando sus rostros.
—¿Qué demonios...? —murmuró Regulus, levantándose de su silla.
—Es él —susurró Eva, con un tono lleno de resignación.
Y tenía razón. Sirius, había llegado sin previo aviso. Al entrar en la sala, su figura alta y desaliñada parecía fuera de lugar en la elegancia sombría de la casa. Sus ojos recorrían la habitación, deteniéndose brevemente en Eva, antes de fijarse en su hermano.
—Regulus —dijo Sirius, con una mezcla de irritación y desafío en la voz—. No esperaba encontrarte tan... cómodo.
Regulus lo miró con frialdad, sin dejar que las palabras de su hermano lo afectaran. Había pasado años acostumbrándose a la presencia de Sirius, pero nunca lograba sentirse completamente cómodo en su compañía.
—Esta es mi casa —respondió con tono neutral—. Tú eres el que está fuera de lugar aquí, Sirius.
Eva observó desde su lugar, sin intervenir, pero sentía la tensión en el aire. Kreacher, Blu y Wimnie estaban en la esquina de la sala, mirando a Sirius con odio y sin lealtad. Mucho menos Kreacher. Para el, Sirius siempre había sido una figura complicada, alguien a quien nunca pudieron aceptar del todo como un verdadero Black.
—Vine a hablar de los chicos —dijo Sirius, caminando hacia la chimenea—. Sé que ellos están en Hogwarts, y también sé que Remus está allí. Pero quiero saber algo, Regulus... —su tono cambió, volviéndose más acusador—. ¿Por qué aceptaste a Rigel como tuyo? ¿Por qué lo adoptaste después de que fui a Azkaban?
La pregunta de Sirius estaba cargada de dolor, resentimiento y una herida que nunca había sanado. Regulus sabía que esta conversación había estado esperando por años, y aunque no quería tenerla, no podía evitarlo.
—Lo hice porque alguien tenía que hacerlo, Sirius —respondió Regulus, sin mirarlo a los ojos—. Remus no podía hacerse cargo de él, y tú no estabas... disponible. Rigel necesitaba una familia, y Eva y yo estábamos aquí.
—¿Y Harry? —insistió Sirius, dando un paso hacia él—. ¡Él es mi ahijado!
—Harry también necesitaba estabilidad, Sirius —intervino Eva suavemente, aunque su tono no era conciliador—. Nosotros le dimos un hogar, algo que tú no podías ofrecer en ese momento.
Sirius apretó los puños, claramente frustrado. Era difícil para él aceptar la realidad de que Regulus, a quien había despreciado durante gran parte de su vida, había sido quien se ocupó de los dos niños más importantes para él.
—Mientras tú estabas pagando por un crimen que no cometiste, ellos estaban solos. No podía quedarme de brazos cruzados viendo cómo niños inocentes sufrían por la injusticia de quitarle a sus padres, asesinarlos. Los adoptamos porque merecían amor, cuidado y un hogar, algo que tú no pudiste darle, no porque no quisieras, sino porque te lo arrebataron. Los adoptamos porque necesitaban un padre y una madre presente, alguien que pudiera sostenerlo cuando tuviera miedo y guiarlo cuando dudara de sí mismo. —Regulus habló.
—Nunca pedí que lo hicieran —gruñó Sirius, volviéndose hacia la puerta—. Pero no voy a dejar que sigan alejándolos de mí.
—Lo hicimos porque en ese momento, ellos nos necesitaban. Y ahora, no nos pidas que los dejemos, porque ya son nuestros hijos. Le dimos todo, los vimos crecer, los escuchamos reír y llorar. A Harry lo amamos como si llevara sangre, y nada cambiará eso. No voy a abandonarlos ni a retroceder, porque soy su madre, tanto como tú lo eres. O crees serlo. Si quieres un lugar en su vida, tendrás que ganártelo, porque ser su padre no es solo un derecho, es una responsabilidad, una que yo Regulus y yo hemos cargado todos estos años y que no soltaré por nada ni nadie.
—Ustedes no saben ser padres. ¿Creen que son buenos padres sólo por darles amor y dinero? Ni siquiera pudieron proteger a Rigel.
Regulus lo miró con frialdad, pero no dijo nada. Sabía que no importaba lo que dijera, Sirius siempre sentiría que lo había traicionado. Lo único que podía hacer ahora era seguir protegiendo a su familia, incluso si eso significaba enfrentarse a su propio hermano.
Sirius se marchó poco después, dejando a Grimmauld Place en el mismo silencio inquietante en el que había llegado. Los elfos se movieron rápidamente para cerrar la puerta detrás de él, como si pudieran cerrar también las emociones turbulentas que había dejado.
Eva suspiró, acercándose a Regulus. Sabía que, aunque él no lo mostrara, la confrontación con Sirius lo había afectado.
—Hicimos lo correcto, cariño —le dijo suavemente, colocando una mano en su brazo.
Él asintió, pero no dijo nada. Sabía que la justicia para Rigel se había logrado, pero el precio de la paz familiar con Sirius era algo que nunca estarían seguros de alcanzar.
Lune_black
VOLVIIII
Agárrense los calzones porque el próximo capitulo se viene fuerte...😏
Dinámica: 50 votos y 30 comentarios para el próximo capitulo.
Byeeeee
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