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01. the worst nightmare came true

La 154 ya estaba más que acostumbrada a ese tipo de incidentes, Judd va manejando el camión con todo el equipo detrás.

Henry ve el fuego arder desde la distancia, gracias a la pequeña ventana. Desde hace años él ya no siente esa sensación abrumadora que lo lleva a pensar que lo peor pasará.

Es lo mismo de siempre, todos sabían lo que tenían que hacer y cómo hacerlo, no había nada de lo que preocuparse.

En algún punto del incendio, la presión del agua ya no basta y deben actuar rápido. Judd busca un hidrante mientras Henry sostiene desde las escaleras el extremo superior de la manguera. 

Todo marcha bien, la presión del agua ya es suficiente y Henry puede maniobrar con más rapidez debido a la superficie que el agua puede abarcar.

Grace, el despachadora del 911 le dice a Judd por la radio que deben evacuarlos pues hay químicos que de ser expuestos al fuego, causarán daños graves.

Judd corre, gritando y agitando sus manos para que puedan darse cuenta. Henry es el único que voltea, sin descuidar su tarea.

—¡Tienen que apartarse!

Hay un estallido, Henry no sabe dónde ha quedado Judd y la potencia de la explosión lo desorienta. Un pitido resuena en sus oídos y a lo lejos, distingue la voz de Judd llamando su nombre.  Conforme va cayendo, un ardor intenso le arrebata la posibilidad de hablar. Es la primera vez que experimenta un dolor físico tan intenso, puede sentir como su piel arde cada vez más mientras pasa el tiempo. No ve a los demás. Lo último que distingue antes del golpe en su cabeza es el cielo nocturno de Texas, y la gran estela de humo que se vuelve más  densa a medida que el fuego aumenta. Judd lo ve caer y no sabe si está con vida.

Intentó advertirles de la explosión, pero fue demasiado tarde. Todo pasó con demasiada rapidez y ahora él piensa que es el único que ha quedado con vida. Está desorientado, confundido, asustado. Sabe de sobra que su profesión implica estar en cercanía constante con la muerte, pero cada vez que las alarmas suenan, se dice a sí mismo que si se fueron todos, todos regresarán.

Pero precisamente esa noche, se cumplió su más grande temor. Una parte fundamental de su persona se desvaneció ante sus ojos, sus compañeros habían muerto. El único cuerpo que queda cerca de él, es el de Henry.

Se arrastra hacia él, con todas sus fuerzas. Apuña la tierra que está a su paso, no se permite a sí mismo llorar.

El rostro del joven está cubierto de ceniza, su uniforme está en mal estado por la exposición al fuego, y una fina capa de polvo lo recubre. Distingue que hay una quemadura a lo ancho del lateral izquierdo de su cuello. Sostiene con cuidado su cabeza, viendo su rostro mejor.

—Henry…— lo llama, desesperado— Henry, vamos

No responde. Sus labios están resecos, entreabiertos. Sus ojos permanecen cerrados y hay un hilo de sangre que cae de su ceja derecha.

Judd presiona sus dedos índice y medio en el lateral derecho de su cuello para detectar el pulso.  Hay uno, pero es débil y tienen que intervenir cuánto antes.

—Vamos hijo, despierta. ¿Qué le voy a decir a Bea?— le susurra, esperando que al menos abra los ojos— aguanta, ya van a llegar.

Logra captar las sirenas a lo lejos. Le suplica que resista. No sabe cuánto tiempo ha pasado cuando varias patrullas se apresuran a rodear el perímetro. Detrás de ellas llegan las ambulancias.

William baja de su unidad con rapidez, junto a Alex y otros compañeros. El humo no les permite ver con claridad y tienen que usar sus linternas, que no sirven de mucha ayuda.

El rubio distingue dos bultos no muy al fondo, corre hacia ellos sin importar que el humo que inhale dañe sus pulmones y le impida respirar con normalidad.

—¡Tienes que salir, Judd!

—¡Los demás están allá!— Judd le contesta, poniéndose de pie para sacar a Henry de ahí

—¿¡Vivos o muertos!?

—¡No sé, William!

—¡Pues que averiguarlo no te cueste la vida, vamos!

Tuvieron que solicitar apoyo del cuerpo de bomberos de Dallas. De toda la 154, solo quedaban dos. A uno lo aquejan las heridas físicas, a otro las del alma.

