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011

“Lo que nos hace una familia unida no es la sangre, sino el corazón”

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1980

El fin de semana daba comienzo, los alumnos estaban camino al pueblo de Hogsmeade.

Las calles del único pueblo en esa zona estaban llenas de estudiantes, otros tantos entraban y salían de las tiendas.

El rumor de que la única hija de la familia Rousseau, no había podido lograr un patronus, ni siquiera una insignificante llama fosforescente de luz, se había esparcido rápidamente, llegando a oídos de quién menos esperas.

Trataba de ignorar cada mirada que se posaba en ella, en cuanto más se adentraba al Callejón Diagon. Esa mañana había salido sin siquiera haber dirigido palabra o mirada a Sebastián, ella simplemente la había ignorado. No le hablaría porque como ni siquiera la defendió cuando todos se habían burlado en el salón.

Caminó hasta llegar al bar de Madame Rosmerta.

Cuando entró al local, las mejillas de Eva se tornaron de rojo por el drástico cambio de temperaturas, pues ya se encontraban a finales de septiembre, y las frías brisas, aunque leves, salían a relucir, sonrió, amaba demasiado ese lugar; había muchos recuerdos ahí, tanto malos como buenos.

Aproximándose a uno de los sillones del fondo donde se podía ver a dos hombres bebiendo Whisky y parecían estar esperando a alguien.

—Esto es peligroso. —murmuro cuando se aseguró de no ser escuchados por nadie.

—Eva, la vida tiene riegos, siempre, no importa si solo estas en casa. —respondió el de cabello rojizo, a quien la castaña identifico como Peter. —Corres peligro solo por respirar.

—Exacto. Pero cambiando de tema, supimos lo que ocurrió en Hogwarts. —dijo el hombre de cabello rubio. James Potter. Eva se removió incomoda. —Tranquila, no siempre se logra tener un patronus, solo...aún no era el momento Eva. No te presiones por cosas como esas, ¿De acuerdo? No tienes porque preocuparte de si algún día podrás tener uno, porque se que así será. Solo que, no has encontrado el recuerdo indicado.

—Mirame a mí, yo no encontré mi patronus hasta mi último año, y eso fue porque pase mis mejores momentos con mis mejores amigos. —Peter abrazo a James por los hombros. —Ellos estuvieron ahí conmigo cuando mis padres se divorciaron. James estuvo conmigo cuando mi madre cayó en depresión y siempre me culpaba por todo lo que sucedía en nuestras vidas. Esos fueron los recuerdos que me impulsaron a lograr un bello patronus. Del cual, estoy orgulloso.

—Se lo que piensas Eva, se que en estos momentos te sientes la persona que defraudó a todo el mundo, pero déjame decirte, que no es así, ¿De acuerdo? Solo importas tu. Noo tus padres, o el estúpido de tu novio...el cual, Minnie me informó sobre sus idioteces. Pero, no quiero que pienses que eres alguien que espera decepcionar a los demás, porque primero tienes que pensar en ti, no en los demás. Tu eres más importante que todos ellos.

—Me harán llorar. —Eva inclinó la cabeza un poco hacia atrás mientras suspiraba y se echaba aire con la mano, mientras soltaba el aire retenido. —Les agradezco que estén aquí de verdad, lo aprecio mucho.

—Todos siempre necesitamos una actividad distinta a la rutina de siempre. Y déjame adivinar; si no estuvieras aquí, muy posiblemente estarías en Honeydukes, comprando todo tipo de dulces, para después volver a Hogwarts y pasar un tiempo agradable con Hagrid o Minnie. ¿O me equivoco?—James levantó una ceja interrogante, mientras que Peter los observaba a ambos divertido bebiendo Whisky.

—¡Oye! La profesora McGonagall y Hagrid son personas muy agradables. No puedes juzgarme por querer pasar tiempo con ellos. —Eva se cruzó de brazos fingiendo estar enojada.

Peter soltó una ligera risa.

—Y no lo hace Eva, pero aquí nuestro querido Jhon esta diciendo que quizá deberías socializar con gente de tu edad.

—Es palabra es un poco anticuada, ¿No lo creen?—ambos hombres la miran indignados. —Además, podría si, pero en Hogwarts es muy difícil hacer amigos de mi edad, más ahora que todos piensan que cualquier familia sangre pura es un mortifago. —murmuro eso último, inclinándose sobre la mesa. —Pero cambiando de tema, porque no estoy aquí para hablar sobres esos problemas. ¿Cómo están Harry, Rigel y Lily?—susurro los nombres.

—Oh, los tres están muy bien, aunque la pelirroja quisiera ya no estar más encerrada en casa, siempre esta aburrida y abrumada, si no fueran por los chicos y Rigel, estaría dando vueltas por la casa, pero te envía saludos—le respondió con una sonrisa—Suelen acompañarnos en las noches. —dijo con una sonrisa.

—Aunque suelen ser muy madrugadores. —añadió Peter. —Su hora preferida es a las tres de la mañana. Canuto cada vez esta más histérico cuando al día siguiente sus ojeras son muy notorias. Lunático se encarga de cuidarlo en el día y Canuto por la noche.

