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────chapter one.

2527 PALABRAS

━━━━❝I didn't have it in
myself to go with grace
And you're the hero
flying around, saving face
And if I'm dead to you, why
are you at the wake?
Cursing my name, wishing I stayed
Look at how my tears ricochet❞

MY TEARS RICOCHET, TAYLOR SWIFT

UN AÑO ANTES...

Jean suspiró profundamente antes de entrar a la habitación de Jocelyn, tratando de no hacer ruido. Entró y, posteriormente, cerró la puerta con cuidado, dejándola apenas emitir un suave clic mientras se apoyaba la puerta. Llevaba en sus manos una bandeja con comida y algunos papeles importantes.

Sus ojos recorrieron la habitación hasta detenerse en la figura de la joven rubia, que yacía recostada en la cama, dándole la espalda.

Cubierta hasta los hombros por la frazada, su cuerpo inmóvil proyectaba una desconcertante sensación de debilidad y agotamiento. Jean dedujo que Tormenta la había convencido de ducharse, pues el cabello mojado de Lyn lo delataba. Pero ahora, en ese silencio pesado, Jocelyn parecía haber regresado a su estado anterior, atrapada en un abismo de sus propios pensamientos.

La pelirroja rodeó la cama y colocó la bandeja sobre la mesita de luz, luego repitió la misma acción con los papeles. Jean esbozó una sonrisa forzada, lo cual era  un reflejo del dolor que compartía al ver a Lyn con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas contenidas. Luego, se sentó en el borde de la cama. Por instinto, lo primero que hizo fue posicionar su mano en el hombro de Lyn.

Por un instante, Jean pasó desapercibida para Jocelyn, cuya mirada seguía fija en un punto fijo, perdida en pensamientos oscuros que la habían atormentado durante los últimos días.

Scott, Tormenta, Jean y Charles no podían ocultar su preocupación. Visitaban a Jocelyn en su habitación con frecuencia, intentando ofrecerle apoyo a su manera.
Jocelyn sentía un impulso abrumador de pedirles que la dejaran sola, que la dejaran lidiar con su dolor a su manera. Pero las palabras se quedaban atrapadas en su garganta, porque sabía que ellos solo querían ayudar. Eran lo más cercano a una familia que tenía, y lo demostraban cada día con su constante presencia y cuidado.

—Lyn, te traje comida. Scott la preparó especialmente para ti, hizo lo que más te gusta—murmuró con delicadeza, rompiendo el incomodo silencio con su voz mientras acariciaba de manera reconfortante el brazo de su amiga, buscando transmitirle un poco de calma—Deberías comer aunque sea un poco...

—No tengo hambre—respondió Jocelyn luego de estar en silencio por tanto tiempo, aún sin mirar a Jean.

—Llevas tres días sin comer absolutamente nada. Lo único que bebed es agua, pero porque Ororo te obliga—expresó Jean, logrando que Jocelyn finalmente la mire—No puedes seguir así, te estás haciendo daño. Charles está preocupado por tu estado.

—¿Qué sentido tiene absorber el dolor ajeno si no hay nadie que pueda aliviar el mío?—inquirió Jocelyn repentinamente con una voz temblorosa, sin dejar de mirar a Jean—Llevo diez años atrapada en esta misma pesadilla, sin que nada cambie.

—Lyn...

—Solo quiero que por una maldita vez funcione, Jean —comentó Jocelyn, elevando el tono de voz con frustración mientras se incorporaba en la cama —Yo solo... solo...

No logró completar la frase. La tensión acumulada durante días comenzó a desbordarse, y Jocelyn, visiblemente quebrada, mostró claros indicios de que quería llorar. Y eso fue lo que sucedió. En cuestión de segundos, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos con una intensidad abrumadora. La rubia hundió el rostro entre sus manos, su llanto se desató sin control. Era un torrente de emociones que parecía no tener fin.

Luchando por contener sus propias lágrimas, Jean se acercó impulsivamente y envolvió a Jocelyn en un abrazo cálido y reconfortante. Jocelyn, al sentir el abrazo, apartó rapidamente las manos de su rostro y correspondió al abrazo.