Esa era una de las primeras emergencias de Adela. La más trágica, si se lo preguntan. El fuego que se avistaba a metros de distancia, era la antesala a un vuelco en su corazón y que marcaría su hasta entonces corta carrera profesional. A la par de las ambulancias, también llegaron las camionetas de servicios médico-forenses.

Mientras veía como Alex interrogaba a Judd, ella y sus compañeros se hicieron cargo de Henry.

Se percatan que hay un golpe en su cabeza, está sangrando y ha quedado inconsciente por la fuerza de la caída.

Lo colocan con cuidado sobre la camilla, Adela se encarga de cortar con unas tijeras la parte superior de su uniforme. Cuando el corte es ligeramente largo, ella misma lo desgarra con sus manos

—Hay una quemadura de segundo grado en el lateral izquierdo del cuello, que se extiende por su brazo y en el costado del abdomen, hay un ligero corte en la ceja derecha y al parecer recibió un golpe en la cabeza— reportó, reposa la campana  de su estetoscopio en el costado de su corazón— hay pulso, tenemos que administrarle oxígeno, dependiendo del comportamiento de su ritmo cardíaco habrá que reanimarlo.

Sube a la ambulancia con él, con las tijeras corta su uniforme, para evitar que la tela se adhiera a la superficie de la quemadura. Hay ampollas en su costado y la herida supura en su cuello. 

Henry abre y cierra los ojos, tratando de moverse.

—Necesito que estés quieto  ¿Si?— Adela acomoda la mascarilla de oxígeno para que pueda recibir la dosis de forma adecuada— te vamos a ayudar.

Ve en su uniforme la pequeña etiqueta con su nombre bordado.

Henry Fox.

—Tranquilo, Henry. Estás en buenas manos

William está ansioso, viendo cómo se llevan a su primo y él no tiene idea del estado en el que está.

—Hannover—Alex intenta captar su atención— ve con él, anda

William duda por un momento, pero al final, corre como si su vida dependiera de ello.

—¡Hey! ¡Deténganse!— grita. Sabe que quien va en esa ambulancia es Henry.

Uno de sus compañeros le grita que se suba a su unidad, para que con sus sirenas les abra el paso. 

No lo piensa dos veces. Corre a su camioneta y la enciende, va levantando polvadera mientras acelera. Rebasa a la ambulancia para ir al frente y activar la sirena.  Sus manos empuñan el volante.

Su corazón late al mil por hora. No pudo ver el estado en el que su primo se encontraba y no sabe si quiere. Se repite a sí mismo que Henry saldrá de eso, porque es fuerte y joven.

Llegan al hospital en más tiempo del que hubieran querido. Las llantas friccionan con el pavimento al frenar tan abruptamente.

Toma su teléfono y llama a su padre, de todos es quien tiene más temple para recibir ese tipo de noticias.

—¿Qué pasa, hijo?— Benedict le pregunta

—Es Henry, papá. Hubo un accidente en una fábrica, trataron de apagar el incendio, pero cuando las llamas alcanzaron los contenedores químicos hubo una explosión— le explica, jadeando— Hen está herido.

La respuesta que recibe de su padre es un suspiro. En la otra línea se escucha el tintineo de unas llaves.

—Vamos para allá

—Por favor, tengan cuidado con cómo se lo dicen a mi tía.

Luego de colgar, apresura el paso en dirección a la camilla donde trasladan a Henry. Solo puede ver que hay una mascarilla de oxígeno cubriendo la mitad inferior de su rostro. Ahora está corriendo.

—¡Henry!— gritó, sabiendo que él no lo escucha.

Frena en seco,  caminando a un costado de los paramédicos que empujan la camilla.

—¿Cuál es su estado?— pregunta, la desesperación lo está consumiendo vivo

—Está estabilizándose su ritmo cardíaco, las quemaduras afortunadamente no traspasaron hasta ningún músculo, pero la dermis está dañada. Hasta donde hemos podido ver, la epidermis no sufrió ningún daño. Probablemente el impacto de la explosión impidió que el contacto con el fuego fuera prolongado

La explicación de Adela no lo tranquiliza del todo. Intenta llegar con ellos hasta el área donde será tratado pero se lo impiden. Entre maldiciones que resuenan en los pasillos, William va a la entrada esperando que su familia llegue.

Todo su cuerpo tiembla, está asustado. Ve cómo las familias empiezan a llegar, abarrotando el área de recepción para preguntar por sus compañeros. Un nudo se instala en su garganta.

