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024

“Mi seguridad dependía de un hilo, mis sentimientos, mis emociones, mis ganas de vivir la vida, pero me enseñaste que puedo lograrlo solo conmigo misma”

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1990

Hace una semana la carta a Hogwarts había llegado, pero las preocupaciones de Eva no se desvanecian.

¿Que pasaría cuando todos supieran que ella había adoptado a Harry? El mundo mágico solo estaba enterado, o en su mayoría, que ella y Regulus habían adoptado a Rigel, después de que Sirius fuera a Azkaban y Remus sometido a varias pruebas para probar que no era un aliado a Sirius o los mortifagos.

Eva o Regulus no compartían sangre con Harry, ni siquiera eran familiares directos. Claro que nadie sabía de aquella carta que Eva siempre tenía a la mano, y con la seguridad del ministerio si en algún momento, le quisieran quitar a Harry. Porque frente a el mundo mágico, quería que ella y Regulus habían robado a Harry esa noche de Octubre, justamente, el mismo día que Regulus decretó ser un mortifago frente a el ministerio, pero dando información a cambió.

¿Ellos quedarían como los malos? Bueno, eso era algo que no estaban seguros, nadie sabía la verdad. Regulus, era un Black, con antecedentes de familia, practicante de la magia oscura, con su prima; Bellatrix y su hermano; Sirius, en Azkaban. Eva, quizás no muchos supieran de los Rousseau, pero lo que si, sabían que siempre fueron amantes a la magia oscura y adictos a la pureza de la sangre, por lo que, Black y Rousseau eran los más allegados a ser considerados importantes en las filas de Voldemort, uniéndose a los mortifagos.

Bueno, ahora solo debían esperar y afrontarlo.

—Me preocupó demasiado por ello, lo sé, pero es inevitable no hacerlo Regulus. —Eva mantenía su cabeza recargada en el pecho de Regulus, mientras miraba al ojigris y sentía como acariciaba su cabello.

—No podría decirte que no estoy preocupado, eso sería mentirte y no puedo mentirte. Pero no dejo que los niños lo vean. Luna es muy inteligente, tal vez no lo dice, pero está preocupada por ti, cada vez que cambias la mirada cuando Harry o Rigel hablan sobre lo que harán en Hogwarts, como intentas cambiar de tema. Y se que nuestros hijos se darían cuenta también si no estuvieran tan emocionados con entrar a Hogwarts. —Eva suspiró, cerrando los ojos.

—No es...solo eso Reg, es más el...sentir que algo malo va a pasar. Sientes algo raro en el pecho que, no te deja estar tranquila. Lo mismo sucedio cuando ocurrió lo de...Dora. Y aunque quiera negarlo, también sucedió cuando mis padres murieron. —Regulus la observó preocupado. Veía la mirada de Eva perdida, encontrándose en sus pensamientos una y otra vez. Beso su cabello, recuperando la atención de la castaña otra vez.

—Cambiemos de tema por un momento. —dijo Regulus, sin dejar de acariciar el cabello de su contraria. —Porque no mejor me dices...—sonrió cuando noto la mirada curiosa de Eva.—¿Por qué me odiabas cuando me conociste?—Eva río mientras se levantaba de su pecho y quedaba sentada frente a el, y Regulus con la espalda recargada en la cabecera de la cama.

—Oh por favor, no me digas que no lo sabes. —Regulus alzó las manos inocente, encogiéndose de hombros y con una sonrisa. —Te lo diré entonces. Pero es muy posible que me odies.

—No podría hacerlo aunque quisiera. —Eva sonrió con suavidad.

—Lo sé. —Eva dijo tomando entre sus manos las de Regulus. —Entonces, quieres saber porque te odiaba, de acuerdo. Para aclarar, no diría odiar, si no más bien, tener rencor, ¿Sabes? Sentía que al estar comprometida con alguien, pero sobretodo, mayor que yo cinco años, bueno, significaba que me estaban quitando mi libertad.

—No podría hacer eso. No soy tan cruel para hacerlo. —Eva mantenía su vista fija en Regulus, con una pequeña sonrisa.