—Esto tiene que ser una maldición—musitó Jocelyn entre sollozos—Creí que esta vez sería diferente a los otros cuatro embarazos. Tenía esperanza de que no volvería a suceder, pero me equivoqué. No estoy destinada a ser madre—susurró, su voz era apenas audible—Solo quiero a mi bebé...

La pelirroja permaneció en silencio, sin saber cómo aliviar el dolor de su amiga. Sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta, incapaz de encontrar la manera correcta de decirle lo que realmente estaba pasando. Jocelyn se aferraba a la idea de un milagro, una esperanza casi insostenible que Jean no podía quebrar con la verdad tan cruel que traía consigo.

—Lyn, no es tu culpa, no lo es —habló con suavidad, buscando las palabras precisas para tranquilizarla— Y tampoco es una maldición. A veces… —se detuvo, intentando dominar el temblor de su voz—a veces las cosas simplemente no salen como queremos.

Jocelyn se apartó del abrazo con delicadeza, limpiando sus lágrimas con la manga de su camiseta. El cansancio se evidenciaba en su mirada, una fusión de dolor, enfado y la impotencia de no poder dominar lo que ocurría en su cuerpo.

—Entonces, ¿qué demonios es, Jean?—preguntó— Porque estoy cansada de luchar. Estoy cansada de perder una y otra vez. Y se suponía que Drew estaría siempre conmigo para apoyarme, pero el idiota fue quien provocó todo esto y huyó como un verdadero cobarde.

Jean asintió con un nudo en la garganta, sintiendo la desesperación y rabia de su amiga como si fuera propia. Sabía que las palabras ya no eran suficientes y que lo que estaba por hacer sería como lanzar una bomba en el frágil estado emocional de la mujer.  Con manos temblorosas, recogió los papeles que descansaban sobre la mesa junto a la cama y los observó durante unos segundos, buscando en ellos una respuesta que le facilitara todo.

—Necesito que veas esto, Jo—dijo finalmente, con un hilo de voz.

Jocelyn tomó el sobre con cautela, mirándola  con confusión y miedo. No entendía qué podían significar esos papeles, pero algo en el semblante de su amiga le dijo que no eran buenas noticias.  Lyn rebuscó en su memoria y recordó que el día anterior Charles le había recomendado hacerse unos exámenes médicos, solo por precaución. Ella accedió sin problema.

A pesar de su propio nerviosismo, sabía que en la mente de la rubia se agolpaban pensamientos mucho más oscuros y tortuosos, ideas que Lyn no se atrevía a poner en palabras. Cada segundo que pasaba parecía intensificar la ansiedad, y Jean podía sentir los fragmentos de miedo y desesperación que se filtraban de la mente de Jocelyn.

—Voy a darte un momento —añadió Jean, forzando una sonrisa—Léelo cuando te sientas lista—Si necesitas hacer... lo que ya tienes en mente, adelante— sugirió— Haré todo lo que pueda para que Charles no se entere.

—Ya sé a que te refieres, Jean. Y no, no voy a intentar comunicarme con Evan nuevamente. Solo pierdo mi tiempo—murmuró. Lyn anhelaba descubrir qué pensamientos adicionales tenía Jean y qué estaba escondiendo acerca de los resultados de los análisis. Ella, al igual que su amiga, posee varios dones, incluyendo la telepatía y la telequinesis. Sin embargo, debido a su debilidad actual, no podía utilizarlos adecuadamente.

—Me duele saber que aun tienes la esperanza de recuperar a tu hermano.

Lyn frunció los labios suavemente y negó.

—Esa esperanza desapareció hace mucho. Creo que simplemente debo aceptar que mi hermano mayor murió el día que eligió abandonarme para unirse a Erik.

Ambas sabían que no estaban engañando a la otra. Jean era plenamente consciente de que Jocelyn no estaba diciendo la verdad, y Jocelyn sabía que la pelirroja había notado su mentira. Lyn aún conservaba una pequeña esperanza en su corazón, esperando que su hermano actuara a tiempo antes de que fuera demasiado tarde.