—Bueno, Canuto no puede quejarse porque fue decisión de ambos el adoptar a Rigel, sabía las responsabilidades que eso llevaba. —dijo Eva.

—Es verdad, pero suele ser muy impulsivo. —dijo el de cabello rojizo. —¿Jhon?—miro a su amigo quien mantenía su vista en un vaso de cristal. James levantó la mirada.

—Sabes, nunca te pregunté...—James miro a Eva. —¿Cómo siguió tu abuelo?—la castaña lo observó confundida.

—Yo nunca...—Eva se quedo callada de golpe. Ella nunca le había dicho a nadie sobre su abuelo, la única persona de su familia que de verdad la amaba, excepto a dos personas. —¿Eran ustedes?—la castaña lo miró con atención, mientras que Peter paseaba su atención de la chica a su amigo

—¿Ustedes? ¿Que está pasando? ¿De que me perdí?—Peter miro de Eva a James, una y otra vez, hasta que la castaña le respondió.

—Cuando yo estaba en segundo grado, mi abuelo tenía problemas en el corazón y...fue difícil para mí afrontarlo ya que el siempre solía jugar conmigo, a pesar de saber que estaba enfermo, el... siempre me contaba historias que vivió, incluso llegó a contarme la historia del sol y la luna, era mi favorita.  Eran mediados de segundo cuando me llegó una carta de mi padre, donde decía que el abuelo estaba en San Mungo. —Eva mantenía su vista en sus manos, mientras jugaba con ellas. —Ese día que yo recibí la carta, no quería ver a nadie, por lo que solo salí corriendo del Gran Comedor. Me senté en un pasillo solo, o al menos eso creí hasta que...

—Yo y Lily la encontramos. —dijo James por ella. —Saliamos de la oficina de Dumbledore, después del problema que Canuto tuvo con unos niños de primero...

—Claro, ahora lo recuerdo, los niños alérgicos a la sustancia azul viscosa, si, no le hablaste por una semana. —dijo Peter.

—Exacto. El punto es, que terminamos esa charla y, cuando nos dirigíamos al Gran Comedor nos encontramos con una niña de segundo año llorando en el suelo, y una carta aferrada a su pecho con tanta fuerza. —James miro Eva, quien parecía estar en sus pensamientos. —No nos gusto verla de ese modo. Y nos acercamos a ella rápidamente, y vimos que era de Slytherin, no importaba en realidad de que casa era, después de todo, siempre hay personas que te molestan aún estando en tu misma casa. Recuerdo esa noche como si fuera ayer; ella tenía tanto miedo de perder a su abuelo, que solo nos miro y nos abrazo hasta quedarse dormida de tanto que había llorado.

—Nunca te agradecí por ello, James. Solo a Lily. En realidad, ni siquiera sabía quién eras en ese momento. —Eva soltó una pequeña risa. —Gracias. —James le sonrió mientras tomaba una de sus manos por encima de la mesa. —Y a ti también Peter, por estar aquí y animar mi fin de semana. —el pelirrojo asintió mientras una sonrisa se formaba en su rostro.

—Es noche, yo te prometí algo, cuando te lleve en mis brazos a la sala común de Gryffindor. —Eva lo miró atenta. —Sabia que no podrías escucharme, o que ni siquiera sabías quién era yo, pero yo sí sabía quién eras y... siempre te vi tan solitaria y amable que, me prometí protegerte de todos aquellos que quisieran molestarte.

—Ahora entiendo porque un alumno de último año amaneció adherido a la puerta del Gran Comedor después de que me robaran mi tarea. Fue gracioso.

—Y mantengo mi promesa pequeña Eva. —dijo James.










[...]



















Cuando llegó a su habitación, tuvo que evitar que un jadeo saliera de su boca cuando lo primero que vio al entrar fue a Sebastián, parado en el medio de su habitación observandola. Tanto, que Eva se sintió aprisionada.

—¿Sebastián, que haces en mi habitación?—pregunto Eva confundida, pero sin cerrar la puerta, con un pie dentro y otro fuera, por si era necesario.

Tenía un mal presentimiento.

—Lo mismo podría preguntarte yo Evvie. —Lockwood la miro con una sonrisa sarcástica acercándose a ella, obligando a Eva a retroceder. —Se supone, nomás irías a Hosmeade por dulces a Honeydukes, incluso irías con Hagrid y la profesora McGonagall, pero, cuando te fuí a buscar para pasar tiempo juntos...

—¿Pasar tiempo juntos?—Eva alzó sus cejas fingiendo estar sorprendida. —Era eso o tu querida amante ya se canso de ti. —dijo mientras hablaba entre dientes, manteniendo una distancia considerable. —Todos en Hogwarts lo saben. Y una cosa más, Bastián, yo no te pertenezco, cómo has estado diciéndole a toda la bola de idiotas de los chimpancés de tus amigos.

