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━NO ME DEJES━
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Explosión.
Fue lo que resonó no muy lejos de nosotros. Era un sonido similar a una explosión, no podía equivocarme, era la explosión de una lanza relámpago. Nada podía confundir a unos de mis cinco sentidos, ni siquiera porque la lluvia opacaba las ondas sonoras y la vista.
──¿Qué fue eso?
Inmediatamente mi manos comenzaron a temblar inconscientemente. No era por el frío, ni porque tenía hambre o alguna otra cosa, temblaba porque mi sexto sentido como esposa me decía algo.
──Cariño... ─susurré por lo bajo.
El lugar donde se encontraba Zeke debería de estar más lejos, pero eso no tranquilizaba mis nervios al pensar que algo ocurrió.
──Algo debe estar pasando en el lugar de donde provino ese sonido. ─comentó Floch. ──. Vayamos a investigar el sonido.
Cerré mis ojos inhalando aire suficiente para dejarlo salir por mis labios. Cada paso que daba el caballo mis manos temblaban más, como si me dijeran que no me acercara más. Poco a poco, un hedor a quemado junto al humo se presentaron para dejar ver una terrible escena.
Una carreta destrozada, y los caballos que lo manejaban, estaban muertos. No muy lejos de ahí estaba un titán acostado boca abajo.
──¡Tengan cuidado!
──¡Hay un titán!
Mis ojos solo observaban a los lados, mi instinto me pedía a gritos que lo hiciera.
──Danchō Hange, por favor no se mueva. ─ordenó uno de los soldados. ──. Le pido lo mismo, Heichō.
Hasta que mis ojos se detuvieron en la orilla del arroyo, donde un cuerpo se escondía.
──No, por favor... ─balbuceé bajando del caballo.
──¡Heichō regrese aquí!
Deje de escucharlos cuando llegué junto al cuerpo. Mis rodillas cayeron de golpe al reconocer el azabache de su cabello.
──L-levi. ─llamé levemente acercando mi mano temblorosa a él girando su cuerpo, en cuanto lo vi, mi cuerpo se paralizó antes las graves heridas. ──. Por favor, no me dejes... ─susurré llevando mi oído a su pecho sin importar ensuciar mi piel con su sangre.
Mis lágrimas resbalaron por mis mejillas cuando escuché sus leves latidos.
──¡Hange! ─grité de lo más profundo mirando a la castaña.
──¿Levi? ─abrió sus ojos al verlo en mis brazos.
──No sé qué pasó aquí, pero tuvimos suerte. ─vociferó Floch llegando a nuestro lado. ──. Nuestra principal amenaza está aquí, ensangrentado.
──Disparemosle en la cabeza. ─soltó uno de ellos.
Mi mirada de odio puro cayó en sus ojos.
──Está muerto. ─anunció Hange.
La miré, y comprendí su pensamientos. Tenía que seguirle el juego para que no lo hicieran, para que no lo mataran. Tendría que dejar salir el nudo que sentía en mi pecho para que se viera más real.
──Quedó atrapado en el rango de la explosión. Sus órganos internos están hechos trizas y eso causó su muerte. ─comentó la castaña dejando su mano en mi hombro como consolación.
──Puedo tomarle el pulso. ─pidió Floch. ──. Déjame revisarlo.
Aferré su cuerpo al mío sin ejercer presión cerrando mis ojos sollozando con fuerza ganando las miradas de pena y lastima de todos.
──No creo que sea el momento. ─le dijo Hange al chico.
Todos dejaron de prestar atención a mis sollozos para ver al titán que dejaba salir inmenso vapor indicando que estaba por desaparecer, como comúnmente sucede al cortar la nuca. Pronto los rayos de sol iluminaron el día dejando ver a Zeke salir dentro del titán desnudo.
──Ahora, Liberty. ─me susurró para saltar hacía el arroyo.
La seguí claramente sin soltar a Levi, teníamos que alejarnos lo más rápido de ellos, no teníamos mucho tiempo para salvar su vida.
Vas a estar bien, cariño. Lo sé. De lo contrario no sé qué haré.
Las gotas de lluvia poco a poco fueron cesando y las nubes opacas se despejaron dejando ver los leves rayos de sol. A pesar de que el día mejoró para continuar con las actividades de granja, el ambiente en aquella habitación estaba por los suelos.
Ninguno de los presentes en la sala hablaba, simplemente el silenció era la compañía que abrazaba aquellos hermanos después de recibir la carta de aquel hombre que era considerado su "tío". Hacía menos de un mes que habían perdido a un ser querido y ahora iban a perder a otro más.
──¿Sigues pensando sobre eso? ─el silenció se vio interrumpido por el mellizo mayor, acostado en el sofá con su mirada puesta en el techo mientras que su mano jugaba con una daga. ──. Él ya lo decidió. Nada puede cambiarlo.
Aunque no quisiera expresarlo, su hermano estaba en lo cierto. Esa carta parecía haberse escrito hace más de cuatro semanas desde que la recibieron, por ende, su vida ya contaba con el temporizador.