—¿Cómo podría saberlo? No te conocía. —Regulus asintió dándole la razón. —La noticia que había visto esa mañana, que los conocí por primera vez a ti y a tus padres, la noticia en el profeta me había dejado pasmada, mi madre había estado ofreciendo mi mano como si fuera un trozo de carne, pero al parecer eso ya no era necesario, puesto que alguien...—Eva alzó ambas cejas mirando a Regulus, quien apartó la mirada riendo. —Había pedido mi mano con anterioridad, y eso era algo que despreciaba con todo mi ser.

—¿Me despreciabas a mi?—Eva lo miró con serenidad.

—Entonces...—Eva prosiguió ignorando la pregunta de Regulus, y su mirada indignada. —No queria estar atada a un hombre, quería ser libre y feliz como siempre lo había deseado, pero al parecer, yo era una esclava más del destino. A mis 14 años de edad, había descubierto que ninguna mujer se libraba de estar comprometida con algún hombre, ya fuera para beneficio de sus familias o uno propio. Podría decir que, hubo un momento en el que te odie, si, y eso no cambio hasta cuando me lo dijiste.

—¿Que te dije con exactitud? Te he dicho muchas cosas, una de ellas...que te amo. —Eva sonrió con suavidad y felicidad en su interior. Se inclinó dejando un beso en la mejilla de Regulus antes de seguir.

—Bueno, dijiste que no eras quien para decirme que hacer y que no hacer, que no eras mi dueño y que nos casáramos no implicaba que yo debía quedarme atada a a ti, como si fuera de tú propiedad. Después dijiste que...si yo quería salir con alguien más, estaba en todo mi derecho, que yo no sentía nada por ti, y eso era claro, y que no me privarías de mi libertad como persona.

—Y en ese momento te enamoraste de mi, lo sé. —Eva alzó una ceja mientras negaba con la cabeza divertida.

—Ehh, no, de hecho no...—Eva río al igual que Regulus, que mantenía sus manos juntas acariciandolas. —Pero, no solo era el hecho de que me sintiera atada a una persona que no conocía, si no...el hecho de que otros hombres ya me habían hecho daño...—Regulus cambió completamente su mirada, observandola con atención, y aferrando el agarre de sus manos, haciéndole saber que estaba ahí.

⟨««—Eva, tu vives por mi, respiras gracias a mi. —su madre la miraba con una sádica sonrisa mientras posicionaba sus manos sobre sus pequeños hombros. —Debes cumplir todas las reglas que se te den esta noche o de lo contrario, serás castigada con severidad. Y créeme linda, no te gustará el castigo.

—¿Que es lo que debo hacer?—pregunto tímida, intimidada por la mirada que su madre le daba a través del espejo.

—Complacer a un viejo amigo—respondío mientras tomaba el cabello de Eva y lo movía de su cuello hacia su espalda.»»⟩

—No solo fue Sebastián...—Eva negó con la cabeza apartando la mirada. Regulus apretó la mandíbula al escuchar aquel nombre, sin embargo, no dejaba de mirar a Eva preocupado. —Solo tenía diez años cuando todo sucedió. Mi...madre, dejo que aquel hombre me tocará...—Regulus limpió la lágrima que cayó por su mejilla. —Decía que debía cumplir cada cosa que ellos dijeran...—su voz se rompió.

—¿Ellos...?—Eva asintió, no se atrevía a mirar a Regulus.

—Creí que...solo sería esa vez pero... después volvió a suceder...—Regulus cerro los ojos aguantando las lágrimas. —Siempre me pregunté como es que, acababa en mi cama a la mañana siguiente. Siempre creí que era una pesadilla, una...horrible y... asquerosa pesadilla.

—¿Y...?—Eva hizo una mueca, limpiándose las lágrimas del rostro.

—No lo fue. Nunca lo fue. Siempre acababa despertando en mi cama, cuando me desmayaba de dolor. Mama decía que los hombres no me querrían así...hizo que...—Regulus ni siquiera trataba de ocultar sus lágrimas, aquello era demasiado fuerte. —Hizo que sus amigos colocarán sus cigarrillos prendidos en mi cuerpo, así podría soportar el dolor sin desmayarme.

