004
"Prefiero la tranquilidad de mi soledad, que la decepción de la mala compañía"
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1980
Eva caminaba por las abarrotadas calles del callejón Diagon, menos le podía importar. Este año entraría y cursaría su quinto año. Solo que este año sería diferente. Regulus era quien la había acompañado al callejón Diagon junto a Blu y Kreacher, el elfo doméstico de los Black.
Rosseau regresaría como una chica de quince años recién cumplidos, pero comprometida, algo en lo que no podía estar en más desacuerdo. Al menos está vez si tendría tiempo libre para ella en lo que volvía a Hogwarts, ya que sus padres habían dado la maravillosa idea de que Eva debía pasar los últimos días junto a Regulus antes de volver a Hogwarts.
Caminaba con una dulce sonrisa en su rostro, saludando a los más pequeños que se veían estaban emocionados por entrar a su primer año, inclusive se había encargado de comprarle un pequeño conejo a un niño hijo de muggles, que se había desilusionado porque no podía tener a su mascota por los escasos recursos de sus padres, más el niño no dijo nada y solo puso una sonrisa tomando las manos de sus padres, comenzando a caminar, algo que rompió el corazón de la castaña.
Cuando salió de la tienda de túnicas de Madam Malkin, y se dirigía hacia Gringrotts, dónde se supone se reuniría con Regulus, al menos hasta que sintió una mirada pesada sobre ella, incluso pasos a sus espaldas, lo que la obligó a detenerse. Cuando giro la mirada pudo identificar a un hombre pelinegro y de ojos grises, que la hizo elevar una ceja en señal de reconocer al hombre de algún lado pero sin esperanzas de siquiera dirigirle la palabra.
Sin embargo, los ojos grisáceos llamaron su atención, eran demasiado parecidos a los de su prometido, incluso parecía como una copia casi idéntica, solo diferenciando por la sonrisa arrogante y divertida que tenía en su rostro y el cabello recortado, todo lo contrario a Regulus, que por otro lado preferiría mantener su postura sería frente a todos, pero frente a Eva, realmente parecía ser otra persona, algo en lo que muy en el fondo no le molestaba.
—¿En qué puedo ayudarle...?—dijo Eva dejando la incógnita de la falta de presentación del hombre y la falta de respeto que había tenido por haberla estado siguiendo.
—Sirius Black. —Eva asintió aún manteniendo su postura recta. Ella nunca se equivocaba cuando decía que conocía demasiado bien a las personas, y aparentemente el hombre frente a ella, solo quería una cosa. Atención.
—Sirius Black. —reafirmó. —Supongo que usted debe conocerme, pero por si acaso, Eva Rosseau...—Black tomo su mano y beso el dorso de Eva, golpeandose mentalmente por lo que estaba apunto de hacer—... próximamente Black. —Sirius levantó la mirada interrogante. —Prometida de su hermano, Regulus Black.
—No sabía que mi hermano había vuelto. —dijo Sirius mientras observaba a la castaña frente a el. —¿Sabe dónde se encuentra? Me gustaría hablar con el sobre unos asuntos... importantes.
—No sabría decirle dónde encontrarlo, señor Black, el solo me acompaño y se retiró diciendo que debía resolver unos asuntos.
—¿La acompañó al callejón Diagon?—pregunto Sirius con rareza—¿Usted, sigue estudiando en Hogwarts?
—Creo que la respuesta es demasiado obvia señor Black.
—Si no le molesta que pregunte, y de verdad espero que no se lo tome a mal, ¿Que edad tiene?—Eva lo observó con una ceja alzada.
—Es de mala educación preguntarle a una mujer su edad. Pero para que sepa y se quite la duda de la cabeza, cuento con... diecisiete años. —mintio.
—Debo decir que no esperaba que mi hermano fuera comprometido, el siempre huía del compromiso, aún mas cuando mi madre dijo que debía llevar el honor a la familia, además, debe saber, señorita Rousseau, y claro sin el afán de molestar o arruinar su...extraña relación, pero, no se si lo menciono pero estaba muy enamorado de Pandora Malfoy—Eva alzo las cejas con incredulidad, se pregunto la castaña que lograba con decir aquello cuando todo era mentira—Espero que no lo tome a mal pero usted señorita merece algo mejor o mejor dicho, alguien.
—Y dígame, ¿Usted es ese hombre, Sirius Black? Porque si es así, déjeme decirle que estoy mas que feliz al estar comprometida con Regulus Black—Eva se acerco a el, quitándose uno de los guante blancos que portaba y dejando una marca roja en la mejilla de Black, al recibir un fuerte golpe de la castaña. —Usted ha caído demasiado bajo, mire que insinuarsele a la prometida de su hermano eso es algo horroroso y aun mas considerando que usted esta casado con Remus Lupin, ¿O me equivoco?—Sirius no respondió—Veo que por su silencio estoy en lo cierto. Le diré una cosa.
—La escucho. —dijo Sirius con una sonrisa divertida en el rostro y apartando la mirada de la joven brevemente para después volverla a mirar.
—La vida es como un potro salvaje. Es hermosa y fascinante pero sobretodo una aventura que requiere preparación y la experiencia es algo muy apreciado. Un hombre refuerza notablemente su atractivo personal y sus pocas cualidades físicas, son minimizadas sino que también ni siquiera tienen en cuenta por sus habilidades desarrolladas para manejar su vida. Eso no tiene precio alguno. Y por lo que veo, usted esta reparando su vida, esta creando...una familia. —dijo Eva dirigiendo su mirada a Remus, quién sostenía a un bebe de menos de un año entre sus brazos. —Usted esta arruinando esa felicidad, Sirius.
—¿Por que cree, señorita Rosseau, que no amo a mi pareja?
