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012

“En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre”

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1980

—Regulus...

—¡Amita!—Blu corrió hasta Eva, abrazándose a sus piernas, y la castaña la aceptaba aún pasmada en su mismo lugar.

Black atrajo a Sebastián del cuello tumbandolo al suelo y golpeando su rostro en el proceso.

Lockwood soltó una risa burlona.

—Miren nada más quien está aquí. —Regulus lo miró con desagrado. —Nuestro querido amigo, Regulus Black. El héroe de la princesa Rousseau ha llegado. Es una lástima que no pudiste protegerla, estábamos tan cómodos antes de que llegarás.

Regulus miro a Eva y su mirada vago por la sabana que cubría su cuerpo.

—Maldito idiota...—el ojigris regreso su mirada a Sebastián.

—¿Que haces aquí, Regulus? ¿Crees que puedes protegerla? Ella me ama, jamás se alejaría de mí. No podría elegirte a ti por encima de mí.

La sonrisa burlona no abandonaba el rostro de Sebastián.

—Prometi protegerla...

—¿Protegerla?—Sebastian alzó las cejas fingiendo estar sorprendido. —Tú nunca podrías protegerla. No vengas a fingir preocupación, cuando ni siquiera, a tu propio hermano podrías respetar. Es más, ¿Cómo podrías protegerla del monstruo que eres?—Sebastian miro a Eva, quien alzó su varita, aún sintiendo a Blu aferrarse a sus piernas. —¿Podrías estar con alguien que tortura a niños? ¿Que deja a niños indefensos sin familia? Porque si no lo sabías, tu querido Regulus, es un mortifago. El más importante que Lord Voldemort tiene, junto a su querida prima Bellatrix Lestrange.

Eva miro a Lockwood como si no quisiera creerle, así que miro a Regulus, pero la mirada baja, al sentir que la castaña lo observaba, le confirmaba cada palabra dicha por Sebastián.

—Ahora, ya que sabes la verdad...—Lockwood miro a Regulus. —Te sugiero que te largues, a menos de que quieras ver como Eva demuestra su amor por mi, de una manera tan... maravillosa. —Sebastian comenzaba a acercarse a Eva, y Blu al ver eso su puso al frente de ella. Sin embargo, Regulus lo detuvo tomándolo del cuello.

—Tu, no la volverás a tocar. En tu miserable vida.

Regulus dió el primer golpe.

La satisfacción que sintió el haber roto su nariz, el ver la sangre correr por su rostro, no era normal, pero sin embargo se había sentido bien. Había deseado golpearlo la primera vez que lo había visto en la estación, la forma que en qué miraba y tocaba a Eva, lo hacía sentir ganas de matarlo, la manera en el que Lockwood la proclamaba cómo suya, era algo que deseaba borrar de su boca. Esas asquerosas palabras.

Había visto las acciones, había visto diferenciar cada acción que Eva tomaba cuando el estaba cerca. Esas eran las acciones que su prima Narcissa antes tomaba, antes de que Lucius fuera su esposo y su madre; Druella Black, dejara de venderla con hombres, solo porque era la más bonita de sus hijas.

Se había sabido cómo Lucius había asesinado brutalmente a dos hombres que se habían atrevido a tocar a su prometida. Había lastimado a cuatro hombres con solo su varita y maldiciones.

Los golpes incrementaron, y Regulus en algún punto de distracción, estuvo debajo de Sebastián recibiendo golpes en su rostro, mientras Black golpeaba sus costillas, aunque casi le fuera imposible ver, su nariz había sido rota, y una herida en su ceja había sido abierta.

Regulus jadeó cuando sintió un fuerte corte en su costilla derecha. Sebastián se alejo de el, y fue ahí cuando Regulus bajo su mirada y observo como su sangre corría y la navaja que Sebastián anteriormente tenía, la había encajado en su costilla, estaba perdiendo mucha sangre.

Y se sintió llorar cuando vio a Sebastián tomar con brusquedad a Blu, y lograr que la elfina fuera golpeada contra la pared en un intento de defender a su ama.

Eva sintió las manos de Lockwood en su cuello, tumbandola con violencia sobre la cama. Grito cuando Sebastián bajo sus pantalones y entro de una sola estocada en ella. El dolor, era horrible, lloraba sin parar, gritos salían de lo más profundo de su garganta, sentía como si le perforaran la cabeza, era horrible.

