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“La muerte es una amiga”
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1986
Eva veía con fragilidad y nerviosismo la casa en la cual había habitado junto a sus padres hasta los 15 años que se mudó con Regulus, desde entonces no había puesto pie en esa casa. Sentía sus manos temblar dentro de los guantes que portaba.
Suspiró, sabía que su madre la estaba esperando, después de todo, había sido ella misma quien había mandado una carta solicitando su presencia. Eva trago en seco cuando su cuerpo empezó danzando el movimiento hacía las grandes puertas del lugar que había sido su propia pesadilla viviente.
Regulus se había ofrecido a ir con ella, como Eva lo había hecho cuando ambos visitaron Grimmauld Place, pero esta vez, había sido diferente. Eva tenía que afrontarlo, su madre estaba muriendo y lo mejor que podía hacer para estar bien con ella misma era perdonarla, aunque no lo mereciera, debía hacerlo, no quería guardar rencor, pero sentía que no debía, su madre no necesitaba su perdón, ella jamás se lo había pedido, pero Eva necesitaba hacerlo.
Cuando llegó a las grandes puertas, ni bien había tocado cuando una puerta ya había sido abierta para ella, mostrando a una elfina vistiendo ropas de trapos sucios. Eva sonrió tímida cuando la elfina hizo una reverencia frente a ella.
—¡Señorita Rousseau!—la pequeña elfina soltó el picaporte de la puerta, para abrazar las piernas de la castaña, quien la acepto con una gran sonrisa.
—Oh Winnie—se agachó, abrazando el cuerpo de la criatura entre sus brazos—Me alegra tanto verte, ¿Cómo has estado? Siento que hace años no te veo.
—Oh, exagera Señorita Rousseau, solo han pasado casi siete años. —la elfina se separó de Eva, aún así, la castaña se mantuvo en su postura a la altura de la elfina.
—Siete años es mucho tiempo si vives con mi madre Winnie. —Eva sonrió cuando volvió a sentir a la elfina abrazada contra su cuerpo. —Esta bien Winnie, esta bien. —dijo al sentir como su cuello se mojaba con las lágrimas de la elfina. —Blu esta bien. —la castaña limpió las lágrimas de la mejilla de Winnie cuando se separó. —Escucha Winnie, no solo estoy aquí por mi madre, si no también por ti.
—¿Por mi? ¿Por qué la Señorita necesitaría a Winnie?—la confusión de la elfina era notable.
—Porque quiero que vengas conmigo Winnie. Quiero que me acompañes a casa. —Eva tomo las manos de la elfina para después sonreír cuando la elfina la abrazo una vez más.
—Winnie prometió siempre serle fiel a la Señorita Rousseau. —Eva sonrió feliz mientras se levantaba y su mirada se mantenía hacia abajo observando a la elfina.
Había una diferencia entre Blu y Winnie, la diferencia era que, mientras Blu era la elfina de Eva, Winnie era la elfina del padre de Eva, pero desde que la castaña tenía memoria, su padre nunca había respetado a Winnie, y eso se ponía peor cuando bebía, por lo que Winnie, siempre solía huir de su padre escondiéndose en la cocina o cuando Eva vivía aún ahí, siempre dormía en la habitación de la castaña.
—Entonces vendrás conmigo cuando acabe de ver a mi madre. —Eva suspiro. No podía seguir reteniendo el momento, ni podía hacer que los minutos pasarán más rápido para evitar ver a su madre. —¿Cómo está ella?—la castaña miró a la elfina negar con la cabeza mirando el inicio de los escalones. —Quédate aquí Winnie, por favor. —dijo cuando noto las intenciones de la elfina al ella comenzar a caminar.
Observó a la elfina asentir, suspirando una vez más, inicio su recorrido por los escalones, caminando hasta la primera habitación de la derecha, esa puerta a la que no llegaba un rastro de luz por las noches. Cuando llegó, su mano se elevó en el aire con intensiones de tocar pero solo se detuvo unos cuantos centímetros atrás, sentía un nudo en la garganta, podía sentir como un nudo se comenzaba hacer en su estómago.