──Tsk. ─emitió la azabache cerrando sus ojos. ──. Ese maldito idiota. ─maldijo por lo bajo recordando la última vez que lo vio.
Justo cuando cumplió cuatro años y le regaló una bufanda color negra, misma que en su cuello se presentaba.
──Ni siquiera pude darle una patada de despedida. ─murmuró abriendo sus pestañas dejando ver sus ojos melancólicos.
Él realmente era importante para ella.
Dejó salir un pesado suspiró. No era mucho de expresar sus emociones, pero era tan solo una niña, ver algunas lágrimas resbalando por sus rojas mejillas no era un tabú. Su hermano la miró de reojo, la relación de ella y aquel hombre era muy cercana, él comprendía que su hermana sufría por dentro.
La hermana menor paso su mano por sus mejillas, limpiando cualquier rastro de lágrimas para enfocar su atención en la taza de té que su mellizo le había preparado hace tiempo. Su hermano no era muy fanaticó del té, prefería agua sobre toda bebida, en cambio ella, sacó el gusto por el té negro de su progenitor, incluso guardaba una colección de tazas que su padre le regalaba a pesar de las constantes quejas que su madre le daba, ya que siempre usaba la misma de todos los días.
Llevó su mano a la parte de arriba de la taza para tomarlo, sin embargo antes de tocar la porcelana, una grieta se presentó en un extremo de la taza. Sin saber el motivo, su mano tembló levemente. Confundida, detuvo su muñeca con su otra mano esperando a que pasara sus nervios. No comprendía porque sucedió aquello, no era de las que creía en supersticiones, pero nunca antes le había pasado algo así.
──Otosan. ─murmuró al recordar a la persona que le regaló aquella taza. ──. Regresa pronto.
Con nosotros.
Jale el gatillo acabando con la vida del segundo y último soldado.
──Me encargue de los perseguidores. ─anuncié acercándome a Hange. ──. ¿Cómo sigue? ¿Necesitas más sangre?
Deje el rifle de lado quedando en cuclillas frente a ellos. Ella se esmeraba en curar todo lo que podía con lo que encontramos en el campamento donde custodiaban a Zeke.
──No es necesario. ─concentró su atención en coser la herida de su rostro. ──. Descansa. Ahorrar fuerzas para lo que sea que se avecina.
Solté un leve suspiro.
──No hay nadie en el campamento. ─comenté mirando mis manos posadas en mis piernas. ──. Todos fueron convertidos en titanes y sólo él sobrevivió.
Debió ser duro acabar con todos ellos sabiendo que segundos atrás eran sus subordinados.
──El hecho de que haya sobrevivido con todas esas heridas es por la misma razón, ¿no es así? ─me miró de reojo por unos instantes. ──. Porqué es un Ackerman.
La observe cortar el hilo terminando de saturar las heridas. Pase mis dedos levemente por sus mechones de su cabello verlo aún inconsciente.
──Ya pasó lo peor. Despierta pronto, amor. ─susurré acercando mi frente a su costado, donde no había herida. ──. No nos dejes. No me dejes, por favor.
Besé su frente con delicadeza.
──No podemos detener a Zeke solos. ─murmuró Hange llevando sus manos a la cabeza sentándose no muy lejos de mi. ──. No nos queda opción que dejárselo a Pixis y Armin.
Cerré mis ojos pensando en las vidas de mis hijos. Confiaba plenamente en que Floch cumpliera su palabra y haya alejado a sus soldados lejos de ellos. Aunque nunca confirmó que los tenía en la mira desde el principio.
──Vamos a ser perseguidos toda la vida, ¿lo sabes? ─dije, y recargue mi espalda con la de ella. ──. Incluso si Eren traiciona a Zeke, los Jaegerístas controlan la isla con la médula de Zeke.
──Quizás es nuestro turno.
La miré de reojo. Tal vez tenía razón, ya no somos adolescentes que aún les falta vida por delante. El hecho de seguir vivos es por mera suerte, así es como lo veo yo.
──Quizás. ─murmuré. ──. Aunque intentaramos hacer lo correcto, ahora somos los que están detrás de las celdas.
──Prefería que los tres viviéramos aquí, con los mocosos. ─comentó por lo bajo. ──. Escondernos.
──Es irónico, porqué le dije a Levi que quería una casa en el bosque. ─comenté mirando mi mano izquierda, donde relucían mis dos anillos. ──. Alejarme de todo el ruido.
Solté un pesado suspiró.
Llevé mis manos a la cabeza deslizandolas por mis cabellos descubriendo mi frente. Nunca imagine desear tanto el querer regresar en aquellos tiempos, donde nuestra única preocupación eran los titanes.
──Haré una carretilla para poder llevar a Levi. ─la sentí levantarse. ──. No podemos seguir aquí, aunque no me agrada la idea.