Comenzó a gritar y pedir que parara mientras su cuerpo se movía involuntariamente por el dolor.

Los gritos rezonaban por toda la habitación haciendo que Regulus dejara caer las lágrimas de irá por su rostro, los gritos sólo pedían que la ayudarán y que Sebastián parara todo eso, que la dejara libre, el agarre en su cuello incremento, obligandola casi a dejarla sin aire, no soportando el dolor que sentía por esa parte que llegaban hasta mas parte de su cuerpo.

Quería morir.

Regulus sin soportar ver más la escena tan horrorosa que se estaba dando frente a el, saco la navaja de su lado costado derecho. Y como pudo se levantó del suelo, acercándose. Sebastián lo observó queriendo acercarse, tomo una esfera de cristal que Eva tenía al lado de la mesita de su cama, rápidamente la tomo y la arrojó contra el ojigris quien dejó caer la navaja al sentir un fuerte dolor en su cabeza, bajando la mano, observó como su cabeza sangraba.

Iba a morir por la cantidad de sangre que estaba perdiendo, pero no dejaría que Eva sufriera más, la chica se estaba quedando sin aire, pues Lockwood ponía más presión en el agarre de su cuello.

Regulus toma la silla que se encontraba en el escritorio de Eva, y con las pocas fuerzas que le quedaban, la estrelló contra el cuerpo de Sebastián, que inmediatamente se alejo de Eva, subiendo sus pantalones.

Eva se alejo lo más que pudo, hasta que su espalda tocará la cabecera de su cama. Tomo nuevamente una sábana y se cubrió con ella, mientras sentía sus piernas temblar. Lloraba mientras observaba la sangre que cubría su cama. Su sangre.

Lockwood se levantó con violencia, y aprovechando el que Regulus casi no tenía fuerzas, lo tomo por el cuello y lo estampó contra la pared, elevandolo unos metros del suelo. Regulus grito de dolor, cuando Sebastián presionó la verdad en su costado derecho.

Eva observó a su elfina, y lloro aún más. Miro como Regulus luchaba por librarse de Sebastián, y miró la navaja.

Olvidando su dolor, se levantó, y se acercó hasta tomar la navaja entre sus manos. Y en un segundo, Regulus cayó al suelo, y Sebastián igual.

Su cuello habia sido cortado, inmediatamente llevo las manos hasta su cuello. Y observo como Eva lo observaba con la navaja entre sus manos.

—Pudrete en el maldito infierno.

Y sin más, encajo con fuerza, la navaja en su pecho una y otra vez. La sangre había manchado su rostro, pero menos le importaba, estaba liberando aquella presión que había sentido al sentirse como aquella vez, cuando tenía diez años.

—Eva... ¡Eva!—Regulus se acercó hasta tomarla de ambos brazos separandola del cuerpo inerte de Sebastián Lockwood.

—¡Sueltame! ¡Este idiota me ha estado jodiendo desde que tenía trece años!—Eva luchaba para liberarse del agarre de Regulus. —¡Sueltame, no quiero estar cerca de un mortifago!—y Regulus la soltó.

El sonido de una aparición los sorprendió, pero observaron como Bellatrix junto a su esposo, llegaban y observaban lo que sucedía en la habitación.

—¡Blu!—aunque fuera sorprendente, Kreacher corrió hasta la pequeña elfina de Eva, que aún estaba inconciente.

—¡Kreacher, ayudame! ¡Llevaremos a Eva y Blu con nosotros!—el grito de Regulus lo obligó a separarse de Blu.













[...]






























El cansancio era inmenso, su cuerpo parecía estar agonizando. El pánico estaba haciéndose presente en Regulus, y aunque Eva no quisiera admitirlo también lo sentía. El dolor que Regulus sentía en su costado derecho era una intensidad era mucho menor que su estado original. El cuerpo de Regulus quería tomar aire, pero la acción de respirar era demasiado agotadora, lo que hizo que se debilitara aún más. A medida que se debilitaba, pedía más aire, pero el ciclo se repetía.

—Kreacher, tráeme el botiquín que esta en mi baño por favor. —dijo Eva sin dejar de mover su varita recitando hechizos por todo su cuerpo.

En ese momento le daba gracias a su padre por poner protecciones y eliminar cualquier rastro de magia, o que identificará que ella había hecho magia fuera del colegio.