—Despues hablaremos de eso, cariño...—y en menos de un minuto, Eva fue ingresada con brusquedad a la habitación, mientras la puerta se cerraba de un fuerte golpe, y Eva temió cuando Sebastián silencio la habitación. El Slytherin la tomo fuertemente de la muñeca atrayendola hacia el y poniendo una mano en su mandíbula. —¿Dónde estabas?

—Que te valga un carajo. —Eva soltó con violencia y escupiendo en su rostro. —No eres quien para exigirme. No soy una de tus marionetas. No soy, de tu propiedad.

—Oh Eva. Claro que lo lo eres, aún no, pero pronto lo serás. —Sebastian puso su mano en su cuello con fuerza y lanzandola hacía la cama.

Eva trató de alejarse lo más posible, pero Sebastián la tomo de las piernas acercándola a él y nuevamente, colocando su mano en su cuello con fuerza. Rousseau intentaba con sus fuerzas, liberar ese agarre, mientras se retorcía bajo su agarre, al saber cuáles eran las intenciones de Lockwood en ese momento.

Sentía que tendría una crisis ahí mismo. No podía evitar soltar lágrimas de dolor por el agarre de Lockwood sobre su cuello, como empezaba a quedarse sin aire, como...el ponía sus labios sobre los suyos a pesar de que ella ponía resistencia.

La mano de Sebastián se coló por debajo de su vestido. Eva se retorcía con ferocidad de su agarre. No podía creer lo que estaba a punto de pasar. No otra vez.

No quería repetir aquellos escenarios en su cabeza de su niñez. No quería sentirse un asco de nuevo.

Su llanto aumento en el momento que sintió la mano de Lockwood sobre su feminidad. Sentía los labios de el sobre los de ella. Quería correr, quería huir, pero estaba en un shock, que muy poco la deja pensar.

Comenzó a sentir como su aire faltaba en el momento que el agarre en su garganta aumento. Grito cuando su vestido fue totalmente rasgado y dejando a la vista su cuerpo.

—No, no, no...—murmuró con temor. —Por favor, de nuevo no...otra vez no...

Sentía la mano de Lockwood por su cuerpo, su busto, sus piernas, sus labios...era todo horrible para ella. Quería huir. Pero no podía hacerlo, como siempre.

Se retorcía bajo el agarre de Sebastián, su cabeza se inclinó hacia atrás buscando algo que la ayudara. Y en el momento que vio esa oportunidad, estiró lo más que pudo su mano para tomar una fotografía en un marco de cristal. Lockwood parecía estar ignorando aquello, pues no se dio cuenta cuando Eva tomo el cuadro, hasta que sintió un fuerte golpe en su cabeza.

Lo obligó a alejarse de Eva, tocando su cabeza y observando su mano, se dio cuenta que su frente sangraba.

Eva se levantó, y tomo su varita mientras lo apuntaba. Se acercó lo más que pudo hasta  tomar una manta de su cama y cubrir su cuerpo tembloroso.

Sebastián soltó una risa burlona mientras la observaba.

—Vamos Eva, ambos sabemos que quieres esto tanto como yo. Te has resistido tanto a mis caricias, mis besos, que creo imposible que ahora lo hagas. Solo estás ocupando tu papel de víctima. Uno que siempre has usado. Bien sabes que eres mía, a pesar de que aún no lo demuestras...

—Yo no soy tuya idiota. —Sebastian borro su sonrisa. —¿Y sabes algo?

—Sorprendeme.

—Regulus Black, es mi prometido.

—Sabia que su cercanía contigo tenía algo que ver con eso. —Sebastian avanzo tres pasos amenazante. —¡Estabas engañandome con ese idiota todo este tiempo! ¡Eres una maldita zorra!

—¡Tu madre era una zorra, Lockwood! ¡Ni siquiera eres hijo de quien dices ser tu padre! ¡Eres producto de cinco aventuras de tu madre! ¡Eres un bastardo! Fue por eso, que el hombre que está en Azkaban asesino a tu madre, porque le dio un bastardo, un idiota como hijo. Uno que ni siquiera era suyo. Y te habría asesinado a ti, si no fuera porque los Aurores llegaron a tiempo.

—Acabas de cabar tu propia tumba. —Eva sintió su corazón acelerar cuando vio que Sebastián sacaba una navaja de su bolsillo trasero.

—Hazlo. Mátame. Después de todo, no seguiré viendo lo estúpido que eres. Lo bastardo que eres. La deshonra que le das a tu apellido. Pero sobretodo, no tendré que escuchar como tu abuela habla de ti en cada fiesta cuando no asistes. Un idiota lleno de egocentrismo que solo es un cascarón sin nada en su interior.

—¡Maldita perra!—Lockwood se acercó con la navaja en mano, mientras Eva preparaba su varita.

Pero su sorpresa llegó cuando Sebastián fue alejado de estar cerca de ella con agresividad y terminando en el suelo.

—Regulus...































Lune_black

AAAAAAAAAAAAAHHHHHH

SENTÍ ADRENALINA AL ESCRIBIR ESTO!!

PREPÁRENSE...😶

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