—Hagamos de cuenta que te creo, Lyn—añadió—Pero todos sabemos que aún esperas que Evan recapacite, que abandone a Erik y vuelva a ser el mismo de antes. Que vuelva a ser tu hermano—continuó—Aunque es algo imposible, ya Erik lo crió como si fuera su propio hijo y Evan aprendió a ser como él. Es un mini Magneto.

—Mi madre estaría tan decepcionada de él—comentó, frunciendo suavemente los labios antes de continuar—Su indiferencia comenzó cuando asesinaron a Noah... —confesó, refiriéndose a la trágica muerte de su mellizo—Luego, con la muerte de mi madre, él se transformó por completo.

—¿Crees que Evan superó toda esa situación?

—Nunca lo sabré—negó con la cabeza— El muy imbécil encontró la manera de bloquearme para que no pueda entrar en su mente.

Lyn no podía negar que por un lado entendía completamente a su hermano. ÉlTras vivir experiencias desgarradoras, se había vuelto una persona fría y oscura.

A los diez años, perdió absolutamente todo: su familia, su hogar y la inocencia propia de un niño. Cada cicatriz en su alma lo endureció, volviéndolo impenetrable y distante, incapaz de confiar en los demás o de mostrar vulnerabilidad. Ella no podía minimizar su dolor, pero él no alcanzó a ver lo que ella sí.

Lyn tuvo que presenciar como los hombres de Sebastian Shaw le cortaban la garganta a su mellizo solo porque querían darle una "advertencia" a los X-men, principalmente a Charles y Erik, para que dejen de entrometerse en sus asuntos. Jocelyn quedó tan traumatizada con ese asunto que, cada vez que lo recordaba, perdía por completo el control. Ese recuerdo era como un interruptor que se activaba y desactivaba constantemente, provocándole aún más dolor.

Lyn solía contarle a los demás que su hermano mellizo se comunicaba con ella. Aparecía en sus sueños, la buscaba en momentos tristes o incluso se manifestaba cuando ella estaba sola en su habitación. Sin embargo, nadie le creía. Todos lo atribuían a la imaginación de una niña, excepto Charles. Él siempre creyó en su historia, sin importar cuán increíble o absurda pudiera parecer a los demás.

Xavier llegó a la conclusión de que Noah, a pesar de no estar físicamente presente, no quería dejar sola y desprotegida a su hermana. Durante una sesión espiritual, Charles tuvo la oportunidad de comunicarse con el niño. El pequeño Noah le dijo que debía prometerle que jamás dejaría sola a Jocelyn. Por lo tanto, Charles le juró que la protegería y cuidaría tanto, de tal forma que Jo no volvería a sentirse desamparada. Y de esa forma, Noah pudo estar completamente en paz al saber que su hermanita estaría en buenas manos.

Aunque muchos pudieran pensar que era una completa locura, para Charles y Lyn, todo aquello fue tan real como el aire que respiraban.

—Si necesitas algo, llámame, ¿de acuerdo? Estaré con Scott en el jardín —comentó Jean rompiendo el incómodo silencio entre ambas y Lyn asintió.

Jean salió de la habitación antes de que Jocelyn pudiera decir algo, cerrando la puerta con un leve clic. Se alejó un poco de allí, apoyó la espalda en la pared del pasillo y exhaló profundamente, sintiéndose culpable por no haber sido capaz de decirle la verdad a la cara. Sabía que esos análisis confirmarían lo que Jocelyn tanto temía, lo que ella misma no había tenido el valor de decir en voz alta.

Lyn bajó la mirada, centrando su atención en lo que tenía entre sus manos y retiró los papeles del fólder. Luego, comenzó a leer detenidamente, sin decir ni una sola palabra. Algo en en su interior le decía que debía prepararse para lo peor.

Resultados de la Evaluación de Fertilidad: Los estudios indican una insuficiencia ovárica primaria que impide la posibilidad de futuros embarazos.