—Eva...cariño...—Regulus quería que parara, no quería seguir escuchando los sufrimientos de una niña de diez años, sobretodo, porque no soportas ver a la persona que amas sufrir. Sabía que Eva estaba reviviendo recuerdos y eso era lo que menos quería.

—Pasaron dos años...—Eva se atrevió a levantar la mirada por primera vez. —Pensé...pensé que todo había terminado, y aparentemente así fue, pero...volvieron a lastimarme...y lo hizo la persona que yo menos esperé...—los ojos de Regulus volvieron a cristalizarse. —Mi padre...

⟨««—Hola mi pequeña, es hora de jugar un juego, ¿No cress?—la pequeña Eva de doce años levantó la mirada asustada, esas mismas palabras decían los hombres que la habían lastimado.

Eva negó con miedo, sus piernas temblaron. Pegó sus rodillas a su pecho.

—¡No quiero!—sin embargo, la sonrisa sádica del hombre que se hacía llamar su padre la asusto aún más.

—Si quieres pequeña. —entró por completo a la habitación cerrando la puerta con seguro, se acercó al rostro de Eva acariciandolo, mientras Eva se alejaba de el, pegando su espalda hasta el respaldar de la cama.

—No me gustan...no quiero jugar...—dijo entre llantos, cubriendo su cuerpo con las sábanas, escondiéndose de el.

—No cariño, es un juego divertido...además, supe por mamá que...ya habías jugado estos juegos con otros hombres...—la miró fijamente, acariciando su muslo, Eva se alejo de el, sin embargo, el la tomo por el brazo a la fuerza. —Yo quiero jugar también...»»⟩

—No volví a confiar en nadie después de ello. —Eva bajó la mirada a sus brazos, y Regulus siguió su mirada. —Quería morir, ya no quería llorar más...Pandora fue la única que lo sabía, ella fue la persona que me...encontró cuando lo hacía...—Eva levantó las mangas de su camisa, simple vista no había nada ahí, pero con movimiento de varita, las cicatrices salieron a la luz, al igual que, tatuajes en ellos. —Pandora las dibujó cuando tenía trece...—una pequeña sonrisa se escapó por su rostro. —Fue...la primera vez que escapé al mundo muggle, quería tenerlas conmigo por siempre.

—Dibujo estrellas en tus cicatrices...—Regulus las acarició con delicadeza, subiendo la mirada hasta mirar a Eva. Ella asintió con lentitud.

—Creí que Sebastián sería bueno conmigo, creí que me amaría, el fue...la persona que no le importaron las cicatrices. Eso me hizo pensar que me amaba. Por eso mi... necesidad por defenderlo.

—¿Tu madre...?—Eva lo miró por un momento, antes de que una corta risa sarcástica saliera de su garganta.

—Ella fue quien me vendió con esos hombres y no le importó. Pensé que no sabía lo que mi padre, hasta el día que ella murió, dijo que ya estaba sucia, que alguien más lo hiciera no me haría más pura...lo de Sebastián, bueno...—Eva apretó los labios. —Es gracioso de hecho porque...ella quería comprometerme con alguien para que dejara a Sebastián y...ella seguir acostándose con el. A decir verdad, ni siquiera se porque sigues conmigo justo ahora. Cualquiera ya hubiera huido de mi...

—Yo no soy cualquier persona Eva. Soy el hombre que te ama, sin importarle tu pasado. —Regulus se sentó en la cama, tomando las mejillas de Eva entre sus manos. —No me voy a ir, y tampoco voy a alejarme de ti, ¿y sabes por qué? Porque te amo, y nada, de lo que acabas de contar, va a hacer que mi amor por ti se vaya. Me enamoré de ti profundamente. Me enamoré de ti porque cuando no quería nada, llegaste y cambiaste todos los planes. Me enamoré de ti porque sentí cosas que ninguna otra persona me ha hecho sentir. Me enamoré de ti por tu personalidad, tu forma única de ser, ese sentimiento por ti que es... inexplicable, un simple te amo no es nada comparado al inmenso amor que siento por ti.





























Lune_black

LLORÉ ESCRIBIENDO ESTO COMO NO TIENEN IDEAAAA

Disfrútenlo porque no dormí por hacerlo.

Ya pero, Regulus es la espectativa.

Hasta luegooooooo

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