—Enseguida mi ama. —Kreacher desapareció.

Siguió murmurando hechizos mientras su varita iluminaba la parte dañada del cuerpo desde dentro. Sabía y sentía la mirada de Regulus sobre ella en todo momento, pero ella se negaba a mirarlo, al menos hasta que pudieran hablar con tranquilidad y sin detenerse a observar sus heridas.

Después de máximo media hora, la herida hbai sábado desde dentro, curando cada parte de la capa de piel que había sido dañada.

—Aqui está lo que pidió ama. —Kreacher aparecio a su lado.

—Gracias. —Eva le regaló una sonrisa y tomo el botiquín entre sus manos. —¿Blu está bien?—pregunto.

—Blu se encuentra bien y descansando. —Eva, por el rabillo del ojo podía ver a Kreacher moverse de adelante hacia atrás, un acto demasiado adorable.

—Tranquilo, el ya no podrá hacerle daño a nadie. —Eva podía ver la inquietud de Kreacher, pero se le hacía raro como es que el elfo podía preocuparse por su elfina.

Regulus soltó un quejido cuando Eva alzó un algodón con alcohol, la castaña lo miró al igual que Kreacher. Ambos se miraron por la exageración del Black, porque Eva ni siquiera lo estaba tocando en ese instante.

—Regulus, ni siquiera te he tocado—dijo Eva, ahora sí dándole una verdadera razón para quejarse del dolor.

—Yo usaría magia para que sea más rápido y menos doloroso para el amo Regulus. —dijo Kreacher mientras se acercaba y ponía su mano sobre la de Eva y hacia más presión, logrando que Regulus se quejara y mirara a su elfo con traición. —Duele menos.

—Lo se Kreacher.

Regulus vuelve a quejarse, haciendo que Eva riera un poco.

Horas después del suceso, que había llegado ya hasta los oídos del profeta, Eva había decidido dejar a Regulus descansar, al igual que a Kreacher, ella se encargaría de ambos. Al principio le costó un poco dormir, pues la imágenes aún rondaban por su mente una y otra vez, y cada vez que lo recordaba se le venía a la mente lo sucia que era.

Ni siquiera podía mirarse al espejo. No podía mirar las heridas y marcas en su cuello, sus piernas. Cada herida, era un recordatorio, de que sus pensamientos en vez de su cerebro habían ganado. Ella siempre había escuchado decir que Sebastián era el tipo con el que no debías de fiarte, porque en menos de un segundo, podrías acabar con un puñal en la espalda.

Bajo los escalones dirigiendose al salón principal, dónde Regulus observaba directo la flama que el fuego emitía. El ojigris miro directo a la entrada en cuanto escuchó las pisadas que los zapatos de la chica daban.

—Como te sientes?—se acercó a él y se sentó a su lado, teniendo una distancia considerable.

—Estoy bien. —Regulus la mira, buscando su mirada. —¿Por qué lo hiciste? Podrías meterte en muchos problemas ahora, si lo descubren y...

—¿Por qué hiciste tú una locura?—Eva lo interrumpe.

—No fue una locura. Y no contestaste mi pregunta Eva.

—¿No fue una locura? ¿Entregarle tu vida a un psicópata no es una locura?—Regulus estaba por hablar, pero Eva lo detuvo. —No, sabes que, me equivoco, no es una locura, es una estupidez.

—Mi padre quería que al igual que Bellatrix me uniera a el. —contesto después de unos minutos.

—¿Y tu querías hacerlo?—Eva por fin lo miró.

—Mi padre...

—No. Pregunté; ¿Tu querías hacerlo?—nuevamente pregunto mientras lo observaba con detenimiento. —Tu padre, o tú prima no entran en esa pregunta Regulus.

—No. —se atreve a confesar. —Hice lo que se esperan mis padres de mi. Sería el próximo heredero de la familia Black después de que Sirius huyera y...

—¿Y qué hay de lo que tú quieres?- lo interrumpe, volteando su torso por completo para mirarlo a los ojos. —¿No deseabas nada más en tu vida?

—Eva, ¿Por qué estábamos hablando de mi vida en primer lugar? Además, no tienes porque decirme o juzgarme acerca de seguir cada estricta regla de mis padres cuando tú haces por igual. Pero la diferencia es, que yo pude librarme de ellos, tu, aún no puedes hacerlo.