Antes de que su mano se moviera un centímetro, la puerta fue abierta por una enfermera que se notaba afligida y cansada, inmediatamente Eva bajo su mano.
—¡Niña estúpida! ¡Dije que no quería canela en mi té!—Eva tragó cuando escuchó la voz de su madre. Miro a la enfermera que pensaba en dar media vuelta y dirigirse a su madre, sin embargo la castaña la detuvo de la mano. Eva negó con la cabeza.
—Puedes irte. Yo me encargaré de ella de ahora en adelante. —Eva le brindó una pequeña sonrisa cuando la mujer sonrió con gratitud.
—Gracias Señorita. —la mujer hizo una pequeña reverencia, comenzando a caminar por el pasillo, casi corriendo para bajar los escalones.
—¡Niña idiota, ven aquí!—Eva se preparó mentalmente para lo que se aproximaba, así que solo avanzó entrando a la habitación.
—No cambias madre. —Eva cerró la puerta detrás de ella, aproximándose en medio de la habitación para ser observada por su madre, quien tenía su espalda recargada ligeramente en la cabecera de la cama. —Y no te esfuerces en gritar. Ella ya se fue.
—¿Se fue?—su madre preguntó incrédula.
—Si madre. Le dije que se fuera y lo hizo. Al parecer no le gusta atender a gente que solo insulta. —Eva tomó asiento en la silla que se encontraba en el tocador a un costado de la ventana.
—¿Te casaste?—Eva la miro por unos minutos antes de mirar el anillo en su mano.
—No lo hice. —contesto cortante.
—No lo hiciste. —repitió con incredulidad. —¿Por qué no lo hiciste? ¡Tienes 21 Eva! ¡Se suponía debías casarte a los 17 años!—Eva pasó una mano por su frente suspirando, manteniendo los ojos cerrados. Llevaba tan solo unos minutos y ya comenzaba a perder la paciencia.
—¿Terminaste? Genial, porque ya no quiero estar aquí. —Eva se levantó para encaminarse a la orilla de la cama. —Ve al punto madre. ¿Que es lo que necesitas?
—Quiero conocerlo. —Eva alzó una ceja con interés. —Se que adoptaste. Se que tienes un mocoso que porta nuestro apellido...¡Ni siquiera tiene nuestra sangre Eva!
—Otra. —murmuró Eva para si misma, rodando los ojos en el proceso. —No necesito que lleve mi sangre para reconocerlo como mi hijo.
—Sabía que serias una completa decepción cuando te tuve. —Suzett dijo con desprecio en su voz, Eva se detuvo de que algo saliera de su boca, solo limitándose a morder sus mejillas por dentro. —¡No puedo creer que tuve una hija tan estúpida como tú!
—No estoy aquí para escuchar como te desagrado. Así que habla de una maldita vez antes de que me largué de este lugar. —Eva se cruzó de brazos, suprimiendo las ganas que tenía de gritar. Había pasado 15 años escuchando ese tipo de comentarios viniendo de su madre siempre, así que sorpresa para ella, no era escucharlos.
—Terminaste Hogwarts. Supuse que me visitarías. —reclama. Eva rodó los ojos con fastidio, tenía 21, y no podía creer que todavía tuviera que aguantar los comentarios denigrantes de su madre.
Eva soltó una risa sarcástica ante el comentario que había hecho Suzett. Negando levemente con la cabeza.
—He estado ocupada. —responde sintiendo el enojo querer salir de su cuerpo.
—¿Durante siete años?—Eva se encogió de hombros. —¿No pudiste sacar unos minutos para tu madre?—en realidad si que pudo hacerlo. Tuvo tiempo de sobra para ir a visitarla, pero no quiso.
