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014

“Recuerda los momentos felices que compartiste con tu hijo y que siempre serán tuyos”

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1981

—El ministerio es una completa estupidez. —dijo Eva mientras caminaba al lado de Regulus siendo observados por todos a su alrededor. Todo era un completo caos.

Regulus y Eva terminaban de salir de dos juicios. Uno en específico, trataba sobre Regulus y el como reclinaba toda marca en su piel, el como juraba plena lealtad al lado de la luz. El como, juraba incluso entregar su vida, por ella.

Eva miro a Regulus, el cual se mantenía en completo silencio. Y había toda una razón. Rousseau detuvo sus pasos y lo tomo del brazo para que sus ojos se encontraran en el proceso.

—¿Estás bien?—la castaña pregunto. Regulus miro la mano de Eva en su brazo unos cortos segundos antes de posicionar su mano sobre la suya y levantar la mirada.

—Lo estoy. —respondio el de ojos grises. —Era mi mejor amigo cuando estábamos en Hogwarts. Jamás me dejó solo, pero...además de lo que sucedió esta noche con los Longbottom, el merecía ser llevado a Azkaban por ser el principal ejecutor de la familia de Pettigrew.

Eva asintió. No menciono otra palabra, pues sabía que Regulus aunque no lo dijera, quería dejar aquel tema atrás. Pero parecía que ese día, todo estaba en contra del ojigris, pues un gran cartel con la fotografía de su hermano; Sirius Black, y de su prima; Bellatrix Lestrange, salía a relucir.

Apretó su mandíbula, al mismo tiempo que sentía el cálido tacto de Eva sobre su mano. Quizá las muestras de afecto aún eran incómodas para la castaña, pero en ese momento, sabía que Regulus necesitaba de un apoyo, y ella era la única que se encontraba con el en ese momento.

El la necesitaba.

Y a pesar de que ella aún no lo sabía; Regulus la había salvado. Y Eva, ella también lo necesitaba a el.

—Tienes razón de verdad. —Eva lo miró. —El ministerio es una estupidez. Sirius no traicionarias a sus amigos. Es un Gryffindor estúpido que daría la vida por sus amigos sin dudarlo. Y ahora, toda esa bola de incompetentes creen que los traicionó. ¡Ni siquiera un juicio...!

—Regulus, el ministerio está encerrando a los mortifagos. No importa sin inocentes o no. El ministerio está haciendo lo posible por encerrar a cada mortifago que pueda hacer daño, o regresar a su amo. Tu tuviste suerte porque la profesora McGonagall abogó por ti. Y en este momento, ella es mucho más poderosa que Dumbledore.

—Podría yo dar mi testimonio, incluso mis recuerdos o el veritaserum. —Eva posicionó ambas manos en los brazos de Regulus, obligando a que detuviera su habla.

—Regulus, ellos no creerán en ti. Por más inocente y por más libertad que se te haya dado, ellos no confiaran, en un hombre que porta la marca de quién más lástima. Escucha, estoy de acuerdo contigo, debe haber un juicio, pero no ahora. Tus memorias podrían servir en un pensadero pero creerán que estás mintiendo, creerán que pudiste manipularlo. Y el veritaserum, bueno, una orden para usar esa poción es bastante larga. Por más prestigiado que sea el apellido, ese permiso debes obtenerlo de todo el consejo y ellos están bajo juramento.

—No puedo dejar a mi hermano pudriéndose en Azkaban. —Regulus retiro sus manos de sus brazos y las tomo entre las suyas.

—Y no lo harás. Vendrás y lo visitaras cuando sea adecuado. Te acompañaré si es necesario”

—No podría meterte en más problemas.

—Regulus, eso es lo de menos, eso no importa, ¿Y sabes por qué?—el ojigris la miro atento. —Como tu lo dijiste esa noche. A dónde tú vayas, yo iré. Dónde tú estés, yo estaré ahí, contigo.

Regulus, levantó una mano, pero sin dejar de tomar las manos de la castaña entre la suya con la derecha. Su mano en su mejilla se sintió cálida al momento que Eva pudo sentir tacto en su piel.

Solo parecían ser ellos dos.

—Se que no eres muy sentimental Regulus, así que no necesitas decir nada. Lo sé con solo mirarte a los ojos. —una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Black, en cuanto escuchó decir aquello de la chica frente a el, una sonrisa que despareció en el momento, que su vista captó un escenario que de verdad no esperaba ver.

Eva al ver su mirada, volteó y jadeo sorprendida cuando miro a Remus, luchar contra el agarre de dos Aurores sobre sus hombros y brazos. Luchaba por librarse y...tomar a su hijo en brazos. El cual, había comenzado llorar, cuando escucho los gritos de Remus.

—¡No por favor!—escucharon el grito desgarrador de Lupin.