──Lo sé. ─alejé mis manos dejando caer mis mechones azabaches. ──. Déjame ayudarte. ─ofrecí estar por levantarme, pero un dolor en mi vientre me lo impidió.
Estaba segura que no me encontraba tan bien después de ver a mi esposo al borde de la muerte.
──Liberty, relaja tú cuerpo. ─sentí su mirada en mi. ──. Sé que el susto de Levi fue muy fuerte para ti. No quiero perder a nadie más.
Baje mi cabeza obedeciendo a su palabra, se refería a la vida dentro mío. Recargue mis codos en las rodillas ocultando mi rostro en mis brazos dejando al flote únicamente mis ojos observando a Levi, por si despertaba.
Escúchenme, todos los súbditos se Ymir. Mi nombre es Eren Jaeger, les habló através del poder del titán fundador.
De pronto ya no estábamos en el bosque, sino en un lugar extraño, casi podría decir que oscuro, pero lindo a la vez, escuchando la voz de Eren.
He derribado todas las murallas de la isla y los titanes en su interior, han comenzado a moverse.
Abrí mis labios de sorpresa. Nos ausentamos cinco minutos y esto es lo que pasa.
Mi objetivo es ayudar a los habitantes de Paradis, el lugar donde nací. Pero el mundo desea su extinción. Su odio ha crecido más allá de esta isla y no se detendrán hasta que hayan matado a todos los súbditos de Ymir.
Pero yo rechazo su deseo.
Los titanes de los muros pisotearán y retumbaran la tierra más allá de esta isla, hasta que todas las vidas sean eliminadas de este mundo.
A los segundos, regresamos al mismo lugar.
──No me jodas. ─balbuceé.
──No puede ser. ─soltó Hange. ──. Eren... el mundo.
──Tsk.
Giré mi cabeza observando a Levi intentar levantarse.
──Bestia. Pedazo de mierda... ¿dónde está? ─preguntó débilmente.
──No te levantes. ─me acerqué a él empujando su pecho para acostarlo. ──. No te esfuerces. ─dije conteniendo mis lágrimas.
──Zeke fue a Shiganshina con los Jaegerístas. ─respondió Hange llegando a nuestra par.
──De eso, pasó como día y medio. ─aclaré pasando mi dedo por su cabello en la frente. ──. ¿Qué pasó? ─pregunté suavemente.
──Lo arruine. ─dijo. ──. Sin pensar que él estaba preparado para morir. Lo dejé ir de nuevo. ─levantó su mano derecha notando la falta de dos de sus dedos.
──Conociéndote, debes de estar lleno de resentimiento. ─tomé su mano suavemente para no causar dolor.
──Por ahora–
──Qué queda si nos escondemos así. ─interrumpió a Hange.
──¿Nos escuchaste hablando? ─preguntó sorprendida.
──¿Qué construyes? ─interrogó viendo lo que la castaña hizo. ──. ¿Van a arrastrarme con eso? No hay manera en que puedas ser dócil mientras te escondes.
──Es cierto, no puedo.
──¿Y cuál es el plan? ─pregunté al saber que no íbamos a escondernos.
──Marley ya debió de haber atacado. Aquellos dirigibles que vimos ya no regresaron. ─comentó mirando hacía la ciudad. ──. Tal vez, ahora con el mismo enemigo en común podemos hacer una alianza y acabar con el retumbar.
No teníamos otra opción.
Cerré mis ojos soltando un pesado suspiro escondiendo mi rostro entre mis rodillas. Estaba cansada, no físicamente.
──Libe. ─miré sobre mis brazos a Levi. ──. Ven aquí, amor.
Sonreí mientras una lágrima recorría mi mejilla recostando mi cabeza en su pecho.
──Creí que te iba a perder. ─confesé en un susurró. ──. Que nos dejabas.
──Lo siento. ─levanté mi cabeza al escucharlo disculparse. ──. En verdad lo siento, mi Libe.
Negué con la cabeza mientras mi frente se juntaba con el costado de su cabeza acariciando la parte de su cuello que no tenía heridas.
──Sigues aquí y eso es lo que importa.
──¡Hola!
El saludo de Hange alertó a los dos sujetos. En un parpadeo ya estaba delante de ella con mi espada en alto haciendo retroceder al titán carguero.
──Un momento, por favor no me coman. ─habló la castaña a mi espalda. ──. Como pueden ver no tengo ningún arma y si me comen esta bella dama los matará antes de que pesteñeén.
Las miradas de ambos se posaron sobre mí al saber que era cierto. Fue por un instante que miraron el caballo junto a la carreta interrogando con la mirada de quien estaba ahí.
──¿Qué quién es él que está ahí? ─preguntó Zoe apuntando al azabache. ──. Pueden estar seguros que ahí detrás se encuentra un hombre completamente inofensivo, que fracasó en morir.
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Capitulo 125 del manga.
A partir de aquí, puro en blanco y negro mis bellos hijxs.
Hablando de hijos, Liberty casi sufre un aborto por tremendo susto.
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