No quería verla.
No quería tenerla en su vida.
—Como te lo dije, he estado ocupada. Durante siete, y agradables años, lejos de ti. —Eva soltó cada palabra con burla en su voz.
—¿Ahora eres altanera?—soltó Suzett con veneno en su voz. —Sabía que serias un desperdicio de tiempo desde el momento que supe que serias niña. Jamás fuiste capaz de enorgullecerme a mi o a tu padre. ¿Y sabes? Ahora me doy cuenta de que eres una malagradecida, yo te ayude a servir como mujer. Tu no sabías absolutamente nada. Te ayude a qué aprendieras a complacer a un hombre. Te ayude...
—¡No me ayudaste en nada carajo!—Eva interrumpió a su madre con irá mientras se acercaba y colocaba su varita en el cuello de la mayor. —Solo hiciste de mi vida un infierno. Jamás fuiste una madre para mí. Jamás serás mi madre. Para mí, solo eres una mujer sin vida, una mujer sin corazón, una mujer que hizo que una niña de diez años, fuera abusada siete, malditas, veces, durante un mes, ¿Y tú? Tu estabas más que contenta porque ahora podrías ir a apostar y tendrías con que pagar. Eres un maldito vampiro, arrancándole la vida a la personas, solo por no tener una propia.
—Hija...
—¡Cállate!—hundió más su varita en el cuello de Suzett. —Eres una mujer desagradable. Creí ver un poco de cariño en ti cuando era niña. Por años creí que había sido todo mi culpa, pero ahora se, que aquí, la única culpable eres tú, y el idiota que tienes por esposo. El sabía lo que hacías conmigo. Y...eso el lo aprovecho...
—Ya estabas sucia. —Suzett acercó su rostro al de Eva, hablando con ironía y burla en su voz. —Que alguien más lo hiciera no revertirá la clase de mujer...
—¡No era una mujer! ¡Era solo una niña de diez malditos años!—Eva alejó bruscamente su varita de la garganta de la mujer.
—Mírate. Ni siquiera tu te reconoces. —Eva vió de reojo a la mayor, observando como sonreía. —Veo un poco de mi en tus ojos.
—Yo jamás seré como tú. Soy todo lo distinto a ti. Tu solo eres una persona que no es capaz de estar orgullosa ni de si misma.
—Hubiera deseado lograr mi cometido esa noche. La noche que intente asesinarte. —Eva tragó en seco. —Recuerdo cada incidente de esa noche. Tu estúpida criatura evitó que logrará que mi cometido.
—¿Por qué...?—Eva preguntó con un nudo en la garganta mientras caminaba hacia Suzett, sentía sus ojos comenzar a cristalizarse, no quería mostrarse débil ante la mujer frente a ella. No lo merecía. —¿Por qué jamás me quisiste...? ¿No fuí suficiente?—Eva dejo caer las primeras lágrimas. —¿Es por qué no fuí un niño? ¿Por qué me vendiste a esos hombres?—la castaña apretó sus labios sintiendo sus mejillas mojadas por las lágrimas que corrían una y otra vez por sus mejillas. —Me hacían daño...me dolía mucho...yo les decía que pararan, pero no me hacían caso...
—Eva, es suficiente, si piensas que con esto harás que mi corazón por ti se ablande no lo vas a lograr. —dijo Suzett mientras se alejaba de Eva, quien comenzaba acercarse a ella.
—¿Acaso tienes corazón, madre?—pregunto Eva con ironía. —Siempre deseé que fueras una madre para mí. Que me amarás...yo iba a perdonarte...—el labio inferior de Eva tembló, al igual que sus manos. —Tu me trajiste al mundo, pero nunca pudiste amarme... Me amenazabas o me insultabas, no importaba para ti si estábamos en público, siempre me insultabas por lo más mínimo que dijera. Hacías comentarios negativos en relación con mi género y en todo lo que vestía. Siempre me despreciaste. Te burlabas de mi o me gritabas, te burlabas de mi constantemente...¡¿Sabes que se siente para una niña de cinco años en adelante escuchar esa clase de comentarios?! ¡De su maldita madre, carajo!