La camioneta de su tío Arthur da vuelta en U hasta plantarse justo en la entrada. Con el vehículo aún en marcha, Phillip baja de él corriendo a zancadas.

—¡Will!— lo llama, el temor es evidente en sus ojos. Su pecho sube y baja con rapidez por su respiración acelerada

—Ya lo están atendiendo, va a estar bien— le explica, dándole palmadas en el hombro mientras lo oye suspirar al levantar la vista para ver a su madre y a su tía correr hacia los dos

—¿¡Dónde está mi hijo!?— Catherine intenta entrar pero Arthur rodea su cintura con ambos brazos

—Tía, él está estable. Con heridas graves pero ya pudieron estabilizarlo en el camino

—¡¿Se quemó!?— un gemido de dolor escapa de sus labios, Arthur la gira hacia su pecho para abrazarla.

William retrocede algunos pasos cuando siente el abrazo de su madre, al cual corresponde con inmediatez.

—Necesito que estén tranquilas, mamá— le susurró, dándole un beso en la frente

—Pero tu primo…

—Mamá, respira— William toma el rostro de su mamá entre sus manos y hace que lo mire fijamente. Hay lágrimas rodando por sus mejillas. Mechones de su cabello rubio están pegados a su cara gracias a las lágrimas— Ma…—ver a su madre en tal estado le desgarraba el corazón.

Su padre, se acerca a los descansando sus manos en el hombro de cada uno.

—Hijo, sus compañeros…

—Solo Judd sobrevivió, papá. Los demás fallecieron casi al instante. Si Hen no murió cuando tuvo la caída, fue por el casco, probablemente.

Adela ya había cumplido con su parte. Al salir del área de atención prioritaria, vió al tumulto de gente agrupado en la recepción. Se sienta y a pesar de que el esfuerzo físico no fue demasiado, siente que va a desmoronarse. Siente punzadas de dolor que surgen en las rodillas y se van extendiendo por las piernas, su espalda pesa y está casi segura de que tiene una migraña. Aún percibe el olor del humo y de la piel quemada. Vió a Henry abrir los ojos a mitad de camino, la imagen de su rostro cubierto de ceniza y cortaduras superficiales aún está en su cabeza. En sus ojos veía el dolor y la confusión.

La parte más difícil vino cuando se les notificó a las familias que nadie más había sobrevivido. Había lamentos y gritos de dolor llenando el área de emergencias.

Fue la noche más larga de sus vidas.

Salió, sentándose en la acera.  Sus manos temblaban igual que todo su cuerpo.

Vió que una patrulla se acercaba, estacionándose en uno de los pocos espacios que quedaban. De ella bajan Alex y Judd.

Alex se acerca a su hermana, abrazándola con fuerza. Ella tiene que permanecer fuerte pues así lo demanda su trabajo. Judd ya está con los Hannover.

—Señorita…— Phillip se acerca a ellos, a una distancia prudente

—Dígame— Adela respira hondo, volteando hacia el mayor de los hermanos Hannover

—Mi primo me dijo que usted atendió a mi hermano en la emergencia— el tono de su voz es bajo, como si temiera usar las palabras incorrectas— ¿Puede hablarnos de su estado?

Adela ve de reojo a la familia de su paciente. Se da cuenta de la preocupación que las dos mujeres no se molestan en ocultar mientras sus esposos tienen la mirada perdida. Uno de ellos se limpió una lágrima, y eso le dió a entender que tal vez él era el padre del joven bombero.

Le da un asentimiento a Philip, quien le cede el paso a la joven morena para que avance hacia ellos.

—¿Ustedes son la familia de Henry Fox?— les pregunta

—Soy su papá, señorita— Arthur se levanta, no sin antes asegurarse de que Anne abrace a Catherine por él.

—Vea, yo tuve la oportunidad de atenderlo cuando se presentó la emergencia. Las quemaduras no llegaron a los músculos y eso es una buena señal. Va a requerir unas semanas de cicatrización y tal vez terapia física para que pueda volver a mover su brazo con normalidad.

—¿Estaba consciente cuando lo atendió?

—No, solo abrió los ojos y quiso moverse. Le pedí que se tranquilizara

—¿Y cuál es su estado ahora?

—Me gustaría pensar que mientras nosotros estamos hablando, ellos ya le han dado los cuidados necesarios. Le pediría que entre al área de espera pero no sé si esté preparado para lo que hay ahí adentro

—Yo voy— Phillip le dice— ¿Me haría el favor de decirme dónde está?