—Yo nuca dije que no lo amara, pero tal vez, usted si cree eso y es por eso que esta buscando la atención que aparentemente, cree firmemente que Lupin no le da, por esta nueva vida. Ya que por lo que he escuchado, era todo un casanova, desde sus catorce años y podría decir que eso de ser mujeriego sigue en pie. —dijo Eva con una sonrisa de arrogancia, algo nuevo en ella sin duda.
Antes de que siquiera Sirius pensara en decir algo o en objetar algo en lo que la castaña pudiera equivocarse, algo en lo que claramente estaba en lo cierto, un carraspeo los interrumpió, haciéndolos dirigir su mirada a la espalda de Eva y que la joven se diera la vuelta para observar a su prometido.
—Cariño—la voz de Regulus sonaba gruesa y su rostro no demostraba emociones, estaba completamente serio. Se acercó a la joven tomándola de la cintura para abrazarla a su cuerpo. Regulus dirigió la mirada a Sirius, quién no le había quitado la mirada de encima desde que apareció. Nuevamente Regulus miro a Eva, besando su cabello con dulzura. —Me preocupe cuando no te vi en Gringrotts, cariño —y fue en ese momento cuando Eva sintió ganas de vomitar y estremeciendose bajo el agarre de Black, quien la miro de reojo preocupado.
—Hermano. —la voz de Sirius hizo presencia sacándolo de su burbuja de preocupación.
—Sirius. Veo que...no has cambiado en nada, mira que coquetearle a mí prometida, igual que en los viejo tiempos, siempre queriendo ser el primero en todo, ¿No es así?—cuestionó Regulus con frialdad.
Eva seguía en su pequeña ensoñación de recuerdos, los que le gustaría olvidar y sepultur para siempre, para no dejarlos salir nunca de su vida. Recordaba como a la edad de diez años, cada que salía con su madre, su brillo en sus ojos marrones se oscurecía cada vez más, se sentía agotada, prisionera de un par de manos invisibles que le sujetaban la garganta, apretando más y más cada vez que inhalaba, y lo único que podía hacer para olvidar aquello era dormir y aunque aveces necesitará de las pociones adormecedoras, era su única forma de escape.
—¡Amita!—la voz chillona de Blu la hizo salir de sus pensamientos al sentirla abrazarse contra sus piernas. —¡Blu compró un regalo muy especial para usted! ¡Algo que mi amita siempre soño! ¡Incluso Kreacher ayudo a Blu a llevarlo a la casa de mi amita y del señor Black! ¡Blu espera hacer muy feliz a su amita!
—Oh mi dulce Blu—se agachó, abrazando el cuerpo de la criatura entre sus brazos—No tenías que hacer un regalo para mi pero es algo muy lindo de tu parte.
—¡Blu hará lo que sea con tal de ver a su ama feliz!—dijo la elfina abrazándose más a las piernas de Eva.
—Que linda elfina. —hablo un hombre castaño acercándose con un par de cicatrices en su rostro. Eva levantó la mirada y observo al hombre, al que reconoció como Remus Lupin, con un hermoso bebé entre sus brazos que miraba curioso a la castaña.
—Si, es muy linda, es como alguien más de la familia para mí. —dijo Eva, para después dirigir su mirada hacia Regulus y notar que parecía tener una especie de discusión con Sirius, para después mirar nuevamente a Remus. —Siento de verdad mis modales. Eva Rosseau. —la castaña extendió su mano a Lupin quién la tomo con una mano libre.
—Remus...
—Lupin. Lo sé, los merodeadores son muy famosos en Hogwarts aún, nadie se atreve a querer superar su récord de bromas y mejores recuerdos. Mucho menos al grandioso Remus Lupin, quien grabó su propio nombre en el campo de Quidditch. —hablo Eva con una sonrisa divertida. Remus asintió avergonzado mientras bajaba la mirada. —¿Cómo se llama? Es un muy lindo bebé.
—Oh, gracias Eva...¿Puedo llamarte Eva, cierto?
—Claro que puedes hacerlo. —dijo con una sonrisa.
—Bueno, se que ahora serás la esposa de Regulus—Eva asintio lentamente sin tomarle importancia—Así que, me atrevería decir que ahora somos familia. Por lo tanto quiero presentarte a Rigel John Black.
—Es un lindo nombre, Remus. ¿Me permitirás cargarlo un momento?
—Por supuesto. —Eva tomó al bebé en brazos y lo observó con una gran sonrisa en su rostro. Este tenía una pequeña mata de cabello negro azabache y la piel blanca lechosa. Eva observaba sus ojos, tenían un iris verde pero te perdías completamente en ellos cuando descubrias un hermoso gris. —Sirius y yo lo adoptamos por medio de la adopción de sangre.
—Es muy hermoso Remus. —Eva acaricio la mejilla del pequeño Rigel, quien río ante el toque de la castaña. Rosseau sintió la presencia de alguien a su lado, y no necesito de mirar a su derecha para saber que se trataba de Regulus. —Es una preciosura no lo crees, Acturus.
Regulus tomó al bebé entre sus brazos, con el consentimiento de Remus y con la mirada de Sirius sobre el. El niño era practicamente una copia exacta de Sirius, sin duda alguna, pero en cuanto miro sus ojos con el iris verde y grisáceo, Regulus no pudo enviar sonreír cariño y comenzó amecerlo.
—Eres una criatura del mal, ¿No es cierto?—y cómo si el bebé supiera lo que dijo comenzó a reír—Yo se que si, y es por eso que fastidiaras a Sirius quedando en Slytherin y serás alguien bueno con Lupin, ¿Cierto?—Regulus comenzó a hacerle cosquillas al bebé, causando una sonrisa en el.
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