"Del odio al amor solo hay un paso y del amor al odio, solo un engaño"

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1980

El cuerpo de Eva tembló levemente al escuchar las palabras de su elfina. Asintio lentamente bajo la mirada de Pandora, se levantó y con ayuda de la rubia retiró el mandil, que portaba para evitar mancharse de pintura.

Rousseau, miro a Pandora, quien le ofrecía un brazo, ella en un acto de amabilidad y para no dejar con el brazo colgando a la rubia lo acepto. Ambas caminaron con la elfina de Eva, detrás de ellas, cuando ambas ingresaron a la casa, pudieron hacer acto de presencia de los padres de la castaña, pero sobretodo de la presencia de los Black ahí.

Cuando ambas estuvieron frente a la familia Black, no dudaron en hacer una corta reverencia, como sus madres habían enseñado. Regulus, se acercó hasta Eva, para tomar su mano con firmeza y delicadeza, para dejar un beso en el dorso de su mano, algo que simplemente no pudo agradarle a Eva.

No es que Black, le desagradara es solo que... Ella lo odiaba por quitarle su preciosa libertad, estaba tan feliz por aquello, esperando durar hasta sus diecisiete años para ser comprometida, pero al parecer sus padres no estaban de acuerdo con ello y decidieron comprometerla con solo catorce años y con alguien que era siete años mayor que ella. Eva, no pudo evitar sentir rencor hacia Black, claro que no podía expresarlo, pero era más que claro que Regulus, ya lo sabía, y su mirada lo decía todo.

—Eva Rousseau, es un gusto para mí conocerla. —dijo Regulus con una pequeña sonrisa, y en cierto aspecto lucia divertida.

La castaña no hizo más que plasmar una falsa sonrisa en su rostro: —Para usted y hasta el momento de casarnos sigo siendo señorita Rousseau, no ha obtenido mi permiso para llamarme por mi nombre. —Regulus, ladeó un poco la cabeza y alzó una ceja sorprendido.

Eva, sintió un fuerte pinchazo en su brazo, puso una mueca en su rostro para mirar a su padre, quien había hecho aquella acción al sentir la mirada juzgadora de los Black, mayores, que no hacían más que observarla con desagradó. Pandora, miraba todo con nerviosismo, había conocido a Regulus en Hogwarts pero era totalmente otra persona a la que ella conoció, lucia mucho más frío, distante pero sobretodo parecía tener el poder sobre Walburga y Orión.

—Comportate, ¿Quieres?—susurro su madre en su oído—El hombre más famoso de Estados Unidos pidió tu mano y ya lo aceptaste, así que ahora comportate como una buena chica y pon esa linda sonrisa tuya.

La castaña sintió ganas de hechizar a suadre en ese momento, pero simplemente suspiro y miro a sus...suegros con una sonrisa, como si nada de lo anterior hubiera pasado. Pandora, caminó hasta estar al lado de su mejor amiga, y como siempre, los señores Black, no hicieron más que observarla con una sonrisa.

—Señorita Malfoy, es un gusto verla de nuevo—soltó Orion, borrando todo tipo de signo de desagrado con el que había mirado a la castaña—Supimos por Lucius, que ibas a casarte.

—Así es, me casaré con Xenophillus Lovegood. —contesto la rubia con una sonrisa.

—Oh cariño, que feliz estoy por ti, es una lastima que no gustaras de mi Reg, me hubiera encantado que fueras tú quien contrajera matrimonio con el—soltó Walburga sin un poco de tacto, como si Eva, y sus padres no estuvieran ahí. Regulus, miró a su madre pidiéndole que se callará con la mirada.

—Siento que mi madre dijera eso, últimamente no piensa lo que dice, claro que, nunca lo ha hecho pero no es algo que no se pueda solucionar con una simple visita a...San Mungo, ¿Cierto, madre?—dijo Regulus mirando a Walburga respectivamente.

—No te preocupes por eso Regulus, sabemos lo difícil que es tener a una persona...enferma en la familia.—dijo la madre de Eva, con una sonrisa en su rostro—Pero siempre lo mejor es eliminarla, para ya no tener problemas.