Descripción del Evento Neonatal: El último embarazo de la paciente resultó en la pérdida del bebé debido a causas naturales. La autopsia revela que la muerte se produjo por una combinación de factores relacionados con el desarrollo fetal y complicaciones durante el parto. El informe no muestra anomalías genéticas ni problemas evidentes que pudieran haber sido identificados previamente.

Conclusión: Lamentablemente, los resultados confirman que debido a la condición médica de la paciente, no se recomienda intentar futuros embarazos.

Habían más detalles en aquel análisis médico que representaba lo que estaba ocurriendo con su cuerpo y las cuidados que debía implementar. Sin embargo, Lyn no fue capaz de seguir leyendo ni una sola palabra más.

Un torrente de ira y desesperación la invadió, empujándola a arrancar cada página, rompiéndolas en pedazos diminutos y lanzándolos al suelo. Estaba furiosa, enojada consigo misma ya que se sentía culpable. Las lágrimas, intensas y desbordantes surcaron su rostro mientras arrojaba los restos del análisis, liberando su dolor en un acto de destrucción impulsiva.

La rubia giró lentamente, apoyándose en el borde de la cama mientras sus pies tocaban el frío suelo de la habitación. Se levantó con cautela, entrelazando sus manos y jugando suavemente con los dedos. Caminó con pasos vacilantes hacia el espejo, que yacía en el suelo contra la pared, sin colgar desde que lo había comprado.

Colocó ambas manos a los costados de su cuerpo, y las lágrimas no tardaron en brotar nuevamente. Su reflejo en el espejo lo decía todo: estaba completamente destruida. Se sentía horrible en todos los aspectos, tanto física como mentalmente.

Nunca se permitía estar desarreglada, pero situaciones como esta la consumían tanto que no tenía fuerzas para arreglarse. Su cabello, usualmente cuidado y brillante, ahora caía en mechones desordenados alrededor de su rostro, y las sombras bajo sus ojos revelaban noches sin dormir.

En una de sus numerosas charlas con Evan mediante proyección astral (que, claramente, le costaron un buen regaño de parte de Charles), él le había dejado en claro que ningún hombre se fijaría en ella de forma romántica, ya que ella era egoísta y representaba un ejemplo de chica "poco agraciada". Cada conversación repetía lo mismo, como si quisiera grabar esas palabras en su mente.

Pero a ella no le importaba. Sabía que su felicidad no dependía de la atención de ningún hombre.

El Profesor le sugirió que ya no intente comunicarse con su hermano porque evidentemente él no tenía interés en conversar con ella. Y si Jo seguía insistiendo, las cosas empeorarian.

—Te ves horrenda, maldita cobarde—masculló, mientras se miraba en el espejo—Evan tiene razón. Eres débil e inútil. Tanto que no eres capaz ni siquiera de culminar un jodido embarazo con normalidad.

Pese al odio de los demás, Jocelyn siempre será la mayor enemiga de sí misma.

—No importa que tanto se preocupen por ti—susurró—Nunca aceptarás ayuda, porque prefieres hundirte en tu propia autodestrucción.

En cuestión de segundos, el espejó comenzó a quebrarse poco a poco. Era algo que Jocelyn estaba provocando, porque ella estaba igual de rota que ese espejo.  Estaba apunto de perder el control y necesitaba desquitar toda su ira con algo. Sus iris se tornaron de un intenso color rosa y su respiración se tornó agitada. A medida que el enfado la consumía, las cosas a su alrededor comenzaron a tambalearse y a moverse de manera errática.

La rubia se desplomó de rodillas en el suelo, incapaz de mantenerse de pie. Sus piernas, temblorosas y debilitadas, cedieron por completo bajo el peso de su agotamiento.

En un momento de descuido, Jocelyn dejó escapar un grito desgarrador que provocó que el espejo se rompiera por completo. Las ondas de energía rosa se expandieron a su alrededor, envolviendo la habitación en una serie de vibraciones.Durante tres días, se había contenido de expulsar toda la ira y tristeza acumulada. Y este es el momento, el instante en el que ella alcanza su límite y necesita estallar.

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