Ambos se acercaron rápidamente, para saber con exactitud saber que era lo que sucedía. Aunque lo sospechaban.

—Disculpe, ¿Sabe que es lo que está sucediendo?—pregunto Eva, a un viejo mago que parecía estar bastante interesante, aunque mantenía distancia de la discusión.

—Los Aurores descubrieron que Remus Lupin ayudó a Sirius Black en la traición de los Potter. Tal parece, que tratan de quitar al niño de su custodia. Piensan mandarlo a un orfanato fuera de Inglaterra. Una vergüenza que piensen hacer eso con un niño con magia. Además, corre el rumor, de que Lupin fue quien raptó a Harry Potter. —ante eso, Regulus y Eva se miraron por unos segundos. —Claro, son simples rumores. Tal vez solo son para despistar a los mortifagos.

Eva asintió mordiendo su labio inferior, caminando hacia el escenario que se presentaba frente a sus ojos a unos metros.

—¡Señor Lupin, no me haga hechizarlo, usted sabía las consecuencias de todo esto!

Pero Remus parecía ignorarlo, pues solo luchaba por librarse del agarre de dos Aurores sobre el.

—¡Ya se los dije! ¡Yo no tengo nada que ver con Black y la muerte de mis amigos!

Sin embargo, el Auror lo ignoro, tal y como Lupin había hecho, y se dispuso a sacar su varita.

Regulus, antes de que un hechizo indefenso, maleficio, saliera de la varita de Auror sacó su varita y desarmó a los hombres del ministerio mientras que Eva tomaba en brazos a Rigel, aprovechando el momento de distracción. Regulus ocupo lugar frente a Eva, mientras la protegía con solo su cuerpo.

—¿Que se supone que están haciendo?—la voz de Regulus se escuchó en el momento de aquel incomodo silencio.

—Solo seguimos órdenes del ministro de magia.

—¿Alejar a un niño de su padre?—esta vez, fue Eva la que hablo.

—El junto con Black, fueron quienes ocasionaron la muerte de los Potter.

—¿Disculpa?—Regulus levantó su varita dispuesto a qué un hechizo saliera de ella, sin embargo, la mano de Eva ens u hombro lo detuvo. —¿Lupin y...Sirius? Ellos dejaron de verse tres semanas antes de que el año terminara. Lupin estuvo viviendo conmigo y mi prometida por tres meses. Los mismos tres meses, que se solicitaron para adoptar a Rigel.

—¿Cómo lo puede confirmar?—pregunto uno de los Aurores que aún sostenía a Remus por los brazos.

Regulus no respondió, pero en un segundo y con un solo movimiento de varita, hizo aparecer un acta en sus manos. Un acta de adopción.

—Parece auténtica.

—Porque lo es. Yo, Regulus Black y mi prometida; Eva Rousseau, adoptamos a Rigel Black. Misma acta lo demuestra. Incluso, hasta la misma firma del consejo, y del propio ministro, puede observarse ahí.

El Auror que sostenía el acta entre sus manos, miro a los dos hombres que aún sostenían a Remus, y con solo un asentamiento de cabeza, dejaron a Lupin solo, a quien Eva, inmediatamente se acercó.

—Bien, usted junto a su prometida, adoptaron legalmente ante el consejo y ante el ministerio a Rigel Black Rousseau. Sin embargo, aquí también dice, que el señor Lupin, no tiene derecho a visitas ante el menor por al menos cinco años. También específica que se visitará al menor todos los fines de semana por al menos dos años para asegurarse de que el lugar sea suguro y crezca en un ambiente normal lejos de cualquier conflicto y objeción que afecte en su desarrollo.

—Si. Eso fue lo que se acordó desde el principio. —dijo Eva, pues ella misma admitia haberse sorprendido con el acta de adopción, sin embargo, finjia no estarlo. Eva miro a Remus, quien se encontraba a su lado, con la vista fija en ambos, ella y el bebé en sus brazos. —Lo siento. —susurro.









[...]





























La penumbra y tristeza era tan densa y espantosa, que Eva sentía escalofríos de solo estar ahí presente. Caminaba junto a Regulus, cubierta con la capa negra de Black ondeando de un lado a otro conforme caminaba, respiraba tranquila, aunque en el fondo temblaba de miedo, caminando monótonamente contando cada sección hasta llegar a la indicada.

Regulus había logrado deshacerse de varios dementores con su patronus logrando por lo menos cinco minutos antes de tener que irse para no ser descubiertos.

Cuando al fin llegaron a la celda pudieron ver un bulto peludo en una esquina del cuarto. Eva inmediatamente, a pesar de no conocerlo mucho, sintió pena y casi tuvo ganas de llorar.

Sirius notó sus presencias casi al instante y se puso de pie corriendo hasta llegar a los barrotes. Regulus puso una débil sonrisa en su su rostro y acaricio la peluda cabeza pulgosa.