—Eva...—la castaña observó a la mayor, la cual tomaba grandes bocadas de aire, mientras señalaba su garganta. —Eva...trae, trae a un medimago...n-no puedo r-respirar...¡Hazlo!
Eva observó a Suzett por unos minutos, antes de suspirar y negar. Tragó con fuerza mientras limpiaba sus lágrimas con brusquedad. Caminó, alejándose de la cama de la mujer, cuando estuve frente a la puerta tomo la perilla, escuchando los jadeos de Suzett detrás de ella, intentando retener aire.
Antes de salir por la puerta, Eva se giro para mirarla.
—No necesito tu perdón, Suzett Rousseau. Jamás te preocupaste por mí. No cuando todos ellos me lastimaban. Yo no tendría que preocuparme por ti. —Eva finalmente salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. —No cuando tú no lo hiciste por mí.
[...]
En el momento que Eva desapareció del terreno de su antiguo hogar, hizo una última parada antes de volver a su verdadero hogar, camino hasta llegar a una plaza vacía, la cual estaba adornada de flores a sus alrededores, globos y ramos de flores de todo tipo, había algunas marchitas y unas muy recientes.
Un camino que conectaba la plaza con un cementerio.
Winnie había insistido en ir con ella, pero cuando la elfina y Eva desaparecieron, habían aparecido a las afueras del hogar de la familia Black Rousseau, le había pedido a la elfina que entrará y que avisará que llegaría pronto, pues necesitaba un momento a solas.
Empezó a avanzar hacia el cementerio, mientras sentía su pecho oprimirse a medida que se acercaba al lugar.
Llegó hasta quedar frente a las lápidas, de James y Lily Potter, al igual que junto a estás, se encontraban las de la familia Pettigrew.
Observó todo a detalle, sobre las lápidas había y estante de cuarzo a lo largo de color negro, sosteniendo las grandes figuras de piedra cristalina en donde se podían observar las figuras de James y Lily en la lápida la cual compartían. A su lado, igual, estaba las figura, de la representación de Peter, una mano se encontraba sosteniendo la cintura de quién era su esposa; Elybeth, mientras su mano libre tomaba la de la figura para tomar una unión, a sus pies estaba la figura de un niño sentado con una gran sonrisa, achicando sus ojos en una adorable expresión.
Sin duda era un gran homenaje a quienes perdieron la vida, tratando de luchar por sobrevivir.
Eva se agacho frente a la lapida, sacó su varita e hizo aparecer una corona de rosas en cada una de las lápidas. La castaña suspiró con tristeza y acarició el estante de cuarzo negro.
—... Creí que ella sentía algún tipo de apreció hacía mí. Creí que en algún momento sentiría pena o...se arrepentiría, pero ahora veo que solo viví en un entorno donde decidí que esperaría su perdón...—Eva sintió el nudo en su garganta, el cual le hacía dificultad para tragar. —Siempre creí que era yo quien era la culpable de todo lo que sucedía, pensé que tal vez era mi culpa no haber sido lo que ellos deseaban, pensé que si hacía lo que ellos querían, me amarían, mi madre me amaría...se preocuparía por mí...—Eva dejó salir las lágrimas.
Sabía que en cualquier lugar que estuviera, ellos la estaban escuchando. Y así fue desde el día que había llegado a pasar dos semanas en la casa de la familia Potter. Ese día, había sido la primera vez que se permitió llorar frente a alguien que no fuera Pandora. Se había sentido bien liberando lo que sentía y había estado guardando por años, pero ahora que volvía a ver a su madre, sentía que debía hacerlo de nuevo, que debía desahogarse para seguir avanzando.