—Si, esa es la deferencia. —Eva se levantó al igual que Regulus, quien seguía sus movimientos. —¿Pero sabes tú, cual también es una diferencia? Nuestra edad. Literalmente, te comprometiste con una menor de edad.

—Tenía el permiso de tus padres. —responduo sereno.

—Si, pero el de ellos me vale un carajo en realidad, mi opinión y palabra es la que debería de valer en todo esto. No la de ellos.

—Por ley, ellos tiene el derecho a decidir por ti...

—¡¿Por qué los defiendes Regulus?!

—¡No los estoy defendiendo Eva!

—¡Claro que lo estás haciendo! Es como si yo defendiera a Sirius por...

—No te atrevas a terminar esa oración. —Regulus la interrumpió.

—¿Por qué? No es ningún secreto, Regulus. Todo el mundo mágico lo supo. Tus padres no fueron muy discretos, sobretodo tu madre al perseguir a Sirius lanzando maldiciones hasta la casa de los Potter. Fue lo más interesante de la semana, y el profeta supo aprovecharlo bien por una semana.

—Eva, por favor...

—¿Por favor, que?—Eva lo miró directamente a los ojos. —No es culpa mía que te comprometieras con una adolescente.

—¿Es por el compromiso?—Regulus se cruzó de brazos. —Porque si es así, déjame decirte que si soporte a Sirius con su etapa hormonal, llevando a chicas a diario a la casa, y retando a mi madre, escapándose cada noche por la ventana, pues déjame decirte que tengo bastante paciencia para soportar tus cambios de humor.

—¿Disculpa?—Eva lo miró de brazos cruzados al igual que el. —¿Esto es una broma? ¿Por qué mejor no vas y le arruinas la vida a alguien más? Estoy muy segura de que tú madre tiene mejores opciones que yo.

—Si. Eso es correcto. Pero ninguna de ellas eres tú.

—¿Eso que significa? ¿Que deba olvidar que has sido el líder de cada redada dónde encuentran a niños asesinados o sin padres? Porque si es así, estás muy equivocado. —Eva no queriendo estar más ahí, se dio media vuelta dirigiendose a la puerta.

—Pandora te lo dijo, ¿Cierto?—Eva detuvo sus pasos.

—¿Decirme, que?—Eva se giro sobre sus talones y lo miró con atención. —¿Acaso hay otro secreto que deba saber? ¿Una amante? Porque la verdad, solo eso faltaría por añadir a la lista de cosas que me pasan en una semana. Ya Sebastián lo hizo por quién sabe cuántos meses...

—No me compares con ese idiota. —Regulus la interrumpió.

—No lo estoy haciendo. Eso sería caer demasiado bajo para mí. Pero no respondiste a mi pregunta, ¿Que es lo que Pandora debía decirme?

—¿Sabes? Olvida lo que dije, simplemente era una tontería.

—Oh no, Regulus. Ahora me lo dices, me importa, y más aún, si eso tiene que ver conmigo. —Eva se acercó hasta el, para quedar frente al ojigris. —¿Tiene que ver conmigo?—la castaña lo miró directo a los ojos. —Tu mirada lo dice todo. ¿Que es lo que debo saber Regulus? ¿Que es tan importante para que temas que Pandora puede decírmelo?

—Olvidalo Eva. No tiene importancia.

—¿Que? ¿Cómo que no tiene importancia? Claro que la tiene, eso tiene que ver conmigo. Y no puedes negarlo, porque tus acciones dicen claramente la respuesta.

—Eva, olvídalo.

—¿Por qué?

—¡Solo olvídalo!

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué quieres que lo olvide?!

—¡Eva...!

—¡Regulus, dímelo! ¡¿Por qué no...?!

—¡Obligue a que te comprometieran conmigo para evitar que fueras esposa del señor oscuro!



























Lune_black

Pues, solo me queda decir que...¡Acabamos el primer acto!

Y se viene lo más emocionante...🤫

Les voy a decir que ya tengo al menos 30 capitulos preparados incluyendo el acto dos.

Les voy a dar un pequeño spoiler desde ya, para que se vayan preparando, esto tiene que ver con Eva...

Se que dije, que ninguno de los dos muere, ni Eva ni Regulus, pero en la segunda guerra, ocurrirán cosas que...bueno...ahí saquen teorías...

Bye. 💋

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