—Claro— Adela camina junto a Phillip hasta la entrada de emergencias.

Los lamentos persisten, hacen que Phillip baje la cabeza y sienta dolor en su corazón. Adela se va cuando el doctor lo pone al tanto del estado de Henry, al salir se topa con Judd. Él la mira, agradeciéndole con ese gesto el haber salvado la vida del más joven de sus compañeros.

Ryder se acerca a Phillip

—Hey, Phil— lo saluda con voz baja

—Hey…

—¿Dijeron algo?

—Si, me dijeron casi lo mismo que la señorita. Pero resulta que aún no ha despertado

—¿No crees que deberías estar ahí cuando despierte?— Judd frunce las cejas— eres su hermano

—Si, pero no me dejaron entrar. Dicen que me llamarán cuando despierte y ahora no me quiero mover de aquí— le explica, limpiando sus lágrimas— ¿Cómo lo viste tú?

—Mal— Judd flexiona el cuello como un gesto nervioso— no quise… no quise pensarlo pero hubo un momento… dónde de verdad creí que había muerto. Nuestro muchacho es fuerte, Phil, va a salir de esta. Tiene qué

Phillip asiente más veces de las necesarias mientras agacha la cabeza para dejar salir unas lágrimas.

—Si…

—¿Y qué hay de tu abuelo? ¿Supo del accidente?

—¿El abuelo? Siempre ha sido un hombre estoico— levanta la cabeza cuando no hay rastro de sus lágrimas— a papá le gusta decir que solo es cruel, pero no hablamos abiertamente de eso. Beatrice es la que me preocupa. Ve a Henry y William como sus bebés, Es casi una tercer figura materna antes que una hermana. 

Judd sacude su hombro cuando ve al doctor llegar y este les dice que Henry se ha despertado.  A Phillip no se lo tuvieron que decir dos veces, mientras Judd fue a avisarle a los demás.

Tiene que tranquilizarse antes de entrar, cierra los ojos y respira profundo, frota las palmas de sus manos en sus jeans para limpiar el sudor.

Entra, dejando de lado sus ganas de llorar y viendo cómo Henry tiene los ojos fijos en el techo.

—Hermano…

Henry voltea. Está haciendo todo lo posible por no quebrarse frente a él, pero las lágrimas que se amontonan en sus ojos y nublan su campo de visión lo delatan. Aprieta los labios, frustrado. No ve otra solución más que evadir su mirada.

Phillip rodea la cama hasta llegar a la parte de su cuerpo que quedó expuesta al fuego. Siente náuseas. No es por asco sino por la impresión que le causa ver a su hermano en tal estado. Las yemas de sus dedos apenas y rozan su mano, la cual está vendada.

—Si tienes que llorar, hazlo— le habla en voz baja, queriendo aliviar un poco su dolor— el abuelo no está…

Es entonces cuando Henry ya no se ve capaz de soportarlo más. Un suspiro le abre paso a su llanto y Phillp se coloca del otro lado para poder sostener su mano sana. Su hermano llora como un niño pequeño y balbucea cosas que él no puede entender.

—Están todos muertos…— su voz tiembla— Judd nos quiso advertir pero no escuchamos… e-ellos…— solloza— Philip…

—No había nada que pudieras hacer, desgraciadamente esas son las consecuencias de su trabajo— la voz de Phillip es grave por el llanto contenido— puedes llorar porque es normal, creaste un vínculo con ellos, eran tu segunda familia— esas palabras hacen que Henry llore con más pesar y él aprieta los labios— ahora tienes que aprender a vivir con el dolor. No va a ser fácil, pero estaremos ahí para tí, si necesitas caer, te vamos a levantar.

—Siento que me voy a morir, Phillip… me duele— suelta a Phillip, su mano golpea su pecho sin tanta brusquedad.

—Cálmate, te va a hacer mal…

Judd abre la puerta y entra junto a los demás. Catherine no lo piensa dos veces y va directo hacia su pequeño hijo, acariciando su cabeza y besando su frente.  Anne se queda de pie a un costado de la cama mientras una de sus manos acaricia con ternura su pierna derecha. Los demás se quedan de pie, Arthur le sonríe, ignorando las lágrimas en sus ojos

Judd duda en mirarlo por un momento, su pie golpetea el suelo unas cuantas veces hasta que se decide a alzar la mirada.

Eso basta para que Henry vuelva a llorar.

¿Qué pueden hacer ahora? Se han quedado sin nada

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