—Por eso he decidido que tenía que afrontarlo, por eso fue que fuí está mañana, tratar de...quizás lograr que dijera que si me amaba, pero no... Jamás lo hizo. ponerme frente a frente a tu persona y a todo lo que tú significas; sea en mi mente o no, y hacerme valer. Si reduzco este miedo conseguiré reducir todos los demás. Y-Yo la quería ¿Saben? En realidad no pedía nada extraordinario pero si lo hubiese sabido no hubiese permitido que me dañara. No voy a olvidar nunca lo insoportable que es este dolor ni lo mucho que me ha enseñado. Al fin y al cabo...—Eva soltó una risa sarcástica mientras sentía las lágrimas correr por sus mejillas. —Tengo que dar las gracias por algo.
Eva suspiró profundamente, sintiendo su labio inferior temblar. Recordaba cada noche que llegaba de aquellos escenarios y sucesos donde siempre la lastimaban porque ella lloraba. No quería ser lastimada. Cada noche eran nuevos golpes en su cuerpo. Golpes físicos que fueron desapareciendo con el tiempo. Ahora solo quedaba sanar sus heridas internas.
—Me fuí dando cuenta de que era tan perjudicial para mí que me ha impedido avanzar durante mucho tiempo. —Eva no limpiaba sus lágrimas, solo dejaba que corrieran, observando un punto fijo. —Dicen que sangrar no duele, que es placentero, que es como si te disolvieras en aceite y respiraras muy hondo. Lo mismo pasa con el dolor en el alma, de alguna forma te anestesia y no eres consciente de lo que está suponiendo para ti hasta que es demasiado tarde. —parpadeó cuando sintió sus ojos arder. —Estoy tomando el mando de mi vida y...estoy comenzando a pensar en mi propia felicidad, viendo por mi familia porque, siento que es momento de superar lo que ella provocó en mí.
Eva respiro cuando sentía cada vez menos tensión en su cuerpo. Sonrió con burla cuando sintió las primeras gotas mojar su cabello. Había comenzado a llover, pero aún así, ella permaneció allí, hincada frente a las lápidas, liberando cada parte de si misma.
—He de decir que, esto solo luce como una faceta de mi tratando de lucir bien frente a los demás, porque detrás de mi coraje, cuando la enfrente, sentí que...sentía felicidad, pero detrás de ello existe una gran tristeza, una infinita humillación y una delicada decepción. Siento que camino por encima de un volcán mientras mi vida depende de un hilo, por lo que tengo que soltar el lastre que supone cargar con lo que ellos, por lo que ella, la persona que llamaba madre, ocasionó en mi interior. Necesito muy poco para estar bien pero es por eso que tengo que sacar de dentro de mí todo este dolor. A partir de hoy no le guardo rencor, ni ira, ni rabia, no quiero cosas innecesarias en mi corazón.
Suspiró levantándose, sintiendo como la ropa se pegaba a su cuerpo, cuando la lluvia comenzó a aumentar. Sabía que al llegar Regulus la miraría con reproche porque a la temperatura que estaban y con la lluvia, podía contraer una hipotermia, y no podía arriesgarse a enfermar a los niños.
—Prometo cuidar de Harry. James, Lily. Nunca lo dejaré solo, lo prometo. Lo cuidare y protegeré con mi vida. Es mi familia. Y lo amo como a un hijo.
Se alejo dando media vuelta, para ahora caminar hasta la plaza, abrazándose a si misma, y cerrando su saco con fuerza ante el viento que había.
Se detuvo antes de poder salir. Giro sobre sus talones aún observando las figuras de piedra sobre aquellas lápidas.
Y con una última mirada, y último suspiro, saco su varita y desapareció del lugar, solo dejando una pequeña ráfaga de viento que pronto desapareció.
Lune_black
¿Pero si se murió o no...?
EVA, MI NENA, ME DUELES...
Sin más que decir...creo...me retiró.
BYEEEEEE
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