—No tenemos mucho tiempo Sirius, necesitamos irnos antes de que los guardias vengan a sacarnos, y de verdad agradecería si te conviertes en humano para recordar tu horrible rostro. —dijo Regulus dejando de acariciar la cabeza de Sirius.

Eva observo como Sirius se alejaba de ellos, dirigiendose a una esquina, para después de unos segundos, regresar en su forma humana.

—Regulus. Cuñadita. —Sirius los miro a ambos, y estaba feliz de ver a su hermano, pero parecía que no estaba contento. —Remus, ¿Dónde está el? ¿Y Rigel?—pregunto con interés. Eva y Regulus se miraron, tratando de encontrar aquellas palabras. —¿Que? ¿Que es lo que sucede?

—Sirius, escucha...—comenzó Eva. —Nosotros...

—Adoptamos a Rigel. —soltó Regulus de la nada. Y aunque, Eva, hubiera golpeado ligeramente sus costillas con su codo, le agradecía internamente por haberlo dicho.

—Existe algo llamado tacto, Regulus. —el ojigris hizo una mueca, más no dijo nada.

—¿A qué...? ¿A qué se refieren con que adoptaron a Rigel?—Sirius pasaba su mirada de Regulus a Eva.

—Nosotros, bueno, cuando llegamos, pensaban mandar a Rigel a un orfanato, porque pensaban que Remus te había ayudado con lo que sucedió con los Potter. Regulus se encargó, de algún extraño modo, que la adopción fuera real ante el consejo y el ministerio. —Sirius escuchaba con atención cada palabra que Eva decía, y con cada minuto, su pecho se comprimia. —Aún así, abogamos por Remus, y dijimos que se separaron en Diciembre, y el estuvo viviendo con nosotros.

—Pero, el ministerio le prohibió a Lupin acercarse a Rigel al menos por cinco años. —dijo Regulus. Y ahora la atención de Sirius, estaba sobre su hermano menor.

Sirius lo observó por unos minutos fijamente. Eva se aferró al brazo de Regulus cuando el Black mayor comenzó a reír.

—¿Enserio?—Sirius ahora, los observaba a a ambos. —¿Creen que me creeré ese cuento como si nada? Tu...—señalo a Regulus. —Eres un jodido mortifago. Nadie te dejaría estar cerca de un niño. Eres un jodido, monstruo, Regulus. ¡Aléjate de mi hijo Regulus!

—¡El ya no es tu hijo Orion!—Regulus se acercó lo suficiente, para encarar a Sirius. —Dejo de ser tu hijo en el momento que toda la jodida historia que dije ante el ministerio es cierta. Tu, maldito idiota, dejaste a Lupin y a Rigel, solo, por una semana, mientras tú, contraias cualquier enfermedad por estarte acostando con todo tipo de personas.

—Es mi hijo...

—No. —Regulus interrumpió a Sirius. —No es tu hijo. Es mi hijo y el de Eva. Tiene mi apellido y el de mi prometida. De ahora en adelante, es mi hijo por ley. Y déjame decirte algo más, podré ser un monstruo como tú dices, pero jamás, escúchame bien, jamás, sería capaz de amenazar a un niño de un año, con darlo en adopción, o llegar al punto de querer llegar a zangolotear, cuando sabes que eso, podría provocar su muerte.

—Eres un mortifago...

—Lo soy. Ante tus ojos. Portó la marca en mi brazo izquierdo, ante, tus ojos. Frente al ministerio, fui el hombre que gracias a información, Alice Longbottom pudo salir viva de la situación que Bellatrix estaba organizando. McGonagall me apoyo. ¿Y tú qué tienes?—Sirius lo observaba en silencio. Aunque sus ojos demostraban enojo. —Nada. No tienes nada ahora, Sirius. Y descuida, no te estoy presumiendo que estoy libre. No lo hago. Pero hago la diferencia. Quizá no tuve padres, que me amaran, como tú con la señora Potter, pero si supe, cuidar de mi familia. Y no dejarla sola.

—Largate de aquí, Regulus. —fueron las únicas palabras que salieron de la boca de Sirius en ese momento.

Regulus río apretando los labios, asintiendo levemente.

—Eres un idiota. No se como llegué a preocuparme por ti. Pero creo que tenías razón, soy un monstruo. Pero soy uno, que haría lo que sea por su familia. —Sirius lo observó levantarse y caminar hasta Eva y tomar su mano. —Pero no lo haría por ti. Tu ya no eres mi familia. Y lo dejaste claro hace años.













































Lune_black

Sin duda escribir esto fue difícil, pero, mi emoción ya no cabe, y quiero decir...

¡YA TENGO TERMINADO EL CAPÍTULO 17!

Bye.

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